El primer ofrecimiento académico de la sede latinoamericana del Instituto Universitario Sophia es un curso de diplomatura dedicado al liderazgo participativo, inclusivo, sensible al grupo y al ambiente: un liderazgo comunitario. ¿Cuáles son los temas y las exigencias a las que se quiere responder? La entrevista a Lucas Cerviño, docente de teología y a Candela Fraccaro, estudiante argentina

En el mundo de hoy, marcado por grandes retos económicos y sociales agravados por la pandemia, el Instituto Universitario Sophia para América Latina y el Caribe responde a estas exigencias con un nuevo curso de Diploma en Liderazgo Comunitario.  Hablamos de todo ello con Lucas Cerviño, docente de teología y co-responsable de la escuela de jóvenes en la ciudadela El Diamante (México), miembro del equipo que coordina el curso. “Vivimos un cambio de época, en el que el Papa Francisco (como se lee en la Evangelii Gaudium) vislumbra una “crisis del compromiso comunitario” –afirma Cerviño- . Hemos pensado que para superar esta condición de una manera positiva es necesario promover un liderazgo nuevo, ya no personalista, que centraliza la gestión y la decisión.  Por otro lado, hemos visto que en muchos sitios, en América Latina, hay investigaciones, experiencias y propuestas de compromiso comunitario. Entonces, el curso nace para unir la exigencia de un liderazgo renovado y esos brotes de vida nueva”.

El mundo de hoy está lidiando con el reto pandémico. En este contexto, ¿a qué exigencias quiere responder?

Lucas Cerviño: “Creemos que para superar la pandemia tenemos que trabajar juntos más allá de las diversidades, promover la conciencia de que tenemos un origen común. Es necesaria una interdependencia en el presente y hay que tener un horizonte común.  Nuestro curso quiere ofrecer un aporte en esa dirección”.

¿Cuáles son los temas y los objetivos de formación del curso? 

Lucas Cerviño: “El curso está dirigido a todos los que tienen, o aspiran a tener, un rol de liderazgo en el ámbito económico, político, religioso y en el tercer sector.  Les ofrece, entonces, la posibilidad de replantear o estructurar en lo concreto el propio liderazgo.  Con este fin ofrecemos conocimientos, recursos, estrategias y habilidades para construir un liderazgo que sepa generar, cuidar y valorizar los bienes relacionales;  que pueda facilitar prácticas e instrumentos sinérgicos, relacionales y cooperativos para generar procesos más sustentables en distintos ámbitos sociales. Respecto de los contenidos, se indaga en la relación entre persona y comunidad y se habla de desarrollo sustentable, fraternidad y ciudadanía, cohesión social en la diversidad, aprendizaje comunitario, gestión económica y comunión, sinodalidad y experiencia religiosa”.

La metodología de la enseñanza también es innovadora…

Lucas Cerviño: “Sería una contradicción ofrecer un curso de liderazgo comunitario y luego gestionarlo de manera unilateral. Hay que ir más allá del concepto tradicional de enseñanza para abrirse a un aprendizaje comunitario y creativo, que coloque en el centro las relaciones interpersonales. El curso, por lo tanto, es teórico y al mismo tiempo práctico. Se articula según las comunidades de aprendizaje.  Además de seguir las clases, los participantes se reúnen en grupos de seis o siete personas y, acompañados por un tutor, hacen nacer un espacio de reflexión y conocimiento comunitario. Todo participante recibe un seguimiento por parte de un tutor para desarrollar un proyecto de intervención concreta que aplique los contenidos del curso. Las características del curso permiten que entre los participantes, que llegan de todos los continentes, haya chicos muy jóvenes y personas cercanas a la jubilación; estudiantes y profesionales. Todos motivados para aprender juntos”.

Candela Fraccaro es una de las estudiantes más jóvenes. Le hemos preguntado: ¿qué te ha impulsado a seguir un curso de liderazgo comunitario?

Candela Fraccaro: “Mi motivación es el compromiso que llevo adelante desde hace algunos años junto con otros chicos en el barrio de Piedras Blancas, en la ciudad de Godoy Cruz, en la provincia de Mendoza (Argentina). Allí gestionamos una ludoteca para brindar formación a los niños a través del juego, organizamos talleres para adolescentes, ayudamos a proveer de alimentos para los niños necesitados y, junto con Jóvenes por un Mundo Unido del Movimiento de los Focolares, damos un apoyo a la escuela. Yo conduzco algunas de estas actividades y entonces me doy cuenta de que el curso puede ofrecerme instrumentos para construir un proyecto que nos ayude a encauzar nuestros esfuerzos”.

El método de la confrontación dialógica es parte integrante del curso. ¿Qué elementos positivos percibes en él?

Candela Fraccaro: “Es un método que nos invita a valorizar la diversidad, a transformarla en riqueza y propone el diálogo como instrumento de construcción común. Está basado en el respeto, la escucha y la apertura, y ofrece la posibilidad de expresarse libremente sin imponer la propia idea.  De esta manera el proceso de enseñanza-aprendizaje es más enriquecedor y cada uno se siente parte activa de este camino”.

Claudia Di Lorenzi

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