Movimiento de los Focolares

Sólo quien tiene grandes ideales hace la historia

Después de haber recorrido pasajes de la realidad juvenil de los años ’80, como la salida a vida pública después de los tumultos de las plazas en distintas capitales del mundo. Chiara Lubich explica cómo los jóvenes «han creído en la posibilidad de un renacimiento de nuestro planeta y se arremangaron para proporcionar un remedio. Y lo hicieron con una riqueza de iniciativas increíble». Y continúa:   «Ahí están, pues, recorriendo ya diversos caminos para alcanzar la meta de un mundo unido: el de la unidad entre razas, de la unidad entre los pueblos, el camino del desarrollo, de la unidad entre ricos y pobres, de la unidad entre generaciones, entre naciones en guerra para lograr la paz, entre fieles de distintas religiones, entre el hombre y la naturaleza, entre personas de ideologías distintas, el camino de la unidad con las minorías étnicas, con los que están solos o con quien de alguna manera sufre (…) Ellos, sin respeto humano, reconocieron que Jesús es el camino – de hecho él dijo: “Yo soy el camino” (Jn 14, 6) – y lo han recorrido tratando de actuar a la letra su doctrina, poniendo en práctica la Palabra de Dios. Por otra parte, ¿de quién podrían fiarse los jóvenes sino de él? Llevan y propugnan en su corazón ideales que sólo él puede ayudarles a realizar. Aman, buscan, quieren la libertad. Y ¿quién mejor se la puede dar sino Jesús, que ha dicho: “Si os mantenéis fieles a mi palabra, (…) conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 31-32)? Los jóvenes quieren que se respete la naturaleza y en muchas naciones combaten por salvar al hombre de la autodestrucción a causa de la contaminación ambiental. ¿Quién puede responder mejor a este deseo sino quien creó la naturaleza para el hombre? Los jóvenes aman, quieren la paz. Y ¿quién se la puede garantizar sino él, que ha dicho: “Os dejo la paz, os doy mi paz; no os la doy como la da el mundo” (Jn 14, 27)? Los jóvenes quieren que sean respetados los derechos humanos. ¿Acaso  Cristo no vino a la tierra para anunciar la Buena Nueva justamente a los pobres, para proclamar la liberación a los cautivos, devolver la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos (cfr. Lc 4, 18)? Los jóvenes piden justicia social. ¿Dónde encuentran mejor el valor para afrontar cara a cara contradicciones, miserias e hipocresías, llagas abiertas de la sociedad de consumo sino en quien llama bienaventurado a quien tiene hambre y sed de justicia” (Mt 5, 6)? A los jóvenes no les gustan las divisiones. ¿Quién los podrá satisfacer sino quien ve a la humanidad como una cosa sola y ha venido para derribar las barreras entre grupos, minorías, razas, pueblos? A los jóvenes les atrae la no violencia. ¿Dónde pueden encontrar su ideal mejor personificado sino en quien ha dicho que hay que amar incluso a los propios enemigos y con ello ha llevado la no violencia hasta sus últimas consecuencias? Los jóvenes aman la solidaridad, la comunión de los bienes entre ricos y pobres. Jesús, que ha dicho que hay que dar a quien pide y que no hay que dar la espalda a quien solicita un préstamo, es para ellos modelo de solidaridad. Y así como los primeros cristianos habían comprendido sus palabras en modo tal que ninguno consideraba suyo lo que le pertenecía, así también los jóvenes encuentran en Jesús la realización de todas sus exigencias. (…) Sí, los jóvenes con Cristo, los jóvenes y Cristo, los caminos y el Camino: son estos los binomios que pueden darnos verdadera esperanza (…) Vayan adelante, queridísimos jóvenes, con paso seguro. Vayan adelante con perseverancia. Con sus acciones iluminen y con su fe resplandezcan ante la humanidad que conduce muchas veces una existencia mediocre y sin sentido, y demuestren que se puede evitar cualquier desunidad y que siempre se puede construir la unidad. Digan claramente que este ideal no es una utopía. Que, al contrario, sólo quien tiene grandes ideales hace la historia. (Extraído del: Mensaje de Chiara Lubich en el Genfest, Mollens, 24 de marzo de 1987 – Fuente: www.centrochiaralubich.org)

