Movimiento de los Focolares

República Dominicana: Con los brazos y el corazón abiertos

Un proyecto de intercambio cultural rompe las barreras entre inmigrantes haitianos y la comunidad de La Romana, en la República Dominicana

República Dominicana es un país en medio del mar Caribe el cual comparte el territorio de la isla Hispaniola con Haití. Históricamente tiene un valor cultural para todo el continente americano, pues allí desembarcó Cristóbal Colón en su primer viaje.

Ambos países comparten raíces culturales e históricas, pero también tienen contrastes que los han separado por siglos. Haití es el país más pobres del continente americano. La inestabilidad política y violencia interna han hecho que miles de personas emigren hacia otros países.

Cada año miles de inmigrantes cruzan la frontera desde Haití hacia República Dominicana en busca de un mejor futuro creando tensiones entre ambas naciones.

“Se estima que en la República Dominicana hay alrededor de 2 millones de Haitianos. Ellos vienen principalmente a trabajar en lo que es el cultivo de la caña de azúcar, porque aquí hay varias centrales azucareras”, dice Modesto Herrera, un médico que forma parte de la comunidad de los Focolares en República Dominicana.

A pesar de que existe un mutuo intercambio entre estos pueblos vecinos, también existen tensiones latentes y discriminación contra los haitianos que viven en República Dominicana. Una de las grandes barreras es el idioma, pues en República Dominicana el idioma es el español, mientras que en Haití se habla creole.

Hace varios años la comunidad de los Focolares en La Romana ha iniciado un proyecto que busca crear lazos de fraternidad con los inmigrantes haitianos que viven en poblaciones cercanas.

“Nosotros trabajamos en la parroquia donde está ubicado un Batey, que es una pequeña comunidad poblada por haitianos en su mayoría”, dice Sandra Benítez, empresaria.

Aunque muchos nunca habían visitado el Batey pues es una zona alejada de la ciudad donde principalmente habitan inmigrantes haitianos, junto a jóvenes y otros miembros de la comunidad decidieron romper la barrera que los ha dividido por años y comenzaron a visitarlos con el fin de conocerse mutuamente.

Poco a poco descubrieron que la comunidad haitiana tenía necesidades de integración en la sociedad. La Romana es conocida por su industria textil. “Vimos el potencial que tienen los jóvenes y decidimos trabajar en el área textil”, dice Cristian Salvador Roa, quien enseña a coser a la comunidad haitiana. Y agrega: “Me deja una gran satisfacción cuando veo que un joven ya no está desperdiciando su juventud, sino que es un joven productivo que le está sacando beneficio a su vida haciendo algo productivo”.

“El mejor testimonio que podemos dar nosotros es que, teniendo la barrera del idioma, la barrera de la predisposición social, cuando rompemos esa barrera, descubrimos la gran riqueza que puede haber en una cultura o que puede haber en la convivencia humana con otra persona”, concluye Concepción Serrano, un ingeniero industrial.

Clara Ramírez

https://www.youtube.com/watch?v=hNlgRc9kw5I&list=PL9YsVtizqrYs-fUrfOgSZ2X2vhoedLwCI&index=2

Chiara Lubich: solo el Evangelio

Todo pasa, también la vida. Solo el Evangelio permanecerá para siempre porque no sufre el desgaste del tiempo. Hoy, 14 de marzo de 2022, 14 años después del fallecimiento de Chiara Lubich, publicamos este pasaje en el cual ella consigna el Evangelio a quien la sigue por el camino de la unidad. Una invitación a vivir la Palabra en todas nuestras acciones cotidianas.   Advierto en el alma un pensamiento que vuelve una y otra vez: “Deja a quien te sigue solo el Evangelio. Si haces así el Ideal de la unidad continuará. Es evidente que en este tiempo en el que vives tú y viven los otros, han sido útiles los conceptos, las frases, los lemas que adaptaban el Evangelio a la época moderna, pero estos pensamientos, estos dichos, estas ‘casi’ palabras de vida pasarán. Cuando la unidad entre los cristianos esté casi realizada no se hablará más de ecumenismo; cuando exista una cierta unidad en el mundo no se hablará más de hombre-mundo[1] como un ideal por alcanzar; cuando el mundo, prevalen­temente ateo, sea impregnado de la realidad de Dios, no se pondrá tan de re­lieve el ateísmo. La misma espiritualidad de la unidad, que es la medicina para este tiempo, habiendo alcanzado su objetivo se pondrá al lado de todas las otras nacidas de los diversos carismas que Dios ha dado a su Iglesia a través de los siglos. Lo que permanece y permanecerá siempre es el Evangelio que no sufre el desgaste del tiempo: “Pasarán los cielos y la tierra, pero mis palabras no pasarán” (Mt. 24,35). Aquí se trata de todas las palabras de Jesús. Advierto que, sin duda, debemos adecuarnos con todas nuestras fuerzas a la época en que vivimos y seguir las particulares inspiraciones que Dios nos da para llevar y cultivar en nosotros y en aquellos que nos han sido confiados el reino de Dios; pero tenemos que hacer todo esto conscientes de la transitoriedad de la vida, sabiendo que existe la Vida eterna anunciada por Jesús en su Evangelio. Tenemos que subordinar en nuestro corazón todas las ideas y los modos de hacer, útiles pero no puramente evangélicos, y renovar constantemente nuestra fe en el Evangelio que no pasa”.

