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Colombia: personas capaces de paz

Cristina Montoya

Guerra en los Balcanes: Chiara estaba a lado nuestro
Cuando cayó el muro de Berlín, parecía que todo estaba solucionado. Nadie podía imaginar que los muros de la desconfianza, del odio, del prejuicio seguirían levantándose en la ex Yugoslavia, obstaculizando lo que las comunidades de los Focolares allí presentes habían intentado construir durante muchos años, es decir la unidad entre todos, a pesar de la variedad de etnias, idiomas, religiones. Diversidad que todos ellos habían logrado percibir como riqueza. El anuncio del conflicto fue un verdadero shock, pero también un impulso para seguir creyendo que el inmenso amor de Dios no desaparecería, aún en lo absurdo de una guerra fratricida. «Era agosto de 1991 – cuenta Minka Fabjan en nombre de la comunidad de Zagreb, experta en administración y activa en el ámbito de la Economía de Comunión – y entre miles de peripecias un grupo fuimos a Katowice (Polonia) porque sabíamos que allá nos encontraríamos con Chiara Lubich. Ella nos invitó a dar testimonio del Evangelio con todos los medios posibles, a ‘gritarlo desde los tejados’. En Croacia empezaban ya los primeros atisbos de la guerra: las escuelas cerradas, las carreteras interrumpidas… En este clima de guerra, impresionaba mucho escuchar en la televisión y en las emisoras radiofónicas, nuestros mensajes de paz que habíamos enviado a los medios de comunicación, según la exhortación de Chiara. No obstante, las hostilidades seguían intensificándose. Chiara a menudo nos llamaba para saber cómo estábamos y para animarnos: “Demuestren con su vida que el amor lo vence todo”. Fue ella quien nos sugirió recoger firmas por la paz: en las escuelas, delante de las iglesias, en las plazas, en Eslovenia, Serbia, en todas partes. En Croacia, debido a las alarmas, las recogíamos en los búnkeres. En pocos días enviamos a varios Jefes de Estado unas 65.000 firmas». «Mientras tanto nuestras casas se llenaban de refugiados: eran nuestros familiares, amigos, pero también personas desconocidas. Entonces Chiara invitó a los miembros del Movimiento en el mundo a que se movilizaran para enviar ayudas. En otoño llegó el primer conteiner con víveres y productos de primera necesidad, una acción que duró años. Sótanos, casas en construcción, la sede de la Cruz Roja, salas para conferencias, etc. se transformaron en almacenes para clasificar lo que llegaba y compartirlo con vecinos y refugiados, tanto serbos, como musulmanes o cristianos. Hacíamos incluso 300 cajas en un día. Con estas ayudas humanitarias, logramos apoyar con regularidad a unas 7000 personas». «Ya nos pesaba el cansancio, cuando el papa Juan Pablo II, en 1993, nos pidió que abriéramos nuestros corazones y nuestras casas a las mujeres bosniacas que llegaban a Zagreb después de las indecibles crueldades que sufrían en los campamentos. Sentíamos que Chiara estaba a lado nuestro, así que todos nos movilizamos. En el Familyfest de 1993, lanzamos en mundovisión una recaudación de fondos que permitió dar una casa a 50 familias refugiadas y ayudar a más de 150 mujeres. A través del programa de apoyo a distancia, se pudo socorrer también a miles de niños. Algunas de estas mujeres, víctimas de violaciones, encontraron la fuerza heroica de llevar a término el embarazo. En Serbia habían sido enrolados en el ejército federal unos 700 hombres, entre ellos muchos del Movimiento. Cuando Chiara lo supo, nos invitó a todos a pedir por ellos, para que tuvieran la fuerza de oponerse a la violencia y no disparar. Y las oraciones fueron escuchadas: a los ‘nuestros’ les asignaron un servicio civil». La guerra había comprometido también Kosovo y Belgrado; a pesar de ello, Chiara quiso viajar a la cercana Croacia. Ante la pregunta de un periodista (Ottone Novosel de Večernji list, el periódico de mayor difusión) si tenía una palabra para estas poblaciones, Chiara no titubeó: «Demuestren que el milagro de la unidad es posible también entre maneras distintas de pensar, entre pueblos distintos, entre religiones distintas. Es Dios quien guía la historia. Por reacción, esta guerra podría suscitar una gran corriente de amor que podría convertirse en un ejemplo para muchos pueblos» (12.4.99). Este mensaje de Chiara Lubich es de una impresionante actualidad también pensando en los numerosos conflictos que aún hoy siguen deturpando el planeta y deshonrando nuestra humanidad.