El Evangelio vivido: “La fuerza se manifiesta en la debilidad”

Jefe de sector El responsable de nuestro sector, desde hacía algún tiempo, parecía un motor en su máxima potencia. Todos tratábamos de evitarlo. Un día, hablando con mi abuela, ella me contó que el abuelo había pasado por un período de agotamiento durante el cual parecía un caballo desbocado.  Su curación la facilitó la atmósfera de serenidad que la familia supo construir a su lado. Al día siguiente me reuní con algunos colegas y les propuse que ayudáramos a nuestro jefe, tratando de escucharlo con serenidad y ayudarlo en cada deseo suyo. No todos estaban de acuerdo, pero la mayoría comprendió. Después de algún tiempo, el jefe nos confió las tragedias que estaba viviendo en su familia. Y nos agradeció diciendo: “Con la ayuda que ustedes me dieron, me aumentó la esperanza». C. M. – España Cambio de ruta A los 61 años conocí a unos jóvenes comprometidos en poner en práctica el Evangelio. Me asombraba su serenidad y armonía. Yo había sido marinero y sabía bien lo difícil que era vivir juntos. Esto me impulsó a querer conocer más, por lo tanto compré un Evangelio. Leyéndolo por primera vez, comprendí que debía cambiar de ruta: no era suficiente ser honesto, no robar, para sentirme cómodo. También tenía que amar a los demás, sin excluir a nadie. Esto implicó un cambio radical en mi modo de pensar y de ser, comenzando por mi familia. En efecto, mientras con los extraños yo estaba siempre sonriente y conversaba con gusto, en cambio en mi casa hablaba poco, solamente lo necesario y también de modo autoritario. G. – Italia Bullying Sentí en carne propia el “bullying”. Cuando era joven, algunos compañeros de la escuela decidieron agarrar a golpes al primer compañero pelirrojo que fuera al baño. Y había sido yo. Ahora soy profesor. Un día, antes de la clase, un alumno me vino a buscar a la sala de profesores. Me confesó que tenía el encargo de tender una trampa a su mejor amigo, y que si no lo hacía, iba a sufrir él, el mismo tratamiento. Estaba asustado y temblaba. Durante la clase, relaté lo que me había pasado a mí. Les pregunté a mis alumnos “como juzgaban ellos esta acción” y mis palabras fueron seguidas por palabras y largos silencios. Después de algunos días me enteré que la trampa no se había ejecutado. H.N. Hungría El regreso de papá La noticia de que papá había vuelto a Italia con su nueva esposa, a pasar un período de vacaciones, revolucionó mi vida y la de mi hermana. Después de la separación de nuestros padres, vivimos años difíciles. Desde nuestro regreso al país con mamá, hasta que ella falleció por una enfermedad incurable, la relación entre nosotras  era serena, pero esta notica de que papá llegaba, ponía a flote sentimientos olvidados y sufrimientos superados. “¡No lo quiero ver!”, fue el primer impulso. Después se abrió paso un pensamiento: “Dios, descubierto como único valor, nos recordaba que había que amar a nuestros enemigos”. El encuentro con papá estuvo bien, tratamos sólo de amarlo. Se había construido un puente entre nosotros. E. R. – Italia

