Me llamo María, trabajo para el gobierno de mi país, en el sector de la salud.

Cada día repito la experiencia de que las palabras del Evangelio ayudan a servir mejor al prójimo y también ayudan a resolver los problemas de la sociedad. Tratando de ponerlo en práctica, por ejemplo, las relaciones en la oficina han cambiado de forma radical: somos cada vez más familia, abiertos, libres. Con tres colegas compartimos este ideal de vida y juntos tratamos de que nuestro trabajo sea un servicio para la gente y para nuestra sociedad que nos presenta grandes desafíos.

En Sudáfrica existen dos niveles de gobierno: uno más tradicional que considera como gobernantes a los Kgosi (jefe), y que tienen determinadas expectativas sobre el territorio y otro gobernativo, con los representantes elegidos mediante el voto, y que tienen otras expectativas. Nuestro desafío es lograr que los dos niveles se pongan de acuerdo, de modo que cada decisión tomada sea para el bienestar real de la comunidad, y lograr que la comunidad participe cada vez más de los proyectos propuestos.

Por ejemplo, hemos constituido seis centros asistenciales para nuestro distrito. Todo el trabajo fue realizado con el pleno acuerdo de los dos niveles de gobierno, de forma que cada estructura fue plenamente reconocida en todo el territorio. En la ceremonia de inauguración intervinieron varias autoridades, también los miembros del comité ejecutivo del Gobierno.

Pocos días antes del evento, uno de los Kgosi nos llamó para decirnos que no iría a la ceremonia de inauguración por una supuesta disparidad en el trato entre los miembros del gobierno local y los jefes tradicionales. Se estaba perfilando un verdadero y auténtico desastre bajo todo punto de vista. Existía el peligro de que incluso la gente del pueblo no asistiese a la ceremonia.
Hemos tratado de resolver la situación yendo a ver al “chief” directamente a su casa. Le detallamos el perfil de cada centro asistencial. Gracias a este gesto su actitud cambió y dio su consentimiento a la ceremonia de inauguración que fue todo un éxito, fue un momento importante para toda la comunidad.

También hoy seguimos considerando cada tarea que se nos confía como una ocasión de encuentro y crecimiento para la ciudad. Y lentamente vemos que mejoran los vínculos entre los ciudadanos y los funcionarios. Crece la confianza recíproca entre ambos bandos.

Los líderes tradicionales y los consejeros electos están encontrando además su propio rol, en el pleno respeto de cada uno hacia el otro. Así, mientras el proyecto de atención sanitaria a la infancia está confiado actualmente a los responsables tradicionales, la atención a los jóvenes es tarea de los consejeros municipales. No es ni siquiera necesario explicar a las diversas autoridades nuestras decisiones, porque nos tienen confianza y la unión entre todos crece y se desarrolla al servicio de la comunidad.

Experimentamos que si alguien trata de poner en práctica el Evangelio, ¡de verdad que nada es imposible!
 

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