Un entramado de voces por la paz
La espiritualidad de la unidad nacida de Chiara Lubich tiene una fuerte relevancia para la paz. Resuena con fuerza este mensaje desde el evento de Castel Gandolfo (Roma) el 12 de marzo pasado, donde 1000 personas se reunieron para releer, a la luz de hoy, la herencia de Chiara Lubich en el campo de la construcción de la paz. Estuvieron presentes embajadores y representantes del cuerpo diplomático ante la Santa Sede y ante el Estado italiano de 20 países: de Marruecos, Libia, Benín; de Gabón a Turquía y Taiwán, de Argentina, Venezuela, Cuba, Uruguay y Paraguay, de Estados Unidos y Guatemala, y varias naciones europeas, como Ucrania, Lituania, Albania, Eslovenia, Portugal y Malta. Pero la actualidad que se impone ante nuestros ojos ofrece imágenes de “una paz violada, a menudo burlada”, hasta llegar a pensar que “vivir en paz ya no le pertenece a las generaciones del Tercer Milenio, dijo María Voce, presidente del Movimiento de los Focolares, en su saludo. ¿Cómo restablecer el hilo roto en las relaciones entre las personas, entre los pueblos, entre los Estados?
“En la sede de la UNESCO Chiara Lubich ofreció un método para educar a la paz”, recordó María Voce. Es la espiritualidad de la unidad, que pone las bases para una cultura del diálogo. Lo demuestran las 4 experiencias contadas a continuación: desde la sencillez del “dado de la paz”, que se ha convertido en la base para el desarrollo de Living Peace, un proyecto en las escuelas del Cairo que hoy ha llegado a 300 escuelas en 110 países, involucrando a más de 100 mil niños y adolescentes; al diálogo entre musulmanes y cristianos en Italia en el marco de las tensiones que atraviesan el continente; hasta la “milagrosa” historia de Fontem, en Camerún, en donde Chiara Lubich preveía el futuro de la unidad entre los pueblos, simbolizado en el pacto estrechado entre los dos jefes de la tribu; y todavía su gran sueño de influir en la sociedad a través de la cultura y el pensamiento, que la llevó a hacer nacer el Instituto Universitario Sophia (Loppiano, Florencia).
Desde el palco del Centro Mariápolis de Castel Gandolfo habló también el Gen Verde: las canciones de su nuevo espectáculo “On the Other Side” – que recientemente presentaron en una gira por Hong Kong y Taiwán – van en esta dirección. Las canciones mencionan el sacrificio de los monjes de Tiberina en Argelia, la canción de cuna para una niña sin nombre que se ahogó durante uno de los tantos viajes de la esperanza, la voz de la verdad de Oscar Romero, el obispo salvadoreño, hoy beato, asesinado por mano criminal, el grito de la selva amazónica que se va empobreciendo. El trabajo del Gen Verde quiere poner bases sólidas a la construcción de la paz, a partir de los miles de jóvenes involucrados en sus talleres. También ellos se han encaminado a ser, allí donde se encuentran, “semillas de un pueblo nuevo, de un mundo más solidario, sobre todo hacia los más pequeños, los más pobres” como dijo Chiara Lubich en la UNESCO, de “un mundo más unido”; sin esconder que el secreto para realizarlo radica en tener el valor de saber padecer, de saber aceptar el esfuerzo y el sufrimiento que esto conlleva. “Si algunas personas aceptaran el sufrimiento por amor, el sufrimiento que el amor exige –como había dicho Chiara-, éste podría convertirse en el arma más potente para donar a la humanidad su más alta dignidad: la de sentirse no tanto un conjunto de pueblos uno al lado del otro, a menudo en disputa entre ellos, sino un solo pueblo”.

