Movimiento de los Focolares
Invitación del Papa Francisco a la oración

Invitación del Papa Francisco a la oración

Durante el mes de octubre, según solicitud explicita del Papa Francisco, todos los fieles del mundo estarán unidos en comunión y penitencia, como pueblo de Dios, para pedir a la Madre de Dios y a San Miguel Arcángel que protejan a la Iglesia del diablo, el principal artífice de la división entre los hombres y con Dios, y que al mismo tiempo la haga más consciente de las culpas, los errores y de los abusos cometidos en el presente y en el pasado. La invitación es a concluir el rezo del Rosario con la antigua invocación “Sub Tuum Praesidium” – que dice: “Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!”. Y con la oración a San Miguel Arcángel, compuesta por León XIII, que dice, entre otras cosas: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio”.

Chiara Lubich: Tengo un sueño

Chiara Lubich: Tengo un sueño

“Si observo lo que el Espíritu Santo hizo con nosotros y con muchos otras “empresas” espirituales y sociales que hoy trabajan en la Iglesia, no puedo sino esperar que Él actuará de nuevo y siempre con semejante generosidad y magnanimidad. Y esto no sólo con respecto a las nuevas obras que nacerán de su amor, sino también para el desarrollo de las que ya existen, como la nuestra. Mientras tanto para nuestra Iglesia sueño un clima más conforme a ella como Esposa de Cristo; una Iglesia que se presente al mundo más bella, más una, más santa, más carismática, más identificada con su modelo, María, por lo tanto, mariana, más dinámica, más familiar, más íntima, más configurada con Cristo, su Esposo. La sueño como faro para la humanidad. Sueño en ella una santidad de pueblo, nunca vista antes. Sueño que el despertar – que hoy se comprueba – en la conciencia de millones de personas, de una fraternidad vivida, cada vez más amplia en la tierra, se transforme mañana, con los años del 2000, en una realidad general, universal. Sueño por ello, que desaparecerán las guerras, las luchas, el hambre, los miles de males del mundo. Sueño un diálogo de amor cada vez más intenso entre las Iglesias, que nos permita ver más cercana la composición de la única Iglesia. Sueño que se hace más profundo, vivo y activo el diálogo entre las personas de las más variadas religiones vinculadas entre ellas por el amor, “regla de oro” presente en todos los libros sagrados. Sueño con un acercamiento y enriquecimiento recíproco entre las varias culturas en el mundo, que dé origen a una cultura mundial que ponga en primer plano los valores que siempre fueron la verdadera riqueza de cada pueblo y que se impongan como sabiduría global. Sueño que el Espíritu Santo continúe invadiendo las Iglesias y potencie las “semillas del Verbo” más allá de sus fronteras, para que el mundo sea invadido por las continuas novedades de luz, de vida, de obras que sólo El sabe generar. Para que hombres y mujeres cada vez más numerosos emprendan rectos caminos, converjan a su Creador, predispongan almas y corazones a su servicio. Sueño relaciones evangélicas no sólo interpersonales, sino entre grupos, Movimientos, Asociaciones religiosas y laicas, entre los pueblos, entre los Estados, de modo que sea lógico amar la patria de los demás como la propia. Y sea lógico tender a una comunión de bienes universal, por lo menos como punto de llegada. [..] Sueño, por lo tanto, un anticipo de Cielos nuevos y una tierra nueva como es posible aquí en la Tierra. Sueño mucho, pero tenemos un milenio para verlo realizado”. Chiara Lubich De: Actualidad: leer el propio tiempo, Cittá Nuova, Roma 2013, pag. 102-103

La terapia de la sonrisa

Sonreír hace bien, lo dicen también los científicos. Prolonga la vida, reduce el estrés, acerca a las personas entre ellas. A veces puede también cambiar la vida. La Jornada internacional de la Sonrisa, una idea de Harvey Ball, el creador del “smile” que inspiró los emoticones, se celebra desde 1999 cada primer viernes de octubre. Donar una sonrisa no es siempre fácil, pero es necesario. «Yo no conozco ningún otro signo de superioridad en el hombre que el de ser amable», afirmó Beethoven. Y Platón: «Cada persona que encuentres está combatiendo una batalla de la que tú no sabes nada. Sé amable, siempre». Hunter Dohertyt Adams, conocido como “Patch” (“curita” en inglés) es médico, activista y escritor famoso en todo el mundo por practicar y sostener la “Risoterapia”. Él está firmemente convencido de que alegría y creatividad son parte integrante del proceso de curación, en especial de los niños. Patch y sus colegas luchan contra el dolor y la enfermedad usando una nariz roja de payaso, y éste se convirtió en el elemento distintivo de un nuevo modo de ejercer la profesión de médico. Adams ha dedicado su vida al estudio del ser humano bajo todos los aspectos y a la creación de un sistema sanitario al alcance de todos. Su filosofía de curación parte de la mente, de la acción que estimula en los pacientes la construcción de un pensamiento positivo que puede hacer que nuestra vida sea mejor.