Chiara Lubich

(Chiara Lubich, en La Parola di Dio, Città Nuova 2011, pp. 112-113) [1]     La expresión – acuñada por Chiara Lubich en sus diálogos con los jóvenes – se refiere al imperativo de ampliar el corazón y la mente a la medida de Jesús Abandonado, para llegar a ser personas capaces de contribuir eficazmente a la unidad del mundo (Cf. C. Lubich, A los Gen – años 1970-1974, pp. 69-80).

Concilio Vaticano II y carisma al servicio de la unidad

Tras haberse realizado la primera jornada en la Facultad Teológica de Italia Central, ha concluido en Florencia, en el espléndido marco exterior del Palazzo Vecchio, el congreso “El Concilio Vaticano II y el carisma de la unidad de Chiara Lubich”.  Un evento que ha tratado temas como la sinodalidad y el compromiso por la paz y el diálogo entre los hombres y pueblos, y que se inserta en un debate de extraordinaria  actualidad. La gran temporada de los nuevos movimientos eclesiales, que vio su apogeo bajo el pontificado de Juan Pablo II, ciertamente tuvo su origen en el período preconciliar.  Luego, encontró en la asamblea vaticana, en particular en la valorización del laicado católico y en la redefinición de la presencia de la Iglesia en el mundo (Lumen Gentium) –además de hallarlo también en la centralidad de la Palabra compartida en comunión (Dei Verbum)– su  razón de ser.  El período post-conciliar después permitió la explosión numérica y cualitativa de tales movimientos. Fueron valorizados en su nacimiento y desarrollados por Paulo VI y luego impulsados y sostenidos con su magisterio por el papa polaco.  Una aventura de unidad y distinción, en particular en la Iglesia de la segunda mitad del siglo  XX, que vivió su expresión más madura en el carisma de  Chiara Lubich, que es un carisma al servicio de la unidad de la Iglesia y de la humanidad. Como testimonio de lo adecuado del carisma al servicio de la unidad, en la compleja y por momentos convulsionada actualidad, el congreso se ubicó en el gran movimiento de solidaridad con las víctimas de la guerra en Ucrania y con todos los hombres y todas las mujeres de paz en Ucrania y Rusia, en Europa y en Asia y en todas partes. Lo recordó el asesor Alessandro Martini, en un día en el que la ciudad de Florencia hospedó una manifestación de nivel internacional. El Movimiento de los Focolares aparece como el primero y el más difundido de los movimientos eclesiales de la temporada conciliar.  Por ese  motivo, con ocasión del Centenario del nacimiento de su fundadora  –luego postergado dos veces por la pandemia– el Instituto Universitario Sophia y  el Centro Chiara Lubich organizaron un congreso internacional cuyo título explicativo fue:  “El  Concilio Vaticano II y el carisma de la unidad de Chiara Lubich: Dei Verbum y Lumen Gentium”.  Sede: Florencia. Fecha: 11 de marzo de 2022 en la Facultad Teológica de Italia Central y el 12 de marzo en el Palazzo Vecchio, en el salón de los “Cinquecento”. El congreso tuvo el patrocinio del Ayuntamiento de Florencia, y participaron la Asociación Teológica Italiana, la Facultad Teológica de Italia Central, el Instituto Paulo VI, el Centro Internacional de  Estudiantes Giorgio La Pira,  la revista Città Nuova,  la Escula Abbá y obviamente el Movimiento de los Focolares.  Integraban el comité científico  Alessandro Clemenzia (FTIC), Piero Coda (IUS), y, por el Centro Chiara Lubich, Florence Gillet, João Manoel Motta y Alba Sgariglia. Cuando concluía la Asamblea Vaticana en noviembre de 1965,  Chiara Lubich sintetizaba en una plegaria significativa una nota evidente del Concilio, y que lo resumía tal vez.  Es decir, la Iglesia que nace de la presencia de Jesús entre los suyos. La oración así se expresaba: “¡Oh, Espíritu Santo!, a través de lo que ya has sugerido en el Concilio, haz que lleguemos a ser una Iglesia viva. Es ése  nuestro único deseo y todo lo demás está en función de ese anhelo”.  Con este espíritu el congreso se fijó el objetivo de iniciar un estudio  profundizado destinado a cerciorarse, por un lado, de si el mensaje del Concilio encontró en la experiencia suscitada por el carisma al servicio de la unidad un fecundo lugar de interpretación y desarrollo, y cómo lo hizo. Por el otro lado, si el florecimiento de vida eclesial promovido por el carisma fue posible y propiciado por el horizonte abierto por el Vaticano II y en qué manera. En esta primera etapa, la atención se concentró en la Dei Verbum y en la Lumen Gentium, para desentrañar los perfiles de convergencia y los aportes de la doctrina conciliar y de la inspiración del carisma de la unidad en torno al nexo crucial por el que la Iglesia nace y crece como encarnación histórica, en el soplo del Espíritu y en la Palabra que “se hizo carne” (Juan 1,14). El programa del congreso fue particularmente denso, como a menudo sucede cuando es el resultado de un serio trabajo de ideación y