El amor cristiano no es solo una actitud interior, sino que se demuestra con hechos concretos, con hechos visibles, a partir de una simple sonrisa. Esta es la invitación que lanza Chiara Lubich en el siguiente escrito. Aunque en este periodo de pandemia quizás la sonrisa se esconda detrás de las mascarillas, hay otras mil maneras de mostrar nuestro amor “Ámense mutuamente”[1]. Es la vocación de todo cristiano, pero, podríamos añadir, que, especialmente es la nuestra. En estos días me han venido a la mente las palabras que se decían de los primeros cristianos: “Mira cómo se aman, están dispuestos a morir el uno por el otro”[2]. Por tanto, se veía que cada uno estaba dispuesto a morir por el otro. Quizás esto dependía del hecho que, en tiempos de persecución, no era raro el caso de que alguno se ofreciera a morir por el otro. De todos modos, el hecho es que, esta medida de amarse entre los cristianos, se veía. A nosotros, por lo general, no se nos pide precisamente morir. Sin embargo, debemos estar dispuestos a hacerlo. Cada uno de nuestros actos de amor recíproco hay que hacerlo sobre esta base. […] Que también una simple sonrisa nuestra, un gesto, un acto de amor, una palabra, un consejo, una opinión, una corrección a su debido tiempo, a los hermanos, revelen nuestra prontitud a morir por ellos. Que se vea nuestro amor, no por vanidad, ciertamente, sino para garantizarnos el arma potente del testimonio. A menudo, también nosotros, como los primeros cristianos, estamos en un mundo sin Dios, descristianizado. Por lo tanto, debemos testimoniar a Jesús.
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 11 de mayo de 1989) Cf. Chiara Lubich, Buscando las cosas de arriba, Ciudad Nueva, Madrid 1993, pág. 140 [1] Cf. Jn 13,34. [2] Tertulliano, Apologetico, 39,7.
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