El primer fin de semana de mayo se realizó la Mariápolis en la localidad de Mar del Plata específicamente en el complejo turístico de Chapadmalal. Fueron alrededor de 250 personas que vinieron de Bahía Blanca, Punta Alta, Pingüé, Tres Arroyos, Olavarría, Trenque Lauquen, Santa Rosa, Salliqueló, Neuquén, Mar del Plata, Tandil, Santa Clara del Mar, O´higgins, Pellegrini y CABA (Buenos Aires) y O´higgins.
Todas las Mariápolis son diferentes y cada una es especial, y esta no fue la excepción. Con el objetivo de hacer un encuentro desestructurados; tuvo matices de toda índole, hubo momentos de encuentros, de reflexiones, de juegos, de oración y mucho clima de familia, niños jugando y grandes jugando como niños, se vivió el paraíso en la tierra o este es el paraíso que Dios nos regaló en esos días.
Se realizaron caminatas, juegos, cantos y mucho amar al prójimo; personas que por primera vez conocieron y experimentaron la Mariápolis quedaron asombrados del vivir en familia, gracias a Dios el Ideal sigue a flor de piel.
Dentro de las pinceladas de la presencia de Jesús durante el fin de semana, se destacó una experiencia pequeña: estando los mariapolistas en misa, una niña en el fondo no dejaba de llorar a lo que de repente ingresa el Obispo de la ciudad de Mar del Plata, Monseñor Gabriel Mestre, que venía a saludar, y viendo a la niña, se acerca a ella mostrándole el crucifico, la beba lo agarra y de a poco su llanto cambio a muecas de sonrisas que luego se transformaron en pequeños aplausos de la infanta, una pequeña señal de la presencia de Dios en los niños y ejemplo de la humildad del Obispo.
Les compartimos algunas experiencias que los mariapolitas nos hicieron llegar:
“Disfruté mucho de la experiencia. Como los días estuvieron feos, no pude pasar todo el tiempo al aire libre que quería. Pero pienso que esto me llevó a prestar más atención a mí y a mi familia; a charlar, compartir y estar presente. Ver a chicos y grandes divirtiéndose me hizo querer buscar esa misma alegría dentro mío. Y, como pude, la intenté sacar con toda mi timidez, cantando y riendo. Creo que una de las manifestaciones más potentes de Dios puede ser esa. Gracias a todos”. (Joaquín)
“Elegimos venir con Virgi, porque queríamos estar en un espacio cuidado, de encuentro y profundidad y no nos equivocamos. Es una Mariápolis distinta, un tiempo donde quizás no se da el carisma como la sustancia de la vida y se ofrece más como un condimento precioso para realzar el sabor de lo que tenemos, de lo que tantos vamos viviendo día a día”. (Claudio)
“Admiré el esfuerzo silencioso de los organizadores atentos en cada detalle, solucionando cualquier percance para que los que dejaron sus hogares unos cuantos kilómetros atrás no noten la diferencia. Volví a disfrutar los beneficios de la energía que los jóvenes irradian manifestada en cada evento, taller o guitarreada que supieron llevar adelante, brindándose con esa admirable espontaneidad que los caracteriza de hacer participar, incluso, hasta a los más tímidos del fondo. Los espié durante la noche del sábado y creo haber descubierto al fin vuestro secreto. Parece que cada uno de ustedes esconde una chispa, una llama que comparten y transforman el momento en tibieza y claridad, las condiciones adecuadas para que la vida prospere. Alguien me confió haber presenciado, de cerca, el aliento de Dios avivándoles por detrás. No lo sé, pero espero que continúe haciéndolo por el bien de la humanidad. Gracias, sus encuentros son bienvenidos como el sol en la mañana. Los saludo y ¡hasta el próximo!” (Gustavo)
“Si tendría que poner un nombre la llamaría, la Mariápolis del amor recíproco. Me di cuenta cuando comenzó, que debíamos jugar como niños. Solo en el amor. Una llave de la habitación para cinco personas. Adivinen: ¿quién la tiene? Saltos como el canguro, solo el presente y el otro. Se podía perder todo, a veces recomenzando, y repitiendo amar, amar, sin fin…Pero Dios me regalaba momentos de unidad profunda, de reflexión. De risas y de muchas emociones. Dejarme amar, y amar. Son tiempos nuevos. Los niños fueron los protagonistas, los jóvenes unos campeones. En mi experiencia siento mucha alegría, fue la Mariápolis que Dios había pensado. Gracias a todos, qué María nos cuide a cada uno”. (Kathy)
Sentí que era la Mariápolis de las Nuevas Generaciones, los jóvenes y adolescentes, en forma impecable, llevaron adelante todo el programa. Compartiendo con los niños fui testigo de muchos actos de amor, les cuento algunos:
- Estábamos pintando, una niña de 4 años le quiso sacar la fibra a otro niño de su misma edad, este en lugar de molestarse, se la da y toma otra, pero me muestra el rayón que le hizo hacer, entonces la niña le dice, disculpas.
- Un niño pequeño (unos dos años) tira todos los palos de bowling por el piso, una niña de 5 y una de 4, me dicen, déjalo es chiquito, nosotras después juntamos todo.
- Otra niña viendo que algunos al terminar de comer no llevaban la bandeja con los platos para lavar, fue y recogió algunas.
Zonita de Bahía Blanca