Hoy se cumplen 73 años del horror de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, y de Nagasaki, tres días después. Se presentó como una inmensa explosión, como un sol enceguecedor, que causó la muerte inmediata de centenares de miles de personas, casi todas civiles. Y muchas más en los años siguientes, por las consecuencias de las radiaciones nucleares.

De aquellas explosiones no sólo Japón sino la entera humanidad quedaron devastados, consignando al mundo la conciencia de que nada habría sido como antes. “Nunca más” es no sólo un imperativo moral, sino también una necesidad absoluta, si queremos que el planeta tenga un futuro de paz y se realice un mundo en el cual el sol sea sólo símbolo de vida.

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