Siria: Dios puede vencer el Mal
Alepo, 8 de marzo de 2016 – Me desperté a las 4 de la mañana por el ruido de los bombardeos y no logré dormir más. Trataba de no creer a mis oídos. ¡No es verdad, Señor! ¡Otra vez los bombardeos!¡Ahora que se esperaba que la situación empezara a mejorar, que la electricidad había regresado después de 5 meses y el agua después de 45 días! ¿Por qué? ¡Esta tregua tenía que durar y volverse definitiva! Era una súplica que subía desde lo más profundo al Señor de la Historia pidiéndole ayuda para que se consolide el cese al fuego proclamado sólo hace una semana en toda Siria. Pero el ruido de los combates en el frente que divide la ciudad de Alepo en dos, crecía con fuertes explosiones que se escuchan muy bien de noche. Mientras esperaba que amaneciera y que volviera la calma trataba de rezar, y reflexioné: Ciertamente todos queremos la Paz, pero ¿creemos en ella verdaderamente, o pensamos que se puede comprar a buen precio? ¡Hay gente convencida de que el camino que hay que seguir es la guerra! Están dispuestos, no sólo a sacrificar su vida sino también la de los demás porque lo creen, y las potencias sacan provecho de esto que sucede, y por lo tanto, no quieren que se acabe la guerra, es más, atizan el fuego.
Y nosotros, la gente que cree en grandes ideales, en una vida civil y pacífica, de respeto entre las culturas y de solidaridad, ¿lo creemos realmente? ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar? Verdaderamente la guerra en Siria no es poca cosa. ¿Quiénes pueden tener la fuerza para destruir un país que hace seis años crecía lleno de vida y de esperanzas, donde convivían musulmanes y cristianos de distintas confesiones y de muchos grupos étnicos en el respeto y en paz entre ellos? Seguramente no son simples individuos. Vino a mi mente una respuesta que Chiara Lubich le dio en el 2002 a uno de nuestros amigos musulmanes que le preguntó con respecto a la esperanza de que el amor y la paz venzan sobre la guerra. Ella le contestó –recordando los atentados del 11 de septiembre de 2001- que «el terrorismo es fruto de las fuerzas del Mal con la M mayúscula, contra el cual no bastan las fuerzas humanas […]. Se necesitan las fuerzas del Bien, con la B mayúscula […] las de quienes aman a Dios. Y entonces, ¿qué hay que hacer? ¡La oración! Nosotros debemos conjurarnos, todos nosotros de la fraternidad universal, unidos rezando para que verdaderamente sea derrotado el terrorismo. Nosotros lo podemos hacer. Jesús dice que donde dos o tres están unidos en Su nombre, en su amor, todo se les concederá. Y nosotros somos muchos más que dos o tres […], tenemos que salir de aquí con esa idea; nosotros juntos nos unimos a rezar. Pero no basta. La causa principal del terrorismo es la intolerancia hacia un mundo medio pobre y medio rico. Ellos quisieran –y tienen razón- que hubiese un poco más de comunión de bienes […], un poco más de solidaridad. Tenemos que cambiar los corazones. Sólo si nosotros hacemos una obra de fraternidad universal, lograremos convencernos y convencer de que es necesario poner juntos los bienes, y primero empezaremos como pueblo, pero después las ideas van entrando y suben hasta los Jefes de Estado. Debemos tener esta seguridad de que con Dios son posibles las cosas imposibles, de que con Dios –si empezamos por la fraternidad entre nosotros- llegaremos también a este grandioso objetivo de hacer de toda la humanidad realmente una familia. […]. Éste es nuestro objetivo».
No nos ilusionemos: la Paz depende de nosotros. No podemos esperar que los demás hagan algo. ¡Nosotros también somos responsables! Si creemos que realmente Dios puede vencer el Mal y que nos escucha, tenemos que rezar incesantemente al Padre con fe que nos ayude, de lo contrario pecamos de omisión. Todos recordamos cómo hace dos años se detuvieron los bombardeos en Siria gracias a la influencia del ayuno y de la oración hechos por el Papa y tantas otras personalidades. ¡Y Dios nos escuchó! Y lo puede seguir haciendo. Hagámoslo entonces y siempre, para que venga el reino de la Paz, no sólo en Siria sino en toda la Tierra. CFR: Chiara Lubich, Castel Gandolfo, 3 de noviembre de 2002, respuestas a los amigos musulmanes de los Focolares.

