22 Dic 2022 | Sin categorizar
Mensaje de Margaret Karram, presidenta del Movimiento de los Focolares, con motivo de la Navidad 2022 Activar los subtítulos en español https://www.youtube.com/watch?v=YGt4KlwM9N8 ¡Quiero expresarles mis mejores deseos de una feliz Navidad a todos! Y lo hago por medio de una poesía que escribí en estos días. ¡Ven Señor Jesús, apresúrate a venir, el mundo entero no resiste más! Una noche sombría ha caído sobre él. La estrella fugaz ha desaparecido del cielo azul. ¿Quién nos guiará ahora a Belén para encontrar al Príncipe de la Paz? ¿Quién nos ayudará a reencender en los corazones las llamas de un amor que arde y se hace arte? Es Navidad, vuelve, vuelve Señor Jesús. Queremos acogerte como nunca antes lo hemos hecho. Queremos, mejor que ayer, reconocerte en los que sufren: en el pobre, en el solo, en el desesperado, en el enfermo, en el abandonado. ¡Ayúdanos a escuchar el grito de quien no tiene esperanza, de quien ya no cree! Ayúdanos a ser personas de paz. ¡Danos valentía, danos audacia para hacerles eco a los ángeles y, como ellos, anunciar: alegría, esperanza, serenidad, fraternidad!
Margaret Karram
19 Dic 2022 | Sin categorizar
En pocos días más llega Navidad. Una fiesta que nos da la oportunidad para encontrarnos en familia y renovar relaciones, más allá de las luces y de los regalos. Dios se hace niño y nace en la pobreza de un pesebre. En la Navidad de 1986 Chiara Lubich invitó a las comunidades de los Focolares a ir al encuentro de quien más sufre. También hoy hay muchos hermanos y hermanas que se encuentran en situaciones de sufrimiento y esperan nuestro alivio, nuestro compartir. […] Hoy, el calor de la Navidad nos lleva a sentirnos todos más familia, más ‘uno’ entre nosotros, más hermanos, para compartirlo todo, alegrías y dolores. Dolores sobre todo con aquellos que, por las más diversas circunstancias, pasan esta Navidad cara a cara con el sufrimiento. […] ¡El sufrimiento! Ese que a veces envuelve totalmente nuestras personas, o el que nos roza y mezcla lo amargo con lo dulce en nuestras jornadas. El sufrimiento: Una enfermedad, una desgracia, una prueba, una circunstancia dolorosa… ¡El sufrimiento! […] Si miramos el sufrimiento con ojos humanos, estamos tentados de buscar su causa en nosotros o fuera de nosotros, en la maldad humana, por ejemplo, o en la naturaleza, o en otro… […] Y todo esto puede ser también verdad, pero, si solo pensamos de ese modo, olvidamos lo más importante, porque nos olvidamos de que detrás de la trama de nuestra vida está Dios, con su amor, que todo lo quiere, o lo permite por un motivo superior, que es nuestro bien. […] Jesús, después de habernos invitado a tomar nuestra cruz para seguirlo, ¿acaso no afirmó que “el que pierda su vida, (y esto es lo máximo del sufrir), la encontrará”. (Mt 10, 39)? Por lo tanto, el dolor es esperanza de salvación. […] ¿Qué decir entonces hoy a aquellos de los nuestros que se debaten en el sufrimiento? […] Acerquémonos a ellos, ante todo con sumo respeto porque, aunque quizás todavía no lo piensan, en estos momentos están siendo visitados por Dios. Después, compartamos, en todo cuanto sea posible, sus cruces, es decir, tengamos a Jesús en medio con ellos efectivamente. Asegurémosles también nuestro continuo recuerdo y nuestra oración, para que sepan tomar directamente de las manos de Dios lo que les angustia y les hace sufrir, y puedan unirlo a la pasión de Jesús de manera que se potencie al máximo. […] Y recordémosles ese maravilloso principio cristiano de nuestra espiritualidad, por el cual un dolor amado como rostro de Jesús crucificado y abandonado puede transformarse en alegría. […] Que sea esta nuestra Navidad […]: compartir todo sufrimiento con nuestros hermanos más probados y ofrecerle los nuestros al Niño Jesús.