Palabra de vida de Julio 2018

En su segunda carta a la comunidad de Corinto, el apóstol Pablo se mide con unos cuantos que ponen en cuestión la legitimidad de su actividad apostólica. Pero no se defiende enumerando sus méritos y sus logros; al contrario, pone de manifiesto la obra que Dios ha cumplido en él y a través de él. Pablo alude a una experiencia mística suya de profunda relación con Dios (cf. 2 Co 11, 1-7), pero para compartir acto seguido su sufrimiento por una «espina» que lo atormenta. No explica de qué se trata exactamente, pero se entiende que es una dificultad grande que podría limitarlo en su tarea de evangelizador. Por ello, confiesa haberle pedido a Dios que lo libere de ese impedimento. Pero la respuesta que recibe del mismo Dios es perturbadora. «Mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza». Todos experimentamos continuamente las debilidades físicas, psicológicas y espirituales nuestras y de los demás, y vemos a nuestro alrededor una humanidad a menudo afligida y extraviada. Nos sentimos débiles e incapaces de resolver esas dificultades, incluso de hacerles frente, y como mucho nos limitamos a no hacer mal a nadie. in embargo, esta experiencia de Pablo nos abre un horizonte nuevo: reconociendo y aceptando nuestra debilidad, podemos abandonarnos plenamente en brazos del Padre, que nos ama tal como somos y quiere ayudarnos en nuestro camino. Y de hecho, más adelante en esta carta, afirma: «cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte» (2 Co 12, 10). A propósito de esto, Chiara Lubich escribió: «[…] ante tal afirmación, nuestra razón se rebela, pues hay una contradicción flagrante o simplemente una audaz paradoja. En realidad esta expresa una de las verdades más altas de la fe cristiana. Jesús nos la explica con su vida y sobre todo con su muerte. ¿Cuándo cumplió la obra que el Padre le había encomendado? ¿Cuándo redimió a la humanidad? ¿Cuándo venció al pecado? Cuando murió en la cruz, reducido a nada, después de gritar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Jesús fue más fuerte precisamente cuando era más débil. Jesús habría podido dar origen al nuevo pueblo de Dios solo con su predicación, o con más milagros, o con algún signo extraordinario. Pero no. No, porque la Iglesia es obra de Dios, y es en el dolor –y solo en el dolor– donde florecen las obras de Dios. Así pues, en nuestra debilidad, en la experiencia de nuestra fragilidad se esconde una ocasión única: la de experimentar la fuerza de Cristo muerto y resucitado […]». (1) «Mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza». Es la paradoja del Evangelio: a los mansos se les promete en herencia la tierra (cf. Mt 5, 5); María exalta en el Magnificat (cf. Lc 1, 46-55) el poder del Señor, que puede expresarse totalmente y definitivamente –en la historia personal y en la historia de la humanidad– precisamente en el espacio de la pequeñez y de la total confianza en la acción de Dios. Comentando esta experiencia de Pablo, Chiara sugería además: «[…] la opción que los cristianos debemos hacer es de signo absolutamente contrario a la que se hace normalmente. En esto vamos en verdad a contracorriente. En general, el ideal de vida del mundo consiste en el éxito, el poder, el prestigio… Pablo, al contrario, nos dice que hay que gloriarse en la flaqueza […] Fiémonos de Dios. Él actuará sobre nuestra debilidad, sobre nuestra nada. Y cuando Él actúa, podemos estar seguros de que realiza obras que valen, que irradian un bien duradero y responden a las necesidades auténticas de los individuos y de la colectividad». Letizia Magri   1  Cf. C. Lubich, «La fuerza de la debilidad», Ciudad Nueva 169 (7/1982), p. 26.