preparación. Un río de palabras que, poco a poco, adquirió un sentido acabado por el aporte plural de los estudiosos. En la primera jornada se destacaron las intervenciones de  Piero Coda, ex-rector del Instituto Universitario Sophia (“Una coincidencia cronológica y kairológica: un concilio y un carisma. Por un discernimiento teológico de la correlación entre Vaticano II y carisma de la unidad”), de Paolo Siniscalco de la Universidad  La Sapienza de Roma (“Chiara Lubich en la época del Vaticano II”) y del teólogo de Trieste  Severino Dianich (“El evento del Concilio Vaticano II: sacramento… de la unidad de todo el género humano”). El profesor Coda puso en luz cómo el carisma al servicio de la unidad ha dado un aporte muy decisivo para la historia de la Iglesia en la vida de la comunión basada en el Cristo crucificado, abandonado y resucitado.  Siniscalco, por su parte, trazó con inteligencia y precisión histórica los varios pasajes de la aventura existencial de Chiara Lubich antes, durante y después del Concilio Vaticano II. Mientras que  Dianich dio, con sus bien conocidas claridad y franqueza, una interpretación del Vaticano II como clave para una reinterpretación más laica y más comunitaria del Evangelio. El sábado 12 el congreso se trasladó a un ambiente civil, tras la primera sesión que se había llevado a cabo en un ambiente eclesial. Ello remarcaba la doble valencia operativa del carisma al servicio de la unidad.  En la prestigiosa sede del  Palazzo Vecchio, en la de la Sala “dei Cinquecento” –que viera desarrollarse, desde el año 1964, varios congresos de los Focolares, y donde la misma Chiara Lubich en el año  2000 recibiera la ciudadanía honoraria de Florencia– abrió los trabajos la actual Presidente de los Focolares,  Margaret Karram. Ella destacó la importancia de la sede de Florencia, recordando a  Giorgio La Pira, el alcalde santo, hombre de paz y de “Iglesia viva”.  En su memoria, ya en 1974, junto al Cardenal Benelli, Chiara Lubich había fundado el Centro Internacional de Estudiantes Giorgio La Pira, vinculando así inescindiblemente su nombre a la ciudad del Arno. Por lo tanto, Florencia como ciudad de paz, con vínculos privilegiados con ese Medio Oriente de donde proviene Margaret Karram, palestina de pasaporte israelí.  “Trabajamos para crear en todas partes relaciones de paz, el bien más precioso que la humanidad pueda tener”, dijo la presidente de los Focolares.  Luego, el mensaje del Cardenal Giuseppe Betori, ausente por motivos de salud, fue un eco de las palabras de Karram: “La experiencia del diálogo, a todos los niveles, que caracterizó la vida de Chiara Lubich, se fundaba en una intuición evangélica acerca de la relación entre interioridad y exterioridad, en donde la relación con el otro era una prolongación causal y consecuencial de la unión íntima con Dios”. Prosiguiendo con el Congreso en el Palazzo Vecchio, hablando de la Dei Verbum, Vincenzo Di Pilato (FTP) con un tinte eminentemente teológico afrontó el tema: “El alfabeto para conocer a Cristo. La Palabra de Dios evento  permanente de salvación en la Dei Verbum”. Por su parte, Florence Gillet, del Centro Chiara Lubich, afrontó, en cambio, un tema en la frontera entre historia y eclesiología: “La Palabra de Dios en Chiara Lubich: presencia viva de  Cristo que genera la Iglesia”. Siguió una mesa redonda con Giovanna Porrino (IUS) sobre “La Palabra en la vida de la Iglesia”, Declan O’Byrne (IUS), “La Palabra y el Espíritu”, Angelo Maffeis (FTIS) sobre “La Palabra de Dios como principio de unidad” y con el teólogo evangélico Stefan Tobler (USBL) sobre “Una mística de la Palabra como camino al ecumenismo”. Luego fue el momento de la tercera y última sesión del Congreso, dedicada a la Lumen Gentium, con una esperada conferencia de Monseñor Brendan Leahy (Obispo de Limerick, Irlanda) sobre “La Iglesia y el principio mariano”. La siguiente mesa redonda contó con los discursos de Alessandro Clemenzia (FTIC / IUS), “La Iglesia desde la Trinidad”, de Assunta Steccanella (FTT/TV), “El pueblo mesiánico”, de Erio Castellucci, Obispo de Módena y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana,  “Colegialidad episcopal y sinodalidad de la Iglesia” y de Cristiana Dobner (carmelita descalza), “Los carismas en la misión de la Iglesia”. Para terminar, el tema  “Un ícono de la eclesiología del  Vaticano II” fue expuesto por la teóloga Yvonne Dohna Schlobitten de la Universidad Gregoriana. La Sala “dei Cinquecento” que, aun cargada de símbolos guerreros que se destacan en las grandes pinturas colgadas a las paredes, oyó las palabras de paz de La Pira, de Bargellini, y de Chiara Lubich, fue anfitriona el 12 de marzo, de un evento que mostró que la Iglesia y la sociedad civil pueden dar testimonio de comunión y de diálogo, estimulando  la política a asumir como horizonte propio la paz y su construcción.

