La palabra del Evangelio propuesta para este mes de noviembre 2022 nos impulsa a poner en práctica la misericordia con los hermanos. Chiara Lubich, en este fragmento del 15 de octubre de 1981, pronunciado durante una conferencia telefónica mundial, invitaba a todos los que la escuchaban a renovar este amor misericordioso característico desde los primeros tiempos de los Focolares. Un llamamiento que también hoy puede ayudarnos a crecer en el camino personal de unión con Dios y con la comunidad.

Es esto lo que hoy quiero subrayar para todos ustedes: la unidad. La unidad tiene que triunfar: la unidad con Dios, la unidad entre todas las personas. ¿Cómo? Amando a todos con aquel amor de misericordia característico de los primeros tiempos del Movimiento, cuando decidimos ver cada mañana, durante todo el día, al prójimo que encontrábamos, en la familia, en la escuela, en el trabajo, etc., en todas partes, verlo nuevo, novísimo, no recordando sus fallos, sus defectos, sino cubriéndolo todo con el amor.

(…) Acercarse a todos con esta amnistía completa en nuestro corazón, con este perdón universal. Después, hacernos uno con ellos en todo, excepto en el pecado, excepto en el mal. ¿Para qué? Para obtener aquel resultado maravilloso al cual aspiraba Pablo, el apóstol. Él decía: «Hacerse todo a todos —hacerse uno con todos— para ganar a Cristo el mayor número» (Cf. 1 Co 9, 19). Pues bien, si nos hacemos uno con el prójimo, ayudados también por este perdón, podremos comunicar nuestro Ideal[1] a los demás. Y, una vez obtenido esto, establecer la presencia de Jesús entre nosotros y ellos, de Jesús Resucitado, de Jesús que prometió estar siempre con nosotros en su Iglesia y que, en cierto modo, se hace ver y sentir cuando está en medio de nosotros.

Esta tiene que ser nuestra obra principal: vivir de tal forma que Jesús viva entre nosotros; Él, que es el conquistador del mundo. Si somos uno, muchos serán uno y el mundo un día podrá ver la unidad. ¿Y entonces? Constituir por todas partes células de unidad: en nuestra propia familia, en el vecindario, con los que jugamos o estudiamos, con los que trabajamos, con todos, lo más posible, encender estos fuegos por todas partes.

Chiara Lubich

(Chiara Lubich, La Vida, un viaje, Ciudad Nueva, Madrid 1994, pp. 16-18)
[1] Se refiere al modo de vivir el Evangelio que es típico del Carisma de la unidad

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