Movimiento de los Focolares
Jornada de amistad entre coptos y católicos

Jornada de amistad entre coptos y católicos

PapaFrancesco-PapaTwadrosII (2)10 de mayo de 2013. El papa Francisco y el papa Tawadros II se encuentran en el Vaticano, recordando el histórico encuentro ocurrido 40 años atrás entre sus predecesores, el papa Pablo VI y el papa Shenouda III. A partir de aquel momento nació una declaración común sobre la única fe profesada por iglesias con tradiciones distintas. «Estoy convencido – había afirmado el papa Francisco – de que, con la guía del Espíritu Santo, nuestra perseverante oración, nuestro diálogo y la voluntad de construir día tras día la comunión en el amor recíproco, será posible dar nuevos e importantes pasos hacia la plena unidad» «Yo creo en la diversidad dentro de la unidad – había declarado el papa Tawadros II en una entrevista-. Si entro en un jardín donde todas las flores son rojas y de la misma altura, es algo monótono. En cambio, si entro en un jardín y encuentro una rosa roja, otra amarilla y una tercera de color blanco y veo árboles de distinta altura, esta diversidad expresa belleza y también fuerza. Mientras estoy sentado con ustedes, me siento rico gracias a mis hermanos en Cristo». ChiesaCopta (4)«Son palabras de alguien que tiene el valor de amar a los hermanos – comenta Sherin, focolarina copta- y de alguien que quiere acortar las distancias y el tiempo para llegar a una comprensión y comunión nueva después de años de lejanía, permitiendo a las dos Iglesias emprender un camino de paz y de fraternidad. No será posible borrar estas palabras de la memoria ni de la historia del ecumenismo mientras la iglesia no llegue algún día a la plena unidad de sus hijos». El de mayo de 2013 fue el primer viaje que realizó el papa Tawadros II luego de su elección, pues quiso realizarlo para visitar al sucesor de San Pedro, al papa Francisco. Ésta fue la segunda visita histórica del Papa de los Coptos al Papa de Roma, acortando cada vez más la distancia entre las dos Iglesias. «Está vivo en mi mente el encuentro de estos dos grandes hombres de Dios, guiados por el Espíritu Santo para conducir su grey hacia la única Iglesia, que existirá en el tiempo de Dios. El recuerdo del abrazo fraternal y del amor mutuo visible entre ellos inunda mi alma de una enorme alegría. Celebro con los hermanos de las dos Iglesias esta ocasión y con entusiasmo miro al futuro próximo y tengo confianza en los pasos que nos acercarán cada vez más. ¡Es una gran alegría para toda la Iglesia! Esto me impulsa a vivir más por la unidad, una perspectiva que me atrajo hace muchos años cuando conocí el Movimiento de los Focolares, donde encontré la “Perla preciosa” del Evangelio por la cual se vende todo. En el focolar, comparto esta vida con hermanas de varias Iglesias, donde experimentamos la alegría del Resucitado, signo de lo que será la Iglesia cuando exista la plena unidad. En la vida cotidiana rezamos, trabajamos y también compartimos momentos de sufrimiento – como decía el papa Francisco hablando del ecumenismo del sufrimiento –que nos hacen crecer en el amor y en el respeto recíproco, creyendo que Jesús en la Cruz superó todas las divisiones y colmó todos los vacíos. Estoy feliz de compartir esta experiencia con muchas otras personas que en el mundo rezan y viven para que esta unidad sea experimentada y vivida por todos». Sherin, Focolar de Sohag (Egipto)

