Movimiento de los Focolares
Guatemala: un focolar en el corazón indígena del país

Guatemala: un focolar en el corazón indígena del país

Marta, Lina, Efi y Moria, cuatro mujeres, focolarinas, que en su vida recorrieron distintos caminos y que ahora coincidieron entre sueños, realidad y ofrecimiento para trasladarse desde los focolares precedentes, a Chimaltenango para empezar la experiencia de una convivencia en una ciudad donde pobreza, interculturalidad y fracturas entre etnias son pan cotidiano.

Chimaltenango es una ciudad de Guatemala, distante 50 km. de la capital, a 1800 metros sobre el nivel del mar. Casi 120.000 habitantes de 23 pueblos indígenas distintos que se han ido congregando allí por la supervivencia económica.

“Yo estuve muchos años en Argentina -comienza Efi, originaria de Panamá-. Después estuve algunos años en México y poco antes de la pandemia llegué a Guatemala donde estuve solo 3 meses y tuve que partir para Panamá para acompañar a mi mamá que enfermó y luego falleció”. Fue un año que sirvió también para replantearme muchas cosas, hacer un balance de lo vivido hasta entonces y renovar la elección de la donación a Dios hecha años atrás”. Regresó a Guatemala con este proyecto en Chimaltenango.

“Crecí en un ambiente rural, con gente muy simple y mi sueño fue siempre hacer algo por los más humildes -afirma Efi-. Aquí la pobreza es muy grande. Y también están las comunidades indígenas, hay gente que ha conocido la espiritualidad del Movimiento y que por la pandemia y la realidad social en la que viven han quedado al margen”.

Lina, es guatemalteca, de origen maya, kaqchikel. Explica que una de las fracturas más evidentes es entre indígenas y mestizos (también llamados “ladinos” en Guatemala, englobando a todos los que no son indígenas). No existen relaciones fraternas, no hay diálogo. “Para mí -dice-, siempre fue un objetivo lograr superar esa fractura. Desde el momento en que tuve el primer contacto con los Focolares, pensé que esta es la solución para mi cultura, para mi pueblo, para mi gente”. Recuerda el momento en diciembre de 2007, cuando al finalizar el período de formación saludó a Chiara Lubich, diciéndole “Yo soy indígena y me comprometo a llevar a mi pueblo kaqchikel esta luz. Yo sentía que era un compromiso expresado frente a ella, pero hecho a Jesús”. De regreso a Guatemala se dedicó con esmero a acompañar a las nuevas generaciones siempre con la mirada puesta en generar vínculos de unidad tanto en las comunidades indígenas como en la ciudad.

Marta también es guatemalteca. Mestiza. En sus primeros años de focolar también pudo dedicarse a difundir el carisma de la unidad en las comunidades indígenas. Más tarde tuvo que ocuparse de gestionar el Centro Mariápolis, la casa para encuentros en la ciudad de Guatemala. Trabajo intenso durante 23 años y vio desarrollarse el proceso de la reconciliación nacional y de la reivindicación de los pueblos indígenas, ya que las distintas comunidades indígenas elegían al Centro Mariápolis como lugar de encuentro. Se trasladó un período a México para reconstituirse después de tanta entrega. En ese tiempo se hablaba de identidad. Y la pregunta surgió espontáneamente “¿Yo qué identidad tengo? ¿Cuáles son mis raíces?”. La respuesta la encontró en la Virgen de Guadalupe que, que cuando se apareció en México en 1531, se mostró en el poncho de Juan Diegocon características somáticas típicas de los pueblos nativos americanos. “Para mí era entender que yo era mestiza como ella, que tiene las dos raíces y que puede dialogar tanto con uno como con el otro”.

Moria, que es de Chimaltenango, por motivos de salud vive con su familia y forma parte del focolar lo mismo que Lidia, focolarina casada que vive en la ciudad de Guatemala.

Historias que se entretejen hasta llegar a instalarse en esta ciudad que reúne tantas proveniencias, muchas culturas en una única cultura. “Nuestro deseo es estar con la gente, acercarnos”. “En las cosas simples, de cada día -dice Efi-, ese saludo, esa sonrisa, ese detenerse, estar con esa señora que no sabe ni siquiera hablar en español porque hablan su lengua y no nos entendemos”, y cuenta: “un día necesitaba comprar un pan. Voy al mercado y están las vendedoras sentadas sobre una esterilla de mimbre. Si quiero entrar en diálogo con ella me pongo al mismo nivel, me agacho, y como es un lugar de comercio trato de ser honesta con ella”.

