Benedictinos, trinitarios, agustinos, salesianos, premostratenses, dehonianos y religiosos de antiguos y nuevos carismas: se reencuentran en 7 de agosto, provenientes de varios continentes, en una pequeña ciudad croata situada entre verdes colinas a una hora de Zagabria, Krizevci, en cuyo tejido urbano se encuentra engarzada la Mariápolis Faro. Un encuentro anual que es habitual para los representantes de los muchos religiosos que han injertado la linfa nueva de la espiritualidad de la unidad en la raíz del carisma de sus propios fundadores. También este año el programa se ha visto enriquecido con la presencia de Emmaus, María Voce, Presidente del Movimiento de los Focolares, quien por primera vez visita un país del Este de Europa: “por doquier se encuentra la misma familia de Chiara”, exclama encontrándolos.

La voluntad de Dios

En el diálogo con los religiosos, Emmaus, junto con el co-presidente, Giancarlo Faletti, toca varios puntos importantes para la vida de todo el Movimiento en el año social que inicia después del verano.

“Durante el año pasado meditamos el amor de Dios y nos dejamos amar por Él: alegrías, dificultades, providencia inesperada, todos han sido signos, en formas distintas, de Su amor. En el año que está por iniciar, me parece que Él nos reta a responder, para ver qué sabemos hacer y a dónde nos puede llevar la reciprocidad. Por lo tanto hacer su voluntad despertando nuestra tensión a la santidad. Pero no individualmente: podemos lograrlo sólo en unidad. Santidad colectiva, por lo tanto, santidad de toda la Obra. Hacer la voluntad de Dios será nuestra respuesta de amor”.

Más bella
Un religioso preguntó cómo se puede ayudar a la Iglesia en este momento difícil. Emmaus respondió con su habitual inmediatez y serenidad: “Tengo la impresión que la Virgen quiere darle una caricia a la Iglesia, la quiere hacer más bella, también a través de nosotros. La Obra de María, si es sí misma, contribuye como una hija pequeña ha hacer que su madre sea más bella”. En la misma línea, el co-presidente Faletti subrayó que los momentos de dificultad ayudan a hacer caer lo que es superfluo, todo lo que no es Dios.

El diálogo prosiguió poniendo en evidencia la fantasía, la iniciativa, la participación que se necesitan de cada religioso , más que en el pasado: ser una levadura proactiva en las comunidades del mundo, donde cada uno se sienta responsable no sólo de la pequeña o gran área de actividad que tiene confiada, sino de todos, de modo tal que vayamos adelante como “un cuerpo”.

Dificultades y optimismo

No faltan preguntas comprometedoras, como la relativa a la dificultad que tienen los religiosos de llevar hoy el Evangelio a la gente.

“También en el pasado existieron momentos y lugares donde no podíamos hacer manifestaciones o encontrarnos, o incluso no podíamos hablar del Evangelio –subrayó Giancarlo Faletti-. No teníamos nada, y sin embargo precisamente allí se puso en evidencia el centro de nuestra vida: tener a Jesús siempre presente en medio nuestro”. “No es una palabra o un concepto –agregó Emmaus- sino una persona, un compañero, la posibilidad de no estar solos, de saber qué hacer en cada situación, sin correr el riesgo de ser una copia en borrador del pasado. De hecho la realidad socio-eclesial hoy es distinta a la del pasado, por lo tanto no podemos repetir las mismas cosas de hace 25 años. Y como Dios tiene algo que decir, también a través de nosotros, a las personas de nuestro tiempo, debemos actualizar lo que nuestro carisma nos sugiere, para la Iglesia y la sociedad de hoy. Este reto es también el centro de mi experiencia como presidente”.

Y concluyó: “¡Qué bella familia nos ha donado Chiara! No puedo no ser optimista”.

Faro

Siguió la Misa, concelebrada en el marco de la espléndida catedral greco-católica de Krizevci. En la conclusión, algunas comunidades del Movimiento ofrecieron a Emmaus y a Giancarlo, a los religiosos y también a los gen (los jóvenes de los Focolares), que se reunieron provenientes de todo el mundo para su escuela anual, un momento de fiesta, con canciones, comedias, trajes y dulces típicos de sus países. En el saludo final, Emmaus subrayó lo que fue el marco de toda la jornada: “El amor recíproco entre todos ha permitido hacer de los muchos pueblos y lenguas presentes aquí en la Mariápolis Faro una única armonía. Si cada uno, regresando, lleva a su país esta armonía, entonces verdaderamente la ciudadela será un faro para tantos”.

Giuglio Meazzini

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