Baltimore el día siguiente

Baltimore el día siguiente

20150507-01«Los hechos que acontecieron despertaron la solidaridad en la comunidad ciudadana. Muchos líderes y grupos religiosos, además de organizaciones civiles, se pusieron a trabajar juntos para limpiar las calles y los edificios y para ayudar de muchas formas, mostrando el rostro positivo de la ciudad, que sin embargo está profundamente herida», escribe Lucía, corresponsable del Movimiento de los Focolares, desde Washington. Los hechos de los que habla son bien conocidos. Se refiere a las protestas populares que se desencadenaron en Baltimore, el mes pasado, después de la muerte de Freddie Gray, afroamericano de 25 años de edad, mientras se encontraba bajo arresto. Baltimore, la ciudad más grande de Maryland que cuenta con más de 600.000 habitantes, es un crisol de grupos étnicos, en especial afroamericanos. Leonie y Jennifer, dos voluntarias de los Focolares, viven en el centro de la ciudad. «La situación sigue siendo muy tensa; ayer, el alcalde hizo cerrar las escuelas y el gobernador del Estado desplegó las fuerzas armadas. Pero podemos decirles que todos los que conocemos están bien». Leonie está cerca de los lugares de los choques y enseña en una escuela primaria casi totalmente afro, en un sector en el que hay mucha pobreza. «Vi por televisión a uno de mis alumnos de 3° de primaria que participaba de los saqueos de edificios y propiedades». «No podemos permanecer indiferentes. Queremos hacer algo concreto, con la conciencia de que nuestra contribución para establecer relaciones auténticas entre las personas es más urgente que nunca. Además sabemos que cada acto de amor construye relaciones nuevas y contribuye a hacer crecer la fraternidad entre las personas», escriben Marilena y Mike. «Por ahora, participaremos de los distintos momentos de oración organizados por las autoridades religiosas, empezando por la misa que el arzobispo Lori celebrará en nuestro barrio, invocando la paz». «Hoy volví a la escuela – cuenta Leonie –, tratando de mirar a mis alumnos (que han participado en los saqueos) con “ojos nuevos”. Me puse en contacto con una docente afroamericana musulmana que conoce a dos representantes religiosos negros de la escuela, para ofrecer mi solidaridad y nos pusimos de acuerdo para trabajar juntos». Jennifer trabaja en una empresa donde la mayoría de los empleados son blancos. «Una colega que vive cerca de los lugares donde se produjeron hechos de violencia, hoy vino a visitarme y me habló de su sufrimiento al ver lo que está sucediendo. No tenía el valor de contárselo a nadie por temor a ser marginada por los colegas. Fue la ocasión para decirle que podemos ser nosotros los que empezamos a construir el diálogo con todos, una persona a la vez, y difundir así una mentalidad nueva. Mi colega no es practicante, pero su rostro se iluminó y me dijo que es precisamente esto lo que ella también quiere». Mientras tanto, los líderes de las varias comunidades religiosas empiezan a trabajar juntos por la paz. «El Imam Talib, de la mezquita de Washington, me invitó para que el 5 de mayo ofreciera mi testimonio como focolarina, y del ideal que nos anima», continúa Lucia. «Desea que hable en un encuentro abierto al público y organizado por ellos junto al Procurador Distrital, para integrar la perspectiva religiosa como una dimensión esencial para calmar la violencia. El título del evento es: “Heal the Hurt, Heal the Heart” (Sana la herida, sana el corazón). Nos parece que es una óptima posibilidad de diálogo entre las religiones, pero también una oportunidad para mostrar la riqueza de la diversidad».

Evangelio vivido. Dos historias entrelazadas

Evangelio vivido. Dos historias entrelazadas

20150502-aEn camino « Soy camionero y recorro siempre, más o menos, las mismas carreteras. Todos los días, por lo tanto, veo una multitud de personas. Hay quien cruza la calle cuando no puede, quien toca la bocina porque me he demorado un segundo en el semáforo, quien me obliga a una frenada brusca… Menos mal que de vez en cuando logro acordarme que cada uno de ellos es mi hermano y entonces hasta el tráfico más caótico se vuelve menos complicado. Un día hacía mucho calor. En mi trayecto, observo que un indigente, a quien había visto muchas veces, estaba tirado en el andén, como desmayado. Ese era su rincón de la calle; ese cartón era su casa. Generalmente se veía bien, nunca antes me había detenido con él, pero esta vez, viendo que algo iba mal, no podía hacer como si nada, a pesar de que estaba atrasado en las entregas. Pero mi camión, estacionado en una zona de intenso tráfico, llamó enseguida la atención de la policía local que, desde lejos, me hacía señas indicándome que me alejara de inmediato. Siempre con los gestos les indiqué que quería interesarme por esa persona que estaba en dificultad. Ellos seguían pidiéndome que me fuera, y me mostraban el formulario de las multas. Yo pensaba que ellos mismos hubieran tenido que encargarse de él, pero dada su despreocupación, corrí a una cafetería a comprar una bebida fresca para aquel pobre. Volví donde él estaba y lo acaricié delicadamente en la mejilla para no despertarlo de golpe. Gracias a Dios reaccionó, pero estaba cansado y asustado. Le acerqué el vaso a los labios y él contestó con una sonrisa, agradeciéndome repetidamente. Al final llegaron también los policías quienes, viendo la escena, guardaron el formulario en el bolsillo y me saludaron sonriendo». Alexander – Grecia 20150502-02Gorila «Además de estudiar, trabajo como “gorila”, en un pub. Es un trabajo ingrato y a veces comporta ciertos riesgos, sobre todo porque tengo que tratar con personas que están pasadas de copas. Un mes, la Palabra de vida nos invitaba a ser los primeros en amar. ¿Cómo ponerla en práctica en un ambiente de trabajo como el mío? Antes que nada, trataba de sonreír y ser el primero en saludar a los clientes, aunque no recibía una respuesta. Después de una semana, con gran alegría, vi que empezaban a contestar a mi saludo. Entonces, ¡funcionaba! Y esto no fue todo. Si antes, con los más “difíciles”, utilizaba métodos bruscos, ahora, viendo a Jesús en cada uno, trataba de ser cordial, de interesarme por ellos. De esta forma, en los momentos críticos, lograba evitar las peleas y apaciguar los ánimos. En cierto sentido era como una táctica preventiva, que entre otras cosas me hacía conquistar la estima de los clientes y de mi jefe. Y si alguien me preguntaba el por qué de mi manera de actuar, ésta era la ocasión de hablarle de Dios Amor. En el local ahora se respira otro aire y esto, entre otras cosas, tiene el efecto de atraer a nuevos clientes». M- Polinesia

