El 12 de julio los obispos venezolanos se dirigen en un “mensaje urgente a los católicos y personas de buena voluntad”. Piden al Gobieron “que retire su propuesta de una Asamblea Constituyente, posibilite la realización de las elecciones establecidas en la Constitución” y que “reconozca la autonomía de los Poderes públicos; abandone la represión inhumana de las manifestaciones de quienes disientan, se desmantelen y sancionen los grupos armados” y libere “todos los privados de libertad por razones políticas”. Además de “avocarse a solucionar los gravísimos problemas de la gente y de permitir la apertura de un canal de carácter humanitario para que puedan llegar medicinas y alimentos a los más necesitados”. A la Fuerza Armada Nacional, piden que “cumpla su deber de estar al servicio de todo el pueblo en el respeto y garantía del orden constitucional”. A la dirigencia política exigen que “esté siempre comprometida sólo con el pueblo y nunca en la búsqueda de propios intereses”, respetando “la voluntad democrática de todo el pueblo venezolano”. A las Instituiciones Educativas y Culturales solicitan que colaboren a “derribar todo muro de división existente en nuestro país”, alentando “todos los esfuerzos que se puedan realizar a favor de la paz y la convivencia, basados en la ley del amor fraterno”.
El mensaje se concluye con una invitación dirigida a “nuestros hermanos en la fe y a otros creyentes a una Jornada de Oración y Ayuno el próximo 21 de julio, a fin de pedir a Dios que bendiga los esfuerzos de los venezolanos por la libertad, la justicia y la paz”.

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