“Time out”, hora 12:00 m., en Tailandia. Un minuto de oración por la paz, por aquellos que han perdido la vida, por la amada nación hundida en un estado de guerrilla y fuego que ha sembrado muerte, destrucción y miedo. Se les unen también personas de otras religiones pues el bien de la paz es un bien universal. He aquí lo que escriben Elena Oum y Chun Boc Tay, Delegados del Movimiento de los Focolares en Tailandia:

“La situación actual es de grandísima preocupación para todos nosotros. Seguimos creyendo en la oración potente y en nuestra cita del “time out”, un momento de oración por la paz de nuestra amadísima nación. Esta cita se ha vuelto interreligiosa e internacional dado que muchos de nuestros queridos amigos de otras religiones se nos han unido en el pedir el don de la paz. Mientras rezamos, nuestro pensamiento se dirige a aquellos que han perdido la vida y a sus familias dolientes, y a todas las personas que sufren de un modo u otro debido a las circunstancias actuales.

Mientras rezamos, pedimos a Dios Omnipotente que le dé luz y sabiduría a quienes tienen roles de responsabilidad e influencia para que tomen decisiones justas dictadas por el bien común. ¡No más sacrificios de vidas y no más violencia de ningún tipo!

Mientras rezamos, queremos ponernos en las manos de Dios como instrumentos de Su Amor de manera concreta, también con el acto de amor más pequeño. Sólo el amor puede aliviar las llagas y superar los problemas de todo tipo, pasados y futuros.

¿Qué podemos hacer concretamente? Amar a todos. Ser los primeros en amar. Por ejemplo, visitar a una familia que sufre para ofrecer nuestro apoyo material y espiritual. Hacer actos de amor allí donde estamos, para construir “puentes” para superar las divisiones. Perdonar y reconciliarse. Todas estas son cualidades del amor cristiano. Todas las religiones llevan el mismo mensaje. Tenemos la así llamada “Regla de Oro” en común. “Hagan a los demás lo que quisieran que los demás les hicieran a ustedes” y “No hagas a los demás lo que no quisieras que te hicieran a ti”.

¡Tratemos de actuar de manera tal que nuestra nación vuleva a ser nuevamente “la tierra de la sonrisa”!

Hagamos nuestra parte. Dios hará la suya. En Su amor inmenso, Él transformará cada desgracia en un bien mayor. Contribuyamos a la realización de la oración de Jesús: “Que todos sean uno”. ¡Seamos realmente hermanos y hermanas de una gran familia!”.

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