Palabra de Vida – Mayo 2015

Cuando el Señor se apareció a Moisés en el Monte Sinaí, proclamó su propia identidad llamándose «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad» (Ex 34, 6). Para indicar la naturaleza de este amor de misericordia, la Biblia hebrea utiliza una palabra, raămîm, que se refiere al vientre materno, el lugar de donde proviene la vida. Al darse a conocer como «misericordioso», Dios muestra la premura que siente por toda criatura suya, semejante a la de una madre por su niño: lo quiere, está cerca de él, lo protege y se preocupa por él. La Biblia usa también otro término, esed, para expresar otros aspectos del amor-misericordia: fidelidad, benevolencia, bondad y solidaridad.

También María canta en su Magnificat a la misericordia del Omnipotente, que se extiende de generación en generación (cf. Lc 1, 50).

El propio Jesús nos habló del amor de Dios, a quien reveló como un «Padre» cercano y atento a cualquier necesidad nuestra, dispuesto a perdonar, a dar todo aquello que necesitemos, que «hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos» (Mt 5, 45). Su amor es en verdad «rico» y «grande», tal como lo describe la carta a los Efesios, de la que está tomada la palabra de vida:

«Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo».

Pablo casi grita de alegría al contemplar la acción extraordinaria que Dios ha realizado con nosotros: estábamos muertos y nos ha hecho revivir, y así nos dio una nueva vida.

La frase comienza con un «pero» para indicar el contraste con lo que Pablo había observado anteriormente: la condición trágica de la humanidad, abrumada por culpas y pecados, prisionera de deseos egoístas y malvados, bajo el influjo de las fuerzas del mal y en abierta rebelión contra Dios. En esta situación merecería que se desencadenase su ira (cf. Ef 2, 1-3). Sin embargo, Dios, en lugar de castigar –y de ahí el gran estupor de Pablo– le da vida, no se deja guiar por la ira, sino por la misericordia y el amor.

Jesús ya había revelado este actuar de Dios al relatar la parábola del padre de los dos hijos que recibe con los brazos abiertos al más joven, sumido en una vida inhumana. Y lo mismo con la parábola del pastor bueno que va a buscar a la oveja perdida y se la carga sobre los hombros para llevarla de nuevo a casa; o la del buen samaritano, que le cura las heridas al hombre que había caído en manos de unos bandidos (cf. Lc 15, 11-32; 3-7; 10, 30-37).

Dios, Padre misericordioso, simbolizado en las parábolas, no solo nos ha perdonado, sino que nos ha dado la misma vida de su hijo Jesús y nos ha dado la plenitud de la vida divina.

De ahí el himno de gratitud:

«Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo».