Chiara Lubich
(Chiara Lubich, Conversazioni, Città Nuova, Roma 2019, pag.265-268)
https://www.youtube.com/watch?v=vX0Xc31gVAg&list=PL9YsVtizqrYvkj6TeYx0cQNA9h-ueUYL8
14 Dic 2022 | Sin categorizar
El Centro Evangelii Gaudium (CEG), abre la inscripción para el Curso de Formación sobre Sinodalidad, una contribución para responder a la llamada de la Iglesia a caminar juntos. El Centro Evangelii Gaudium (CEG), un centro de formación dentro del Instituto Universitario Sophia, se está preparando para lanzar, en 2023, un Curso de Formación sobre Sinodalidad desarrollado en sinergia con la Secretaría General del Sínodo y en colaboración con otros centros de formación e institutos académicos en Italia y otros países. Pero ¿por qué hablar de sinodalidad? Lo explica , profesor de teología fundamental en la Facultad de Teología de Apulia en Italia y coordinador del CEG.

Prof. Vincenzo di Pilato
“El pasado 16 de octubre, el Papa Francisco anunció la decisión de celebrar la próxima XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en dos sesiones. ‘Esta decisión nace del deseo de que el tema de la Iglesia sinodal, por su amplitud e importancia, sea objeto de un prolongado discernimiento no sólo por parte de los miembros de la Asamblea sinodal, sino de toda la Iglesia’. Este es el reto que el Curso quiere asumir: combinar lo mejor posible el caminar ‘juntos’ con caminar ‘todos’. Lo estamos experimentando a nivel de diócesis, parroquias, movimientos, congregaciones, en todas partes: la sinodalidad sin vida en el Espíritu se reduce a un asambleísmo desafinado e inconcluso. Necesitamos ‘casas y escuelas de comunión’, pero también ‘gimnasios sinodales’ en los que aprender a escuchar y seguir al Espíritu Santo. ¡Fácil de decir! El curso quiere ponerse al servicio de este otro desafío: reunir la experiencia espiritual con las ciencias teológicas y humanas. Esto es lo que esperan los Dicasterios pontificios, especialmente los que están comprometidos en la formación, que en varias ocasiones han sugerido cursos de este tipo, abiertos a todas las vocaciones. La propia Secretaría General del Sínodo se mostró particularmente involucrada en la iniciativa. De hecho, tendremos el honor de abrir el Curso con el cardenal secretario Mario Grech, el próximo 17 de enero de 2023”. Profesor, ¿cómo se llevará a cabo este curso y a quién está dirigido?
El curso es de tres años. Se desarrolla en 4 períodos del año (3 módulos académicos y una reunión residencial), tratando temas en armonía con el proceso sinodal en curso. Es posible inscribirse para todo el año o para un solo módulo. El idioma oficial será el italiano, pero con traducciones simultáneas al español, portugués e inglés. Es un curso destinado a todos los miembros del pueblo de Dios, desde los obispos hasta los agentes pastorales, desde los sacerdotes hasta las monjas, desde los seminaristas hasta los laicos. Para este año el curso será online. Se recomienda, cuando sea posible, participar en grupos de la misma comunidad, parroquia, diócesis para hacer del Curso una verdadera «palestra de sinodalidad». Dos o más participantes que podrán dialogar entre sí en estilo sinodal, también se convertirán en «multiplicadores» del curso, o de sus temas principales, en la comunidad donde se insertan. Durante un encuentro con las diversas realidades eclesiales vinculadas al Movimiento de los Focolares, el copresidente Jesús Morán habló de la espiritualidad de comunión (citando la Novo Millennium Ineunte de San Juan Pablo II) y de la sinodalidad como dos momentos vinculados entre sí, pero distintos. ¿Puede dar más detalles sobre esto? Nos estamos preparando para el próximo Jubileo en 2025 con un prolongado camino sinodal sin precedentes en la historia de la Iglesia. Después del último jubileo del año 2000, San Juan Pablo II reconoció que “se ha hecho mucho desde el Concilio Vaticano II también con respecto a la reforma de la Curia Romana, la organización de los sínodos, el funcionamiento de las conferencias episcopales. Pero ciertamente queda mucho por hacer” (NMI, 44). ¿Qué quiso decir con que “queda mucho por hacer”? Creo que no fue una