Rod Gorton, focolarino casado, nos dejó el 14 de noviembre 2013 después de un accidente, mientras hacía un acto de amor. Nacido en Boston (USA) en 1933, conoció el Ideal de la unidad en los años ’60. Su infancia se vio marcada por la separación de sus padres: “Con seis años, me encontré sin papá y, debido al ambiente familiar, sin Dios”. En ese período lo ayuda la pasión por la música. Con 20 años entra en la Academia Naval para convertirse en Oficial de la Marina de los Estados Unidos. El reglamento prevé la obligación de participar de las celebraciones dominicales en la iglesia de preferencia y es así que Rod escucha hablar por primera vez de Dios. Nacen los primeros interrogantes y se pregunta: “¿Todos están locos? ¿O estoy loco yo?”. Después de una búsqueda llena de dudas, se da cuenta de que dentro de sí algo ha cambiado: “¡Cree!”. Pero descubre las contradicciones de la nueva vida porque no encuentra personas que tomen en serio el Evangelio. Al convertirse en oficial de la Marina empieza a viajar por el mundo. Se siente atraído por los misioneros que encuentra en varios países y, después de 4 años, entra en un seminario para hacerse sacerdote misionero. Pero está todavía en búsqueda…

Rod con Chiara Lubich durante su visita a
Loppiano en 1971
En la Revista Living City, que encuentra de casualidad, lee un artículo de Chiara Lubich: “Si quieres conquistar una ciudad al amor de Cristo… Toma un grupo de amigos que tengan tus mismos sentimientos, únete a ellos en nombre de Cristo… prométanse amor perpetuo y constante…”. Aquí está lo que había buscado toda su vida. También encuentra la invitación a una Mariápolis y allí queda fuertemente impresionado por la realidad de familia que experimenta entre todos:
“Blancos, negros, amarillos, jóvenes, ancianos, ricos, pobres… Para todos ellos, el Evangelio era la base de todo”. En noviembre de 1966 parte para la ciudadela de Loppiano, donde forma parte durante 6 años del conjunto musica
l Gen Rosso. Es muy bueno tocando la guitarra acústica, la trompeta y la armónica. Aludiendo a las promesas evangélicas, escribe:
“Aquí he encontrado el céntuplo en padres, hermanos, casas y además, he conocido a mi Dios: Jesús en su abandono. Él (que ha transformado el dolor en amor)
ha iluminado todo por qué de mi vida y en Él he encontrado la ‘clave’ para formar una familia”. Con simplicidad y franqueza Rod está siempre en actitud de donación, muy atento a las necesidades de cada uno, característica que mantuvo durante toda la vida.

La familia Gorton
Un día encuentra a Marzia, de Austria: “Con pocas palabras nos entendimos; ambos teníamos la misma llamita en el corazón: formar una familia para Dios”. Escribe a
Chiara Lubich:
“Porque he dicho sí primero a Dios, puedo decir sí a Marzia”. Rod y Mazia se casan en enero de 1972 en el Centro del Movimiento, en Rocca di Papa, en un encuentro de focolarinos casados.
Entre los testigos de la boda están Igino Giordani, Spartaco Lucarini y Chiara, que da a la nueva familia una
Palabra de Vida: “
Ámense como yo los he amado” (Jn. 13,34)
. De su matrimonio nacen Cielo, Clarence, Sara, Peter, Giovanna y Pina. Siempre disponibles y generosos, donan sin medida su vida en muchas iniciativas de la ciudadela de Loppiano, donde residen. Sobre todo se comprometen a acompañar a los cientos de familias que por allí pasan. Muchas personas quedan impresionadas por su amor y por su testimonio. “Ahora pensamos en Rod en la alegría sin fin –escribe
María Voce – seguros de que desde allá arriba seguirá acompañando a Marzia y a sus hijos que tanto ha amado”. Así como pensamos que nos acompañará a todos nosotros que estamos en camino trabajando, como hizo él, por la fraternidad universal.
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