Una de las cosas sobre las que este periodo de pandemia ha llamado nuestra atención es la importancia de los vínculos que conforman el tejido social en el que cada uno de nosotros está inserto, la calidad de las relaciones que nos unen unos a otros. Son un antídoto para la soledad, la indigencia y el desánimo. El siguiente escrito de Chiara Lubich es una invitación a fortalecerlos.  

 (…) Hay una página del Evangelio que encuentra una resonancia muy especial en nosotros. Jesús dice: «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor […]». «Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado […]»[1].

Todo está, pues, en el amor recíproco.

(…) Así como en una chimenea encendida hace falta de vez en cuando remover con el hierro las brasas para que la ceniza no llegue a apagarlas, de la misma manera en el gran brasero de nuestro Movimiento es necesario, de vez en cuando, reavivar el propósito de  amarnos recíprocamente entre nosotros, reavivar las relaciones, para que no se apaguen con las cenizas de la indiferencia, de la apatía, del egoísmo.

De esta manera amaremos verdaderamente a Dios, seremos el Ideal vivo; podremos esperar que la caridad vivida así engendre en nosotros virtudes sólidas que, casi sin darnos cuenta, alcanzarán, con la gracia de Dios, la medida del heroísmo. De esta forma nos haremos santos. (…)

 Chiara Lubich

(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 26 de mayo de 1988)

Extraído de: “Reavivar las relaciones”, en: Chiara Lubich, Buscando las cosas de arriba, Ciudad Nueva, Madrid 1993, pp. 98-99

[1] Jn 15, 10.12.

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