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Al finalizar la Mariápolis Europea, María Voce vuelve a resaltar el valor y la actualidad de aquel pacto mundial por la fraternidad estrechado hace sesenta años. Discurso integral de la Presidenta de los Focolares.

cq5dam.thumbnail.cropped.1000.563El día en que los hombres, pero no como individuos sino como pueblos; el día en que los pueblos sean capaces de posponerse a sí mismos, de posponer la idea que tienen de su patria, de sus reinos, y ofrecerlo todo como incienso al Señor, (…)y esto lo hagan por ese amor mutuo entre los Estados, que Dios pide, lo mismo que pide el amor recíproco entre los hermanos; ese día será el comienzo de una nueva era, porque ese día, igual que se hace viva la presencia de Jesús entre dos que se aman en Cristo, se hará vivo y presente Jesús entre los pueblos(…)”*.

 

Es el 30 de agosto de 1959 y con estas palabras Chiara Lubich, la fundadora de los Focolares, esboza el sueño de la unidad entre todas las gentes, que se delineará como la tarea confiada por Dios al Movimiento naciente en favor de la humanidad.

Mientras resuenan todavía los ecos de la Segunda Guerra Mundial, con sus venenos y con sus heridas, millares de hombres y mujeres de 27 países distintos, representantes de todos los continentes, sellan un pacto de unidad entre ellos. Es el 22 de agosto, día en el que la Iglesia católica festeja a María Reina y la Mariápolis en el valle de Primiero está llegando a su término.

A distancia de 60 años, el 10 de agosto pasado, la Mariápolis europea, concluida hace poco en Tonadico, ha querido celebrar este aniversario y volver a resaltar el valor y la actualidad de aquel pacto por la fraternidad de los pueblos. Reportamos a continuación  el discurso de María Voce, Presidenta de los Focolares.

 

“Hace sesenta años, en estos lugares, parlamentarios de distintas naciones se unieron en una oración para consagrar su pueblo y todos los pueblos de la Tierra, a María. Cada uno llevaba consigo las razones y las esperanzas de la propia gente y debía responder a ellas, responsablemente, con opciones políticas adecuadas. Ante ellos tenían retos importantes, en una época marcada por conflictos ideológicos que estaban polarizando el mundo en bloques contrapuestos y constituían una amenaza para la paz. Había que reconstruir ciudades, tras la guerra y hacer reemprender su camino a las comunidades, promoviendo el desarrollo económico, garantizando la legalidad, y asegurando servicios a la ciudadanía. Eran problemas urgentes a los que había que corresponder con competencia política y pasión civil. Sin embargo, aquellos políticos no se reunieron en una mesa redonda, no organizaron una cumbre internacional, sino que rezaron por la unidad  de los pueblos.

Fue una elección inusual, ciertamente, pero cargada de futuro.

Lo que se le pide a la política es actuar con competencia y responsabilidad, que sea honesta y coherente, que tenga pasión y valentía. Pero el valor que más califica la acción política es la amplitud de miras, es decir la capacidad de mirar más allá, más lejos, para planificar las configuraciones futuras de la sociedad y favorecer su crecimiento.

Sí, en los momentos de crisis y de reconstrucción, descifrar el cambio puede ser importante, intuir el futuro puede marcar la diferencia. Cuanto más lejos se sabe mirar, más incisiva y trasformadora es la acción en el presente.

Aquellos políticos que hace sesenta años pidieron a Dios el don de la unidad,y decidieron comprometerse para su realización, supieron mirar muy lejos. De su adhesión al carisma de Chiara Lubich sacaron una gran enseñanza: el destino del cosmos es la unidad. No recibieron una clarificación solo intelectual, porque la unidad era el estilo de vida y la norma de la Mariápolis: de ella se hacía experiencia en lospequeños y grandes gestos y en las opciones cotidianas. La unidad vivida en el Movimiento naciente irradiaba una luz particular sobre las relaciones sociales que todos estaban llamados a vivir, en cualquier circunstancia en la que se encontraran.

