Del 8 al 10 de junio, días soleados, frescos y en una atmósfera de familia, se reunieron alrededor de 170 personas en Ñande Mariápolis, a pocos kilómetros de la capital, Asunción. Un encuentro esperado por toda la comunidad y por la curiosidad de los nuevos mariapolitas. Los participantes provenían de todo Paraguay y algunas ciudades vecinas de Argentina y Brasil, fruto de las relaciones con la triple frontera.
La Mariápolis comenzó con la alegría del re-encuentro con el otro, con mucho entusiasmo y entre cantos, los mariapolitas vivieron 3 días que se desarrollaron con el tema del año, específicamente con las palabras: anunciar, ser y vivir y testimoniar. El tema fue adaptado a los mariapolitas con la dinámica de la construcción de un árbol.
Cada día se comenzaba con una meditación; presentada por algunos miembros de la obra, que encaminaban a la construcción de 3 partes fundamentales de un árbol: las raíces, como el anuncio que cada uno recibió para la fe, espiritualidad y carisma. El tronco, como vida interior y unión con Dios a través del tema sobre la oración con el objetivo de vivir junto a la Iglesia Paraguaya el tema que promueven este año. Y los frutos, como el testimonio que podemos ofrecer en donde estemos cada día para dar frutos.
Luego del momento de meditación comenzaban los momentos de grupo donde cada uno podía compartir sus experiencias y luego juntos poner el talento de la creatividad en común para construir su árbol. Al final cada árbol era diferente, se complementaban entre sí, con el compromiso en los frutos de llevar el carisma de la unidad a sus casas, trabajos, escuelas, etc.
Pero no todo fue trabajo! También hubo una noche de fiesta donde grandes y pequeños compartieron canciones, chistes, bailes, teatro…
Y en este clima de familia, los nuevos mariapolitas estaban contentos de haber hecho la linda experiencia de la Mariápolis y con el entusiasmo de continuar conociendo el carisma. También los jóvenes tuvieron protagonismo desde la preparación hasta la presentación de la vida gen con experiencias de como intentan vivir cada aspecto. Un momento muy especial vivieron también las familias, compartiendo experiencias de cómo viven el ideal de la unidad a través de Familias Nuevas. Así cada realidad de la Obra aportó su granito de arena para vivir juntos estos días.
La Mariápolis concluyó con una misa solemne presidida por el Cardenal Adalberto Martínez, quien desde el inicio se sintió en casa y en su homilía compartió algunas experiencias de su época gen, favoreciendo el clima de familia.