Dic 10, 2017 | Sin categorizar
El 10 de diciembre de 1948 se proclamó la Declaración universal de los Derechos Humanos. Desde entonces, cada año en éste día se recuerda la Declaración elaborada por la Comisión por los derechos humanos, órgano de las Naciones Unidas, presidido entonces por Eleanor Roosevelt, esposa del presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, para evidenciar la importancia y la defensa de la dignidad de la persona. El documento costituye un corte entre la época anterior al 1948, en la cual la inequidad en el mundo se evidenciaba con esporádicas intervenciones, y la que se inició en el ’48 en la cual se reconoce con firmeza y por primera vez la necesidad de contrarrestar las desigualdades en todos los Estados del mundo. Reconociendo la validez de ésta Carta y aplicando a la letra los 30 artículos, muchos aspectos desviados de nuestra sociedad desaparecerían: esclavitud, tortura, guerra, razismo, violencia de género, abuso de menores, explotación de las personas, pero también el empobrecimiento, abuso y contaminación de los recursos ambientales.
Dic 9, 2017 | Sin categorizar
En el mundo moderno, la obediencia ya no se aprecia en la justa medida. El soplo de libertad, de fraternidad y de igualdad que se desencadenó con la Revolución Francesa ha entrado ya en nuestros periódicos, en nuestros patios, en nuestras casas, e incluso en nuestras parroquias y en nuestros conventos. (…) Por eso no es raro encontrar en nuestro inconsciente un sentido de desconfianza frente a aquella preciosa virtud, como si ésta estuviera en contraposición con el descubrimiento evangélico de que somos todos hermanos en Cristo. (…) La obediencia no implica una abdicación de la propia personalidad, una humillación inhumana. Por el contrario nos ayuda a ser verdaderamente nosotros mismos, a desarrollar nuestro yo, porque nos inserta en un contexto social que es indispensable, humana y divinamente, para la verdadera manifestación de nuestras capacidades. Cuando la voluntad de quien es legítimamente superior a mí en el gobierno civil o eclesiástico me indica lo que debo querer o lo que debo omitir, aunque esto choque con mis proyectos o con mi manera de pensar, me eleva siempre a un plano más amplio y general, al plano del bien común. La limitación que experimento, la fricción por el contraste que produce, es la contribución necesaria para este ensalzarme. En aquel momento mi humanidad crece, es más plena. Y cuánto más unido me siento a los demás, descubro que es mayor mi fraternidad con ellos. Esto, en efecto es el fruto de la comunión. La obediencia, lejos de ser un obstáculo, se convierte así en un medio indispensable para la fraternidad humana. (…) Muchas veces al hablar de esta virtud, se presentan sólo los aspectos ascéticos de la misma: cuánto progresa el alma con la renuncia a la propia voluntad, cuánto se libera de las pasiones etc. Y ciertamente es verdad, pero además proporciona algo mejor, nos hace partícipes de la humanidad de Cristo místicamente, nos permite experimentar en nuestro corazón los mismos sentimientos de Jesús. (Cf Fil. 2,5). María Santísima es el modelo por excelencia de esta obediencia interior. Cuando responde al ángel: “He aquí a la esclava del Señor”. Cuándo para seguir el edicto del emperador romano, va a Belén; cuando “con toda prisa” sigue la inspiración de ir a asistir a Isabel; cuando en las bodas de Caná pide a Jesús un milagro; cuando en el Calvario da al Hijo de Dios para estar con Juan; cuando en medio de los apóstoles ora en espera amorosa del Espíritu Santo; su vida es un continuo obedecer sólo a Dios, obedeciendo a los hombres y a las circunstancias. Y reviviendo en nosotros a María, participaremos de su misma intimidad, de su misma docilidad. Como el focolarino Andrea Ferrari que, moribundo, con la sonrisa en los labios a quien lo preparaba para aceptar la voluntad de Dios, le decía sonriendo, con una agudeza que manifestaba su íntima unión: “ Hemos aprendido a reconocerla siempre, incluso en el rojo de un semáforo”. De: P. PASQUALE FORESI – Palabras de Vida – Ciudad Nueva 1972 – pág.95-98
Dic 8, 2017 | Sin categorizar
Se celebra hoy, 8 de diciembre, una de las fiestas más sentidas y populares que la Iglesia Católica dedica a la Virgen María: la Inmaculada Concepción. La fiesta cae en el día en que, en el 1854, el papa Pío IX, con la bula “Ineffabilis Deus”, decretó que la Virgen María, “por singular gracia y privilegio”, fue preservada de la común herencia del género humano, de la culpa original, desde el primer instante de su concepción. Tal formulación, sigue a una larga serie de dísputas teológicas acerca del nacimiento de la madre de Jesús. En Oriente, desde el VI siglo d. C. se celebraba una fiesta de la concepción de María, difundida en Ocidente a partir del siglo X. La solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María se recuerda en el contexto del Adviento y de la Navidad, uniendo la espera del nacimiento de Cristo con la memoria de la Madre.