Chiara Lubich y su mensaje de paz
«Mujer de intrépida fe, humilde mensajera de esperanza y de paz», así Papa Benedicto XVI describía a Chiara Lubich en el mensaje enviado con motivo de su fallecimiento, hace ocho años. Y el Papa Francisco, durante el inicio de la causa de beatificación en enero de 2015, exhortó a «dar a conocer al pueblo de Dios, la vida y obra de quien, aceptando la invitación del Señor, ha encendido para la Iglesia una nueva luz en el camino de la unidad». Son muchas las iniciativas que, en el mundo, recuerdan su mensaje de paz. Son más de 200 eventos promovidos por las comunidades de los Focolares en Europa. En Minsk, Bielorrusia, una jornada con el título Vivimos por la unidad. En Suecia, reuniones familiares en las seis ciudades donde existen comunidades del Movimiento. En Múnich, Alemania, el primer “Chiaratag”. En Lisboa, Portugal, una mesa redonda sobre Chiara y la paz con periodistas y miembros de la Comisión Justicia y Paz. En Sevilla, España, se centrará en Chiara Lubich, educadora de la paz, con el apoyo del imán Allal Baschar de la mezquita del Rey Abdul Aziz al Saud de Marbella y del sacerdote Manuel Palma Ramírez, vicedirector del Centro de estudios teológicos de Sevilla. En Sarajevo, Bosnia y Herzegovina, la comunidad de los Focolares conformada por católicos, ortodoxos, musulmanes y personas de convicciones no religiosas verá, en el encuentro El mensaje de diálogo y de paz el resultado de años de trabajo conjunto. Abierto a la ciudad, con la participación del arzobispo, cardenal Vinko Puljić. Una convicción que atraviesa el diálogo constante también en los otros países de los Balcanes y el reconocimiento mutuo de las tradiciones y nacionalidades. Lo demuestra el programa educativo Perle de Skopje, en Macedonia: un jardín de infantes, vinculado a la Universidad, que recibe niños de diversas etnias, involucra a las familias y basa su proyecto educativo en los ideales de fraternidad de la Lubich. Una iniciativa del profesor Aziz Shehu, musulmán, ex catedrático y decano de la Facultad de pedagogía. Que se trate de un proceso irreversible, lo han testimoniado también los 110 jóvenes serbios croatas, húngaros, albaneses y macedonios con otros de Bulgaria y Rumania, juntos por primera vez a principios de marzo, bajo el lema Balcanes: nosotros somos uno. Innumerables son en las Américas las reuniones, simposios, conferencias y conciertos, de dimensión espiritual y de oración, interreligiosa o ambiental, desde Nueva York y San Francisco, en Estados Unidos, a Santiago de Chile, pasando por La Habana, en Cuba, Neza, en el estado de México de Nezahualcóyotl, Caracas, en Venezuela, Río de Janeiro, en Brasil, Mendoza, Argentina. En el Pacífico, significativas reuniones en Honolulu, en las islas Hawai y en Numea, Nueva Caledonia. En Medellín, Colombia, no hay ninguna familia que no haya perdido en estos 50 años de conflicto, por lo menos uno de sus miembros. Lo mismo ocurre entre las personas de las comunidades de los Focolares: tres generaciones con historias como la de Rosa que, después del asesinato de su hijo a manos de un amigo, no se abandonó a la venganza, sino que con todas sus fuerzas ejerció el valor del perdón, trabajando en el centro social del barrio para difundir reconciliación, cuidado, cultura. Proyectos de capacitación en varias ciudades de Colombia, Ecuador, Venezuela y México ven la alternancia de generaciones de niños, que ya profesionales y docentes, asumen la tarea de la formación de los nuevos ciudadanos a la cultura de la fraternidad y a la paz. En Australia se centrará en la paz y la acogida, con citas en Canberra, Melbourne, Sídney y Perth, este último preparado por los jóvenes y celebrada al aire libre en la Plaza de Northbridge. En Nueva Zelanda encuentros en Wellington y Christchurch sobre Politics for Unity: Making a World of Difference. En Corea del sur reuniones animadas