El arte de la gratuidad se aprende en la familia

El arte de la gratuidad se aprende en la familia

Economía es una palabra griega que se refiere directamente a la casa (oikos nomos, normas para administrar la casa), por lo tanto a la familia. Sin embargo la economía moderna, y más todavía la contemporánea, ha sido concebida como un ámbito regido por principios diversos, distintos y en cierto sentido opuestos a los principios y valores que siempre han regido y siguen rigiendo en la familia. Un principio fundamental de la familia, quizás el primero y la base de los demás, es la gratuidad, que está muy distante de la economía capitalista, que acepta sustitutos de la gratuidad (como los descuentos, la filantropía, los saldos), pero que en realidad tienen la función de inmunizar los mercados de la auténtica gratuidad. De hecho, la familia es el lugar principal donde aprendemos, para toda la vida y especialmente cuando somos niños, lo que Pavel Florensky llamaba “el arte de la gratuidad”. Es allí donde, sobre todo los niños, aprenden también a trabajar, porque no existe un trabajo bien hecho sin gratuidad. Sólo que nuestra cultura asocia la gratuidad a lo que es gratis, a los accesorios, al descuento, a la media hora de trabajo extra sin remuneración, al precio cero (San Francisco habría dicho que la gratuidad es un precio infinito: que no se puede ni comprar ni vender porque es impagable). […] La gratuidad es una forma de actuar y un estilo de vida que consiste en acercarse a los demás, a sí mismo, a la naturaleza, a Dios, a las cosas no para usarlas utilitariamente en beneficio propio, sino reconociéndolas en su alteridad y en su misterio, respetándolas y sirviéndolas. Decir gratuidad significa por lo tanto, reconocer que un comportamiento se realiza porque es bueno, y no por su recompensa o sanción. […] Si la familia quiere, y debe, cultivar el arte de la gratuidad, debe tener mucho cuidado para no importar dentro de casa la lógica del incentivo que hoy rige en todas partes. […] Una de las tareas propias de la familia es precisamente formar en las personas la ética del trabajo bien hecho, una ética que nace precisamente del principio de gratuidad. Si, en cambio, se empieza a implementar en la familia la lógica y la cultura del incentivo, y por lo tanto, el dinero se convierte en el motivo por el cual se realizan las tareas domiciliarias  y los oficios de la casa, esos niños cuando sean adultos difícilmente serán buenos trabajadores, porque el trabajo bien hecho del mañana se apoya siempre en esta gratuidad que se aprende sobre todo en los primeros años de vida, y sobre todo en casa. La ausencia del principio de gratuidad en la economía depende también, en gran medida, de la ausencia de una mirada femenina. […] Las mujeres en la casa y en la economía ven como prioritario el nexo de relaciones humanas que se desarrolla en ellas. Los primeros bienes que ven son los relacionales y el bien común, y dentro de ellos ven también los bienes económicos. No es casualidad que la Economía de Comunión haya nacido a partir de la mirada de una mujer (Chiara Lubich), ni que la primera experta en el tema de los bienes comunes haya sido Katherine Coman (en 1911), ni que Elinor Ostrom haya sido distinguida (por ahora la única mujer) con el Premio Nobel en Economía precisamente por su trabajo sobre los bienes comunes. Y también hay dos mujeres (Martha Nussbaum y Carol Uhlaner) en el origen de la teoría de los bienes relacionales. Cuando falta la mirada femenina en la economía, sólo se ven las relaciones instrumentales, y la relación no es el bien, y las relaciones humanas y la naturaleza se convierten en medios para obtener bienes materiales. Si la mirada y el genio femenino de la oikos, casa, estuvieran presentes en los fundamentos teóricos de la economía moderna, tendríamos una economía más atenta a las relaciones, a la redistribución de la ganancia, al ambiente y quizás a la comunión. De hecho, la economía es una gran palabra que la familia puede pasar a la economía de hoy. […] La profecía de la familia hoy, para ser creíble, debe tomar la forma de los hijos y la forma de la economía, es decir, el compartir, la acogida, la comunión. Porque tanto los hijos como la economía no son otra cosa que la vida ordinaria de todos y de cada uno. Es el único lugar donde la profecía se nutre y crece. Fonte: www.avvenire.it, “Così lo sguardo femminile può cambiare l’economia”, (“Así la mirada femenina puede cambiar la economía”), 23 agosto 2018.