“Desde que llegamos nos hemos propuesto volver a tomar contacto con las personas que conocieron la espiritualidad de la unidad en algún momento -interviene Lina- visitarlos en sus casas, siempre llevando algo, una fruta, por ejemplo, como se hace en estos pueblos ”. De ese modo, se crea un círculo de reciprocidad y se acercan al focolar. La casa se llena de voces de las mamás con sus niños, también jóvenes y a veces algún papá que se anima y las acompaña. Y así, sin buscarlo, se va creando la comunidad en torno a este novel focolar en el corazón de la cultura indígena de Guatemala.

Carlos Mana
Fotos: © Focolar Chimaltenango

Utopistas indianos en América

Utopistas indianos en América

Autor: Esteban Valenzuela

Contenido:

El libro expone aspectos de la dimensión profética presente a lo largo de los cinco siglos de la Iglesia latinoamericana, una lectura extraordinariamente estimulante. La mirada hacia un período complejo del cristianismo está enriquecida con numerosas citas e interesantes testimonios. Muchas de tales acciones que se consideran proféticas se encontraron con resistencias y oposiciones de parte de la misma Iglesia. Esto resulta normal, porque el profeta no es principalmente el que anuncia cosas que sucederán en el futuro como las antiguas pitonisas, sino que es alguien que, hablando en nombre de Dios, dice verdades que a menudo nos duele escuchar. Todas esas visiones claramente tenían en común que el reino de Dios se encarna, se hace historia y debe cambiar las relaciones humanas en esta tierra. Es fiel a la visión de Jesús, que se apartó de la posición apocalíptica de Juan el Bautista y procuró crear en esa tierra una comunidad de hermanos… Discernir la verdadera profecía nunca ha sido fácil, como lo atestigua la historia de Israel. Esa dificultad se acrecienta en nuestro continente, donde se mezclan el heroísmo y el horror, el entrecruzamiento de culturas, las tradiciones de la Iglesia y nuevas formas, las ambiguas situaciones de la conquista, la santidad y el martirio, la explotación y la injusticia… Se usa la palabra utopía. Ignacio de Loyola nos enseñó a no ser pequeños en el soñar; él habló siempre del “magis”, el desear siempre más, tener “utopías”, pero conjugó esos sueños con un sentido político que nos obliga a buscar los medios adecuados y a no desanimarnos con el lento avance de la historia.

Datos del autor: 

Esteban (Teo) Valenzuela Van Treek es Director del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Jesuita Alberto Hurtado, de Santiago (Chile). Doctor en Historia de la Universidad de Valencia, Master en Desarrollo de la Universidad Wisconsin-Madison, periodista y magister en Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue coordinador de la Pastoral Juvenil, dirigente estudiantil, alcalde y diputado por Rancagua. Se ha desempeñado como consultor en desarrollo y descentralización de la GIZ (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit) en República Dominicana, Colombia, Guatemala y Paraguay. Escritor y colaborador de las revistas Mensaje y El Mostrador. Entre sus publicaciones: Fragmentos de una Generación (1987), Cómo ganarle a la rabia (1988), Pichilemu Blues (1993), Alegato Histórico Regionalista (1999), El Fantasma Federal (2003), La Voz Terrible (2008), Nacionalismo fraterno y cosmopolita (2010), Gestión Municipal Moderna (2011), Política de la Fraternidad (2012) y Nahual Maya (2012).

Grupo Editorial Ciudad Nueva – Buenos Aires

Utopistas indianos en América

¿Quién decide qué comemos?

La compleja relación entre la salud, la industria alimentaria y las presiones de la cultura del cuerpo es uno de los temas principales tratados en estas páginas. En una época de rápidos y profundos cambios, el alimento se ha transformado en una mercancía, poniendo en confrontación problemas y conflictos de un mundo global y local.

La autora ofrece tres volúmenes a través de los cuales se profundizan estos temas: uno desde la perspectiva social, otro desde el punto de vista nutricional y el último desde la psicología.

En el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, el objetivo no es sólo la pérdida de peso, sino también evitar su recuperación a largo plazo. La mayoría de las personas hacen dieta porque está insatisfecha con su propio cuerpo. Pero es preciso considerar ciertos aspecto psicológicos y de la imagen corporal, involucrada a veces como factor desencadenante y de mantenimiento de algunos trastornos. El hilo conductor de las obra son las vivencias de Camila, una paciente que sufre en carne propia la patología alimentaria. Asomarnos a sus cartas personales ayuda a comprender cuáles son las implicancias que los trastornos del comer generan en muchas personas.