por treinta y una comunidades en las diversas áreas para profundizar en el vínculo entre Chiara Lubich y la paz. En Filipinas, en La Universidad de La Salle de Manila, el simposio Carisma de la unidad, un legado sin tiempo, investigará en los caminos que se abrieron en los 50 años de vida del Movimiento de los Focolares en Asia. En Vietnam, en Vung Tau, 300 personas de todo el país se reunirán algunos días para compartir en el espíritu de la unidad. En Pakistán, están programadas reuniones de espiritualidad y Misas por la paz en siete ciudades. Reuniones también en Burkina Faso, Costa de Marfil, Camerún, Nigeria, Kenia, Uganda, para nombrar sólo algunos. En Burundi, en estado actual de tensión social, se reunieran alrededor del tema Misericordiosos como el Padre celestial, somos constructores de paz. En la República Democrática del Congo una conexión telefónica unirá las grandes ciudades del país: Lubumbashi, Goma, Kikwit y Kinshasa. Aquí 1500 personas, ante embajadores, miembros de la UNESCO, representantes de diferentes denominaciones cristianas, autoridades musulmanas, reflexionarán sobre cómo vivir la paz en la familia. En Italia, la presencia generalizada de la comunidad de los Focolares suscita numerosas iniciativas locales. En Roma, 280 jóvenes se reunirán en el Parlamento con la presidenta de la cámara, Laura Boldrini, el ministro de Relaciones exteriores, Gentiloni y otros parlamentarios. Pasquale Ferrara, diplomático, Michele Zanzucchi, director de la revista Città Nuova, Shahrzad Houshmand, teóloga musulmana, serán los interlocutores para discutir los contenidos de un manifiesto con propuestas concretas sobre la paz, el desarme y la reconversión industrial de las armas. En la Universidad de Pisa, una conferencia de Antonio Maria Baggio en la Facultad de derecho: El amor de los amores. Inspiración religiosa y laicidad de la política en Chiara Lubich. En el Palacio Ducal de Génova una profundización en Laudato si’ durante el evento Las religiones dialogan por la paz y por el medio ambiente, con Husein Salah, presidente de la comunidad islámica, Giuseppe Momigliano, rabino, Gnanathilaka Mahauswewe, monje budista, Andrea Ponta, ingeniero ambiental, Roberto Catalano, centro diálogo interreligioso de los Focolares. Yo a través de ti es el título de un evento itinerante en Milán, una especie de “abrazo” a la ciudad y la interacción entre los diferentes grupos. Y también diálogo, integración, perdón para el ciclo de eventos ¿Mi mundo es como el tuyo? … pasos para llegar a conocernos. En el Auditorio del Centro Mariápolis de Castel Gandolfo, en Roma, se reunirán los miembros del cuerpo diplomático, acreditado en Italia y en la Santa Sede y representantes del mundo de la cultura; serán recibidos por la presidente de los Focolares, Maria Voce, para recordar a Chiara Lubich bajo el perfil La cultura del diálogo como factor de paz. En Medio Oriente, mientras que los conflictos armados continúan sembrando destrucción y matando la esperanza, las comunidades de los Focolares en Siria afirman que «de la paz somos responsables también nosotros. Si creemos que Dios, el Señor de la historia, puede vencer el mal y nos escucha, pecamos de omisión si no oramos sin cesar a Él, para el cual son posibles las cosas imposibles y nos puede apoyar para alcanzar la meta grandiosa de hacer de toda la humanidad una sola familia. Por tanto, orar, mientras que cambiamos nuestros corazones y hacemos circular los bienes». El significado del 14 de marzo de 2016 radica precisamente en esto: hacer converger los esfuerzos y las oraciones de muchos, desde muchos puntos de la tierra, para hacer el mundo más unido. En paralelo, la Causa de beatificación de Chiara Lubich, iniciada el 27 de enero de 2015, está siguiendo el procedimiento previsto por la legislación vigente. Son muchas personas que han podido ofrecer su testimonio, de varias Iglesias y de convicciones no religiosas. Un mosaico que pone de relieve el ejemplo de su vida, comprometida con los que Dios ponía en su camino para «hacernos santos juntos». Comunicado de prensa