Ancianos, las raíces de todo pueblo

“Ustedes, que han atravesado muchas estaciones, son el vivo testimonio de la constancia en la adversidad, pero también del don de la profecía, que recuerda a las nuevas generaciones que la atención y la protección de quienes nos han precedido son agradables y apreciadas por Dios, y que gritan a Dios cuando no les ponemos atención”. Al pronunciar estas palabras, el 24 de septiembre pasado, el Papa Francisco se dirigió a las personas ancianas presentes en la Catedral de Santiago, en Riga (Letonia), pero también a todos los ancianos del mundo, a quienes el 1° de octubre está dedicada una Jornada internacional. “Ustedes que se han prodigado en cuerpo y alma, que han dado la vida en pos de la libertad de su patria, a menudo se sienten olvidados. Aunque suene paradójico, hoy, en nombre de la libertad, los hombres libres someten a los ancianos a la soledad, al aislamiento, a la falta de recursos y a la exclusión, incluso a la miseria. (…) Ustedes que han atravesado muchas estaciones, no olviden que son las raíces de un pueblo”.

Evangelio vivido: La única ley es la del amor

Separación Nunca me hubiera imaginado que nuestros padres se podían separar. Pero, en cambio, sucedió y en ese momento – con una incógnita por el futuro y la certeza de que ya nada sería como antes – me invadieron pensamientos tristes y confusos. Nosotros, tres hermanos, nos quedamos con mamá, una “súper mamá”, como la llamamos. Pero todo había cambiado. Antes nunca habíamos tenido problemas en el colegio, y ahora empezábamos a tenerlos. Cuando nos dimos cuenta de eso, nos esforzamos más, sobre todo para darle una alegría a ella. Vivir sin un padre no es fácil, pero desde pequeños nuestros padres y abuelos nos habían enseñado a no juzgar. Uno de los momentos más bellos es cuando rezamos todos juntos y le pedimos a Dios que se cumpla su plan sobre cada uno. J. P. L. – Colombia Alumno difícil Muchos años atrás llegó a mi clase un alumno particularmente difícil, porque tenía una situación familiar complicada. A veces tenía reacciones violentas, y entonces algunos padres presentaron una queja al Director. Frente a la posibilidad de que se lo expulsara obtuve el permiso de poderme ocupar personalmente de él; por lo tanto avisé a mis colegas y conseguí también la colaboración de los alumnos. Al mismo tiempo una familia de amigos tomó contacto con sus padres para apoyarlos mientras la situación no se hubiera sanado. Mucho tiempo después volví a esa ciudad, de la que me había ausentado desde hacía años. Volví a ver a mi alumno, ya ccrecido y hecho todo un excelente padre de familia T. M. – Italia La torta Un vecino nuestro se oponía a una remodelación que queríamos hacerle a nuestra casa, con razones objetivamente injustas. Cansado de recibir sus cartas de protesta, mi marido consultó a un abogado, pensando en la posibilidad de hacerle un juicio. Pero luego, hablando del tema juntos, elegimos otro camino, el que nuestro corazón nos sugería, que era intentar construir un puente entre él y nosotros. Preparé una torta, y fuimos a verlo. Él nos dijo: “¿Cómo han sabido que hoy es el cumpleaños de mi hija?”. El choque que preveíamos se transformó en un encuentro. Algunos días después ellos nos devolvieron la visita, y ahora tenemos nuevos amigos. M. – España Una pared entre nosotros Siete años de matrimonio no nos habían llevado a la tan deseada unidad de nuestros corazones. Triste y agobiado, pensaba yo que las causas eran la inmadurez y la incompatibilidad de nuestros caracteres. En ese clima, lo que hacíamos era juzgarnos, y la pared de la incomunicación entre nosotros se hacía cada vez más alta. Además pesaba el sentimiento de culpa por no lograr transmitir a nuestros hijos el amor que un marido y una esposa debían irradiar. Cuando había decidido ya dejar de luchar, la cercanía de unos amigos que viven el Evangelio nos ayudó a derribar ese muro. Por parte de mi señora también llegaban señales que me hacían tener confianza. Aprendimos a acogernos, a pedirnos perdón cuando nos equivocamos, a vernos como un regalo y a considerar los fracasos como una ocasión para volver a empezar y amarnos. Ayudados por la amistad y por las oraciones de los demás, nos dimos cuenta de que Dios nos ama y conduce nuestra familia. L. – Italia