Esta palabra de vida debería suscitar en nosotros la misma alegría y gratitud que en Pablo y en la primera comunidad cristiana. Dios también se muestra «rico en misericordia» y «grande en el amor» por cada uno de nosotros, dispuesto a perdonar y a devolvernos la confianza. No hay situación de pecado, de dolor o de soledad en la que Él no se haga presente, no se ponga a nuestro lado para acompañarnos en nuestro camino, no nos dé confianza, la posibilidad de rehacernos y la fuerza para volver a empezar siempre.

El 17 de marzo de hace dos años, en su primer Ángelus, el papa Francisco comenzó a hablar de la misericordia de Dios, un tema que luego se ha hecho habitual en él. En aquella ocasión dijo: «El rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia… nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos…». Y concluyó aquel breve saludo recordando que «Él es el Padre amoroso que siempre perdona, que tiene ese corazón misericordioso con todos nosotros. Aprendamos también nosotros a ser misericordiosos con todos».

Esta última indicación nos sugiere un modo concreto de vivir la Palabra de vida. Si Dios es con nosotros rico en misericordia y grande en el amor, también nosotros estamos llamados a ser misericordiosos con los demás. Si Él ama a personas malas, que son sus enemigas, también nosotros tendremos que aprender a amar a quienes no son «amables», incluidos los enemigos. ¿No nos dijo Jesús: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5, 7)? ¿No nos pidió que fuésemos «misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6, 36)? También Pablo invitaba a sus comunidades, elegidas y amadas por Dios, a revestirse «de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia» (Col 3, 12).

Si hemos creído en el amor de Dios, también nosotros podremos amar a nuestra vez con ese amor que hace suya cualquier situación de dolor y de necesidad, que todo lo excusa, que protege y que sabe ocuparse.

Viviendo así podremos ser testigos del amor de Dios y ayudar a todos aquellos con quienes nos encontremos a descubrir que, también con ellos, Dios es rico en misericordia y grande en el amor.

FABIO CIARDI

 

Maria Voce en la ONU: Inventar la Paz

Maria Voce en la ONU: Inventar la Paz

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Arriesgar la propia vida para aliviar los sufrimientos de los pobres: Maria Voce comienza narrando la fase final de la Segunda Guerra Mundial, cuando en Trento, en 1943 «un grupo de chicas se reúne en la pequeña ciudad de Trento, en Italia septentrional. En medio de las bombas esas chicas, guiadas por una profesora muy joven, Chiara Lubich, animadas por una renovada comprensión de la radicalidad del amor evangélico, deciden arriesgar la propia vida».

Un gesto repetido por muchos hoy todavía, que lleva a la regeneración del tejido social: Maria Voce recuerda los campos de prófugos en Líbano, Siria, Jordania, Irak, y las periferias degradadas de las megalópolis, y la fuerza de cuantos introducen «en el circuito destructivo del conflicto el empeño por la regeneración del tejido social, cumpliendo – para usar el lenguaje de esta organización – una acción de peace-building».

Aquellas chicas, afirma, «decidieron romper el círculo vicioso de la violencia, respondiendo con gestos y acciones que en el clima del conflicto habrían podido parecer veleidosas o incluso irrelevantes. ¡No fue así, no es así! ».

«También hoy estamos, quizás, en una situación de gravísima disgregación política, institucional, económica, social, que exige respuestas igualmente radicales, capaces de cambiar el paradigma prevaleciente. El conflicto y la violencia parecen, de hecho, dominar amplias áreas del planeta, involucrando a personas inocentes, cuya culpa es solamente la de encontrarse en un territorio disputado, pertenecer a una determinada etnia o profesar una determinada religión».

 

UN_ReligiousLeadersEl encuentro entre culturas crea una nueva identidad: «En el Movimiento de los Focolares, al que tengo el honor de representar -explica Maria Voce- el encuentro entre culturas y religiones (Cristianismo, Islam, Hebraísmo, Budismo, Hinduismo, religiones tradicionales) es una experiencia continua y fecunda, que no se limita a la tolerancia o al simple reconocimiento de la diversidad, que va más allá incluso de la fundamental reconciliación y crea, por decir así, una nueva identidad, más amplia, común y compartida. Es un diálogo eficaz, que involucra a personas de las más variadas convicciones, incluso no religiosas, e impulsa a mirar a las necesidades concretas, a responder juntas a los desafíos más difíciles en el campo social, económico, cultural, político en el compromiso por una humanidad más unida y más solidaria. Ello sucede en contextos que han sido afectados o están caracterizados todavía por gravísimas crisis, como en Argelia, Siria, Irak, Líbano, República Democrática del Congo, Nigeria, Filipinas».