Argentina: una comunidad abierta
Saliendo de la capital de Argentina por la autopista hacia el sur, después de media hora de viaje se llega a Plátanos, barrio de la periferia con casi 20.000 habitantes. Son personas trabajadoras que construyeron sus propias viviendas con mucho esfuerzo y poco dinero. La parroquia, dedicada a Santa Isabel de Hungría, es una parroquia que tiene mucha actividad. Hace casi 30 años el Padre Francesco Ballarini, italiano, llevó allí el espíritu de los Focolares. Hoy son los laicos los que continúan viviendo este espíritu de unidad junto con otras parroquias de la Diócesis. «Comenzando este año – cuentan- organizamos una fiesta para los niños de la zona más periférica de Plátanos, cuyos habitantes no asisten con asiduidad a la Parroquia. Invitamos a cada uno a poner en común sus propios talentos: había alguno que enseñaba a hacer pan, otro a pintar, había también un taller de cerámica, un papá catequista que era mago, algunas señoras del barrio prepararon el mate (la típica bebida que se toma en el Cono Sur)». En esta oportunidad conocieron a una chica quinceañera embarazada, a punto de dar a luz. «Precisaba de todo. Comenzó una carrera de solidaridad para lograr cubrir las necesidades suyas y las del bebé, que nació después de pocos días. Llegando a su casa quedamos impresionados del ambiente pequeño, sin piso, sin ventanas, con la puerta rota, donde vivían además de ella y el recién nacido, 6 hermanitos y los padres. La comunidad nuestra se enteró de esta situación, y comenzó hacerles llegar mucha ayuda. Ya casi estamos listos para colocar las ventanas, la puerta, una estufa y otras personas han ofrecido la mano de obra. Algunas señoras fueron a enseñarle a M como cuidar lo mejor posible al bebé. Esta jovencita M, a quien conocimos triste e irascible, ha comenzado a sonreír. Es la caridad vivida juntos la que hace estos pequeños milagros». «Otra iniciativa que estamos llevando adelante juntos – continúan- es el proyecto “Sachetera”: consiste en fabricar con las bolsitas de leche toldos para los que no tienen techo. Como parroquia queremos seguir sosteniendo este proyecto y, si bien este trabajo lo puede hacer cada uno en su propia casa, preferimos trabajar juntos: muchachos, jóvenes y adultos. En una jornada de fuerte lluvia, dudábamos si lograríamos reunirnos, pero pen
«Nos encontramos más adelante en Bernal (otro barrio) con personas de otras parroquias y con jóvenes de los Focolares que conducen proyectos de auxilio a los más necesitados. Para nosotros es importante compartir nuestras experiencias con otras parroquias, también para no cerrarnos solo en “nuestra” periferia y, en cambio, aprender de los demás». En el mes de septiembre se incendió la casa de una familia de un barrio vecino, destruyendo todo, «entramos en acción para ayudar, llevando lo necesario de nuestras casas. Con la comunión de bienes comunitaria logramos reconstruir las paredes. Así, con mucho entusiasmo, ellos pudieron reconstruir su casita. Solo más tarde supimos que la familia pertenece a la iglesia pentecostal, y él es Pastor. Nos conmovimos porque el Amor no hace distinción, una vez más, ni en la confesión religiosa, ni en otras diferencias». En los días siguientes el Pastor, albañil de profesión, se ofreció a pasarle la cal a las paredes de la iglesia destinada a la construcción de un altar para la imagen de la Virgen de Luján. «Les agradezco por el amor que ustedes dieron sin pedir nada – dijo el Pastor a la comunidad católica reunida para la misa dominical en la que quisieron participar- me ayudaron a vencer los prejuicios que muchos de nosotros (pentecostales) tenemos hacia los católicos, también ustedes son mis hermanos».