Ene 1, 2025 | Idea del Mes
En el diálogo entre personas de diferentes culturas y orientaciones religiosas, un tema recurrente es la pregunta: «¿se puede tener siempre esperanza? ¿Y en qué?».
Es una pregunta que resuena con mayor intensidad en los momentos de dificultad o ante la derrota o el sufrimiento más atroz o también ante las decepciones en un ideal o en un conjunto de valores que nos habían fascinado.
Es precisamente en esos momentos de duda cuando nos sentimos empujados a reconsiderar nuestras propias convicciones, valores y creencias en las que hemos puesto nuestra esperanza y con ellas, encontrar la fuerza para afrontarlas y hacer surgir la grandeza del ser humano, capaz de caer y volver a levantarse, de experimentar la debilidad de forma consciente, sin inútiles expectativas milagrosas.
Creer es mucho más que esperar una solución a nuestros problemas, es más bien un impulso que te permite seguir caminando. La vida, precisamente en esos momentos, puede convertirse misteriosamente en un auténtico regalo.
Creer en algo que da sentido a la vida no es como aceptar un contrato que se firma una vez y luego no se vuelve a mirar, sino que es un hecho que transforma e impregna cada elección cotidiana.
Una pequeña ayuda para vivir así es no pensar en situaciones extremas, que sólo pueden asustarnos y bloquearnos, sino afrontar las pequeñas dificultades de cada día, compartiéndolas con nuestros amigos. De este modo, si no desfallecemos, descubriremos que cada día puede proporcionarnos una nueva oportunidad para creer y dar esperanza a quién está a nuestro lado. Es la fuerza de la amistad que busca el bien del otro.
Cuando todo va bien, es más fácil sentirse fuerte y valiente. Pero cuando experimentamos vulnerabilidades es cuando podemos construir algo que no pasa y que permanecerá después de nosotros. Es la convicción que se adquiere cuando se ha compartido la vida con alguien que ha creído más allá de todo, que ha luchado y sufrido y que se ha hecho cercano a todos con su amor. Estas personas, después de terminar su vida en esta tierra, dejan una huella tal y su recuerdo permanece tan vivo que -misteriosamente- nos hace decir, incluso más allá de nuestra referencia religiosa o no religiosa: «Creo, creo. ¡Seguimos juntos!».
Foto ©Sasin Tipchai – Pixabay
LA IDEA DEL MES, es elaborada por el “Centro para el diálogo con personas de convicciones no religiosas” del Movimiento de los Focolares. Se trata de una iniciativa nacida en 2014 en Uruguay para compartir con amigos no creyentes los valores de la Palabra de Vida que es la frase de la Escritura que los miembros del Movimiento se esfuerzan por poner en práctica en su vida cotidiana. Actualmente LA IDEA DEL MES es traducida a 12 idiomas y se distribuye en más de 25 países, con adaptaciones del texto según las diferentes sensibilidades culturales. dialogue4unity.focolare.org
Ene 1, 2025 | Palabra de vida, Parola di Vita, Parola di Vita
Jesús está llegando a Betania, donde Lázaro lleva muerto cuatro días. Informada de ello, su hermana Marta corre esperanzada a su encuentro. Jesús los quería mucho a ella, a su hermana María y a Lázaro, como subraya el Evangelio [1]. Aun en medio del dolor, Marta manifiesta al Señor su confianza en Él, convencida de que si hubiese estado presente antes de morir su hermano, este seguiría vivo, pero que incluso ahora, cualquier petición que hiciera a Dios sería atendida. «Tu hermano resucitará» (Jn 11, 23), afirma entonces Jesús.
«¿Crees esto?»
Después de haber aclarado que se refiere a la vuelta de Lázaro a la vida física aquí y ahora, y no solo a la que le espera al creyente después de la muerte, Jesús le pide a Marta la adhesión de la fe, y no solo para realizar uno de sus milagros –que el evangelista Juan llama «signos»–, sino para otorgarle a ella, como a todos los creyentes, una vida nueva y la resurrección. «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11, 25), afirma Jesús. Y la fe que le pide es una relación personal con él, una adhesión activa y dinámica. Creer no es como aceptar un contrato que se firma una vez y ya no se vuelve a mirar, sino un hecho que transforma e impregna la vida diaria.
«¿Crees esto?»
Jesús invita a vivir una vida nueva aquí y ahora. Nos invita a experimentarla cada día, sabiendo que, como hemos vuelto a descubrir en Navidad, él mismo nos la ha traído, tomando la iniciativa de venir a buscarnos y viniendo entre nosotros.
¿Cómo responder a su pregunta? Miremos a Marta, la hermana de Lázaro.
En el diálogo con Jesús le brota una profesión de fe plena en él. El original griego la expresa aún con más fuerza. El «yo creo» que ella pronuncia significa «he alcanzado a creer», «creo firmemente» que «tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que iba a venir al mundo» [2], con todas las consecuencias. Es una convicción madurada con el tiempo, puesta a prueba en las diversas circunstancias que ha afrontado en la vida.
El Señor me dirige su pregunta también a mí. También a mí me pide una confianza generosa en él y la adhesión a su estilo de vida, fundado en el amor generoso y concreto a todos. La perseverancia madurará mi fe, que se reforzará al constatar día tras día la verdad de las palabras de Jesús puestas en práctica, y que no dejará de expresarse en mi actuar diario con todos. Para empezar, podemos hacer nuestra la oración de los apóstoles a Jesús: «Auméntanos la fe» (Lc 17, 5).
«¿Crees esto?»
«Una de mis hijas había perdido el trabajo a la vez que todos sus com- pañeros, ya que el gobierno había cerrado la agencia pública donde trabajaban –cuenta Patricia, de Latinoamérica–. Como forma de protesta, habían organizado una acampada ante la sede. Yo procuraba apoyarlos participando en algunas de sus actividades, llevándoles comida o simplemente parán- dome a hablar con ellos.
El Jueves Santo, un grupo de sacerdotes que los acompañaba decidió celebrar una ceremonia en la que se ofrecían también espacios de escucha, se leyó el Evangelio y se llevó a cabo el gesto del lava- torio de pies en recuerdo de lo que había hecho Jesús. La mayor parte de los presentes no eran personas religiosas; sin embargo, fue un momento de profunda unión, fraternidad y esperanza. Se sintieron abrazados, y, emocionados, daban las gracias a aquellos sacerdotes que los acompañaban en medio de la incertidumbre y el sufrimiento».
Esta palabra de Jesús ha sido elegida como lema para la Semana de oración por la unidad de los cristianos de 2025. Así pues, recemos y apliquémonos para que nuestra creencia común nos mueva a buscar la fraternidad con to- dos: esta es la propuesta y el deseo de Dios para la humanidad, pero re- quiere nuestra adhesión. La oración y la acción serán eficaces si nacen de esta confianza en Dios y de nuestro actuar en consecuencia.
Silvano Malini y el equipo de la Palabra de vida
[1] Jn 11,5.
[2] Cf. Jn 11,27.
Foto: © Orna – Pixabay