A través de un lenguaje claro y didáctico, se indican cuáles son los factores a tener en cuenta a la hora de comer, de hacer las compras. De cocinar y al participar de fiestas y reuniones. Se ofrecen métodos para poder encontrar una relación adecuada con la comida y facilitar su elección, tarea que en estos tiempos se ha vuelto difícil.

En síntesis, estas páginas son una invitación a tomar conciencia y a participar en la elección de lo que comemos, más allá de lo que la industria ofrece.

Datos del autor: 

María Inés Nin Márquez es médica especialista en nutrición, enfermedades metabólicas y hepáticas. Docente de la Sociedad Argentina de obesidad y Trastornos Alimentarios, docente de la carrera de nutrición en la Universidad Abierta Interamericana, counselor y terapeuta cognitiva postracionalista.

Grupo Editorial Ciudad Nueva – Buenos Aires

Utopistas indianos en América

El placer de elegir

La compleja relación entre la salud, la industria alimentaria y las presiones de la cultura del cuerpo es uno de los temas principales tratados en estas páginas. En una época de rápidos y profundos cambios, el alimento se ha transformado en una mercancía, poniendo en confrontación problemas y conflictos de un mundo global y local. La autora ofrece tres volúmenes a través de los cuales se profundizan estos temas: uno desde la perspectiva social, otro desde el punto de vista nutricional y el último desde la psicología. En el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, el objetivo no es sólo la pérdida de peso, sino también evitar su recuperación a largo plazo. La mayoría de las personas hacen dieta porque está insatisfecha con su propio cuerpo. Pero es preciso considerar ciertos aspecto psicológicos y de la imagen corporal, involucrada a veces como factor desencadenante y de mantenimiento de algunos trastornos. El hilo conductor de las obra son las vivencias de Camila, una paciente que sufre en carne propia la patología alimentaria. Asomarnos a sus cartas personales ayuda a comprender cuáles son las implicancias que los trastornos del comer generan en muchas personas. A través de un lenguaje claro y didáctico, se indican cuáles son los factores a tener en cuenta a la hora de comer, de hacer las compras. De cocinar y al participar de fiestas y reuniones. Se ofrecen métodos para poder encontrar una relación adecuada con la comida y facilitar su elección, tarea que en estos tiempos se ha vuelto difícil. En síntesis, estas páginas son una invitación a tomar conciencia y a participar en la elección de lo que comemos, más allá de lo que la industria ofrece. Datos del autor:  María Inés Nin Márquez es médica especialista en nutrición, enfermedades metabólicas y hepáticas. Docente de la Sociedad Argentina de obesidad y Trastornos Alimentarios, docente de la carrera de nutrición en la Universidad Abierta Interamericana, counselor y terapeuta cognitiva postracionalista. Grupo Editorial Ciudad Nueva – Buenos Aires

Utopistas indianos en América

Por una economía del bien común

Los doce ensayos reunidos en este libro explican por qué el concepto de bien común ha ido desapareciendo del lenguaje económico y ha sido sustituido por otros como bien público, bien privado o bien total, lo que provoca cierta confusión conceptual. Recuperar la idea de bien común supone recuperar la relacionalidad en economía, dando protagonismo a principios como la reciprocidad, abandonado en la fase capitalista de la economía de mercado. Una propuesta valiente para construir un nuevo modelo económico que tenga en cuenta el interés general. Incluye en apéndices dos trabajos sobre la encíclica Caritas in veritate. Un libro para pensar e idear en lo concreto un futuro distinto, más inclusivo y digno del ser humano. “Cada vez más, un creciente número de personas somos conscientes de que no nos encontramos viviendo ua crisis financiera o económica aislada, sino que las burbujas especulativas, el desempleo, la precariedad laboral, el cambio climático, las crisis energéticas, las desigualdades, el hambre, el consumismo… indican un sistema en decadencia. (…) Algunos dicen: ‘no hay ninguna alternativa’. El libro de Stefano Zamagni rebate esta afirmación. Siempre hay alternativas; esta obra lo demuestra a nivel de pensamiento y de práctica.” (Del Prólogo de Cristina Calvo)