Genfest 2018: “del yo al nosotros”

Genfest 2018: “del yo al nosotros”

Defensa de fronteras, desplazamientos forzados, alianzas de estados para proteger identidades y economías nacionales, cuotas humanas para el control de los flujos migratorios. ¿Qué hay detrás de aquellas que se han convertido en palabras clave en estos últimos días? “A menudo es el miedo la madre de cada valla y actitud proteccionista”, explica Maria Voce, presidente de los “Focolares”. “Sin embargo, para los jóvenes esto no parece ser la solución definitiva. En cambio, creen que las fronteras son horizontes, puntos de partida, diversidad de la cual enriquecerse”. Es por eso que los jóvenes de los Focolares han elegido para su próximo evento mundial que se celebrará en Manila del 6 al 8 de julio, el gran tema de las fronteras, como dice el título “Más allá de todas las fronteras”. Invitan a un cambio valiente de perspectiva para mirar a los pueblos, culturas y economías; un cambio necesario, dicen, en estos tiempos de exasperación de los particularismos y cerrazón social. Nacido en 1973 de una idea de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, el Genfest llega este año a su undécima edición y, por primera vez, se celebrará fuera de Europa, en la capital filipina, del 6 al 8 de julio. Se esperan 6.000 jóvenes de todo el mundo, de 18 a 30 años, mientras que miles más participarán en las 23 ediciones locales. “Hemos elegido Asia porque aquí viven seis de cada diez jóvenes del mundo”, explica Kiara Lauren, filipina, de Jóvenes por un mundo unido de los Focolares, promotores del evento. “A pesar de los problemas y la división socioeconómica, este continente habla al mundo de la esperanza y de deseo de cambio. No nos reconocemos en este contexto geopolítico internacional que a menudo sacrifica pueblos enteros en detrimento de una élite. Queremos llevar a los individuos y a nuestras naciones a mirar fuera de sus fronteras personales, culturales, religiosas, políticas, para conocer a los demás, y dejarse contaminar por la diversidad. El Genfest será un laboratorio único en el mundo: quien entrará encontrará las herramientas para hacer un cambio en sí mismo y en su entorno, para pasar – como recientemente invitó el papa Francisco en Loppiano – , “del yo al nosotros”. El programa: compartir y trabajar Amplio espacio se dará a los testimonios: los esfuerzos conjuntos de jóvenes estadounidenses y mexicanos en la frontera de sus países; gestos de ayuda y reconciliación en situaciones de conflicto en África y Medio Oriente, actividades para apoyar a la población en los campos de refugiados y acogida en las ciudades, compromiso con una nueva forma de hacer política, diálogo entre diferentes religiones, etc. En la tarde del 7 de julio, el Genfest propone la acción Hands for Humanity: los jóvenes podrán elegir entre 12 actividades de solidaridad, acogida y mejoras urbanas que se llevará a cabo en diferentes puntos de Manila. El objetivo es experimentar que los pequeños gestos pueden cambiar la realidad que nos rodea, además de recoger ideas exportables e imitables en sus propios países. ExpLo y Foro: aprenda y experimente la paz Luego está la Explo, un acrónimo compuesto por las palabras “Exposición” y “Exploración”. Se trata de una muestra interactiva que lleva al visitante a través de una experiencia sensorial inmersiva en la historia de la humanidad, contada desde la perspectiva de la fraternidad universal: “No la historia tal como la conocemos – dice a Erika Ivacson, artista húngara curadora de la exposición – hecha de guerras, conquistas, armisticio. Diremos, en cambio, qué ha permitido a la humanidad progresar desde el punto de vista de la paz, de la amistad entre personas, pueblos y culturas. La última etapa estará enteramente dedicada a la pregunta: ¿y qué puedo hacer yo?”. Habrá 110 foros y talleres sobre temas clave para la construcción de sociedades abiertas y solidarias: desde técnicas de limpieza urbana y cuidado del territorio, a formas de empresas sociales, a la gestión de conflictos personales y políticos, hasta el uso de redes sociales para paz y mucho más. Para seguir el Genfest Será posible seguir la transmisión en directo streaming, en inglés y con traducciones en francés, italiano, portugués y español, a través del sitio web de Jóvenes por un mundo unido: http://www.y4uw.org/live Horarios de transmisión en vivo (hora de Manila, UTC / GMT +8 horas): 6 de julio: 16-18:30 y 20-21:45 7 de julio: 17:45-18: 45 y 20-21:45 8 de julio: 10:30-13 En las redes sociales: Facebook: www.facebook.com/genfest/ o @genfest Twitter: https://twitter.com/genfest_en o @genfest_en Instagram: www.instagram.com/genfest.official/ Youtube: genfest-official o https://www.youtube.com/c/GenfestOfficial Programa Genfest