Dic 7, 2017 | Sin categorizar
“Yo creo que Dios puede y quiere que nazca el bien de cada cosa, también de la más malvada”. Así se expresaba Dietrich Bonhoeffer a fines de 1942, en plena guerra mundial. En el momento más cruel y terrible que la historia del Novecientos conoció, haciendo un balance del año 1943, este gran testimonio logra aún confiar más allá de toda esperanza, creer con firme fe y segura en la acción providencial de Dios en la historia. La lucha entre el bien y el mal, el pecado y la gracia a través de la historia. Era éste el contexto histórico que hacía de fondo al nacimiento del Movimiento de los Focolares. En su edificación se colocó la primera piedra en Trento, precisamente en 1943, el 7 de diciembre, con la donación que una joven de veintitrés años hizo a Dios de su propia vida: Silvia Lubich, que como terciaria franciscana había tomado el nombre de Chiara. Ese día hasta las condiciones meteorológicas parecía que iban en su contra, como surge del relato de Chiara, que cuenta su ida, al alba, de mañana, hacia el colegio de los Capuchinos, a la ceremonia privada durante la cual se consagraría a Dios para siempre: “Una gran tormenta, de modo que tenía que avanzar empujando el paraguas hacia adelante. También esto tenía un significado. Me parecía que expresaba que el acto que estaba realizando encontraría obstáculos. Esa furia de agua y de viento contrario me parecía un símbolo de algo adverso. Llegando al colegio se produjo un cambio de escena. Un enorme portón se abrió solo, de forma automática. Sentí alivio y acogida, casi los brazos abiertos de par en par de ese Dios que me esperaba”. Este “cambio de escena” se reflejó en su vida. La plenitud y sacralidad de ese acto que ocurrió en el secreto y en la pobreza (tres claveles rojos fueron el único signo externo de fiesta) en el alma de Chiara Lubich eran más sonoros que las atrocidades de la guerra que permanecía como trasfondo, casi “como el marco de un cuadro”. La realidad más verdadera para ella era lo que Dios, descubierto como Amor, iba edificando. “Existía un ideal, uno sólo, que nunca desaparecería, ni siquiera con nuestra muerte. Era Dios. Y a Dios nos apegamos con todas las fuerzas del alma. No adherimos a Él porque no había quedado nada, sino porque una Fuerza en nosotros nos hacía felices de haberlo encontrado en la vida como el único Todo, el único Eterno, el único digno de ser amado porque no pasa. El único pues, que saciaría las exigencias de nuestro corazón. Desde hacía ya varios años recibíamos la S. Comunión cotidianamente y creíamos que éramos buenas cristianas, porque pertenecíamos a varias asociaciones católicas. Sólo cuando Dios nos quitó todas las cosas para donarse a nosotros, Él sólo, comprendimos por primera vez el primer Mandamiento de Dios: “Ámenme con todo el corazón, con toda la mente…” Lo comprendimos porque solo en ese momento sentíamos verdaderamente que teníamos que amar así, de forma total, con la mente, el corazón, las fuerzas, para no engañarnos”. Lucia Abignente, “Qui c’è il dito di Dio”, Città Nuova, Roma, 2017, pp. 25-26.
