“El amor que Cristo ha requerido de Pedro, no se circunscribe a un grupo, ni siquiera a la Iglesia Católica: todos son ovejas suyas. Y por ello, el amor va dirigido a todos los cristianos, y este amor exige ante todo la unidad, porque hay mucho sufrimiento cuando una familia está dividida. En este espíritu he concebido mi nueva tarea y la he desarrollado con todo el corazón y con todas las fuerzas -espirituales y materiales- que Dios me ha dado; el Señor me ha bendecido y yo Le agradezco profundamente por haberse servido por tanto tiempo de mi trabajo a favor de Su Iglesia”. Este es el testimonio directo del card. Johannes Willebrands, en una entrevista concedida a la Radio Vaticana en 1989, a la edad de 80 años, en el momento en el que dejaba, por motivos de edad, después de 20 años, su cargo como Presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. Benedicto XVI: “Un pastor incansable al servicio del Pueblo de Dios y de la unidad de la Iglesia” que ha dado “un nuevo impulso al diálogo ecuménico”. Dijo el Papa, ante su fallecimiento, el 2 de agosto pasados, en el telegrama de condolencia, donde agradeció al Señor por la vida del Card. Willebrands. Tenía 97 años. Su labor al servicio de la causa del ecumenismo empezó ya en 1951, 10 años antes del Concilio Vaticano II. Es viva la gratitud del Movimiento de los Focolares: el Card. Willebrands ha acompañado y animado, con su sabia visión, el desarrollo ecuménico del Movimiento desde los años Sesenta. Alguna nota biográfica El cardenal Johannes Willebrands nació en 1909 en Bovenkarspel, en los Países Bajos. Docente de Filosofía y después rector del Seminario Mayor de Warmond, en Holanda, muestra enseguida un vivo interés por la causa de la unidad de los cristianos, organizando en 1951 la Conferencia Católica para los asuntos ecuménicos. En 1958 el episcopado holandés lo designa como delegado para las actividades ecuménicas y dos años más tarde Juan XXIII lo nombra secretario del apenas constituido Secretariado para la Unión de los Cristianos, que durante los trabajos del Concilio Vaticano II se ocupó -bajo la guía del Cardenal Bea- de la preparación de los documentos relativos al ecumenismo, a la libertad religiosa y a las relaciones con las religiones no cristianas. Consagrado obispo en 1964, promueve un gran número de iniciativas para hacer más intenso el diálogo entre la Iglesia católica y las otras Iglesias cristianas, contactando especialmente a ortodoxos, anglicanos y luteranos. En 1969, sustituye al Card. Bea: Pablo VI lo nombra Presidente del Secretariado para la Unión de los Cristianos (que será después el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos), haciéndolo poco después cardenal. El testimonio de los hermanos de varias Iglesias Entre los numerosos testimonios de nuestros hermanos y hermanas de varias Iglesias, recordamos un episodio significativo del que es testigo el pastor evangélico Dieter Fürst. En 1986, recordamos un encuentro del Card. Willebrands con un grupo de evangélicos en el Centro Uno, Centro ecuménico de los Focolares, en Roma, el pastor Fürst refiere que, antes de encontrarse con el Cardenal, tenían el “temor de que la grande, potente Iglesia católica quisiera aplastar la pequeña, débil Iglesia evangélica”. El pastor agregó que entre los participantes en este encuentro había también representantes de las Iglesias libres, quienes nutren ese temor en forma especial. Pero la palabra del card. Willebrands fue tan paterna, tan llena de Espíritu Santo, que suscitó entusiasmo en estos hermanos: “el Cardenal presentó la Iglesia y la cristiandad en una dimensión mucho más amplia de cuanto la tuviésemos antes”.
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