expresión retórica para él, sino profética. En 2015, el quincuagésimo aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco se expresó de la siguiente manera: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. He aquí la convergencia mutuamente inspirada entre estos dos jubileos: por una parte, la “espiritualidad” de comunión para penetrar en la más alta contemplación del misterio de Dios Trinidad custodiado en todas las criaturas y entre ellas; por otra, la sinodalidad como “camino” en el que permanecer, siguiendo el ejemplo de Jesús y María, mezclados entre todos, participando “a esta marea un tanto caótica que puede transformarse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana de solidaridad, en una peregrinación santa” (Evangelii Gaudium 87). Está claro, por tanto, que no hay espiritualidad de comunión sin sinodalidad y viceversa. La comunión hasta la unidad es el misterio de Dios revelado a nosotros por Jesús crucificado-resucitado y siempre presente en el destino de la humanidad; la sinodalidad es el camino que nos permite hacerla visible “para que el mundo crea” (Jn 17, 21). ¿Qué significa esto para cada uno de nosotros y cuáles son las etapas para vivir esta llamada? En primer lugar, sentirse parte de un solo pueblo, no de un grupo de individuos colocados uno al lado del otro como bolos en una pista de bowling o pasajeros en un ascensor. Dirigiéndose a los jóvenes, el Papa Francisco explicó: “Cuando hablamos de ‘personas’ no debemos entender las estructuras de la sociedad o de la Iglesia, sino el conjunto de personas que no caminan como individuos, sino como el tejido de una comunidad de todos y para todos, que no puede permitir que los más pobres y débiles se queden atrás: ‘La gente quiere que todos compartan los bienes comunes, y por eso aceptan adaptarse al ritmo de los más pequeños para llegar todos juntos’ (Christus Vivit, 23). Entonces: caminando juntos sin dejar a nadie atrás, reconociendo la presencia de Cristo en todos los que pasan. Esta es la raíz de la igual dignidad y libertad de cada uno de nosotros. Sentirse un único pueblo es la premisa, pero también el propósito de la sinodalidad, así como Jesús es, al mismo tiempo, el Camino y nuestro compañero de viaje. En cada miembro del Pueblo de Dios habita el Espíritu Santo, como en un templo, y la única ley entre todos debe ser el mandamiento nuevo de amar como Jesús mismo nos amó (Cfr. Jn 13,34). Esperamos que el Curso sea un tramo de camino hecho junto con nuestra mirada dirigida a los límites del Reino de Dios que encontramos cada vez que hay un prójimo al que amar.
María Grazia Berretta
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14 Dic 2022 | Sin categorizar
La fidelidad de Dios es inquebrantable, como una roca, y ésta es la revelación salvífica no sólo para el pueblo de Israel tras el exilio como anuncia Isaías, sino también para cada uno de nosotros. Por lo tanto, confiar en el Señor quiere decir construir nuestra existencia yendo a la raíz, porque cuanto más profundos son los cimientos tanto más se podrá construir hacia arriba; tanto más confiaremos en él y más sólidos serán nuestros gestos también. Tensiones en la familia Cuando mi hermano D., enojado por cómo lo había tratado R. (otro de mis hermanos), dijo que ya no quería verlo más, pensé que a nuestra edad (todos tenemos más de 70 años) tendríamos que tener más compasión. De allí surgió la idea de reunir a la familia con la excusa de un picnic en Jells Park, en un terreno neutro. Pero ese día, en que se había fijado el encuentro, no apareció. No me quedó más que rezar pidiendo que su corazón obstinado se ablandara. Algunos días más tarde lo llamé por teléfono. Me di cuenta de que no estaba bien y de que no se estaba alimentando. Le aseguré que le llevaría un buen plato de comida. Cuando llegué a su casa y empezamos a hablar, se lo veía agradecido sobre todo porque no lo había juzgado. Luego, estando yo de regreso en mi casa, lo llamé a D. para contarle y él se demostró dispuesto a ir a visitar a su hermano si yo organizaba algo. Cuando nos encontramos, el domingo siguiente, al principio se notaba