Dic 6, 2017 | Sin categorizar
En el 2005, con ocasión del congreso internacional de expertos de las Ciencias Sociales, Chiara Lubich decía: “El amor fraterno establece por doquier relaciones sociales positivas, aptas para hacer el consorcio humano más solidario, más justo, más feliz”. A partir de ese año se ha ido desarrollando un rico debate promovido por “Social-One, Ciencias Sociales en diálogo“, que involucra a docentes, profesionales de Trabajo Social, representantes de las instituciones públicas, con el fin de adoptar el concepto del amor como categoría en el análisis de la sociedad y como instrumento de intervención. Con este espíritu, entre el 11 y el 14 de diciembre tendrá lugar en la Ciudadela Santa María Igarassu, en Brasil, la escuela de verano internacional con el título: “Actuar agápico y realidad social: Imaginación sociológica para promover el desarrollo, para construir el futuro”. El evento es organizado por Social-One en colaboración con el Departamento de Sociología de la Universidad Federal de Pernambuco y el Centro Universitario Tabosa de Almeida. Un denso programa de conferencias y talleres involucrará a los participantes provenientes de Europa y América Latina, en un diálogo continuo sobre temas como la desigualdad, el don, la fraternidad y el amor al servicio de la inclusión social. En el sito todos los detalles de la escuela y el programa.
Dic 6, 2017 | Sin categorizar
No rival, sino hija Por mucho tiempo viví momentos muy difíciles en la relación con mi esposo Martín debido a mi suegra. Ella no lograba desapegarse de su hijo y consideraba que yo le había robado su afecto. Estaba a punto de abandonar a mi marido, la casa y los hijos, cuando me llegó la Palabra de Vida del mes. Ese comentario me lo enviaban puntualmente unos amigos, pero yo no lo leía nunca, aunque me consideraba cristiana. Pero me sentía tan mal que Dios me parecía lejano. En esa ocasión en cambio lo leí, y desde la primera frase sentí que estaba dirigido a mí. Entre lágrimas, le imploré ayuda a Dios. Días después Martín y yo participamos, . Entre lágrimas, le imploré ayuda a Dios. Días después Martín y yo participamos, como última tentativa, en un encuentro para familias. En el clima de apertura que se estableció, encontramos la fuerza para pronunciar un nuevo Sí”. Significó un viraje en mi vida. Siempre gracias al apoyo de otras parejas, logré conquistar el afecto de mi suegra. Con el tiempo empezó a considerarme una hija y no una rival. Cuando se enfermó, la asistí con amor y dedicación, preparándola al encuentro con el Padre. (Lucero – Colombia) Providencia La mañana del 24 de diciembre fui al mercado para comprar la comida de la cena de Navidad. Pero todavía no había comprado las bebidas. Regresando a casa, encontré una carta. Era de unos conocidos que me pedían un préstamo. La suma correspondía al dinero de las bebidas. Lo consulté con Guiselle y respondimos: „Se lo enviamos como regalo, ¡no se preocupen por devolverlo!”. También con agua fresca transcurrimos una noche maravillosa entre cantos y música. Días después, nos llegó una suma inesperada superior a aquella de la que nos habíamos privado. (G.P. – Kenia). En la estación Estaba por ir donde mi hija, quien vive en otra ciudad, cuando llegando a la estación me di cuenta de que, por haberme detenido y acoger a una persona, la posibilidad de aprovechar el descuento para los ancianos se había vencido. Pensando en que valía más haber hecho un acto de amor que una reducción sobre el boleto encontré la serenidad. Sólo que, mientras estaba en la caja, el empleado me dijo que por ese día, y sólo por ese día, había un precio reducido único para todos los destinos. El descuento era más del doble del que me habrían dado por el carné de persona mayor. (G.M. – Italia) El riesgo A veces uno de nuestros hijos invitaba a dormir a casa a un amigo, una persona poco confiable. Ante esta situación, mi esposo y yo decidimos interesarnos en él, y descubrimos que se había ido de su casa, que sufría de depresión, y, además de que bebía, usaba drogas, y que se las había ofrecido también a nuestro hijo. A pesar del temor ante este riesgo, tratamos de amarlo como nos enseña el Evangelio. Un día nos dijo confidencialmente que había dejado de drogarse y que quería vivir como nosotros. “La vida de ustedes tiene sentido”, nos dijo. Con el tiempo, además de ayudarlo a desintoxicarse, contactamos a sus papás quienes empezaron a hacerse cargo de él. (C.A. – Brasil)