Foto: AFN onlus


Muchos proyectos humanitarios tratan de aliviar las dificultades de la población. Desde el 2012, también el Movimiento de los Focolares ofrece apoyo y asistencia mediante el trabajo de las Asociaciones AMU y AFN.

La fuerte devaluación de la moneda, el aumento imparable del costo de la vida ante una constante contracción de los servicios públicos son sólo algunos de los rubros que componen el balance social y civil de siete años de guerra en Siria. Entre la población los efectos son siempre más pesados. Existe quien ha perdido el trabajo y se ha visto obligado a gastar sus ahorros para sobrevivir y tratarse en un país donde los médicos, los profesores y muchos profesionales han tenido que emigrar al extranjero. En esta situación de extrema dificultad, como nos escriben los referentes de los proyectos que se llevan adelante en Siria por parte de la comunidad de los Focolares, a través de las Asociaciones sin fines de lucro AMU y AFN, florecen “valores maravillosos como la solidaridad, la acogida, la fraternidad. Dios trabaja dando a cada uno apoyo y valor”.

Gracias al proyecto “Emergencia Siria”, más de 200 familias desplazadas de Damasco, Homs, Alepo, Kafarbo e del litoral, son visitadas regularmente por equipos de voluntarios que en varios momentos, nacimientos, cumpleaños y en las distintas fases de la vida escolar, les han hecho llegar su apoyo, siempre respetuoso de su sensibilidad y dignidad. Gracia a la ayuda del proyecto han podido pagar los gastos de los estudios, comprar electrodomésticos necesarios, cobijas, comida. Pero sobre todo se han sentido acompañadas en esta difícil fase de sus vidas.

A los programas de asistencia sanitaria, educación y de ayuda a la renta familiar, que funcionan ya desde hace seis años, se sumaron recientemente otros, especialmente en el sector de la formación profesional y la enseñanza. “Este compromiso nace con el objetivo de responder no sólo a las necesidades materiales más urgentes de las personas asistidas, sino para poder ofrecer también oportunidades de trabajo, especialmente a los jóvenes, que de lo contrario, dada la actual situación del país, estarían desocupadas”.

En Dueila, durante el año pasado, más de 90 niños participaron en un programa de apoyo escolar logrando óptimos resultados. Durante los meses de vacaciones, el centro permaneció abierto y acogió hasta 115 niños. “Algunas madres nos dijeron que sus hijos, aunque estuvieran enfermos o tuvieran otros programas familiares, siempre preferían venir aquí”. En Homs, surgió otro centro para niños y adolescentes, que tomó el nombre de “Generación de la esperanza”. Los estudiantes que lo frecuentan han superado brillantemente los exámenes en sus escuelas de proveniencia. Aquí también se les ofrece la posibilidad de apoyo psicológico tanto para los niños como para sus padres. “Trabajamos especialmente con los traumas sufridos debido a la guerra. Estos momentos ayudan a hacer renacer la confianza y a encontrar una solución para tantos problemas”.

Siempre en Homs, pero también en Kafarbo, desde hace más de dos años hay un proyecto de asistencia sanitaria que ha permitido conocer a más de un centenar de personas con necesidad de tratamiento médico especializado. “Tratamos de colaborar con otros organismos para poder ayudar a los pacientes también cuando el costo de los tratamientos o de las intervenciones quirúrgicas supera nuestras posibilidades”.

Chiara Favotti

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