un cierto empacho en ellos, pero al rato empezaron a hablar con normalidad. Al final R. quiso que nos quedáramos a cenar. Me quedé muy contento con el resultado y espero que mi pequeño aporte pueda sanar ciertas tensiones en la familia. (Gill – Australia) La propina Antes del reciente aumento de los sueldos para los médicos y el personal de la salud, era praxis en Hungría darles a los médicos una propina según el servicio que prestaban, como una tasa preestablecida. Como jefe de cirugía, por mis principios, no me agradaba esta modalidad. Sobre todo porque sabía que muchos pacientes, carentes de medios económicos, pedían prestados los florines para los médicos. Por ello rechazaba esa idea, por más que todos lo hicieran, hasta que una colega me hizo notar que el hecho de no aceptar la propina podía ser interpretado por mis pacientes como un signo de que yo no haría bien la operación. Un día, viendo a una señora mayor sacar de su cartera el ya acostumbrado sobre para mí, le dije: “Yo como médico estoy a su servicio y me pagan por lo que hago, pero si Ud. se queda más tranquila si acepto este regalo, le propongo que se lo haga llegar a una familia necesitada”. Ella se quedó pensativa un rato, y después me tomó la mano: “Doctor, lo que me está diciendo me da la garantía de que Ud. piensa verdaderamente en la gente. Le agradezco y, si está de acuerdo, me gustaría ayudar, junto con usted, a alguien que se encuentra en necesidad”. (P.M. – Hungría)
A cargo de Maria Grazia Berretta
(extraído de “Il Vangelo del Giorno”, Città Nuova, año VIII, número 2, noviembre-diciembre de 2022)
7 Dic 2022 | Sin categorizar
¡Imaginen a una chica enamorada! Enamorada con aquel amor que es el primero, el más puro, el que aún no ha sido declarado, pero que comienza a quemar el alma una alegría característica, que difícilmente se vuelve a experimentar en la vida: alegría secreta. Unos días antes del 7 de diciembre me habían dicho que velase durante la noche precedente, al lado del crucifijo, para prepararme mejor al casamiento con Dios, casamiento que debía realizarse en el modo más secreto. A la noche traté de hacer esta vigilia, arrodillada al lado de la cama, delante de un crucifijo de metal que ahora tiene mi madre. Por la mañana me levanté alrededor de las cinco. Me puse el mejor vestido que tenía, y me encaminé, atravesando toda la ciudad, hacia un pequeño colegio. Arreciaba un temporal tal que tuve que abrirme camino empujando hacia adelante el paraguas. Me parecía que expresaba que el acto que estaba a punto de hacer encontraría obstáculos. Apenas llego al colegio: cambio de escena. Un enorme portón se abre solo, auto Sensación de alivio y de acogimiento, casi como brazos abiertos de aquel Dios que me esperaba. La pequeña Iglesia había sido adornada lo mejor posible. En el fondo se destacaba una imagen de la Virgen de la Inmaculada. Antes de la comunión he visto, por un instante, lo que estaba a punto de hacer:;ya nunca más podría volver al mundo. Yo me casaba. Me casaba con Dios. Aquel abrir los ojos ante lo que estaba haciendo – recuerdo- fue inmediato y breve, pero tan fuerte, que me cayó una lágrima en el misal. Una larga acción de gracias. Creo que hice el viaje de vuelta a casa corriendo. Me detuve, me parece, cerca del obispado, a comprar tres claveles rojos para el crucifijo que me esperaba en la habitación. Habrían sido el signo de la fiesta común. Esto fue todo. Con las mejores previsiones, el 7 de diciembre de 1943, no habría podido pensar lo que hoy veo. Alabanza a Dios, gloria a María, reina de un reino que – sin metáfora- ha invadido el mundo.
Chiara Lubich (Extracto de «Hoy la Obra cumple treinta años», Rocca di Papa, 7 de diciembre de 1973)
Activar los subtítulos en español https://www.youtube.com/watch?v=2i80L6Srdh8&list=PLKhiBjTNojHqNPFPXKJgyiqn8c7NKZ0ME
6 Dic 2022 | Sin categorizar
Desde hace unos meses se encuentra en las librerías italianas el volumen de las Obras de Chiara Lubich “Lettere” (Cartas). Hemos entrevistado a Florence Gillet del Centro Chiara Lubich, teóloga y estudiosa de la fundadora de los Focolares, que tuvo a su cargo esa publicación.