Descarta las medias medidas, la Presidente de los Focolares: «Si existe un extremismo de la violencia -afirma- se responde a éste (…) con igual radicalidad, pero de un modo estructuralmente distinto, es decir ¡con el «extremismo del diálogo»! Un diálogo que requiere el máximo del empeño, que es arriesgado, exigente, desafiante, que apunta a cortar las raíces de la incomprensión, del miedo, del resentimiento».

Civilización de la alianza: recordando la iniciativa de la «Alianza de las Civilizaciones», entre los promotores del evento, Maria Voce se pregunta « si hoy no se puede ir aún más a la raíz de esta nueva prospectiva, apuntando no sólo a una alianza de las civilizaciones, sino a la que podríamos llamar la «civilización de la alianza»; una civilización universal que hace que los pueblos se consideren parte del gran acontecimiento, plural y fascinante, del camino de la humanidad hacia la unidad. Una civilización que hace del diálogo el camino para reconocerse libres, iguales, hermanos».

Entre las muchas organizaciones representadas, recuerda la ONG New Humanity, que representa el Movimiento de los Focolares en la ONU. Y sobre ésta última se interroga:

«: ¿La ONU no debería quizás volver a pensar en su propia vocación, a reformular su propia misión fundamental? ¿Qué quiere decir, hoy, ser la organización de las “Naciones Unidas”, si no una institución que trabaja verdaderamente para la unidad de las naciones, en el respeto de sus riquísimas identidades? Ciertamente es fundamental trabajar por el mantenimiento de la seguridad internacional, pero la seguridad, aunque es indispensable, no necesariamente equivale a la paz.

ChiaraOnu1997bis

Chiara Lubich en un Simposio en la ONU: Hacia la Unidad de la Naciones y la Unidad de los Pueblos – 28 de mayo de 1997

Los conflictos internos e internacionales, las profundas divisiones que registramos a escala mundial, junto a las grandes injusticias locales y planetarias, exigen de hecho una verdadera conversión en los hechos y en las elecciones de la governance global, que realice el lema acuñado por Chiara Lubich y lanzado en este lugar en 1997[1], “amar la patria de los demás como la propia”, hasta la edificación de la fraternidad universal».

La guerra es la irreligión: «No debemos pues ceder terreno a quien intenta representar muchos de los conflictos en acto como “guerras de religión”. La guerra es, por definición, la irreligión. El militarismo, la hegemonía económica, la intolerancia a todos los niveles son causas de conflicto juntamente a muchos otros factores sociales y culturales, de los que la religión constituye a menudo sólo un trágico pretexto. Aquello a lo que estamos asistiendo en muchas áreas del planeta, desde Oriente Medio a África, incluida la tragedia de los centenares de muertos de quienes huyen de la guerra naufragando en el mediterráneo, tiene muy poco que ver con la religión. Desde todo punto de vista, en estos casos se debería hablar no tanto de guerras de religión sino, más concretamente, realmente y prosaicamente, de religión de la guerra».

¿Qué hacer entonces? Citando a Chiara Lubich, desafía a tener el valor de “inventar la paz”: « Son muchas las señales, para que de la grave coyuntura internacional pueda emerger finalmente una nueva conciencia de la necesidad de obrar juntos para el bien común (…) con el valor de “inventar la paz”. Ha terminado el tiempo de las “guerras santas”. La guerra nunca es santa, y nunca lo ha sido. Dios no la quiere. Sólo la paz es verdaderamente santa, porque Dios mismo es la paz »

Concluye con la apelación a la regla de oro, que conduce a la inspiración fundamental que acomuna las religiones, para que sean «no un instrumento utilizado por otros poderes, aunque sea con fines nobilísimos, no una fórmula estudiada sobre el escritorio para resolver los conflictos o las crisis, sino un proceso espiritual que se encarna y se hace comunidad abierta a compartir todo lo humano, incluyendo todo el sufrimiento que esto conlleva, y a darle un alma».

Texto integral

New York – Sede dell’ONU, 22 aprile 2015

Dibattito tematico ad alto livello Promuovere la tolleranza e la riconciliazione

[1] C. Lubich en el Simposio “Hacia la unidad de las Naciones y la unidad de los pueblos”, Naciones Unidas, 28/05/1997