«En mi familia la Navidad no tiene ningún significado religioso, aunque la noche del 24 de diciembre es tradición cenar todos juntos. Pero este año para mí todo cambió: ¡festejé mi primera auténtica Navidad!

“Guiselle te presenta a unas chicas que viven en Santiago y viven el Evangelio”, me había dicho una amiga hace algunos meses.

A través de ellas, de las gen de mi ciudad, conocí a Jesús y este encuentro cambió mi vida. Incluso recibí de regalo un pesebre que, por primera vez, entró en mi casa.

Sabía que no había podido festejar la Navidad como lo habría deseado, porque mis familiares seguían pensando como antes. Pero este año quería hacer algo diferente. Trascurrí la vigilia de la Navidad en los preparativos para la cena, como todos los años, pero a diferencia de otras veces después de la cena fui a la misa, junto a mis amigos.

A pesar de los preparativos para cenar juntos, por distintos motivos nadie vino. Al principio me quedé un poco mal e incluso pensé que lo habían hecho a propósito, para burlarse de mí. Pero después pasó por mi mente una idea: lo más importante para mí no necesariamente lo es para los demás, es más ¡era claro que no lo era!

Antes de cenar, recité en silencio una oración de agradecimiento. Era mi primera cena de Navidad. Después fui a la misa.

¡Cuánto me habrá gustado compartir con mis familiares la alegría del nacimiento de Jesús! Después, pensé, quizás todavía no están listos, y quizás no lo estarán nunca. Pero de mi parte quiero hacer todo lo posible para que les llegue el regalo que cambió mi vida: conocer a Jesús. Es lo que más deseo para quienes amo.

Una vez en casa, mientras todos estaban ya durmiendo, envolví pequeños regalos, detallitos, para darle una sorpresa a mi familia. Los puse bajo el árbol con una nota que decía: «¡Feliz Navidad! Sigue la flecha y busca tu regalo».

A las 5.30 de la mañana, mi papá se levantó y enseguida vio la nota. Entonces despertó a mi mamá. Como a las nueve me despertaron a mí y a mi hermano quien es muy fuerte, y me llevaron del brazo hasta la sala. No lograban contener la alegría de poderme hacer una sorpresa: ¡también ellos habían preparado un paquetito para mí! Me conmoví mucho. El bellísimo ver lo que hace el Amor, también en quien no sabe cómo llamarlo.

Para mi familia la Navidad todavía no tiene ningún significado, sin embargo sintieron todo el amor por ellos que había dejado bajo el árbol. Y nadie puede resistir al Amor».

 

 

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