Del 2 al 8 de febrero de 2024, una semana de movilización y oración contra la trata de personas. En Roma (Italia) se celebró el encuentro de 50 jóvenes de todos los continentes, entre ellos algunos chicos y chicas del Movimiento de los Focolares.

La trata de personas es el proceso mediante el cual las personas son coaccionadas o atraídas por perspectivas falsas, reclutadas, transferidas y obligadas a trabajar y vivir en condiciones de explotación o abuso. Se trata de un fenómeno, como advierten los recientes informes de las Naciones Unidas, en continua y dramática evolución.

La semana de oración contra la trata de personas tuvo lugar del 2 al 8 de febrero de 2024. Instituida por el papa Francisco en 2015, la semana incluye siempre el 8 de febrero, fiesta de Santa Bakhita, una monja sudanesa que de joven fue esclava, vendida y maltratada, víctima de trata y símbolo universal de la lucha contra este flagelo de la humanidad. El tema de este año fue Caminar por la dignidad. Escuchar, soñar y actuar.

Miles de personas en todo el mundo se han reunido para reflexionar, orar y compartir sus experiencias en la lucha contra este fenómeno global.

En Roma (Italia) muchos jóvenes de diferentes países – Kenia, Japón, Estados Unidos, Tailandia, Albania, Canadá, México, Francia, Italia – participaron en conferencias, flash mobs, momentos de oración sobre el tema, en el Ángelus y en la audiencia con el Papa Francisco celebrada durante la semana. Entre ellos también algunos Gen2, jóvenes del Movimiento de los Focolares.

Prisque Dipinda, de la República Democrática del Congo, dice: “El acontecimiento más significativo para mí fue la vigilia de oración en la Iglesia de Santa María en Trastevere, en el corazón de Roma. Fue un momento importante ante Dios, la emoción de compartirlo junto a otros jóvenes que llevan en su corazón el desafío de la trata de personas. Pero también una responsabilidad de ser parte de los protagonistas contra este fenómeno. Creo que para los jóvenes que participaron sirvió también para tomar conciencia de que muchos en el mundo sufren por diversas razones: económicas, políticas, religiosas. Fue una oportunidad para reflexionar y empezar a planificar juntos algo contra el sufrimiento”.

Entre los Gen2 presentes también estaban Michel Haroun, un libanés francés y Miriana Dante, una italiana.

“Nunca he tenido un compromiso particular contra la trata de seres humanos – afirma Michel -. Tengo cierta experiencia en atención a migrantes que llegan a mi ciudad o en las fronteras entre estados. Por ejemplo, hace unos años estuve en Trieste (Italia), punto de llegada de la ruta de los Balcanes por la que llegan a Italia inmigrantes procedentes de muchas partes del mundo devastadas por conflictos. Pero no era suficientemente consciente del hecho de que los refugiados, antes de llegar a Europa – pero esto también vale para América Latina, los Estados Unidos u otras partes del mundo – sufren violencia y abusos de forma organizada.

Estos días pasados ​​en Roma junto con otros jóvenes de diferentes continentes, lenguas, culturas, pertenecientes a diversas Iglesias cristianas, fueron una experiencia rica en relaciones personales que espero duren, porque al final afrontaremos (pero ya afrontamos) el mundo juntos, como parte de una misma generación”.

​“Me emocionó descubrir la historia de Santa Bakhita, dice Miriana. Había sido esclava, fue vendida. Posteriormente afrontó con valentía todo lo vivido en el pasado, enviando mensajes contra la trata de personas. Me preguntaba de dónde sacó toda esa fuerza. Fue muy bueno para mí haber conocido a tantos jóvenes que están comprometidos con estos temas. No adultos con una larga experiencia a sus espaldas, sino jóvenes de mi edad, de todo el mundo, que tienen sueños y esperanzas de un futuro mejor. No sentíamos la diferencia cultural, porque nos unía la unidad entre nosotros gracias al objetivo común: luchar contra la trata de personas”.

Lorenzo Russo

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