Para que la humanidad siga viviendo tenemos que tener el valor de “inventar la paz”. Seguramente nos hemos preguntado: �De dónde nace la radicalidad de la terrible elección de los kamikasis? Nosotros deberíamos ser capaces de dar nuestra vida por el gran ideal del amor a Dios y a los hermanos. Un amor posible para todos, porque el amor fraterno es el ADN de cada hombre. Florecería por doquier esa fraternidad que Jesús ha traído a la tierra haciéndose hermano nuestro y haciéndonos hermanos. Quizás la providencia divina se sirve de las situaciones de destrucción para suscitar transformaciones morales inesperadas y energías insospechadas para construir “ex-novo” la paz y volver a dar aliento a la humanidad. Chiara Lubich
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