La unidad se presenta siempre, en cualquier época, como un modo nuevo y revolucionario de concebir la vida y el mundo. No es simplemente un ideal como muchos otros, porque surge de la oración misma que Jesús dirigió al Padre cuando, elevando los ojos al cielo, rezó para que todos fueran uno. De esta invocación toma forma y sentido la historia humana. No por nada uno de los primeros políticos que siguió a Chiara Lubich fue el parlamentario Igino Giordani, que acogió el ideal de la unidad interpretándolo con la siguiente expresión significativa: «La historia es un quinto evangelio», porque muestra la constante, progresiva, realizaciónde la oración de Jesús, y por lo tanto del designio de Dios sobre la Creación.

Todo está en marcha hacia la unidad: esto significa que los cambios sociales que pueden transformar positivamente el presente, son los que acompañan a los ciudadanos, a las asociaciones, a los Estados, hacia un mundo más cohesionado y solidario. Lo que sostiene la cooperación, la paz, la cercanía de las comunidades y de los grupos, está en línea con el auténtico progreso y fundamenta el desarrollo. En otras palabras, si se quiere hacer el bien al propio pueblo hace falta ocuparse del bien de los demás. Por eso, en alas de un mensaje profético siempre actual, Chiara Lubich siguió difundiendo el mensaje de la unidad dirigiéndose a los políticos y a todos los ciudadanos comprometidos en lo social exhortándolos a «amar el partido del otro como el propio», «amar la patria del otro como la propia».

Los retos actuales no son menos urgentes que los de hace sesenta años. Al contrario, hoy es todavía más evidente la necesidad de trabajar por la unidad de los pueblos. Los procesos globales en curso muestran la interdependencia planetaria de Estados, naciones, comunidades. Es cada vez más evidente que existe un destino común para todos los pueblos de la Tierra, y que los grandes temas de la actualidad se refieren a cuestiones vitales para todos: el cuidado del ambiente, las antiguas y nuevas pobrezas, los conflictos invisibles y las guerras proclamadas, las migraciones a escala global (a menudo fruto precisamente de la pobreza, de las guerras y de los cambios climáticos), la redistribución de las riquezas, el acceso a los recursos naturales, el reconocimiento de los derechos humanos. Son cuestiones transversales a las diferencias culturales, civiles y políticas. Por tanto, introducen a los pueblos en un circuito de constante confrontación, con el fin de madurar procesos de integración política y de convergencia decisoria.

Sí, hoy el futuro de la humanidad reclama, a gritos, la unidad.

El Movimiento de los Focolares está respondiendo a esta invocación favoreciendo el diálogo entre los distintos agentes políticos (por ejemplo con el Movimiento Político por la Unidad), promoviendo la comunión de los bienes y la cultura del dar (con la Economía de Comunión), profundizando la doctrina de la unidad (por ejemplo con el Instituto Universitario Sophia), dando impulso a launidad en los lugares de compromiso profesional y social y con muchas otras obras e iniciativas específicas (a través de Humanidad Nueva).

También hoy, justamente como hace sesenta años, podemos rezar a Dios por la unidad entre los pueblos de la Tierra.

Mi deseo es que esta oración esté acompañada por un compromiso renovado, asumido tanto a nivel personal como comunitario, de vivir por el mundo unido. Difundiremos esos gérmenes del cambio útiles para transformar el presente y para escribir páginas siempre nuevas de la historia de la familia humana en marcha hacia la unidad”.

 

Maria Voce

 

(*) http://www.centrochiaralubich.org/it/documenti/scritti/4-scritto-it/183-maria-regina-del-mondo.html

3 Comments

  • Condivido il discorso di Emmaus così profetiche le sue parole,specchio della realtà di oggi,è verissimo la preghiera è un’arma potente ma va unita ad un impegno personale giornaliero fatto anche di una doverosa informazione vera

  • «… E, no entanto, aqueles políticos não se reuniram em uma mesa redonda, não organizaram uma cúpula internacional, mas rezaram pela unidade dos povos.

    Foi uma escolha incomum, certamente, mas prenhe de futuro. …»

    Obrigada Maria Voce …! Grande discurso… ! Verdadeiramente «revolucionário»… para os nossos tempos …! (como para os de então …!)

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