Evangelio vivido: artífices de paz

En un tú a tú con Jesús Como alcalde, no hay día en que no me detengan por la calle aunque más no sea para saludarme. Incluso en la iglesia, durante la misa, no consigo encontrar un momento para estar en un “tú a tú” con Jesús. Un domingo fui a misa a una ciudad cercana, esperando que pasaría inadvertido. Pero me encontré con una iglesia repleta, una liturgia larguísima presidida por el obispo. Fuera de la iglesia había una mujer a quien le di una limosna. Pocos pasos después me encuentro con otro pobre, con el rostro desfigurado. Seguí adelante. Luego, me vino un pensamiento: “¿Me buscabas? Allí estoy, en esa señora necesitada y en ese señor con el rostro desfigurado”. Volví para atrás. El hombre estaba aún allí, agradecido porque había regresado a buscarlo. G. – Italia Superstición Subo al taxi y noto que el coche está lleno de amuletos y alhajitas, signo de que el taxista debía tener creencias superticiosas. Durante el trayecto, me animé y le dije: “Yo creo en Dios, mi confianza se apoya sólo en él”. Mientras conducía, me escuchaba en silencio. Un rato después debo llamar nuevamente a un taxi. Con gran asombro me encuentro con el mismo taxista y el mismo coche. Pero para mi sorpresa noto que esos objetos habían desaparecido y un rosario estaba colgado del espejito. N. – Suiza En equipo Somos una enfermera, un técnico de laboratorio y un médico. Trabajamos en sectores distintos del mismo hospital. Estamos convencidos de que el Evangelio vivido no se limita a transformar al hombre, sino que puede también renovar las estructuras, los barrios, los ambientes de trabajo. Por eso, en la mañana, antes de iniciar el trabajo, buscamos un momento para compartir dolores y alegrías. Es un descubrimiento constatar que podemos transferir a nuestro lugar de trabajo esa carga de amor concreto para con todos, viviendo cotidianamente nuestra tarea profesional. E., L. y B. – Italia El dinero en la almohada Saliendo de la iglesia con mi hijo, se nos acercó una mujer, pidiéndonos una limosna. Abrí mi cartera y le di lo que tenía conmigo, 20 euros. Mi hijo se sorprendió, para él era demasiado, pero yo lo tranquilicé diciéndole que en cada pobre está Jesús y que me había parecido que debía darle a esa señora todo lo que tenía. Cuando llegamos a casa, me puse a ordenar la habitación en donde habíamos recibido a una pareja llegada a la ciudad para ver a un pariente enfermo. Mi hijo vino a ayudarme. Cuando cambiamos la funda de la almohada, cayeron 200 euros. Nosotros les habiamos dado a esas personas la posibilidad de estar cerca de una persona que sufría, y ellos quisieron dejarnos ese dinero. M. G. – Italia Hockey sobre hielo Fanático como soy del hockey sobre hielo, esperaba muy ansioso, enseguida después del colegio, ver por televisión el final de un partido importante. Cuando sonó la campana, salí corriendo hacia mi moto. Pero después de algunos metros se me pinchó una rueda. Traté de inflarla con el inflador. Pero, tras haber andado muy poco, me encontré nuevamente con la goma desinflada. Además se largó a llover. Seguí a pie, empujando la moto, y mientras tanto crecía mi malhumor. De golpe se me cruzó por la mente un pensamiento: Jesús sufrió tanto en la cruz, y tú, ¿no eres capaz de aceptar esta pequeña contrariedad? Eso me devolvió la paz. G. – Holanda