«Esta carta para mí es preciosa como las palabras escritas por Chiara Lubich:
“Puedo imaginar que todos vosotros ….sintáis el peso de la violencia y el terrorismo que están en naciones enteras. Jóvenes no mayores que vosotros, creen poder cambiar la sociedad con secuestros, muertes y cometiendo los crímenes más variados. Sin duda ellos no han encontrado ideales más positivos y así se dejaron llevar por caminos extremadamente peligrosos. Mucha gente está asustada y no puede vivir en paz. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué aporte podemos dar?”.

Estas palabras resumen perfectamente lo que estoy viviendo ahora. Quisiera compartir lo que estoy pasando y cómo me siento abandonado en este momento; tal vez como se sintió Jesús cuando estaba abandonado en la cruz. Este sentido de abandono es algo que experimenté en los cuatro centros de detención en donde estuve y en donde me encontré con chicos que eran en su mayoría más jóvenes que yo.

Al comienzo estos chicos me asustaban, estaban en contra de mí y querían matarme. Pero traté de acercarme a ellos y me di cuenta de que lo que les faltaba era ser comprendidos, una oportunidad y como conscuencia les faltaba amor. No estoy tratando de justificarlos, pero ellos también tienen necesidad de amor, sólo que lo pedían llamando la atención sobre sí mismos, de la manera equivocada, pero era el único modo que conocían.

Mis padres tratan de vivir por un mundo unido y, desde que yo era pequeño, yo también traté. Es más fácil cuando eres parte de una comunidad en la cual se trata de vivir de esta manera. Mientras que para las demás personas que tienen miedo de dejarse amar es más difícil , especialmente cuando uno ve que este amor no es correspondido y uno se encuentra circundado de ladrones y asesinos. De todos modos el amor va más allá de los límites y ésta es la verdad más preciosa, a pesar de lo que estoy viviendo acá.

Ahora estos chicos vienen a mi celda para pedirme consejos o ayuda, en particular cuando atraviesan un mal momento; alguno quiere incluso saber más sobre los Jóvenes por un mundo unido de los que formo parte, a pesar de mi situación. Muchos me preguntan cómo estoy, si tengo necesidad de algo, alguno incluso me llama hermano.
Lo que estoy viviendo en la cárcel puede ser una invasión de amor que se difunde poco a poco en donde reina la violancia. Así como la lluvia suave que penetra dulcemente en las profundidades de la tierra…»

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