Florance Gillet
Tras haber tocado el timbre del Centro Chiara Lubich, cerca del Centro Internacional de los Focolares en Rocca di Papa (Italia), la Doctora Gillet me recibe con alegría y me invita a entrar en la sala de reuniones. Hay por todos lados armarios que contienen placas y objetos que recuerdan los doctorados honoris causa y regalos recibidos por Chiara Lubich en sus viajes por los distintos países del mundo, además de los numerosos libros sobre la fundadora de los Focolares traducidos en varios idiomas, algunos de los cuales escritos por Florence Gillet o realizados con su supervisión. Cuando empezamos a hablar, su acento revela sus orígenes franceses. Me cuenta que conoció el carisma de la unidad a finales del año 1965 y tres meses más tarde estaba ya en la ciudadela internacional de Loppiano, Italia, para profundizar ese “Ideal” que tanto había buscado y que finalmente había encontrado. El estudio de la teología en la Pontificia Universidad Gregoriana la llevó a Roma y fue una de las primeras mujeres que cursaron en esa Universidad. Después fue a París algunos años y nuevamente a Roma. Se ilumina cuando cuenta sus experiencias en algunos países africanos en donde realizó “focolares temporáneos”, llamados así porque eran de períodos de corta duración. En el año 2008, se la invitó a formar parte del Centro Chiara Lubich, que había nacido ese año, para poder estudiar y trabajar en la publicación de los escritos de la Fundadora de los Focolares, concentrándose desde el principio en los puntos fundamentales de la Espiritualidad de la unidad. Hace poco tiempo ha sido publicado, dentro de la colección Obras de Chiara Lubich, el volumen “Lettere 1939 – 1960” (cartas 1939-1960), que ha tenido a su cargo.
“Hay una gran variedad en estas cartas –explica Florence Gillet–: algunas se refieren claramente a una dirección espiritual; hay cartas en donde informa acerca de diferentes actividades; hay otras cartas que son de consuelo; otras que brotan del alma de Chiara Lubich, sobre todo las que envía a su hermana, en la que dice cosas muy impactantes. Sin embargo, hay un común denominador en todas ellas. Como primera cosa, su estilo literario: son cartas. En segundo lugar, en cada una de ellas es posible encontrar “el alma” de Chiara, su capacidad de “hacerse uno”, como dice San Pablo cuando afirma que ‘me he hecho todo a todos’. Asimismo cuando comunica su secreto, pues repetidamente es evidente la clara referencia a Jesús Abandonado”. ¿Con qué se puede comparar este volumen? Es la pregunta que Florence Guillet plantea en la introducción y a la que responde regalándonos una imagen muy elocuente: “Si fuese un jardín, sería un jardín de estilo inglés, sin formas geométricas, sin simetrías, y en donde la naturaleza es poesía y libertad, pero al mismo tiempo tiene rigor y orden. Si fuese una ruta, sería un camino azaroso a veces, pero bien señalizado, con una meta segura y una guía experimentada. Si fuese una casa, sería muy acogedora, con muchas habitaciones, todas ellas conectadas entre sí y en armonía, cálida y abierta”. El libro contiene 338 cartas (una selección de las muchas que escribió Chiara Lubich) que llevarán al lector a tener un contacto directo con los primeros años del camino del Movimiento de los Focolares, y del desarrollo de su carisma. “Aconsejo a todos que hagan el esfuerzo –sigue diciendo Florence– de empezar a leer a partir de la introducción, para captar la clave de lectura, y luego proseguir con las cartas, una por una, ordenadamente, dejar que ellas ‘nos hablen al corazón’”. El lector encontrará cartas a personas individuales, otras son colectivas a comunidades que estaban naciendo, a miembros de su familia; otras, en cambio, son más doctrinales, en las que Chiara explica su Ideal. “Producir este libro ha sido un trabajo apasionante –concluye–. Y creo que lo será para los lectores también”.
Carlos Mana