“Pero ¿es verdad que vive aquí en esta tierra? ¡No siempre aquí! Un momento en la tierra, si se es de jade, se hace pedazos, si es de oro se destruye, si es de plumas de quetzal se desgarra. No por siempre aquí. Un momento en la tierra”. Así escribía Netzahualcóyotl, rey de Texcoco (1402-1472) poniendo en evidencia en qué medida los pueblos originarios de México tenían el sentido de lo trascendente. Los “Estados Unidos de México” –nombre oficial del país- está compuesto por 31 Estados Federales y un Distrito Federal y se extiende a lo largo de un vasto territorio (1.972.550 Km2) al sur de los Estados Unidos y al norte de Guatemala, aquí viven 17 grupos étnicos originarios que representan el 10% de la población total: 112 millones de habitantes. Se presenta como un país de fuertes contrastes: modernas áreas metropolitanas conviven con zonas marginales (15 millones de personas viven en condiciones de extrema pobreza); inmensas extensiones de cultivos están destinadas a la exportación mientras que miles de campesinos cuentan con una sola hectárea. Después de 200 años de independencia, México busca todavía su propia identidad, expresión del encuentro de sus valores culturales ancestrales con los traídos por el cristianismo.

El así llamado “evento guadalupano” marca un momento decisivo para la reconciliación y fusión de estas dos culturas y forja un nuevo pueblo, el pueblo mexicano. Este singular evento tuvo lugar hace 5 siglos, entre el 9 y el 12 de octubre de 1531. Según la tradición una “dulce Señora” con rostro mestizo, se presentó al indígena Juan Diego como la “Madre de todos”. Juan Pablo II, en su viaje en 1999 subraya la importancia de este evento que “tiene una repercusión determinante para la nueva evangelización, una influencia que va más allá de la nación mexicana y llega a todo el continente. La América que subraya este crisol de pueblos, ha reconocido en el rostro del mestizo de la Virgen un fuerte ejemplo de evangelización perfectamente inculturada”.
También Chiara Lubich, visitando México en 1997, retoma el tema del encuentro entre las distintas culturas a partir del evento de Guadalupe, “La inculturación –dice en esa ocasión- no es sólo hacerse uno con el otro pueblo espiritualmente, descubriendo y quizás potenciando las “semillas del Verbo” presentes en él, sino asumir también nosotros, con humildad y gratitud, ese algo válido, que nos ofrece la cultura de nuestros hermanos. La inculturación nos exige un intercambio de dones. Esto nos quiere decir la Virgen de Guadalupe”.
El Movimiento de los Focolares está presente establemente en México desde 1980, si bien ya desde 1975 algunos focolarinos realizan viajes desde Colombia. Hoy hay centros en ciudad de México, Netzahualcóyotl, Guadalajara y Acatzingo (Puebla) donde surgen el Centro Mariápolis y la ciudadela El Diamante. Esta última fue fundada en 1990 y es el corazón pulsante del Movimiento. Un lugar que da testimonio a los 20.000 visitantes por año, de que en una nación tan rica de contraste culturales, sociales, étnicos, la inculturación de la vida del Evangelio es posible si se basa en el diálogo y en el intercambio de dones de las varias culturas.
Las comunidades del Movimiento (alrededor de 15.000 personas que han hecho propia la Espiritualidad de la unidad), esparcidas en todo el territorio, de Mexicali (frontera con los Estados Unidos) a Mérida (Sureste), se abren al diálogo en los diversos ámbitos de la sociedad para llevar un aporte de unidad. Empezando por las relaciones entretejidas, ya desde hace muchos años, entre Movimientos y nuevas asociaciones de la Iglesia Católica.
En agosto de 2011 se realiza el primer encuentro de “Juntos por México” que reune a 350 líderes en representación de alrededor de 8 millones de laicos católicos de todo el país. Tantos entrevén la apertura de nuevos caminos de comunión en la Iglesia mexicana que podrán desembocar en un mayor protagonismo de los laicos en varios ámbitos de la sociedad. En el ámbito civil, en colaboración con el Instituto Mora de Ciudad de México, hay que poner en evidencia el ciclo de conferencias mensuales que ya tiene un año, sobre la “Fraternidad en la política”, con la participación de algunos políticos que adhieren a la “Espiritualidad de comunión” y de personas comprometidas en la función pública. Un evento positivo que ha marcado un paso importante en la formación de la conciencia civil.
Finalmente, los Seminarios de Bioética desarrollados en distintas ciudades, han sido una iniciativa de la Asociación de Bioética y Derechos Humanos “Netemachilizpan AC” junto al Movimiento “Humanidad Nueva” de los Focolares. Participa un centenar de personas atraídas por los argumentos afrontados. Los temas desarrollados con una con una clara perspectiva del pensamiento de pensamiento de la Iglesia y enriquecidos desde el punto de vista médico y científico, han sido de mucha luz para todos los participantes. Hay que subrayar sobre todo el numeroso grupo de jóvenes de la Universidad La Salle de Neza quienes han encontrado respuestas a sus inquietudes. Contemporáneamente, el grupo de expertos, que conduce los cursos de bioética, trabaja ante la Cámara de Diputados para sostener y re-direccionar las leyes a favor de la vida.
Sitio web: www.focolaremex.org

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