Michele Zanzucchi

 

En casa de Chiara “Luce” Badano

En casa de Chiara “Luce” Badano

Los días 6 y 7 de marzo de 2022 la presidente y el copresidente de los Focolares se trasladaron a Sassello (Italia), ciudad natal de la beata. Un encuentro íntimo y personal con Chiara Luce y con la Fundación que protege y promueve su memoria. Hay un antes y un después de pasar por Sassello, la ciudad natal de Chiara “Luce” Badano en la provincia de Savona (Italia). Seguro que se puede conocer a la joven beata a través de libros, documentales o la presencia masiva en las redes sociales, pero si tienes la suerte de poder ir a Sassello, todo cambia. Porque en el cementerio o a través de su madre María Teresa y amigos-testigos, la relación con ella salta inmediatamente a otro nivel: el del encuentro personal. Y esto es lo que les sucedió el pasado 6 y 7 de marzo a Margaret Karram y a Jesús Morán que acudieron allí: uno de los primeros viajes fuera de casa de la presidente y del copresidente de los Focolares, un año después de la Asamblea que los eligió. Una visita privada, nacida del deseo, pues, de conocer a Chiara Luce, pero no solo. “En estos días he comprendido el carácter extraordinario de Chiara Luce; las raíces de su santidad” – ha comentado la presidente que pudo abrazar a María Teresa Badano, encontrarse con el obispo de Acqui, Monseñor Luigi Testore y reunirse con los miembros de la Fundación Chiara Badano. Han sido días importantes, vividos en un clima de creciente afecto, diálogo y de compartir para la reconstrucción de relaciones de confianza, colaboración y mirada común sobre numerosos desafíos y proyectos de futuro. Una visita relámpago, sin duda, salpicada por las preciosas “microhistorias” de María Teresa, que recordaba fragmentos de la vida cotidiana de Chiara Luce, como su constante y total apertura para acoger a quien venía a visitarla, hasta los últimos días de su la vida. En el cementerio, cara a cara con Chiara, “le hemos encomendado en primer lugar la paz en Ucrania y en los muchos lugares donde los conflictos no están en el punto de mira de los medios” – ha dicho Jesús Morán, – y luego a todos los jóvenes para los que es un modelo extraordinario y sumamente necesario, hoy más que nunca”.

Stefania Tanesini

El hilo que une: un Concilio y un Carisma

El hilo que une: un Concilio y un Carisma

Durante los días 11 y 12 de marzo de 2022, se llevará a cabo en Florencia el Congreso cuyo título es “El Concilio Vaticano II y el carisma de la Unidad de Chiara Lubich”, evento que ha nacido por la colaboración entre el  Centro Chiara Lubich y el Instituto Universitario Sophia y que también se podrá seguir en directo streaming en italiano e inglés. En los días 11 y 12 de marzo de  2022 la ciudad de Florencia, cuna del Renacimiento, será el marco externo que hospedará el Congreso con el  título  El Concilio Vaticano II y el carisma de la Unidad de Chiara Lubich. Partiendo de un atento análisis del evento conciliar, esta cita se propone ir al corazón de este recorrido in itinere (desde el Concilio hasta ahora), un momento que tras haberse fijado en la historia se realiza en el tiempo. Dos jornadas intensas que abrirán, gracias a la presencia de numerosas personalidades y autoridades, un camino de investigación y profundización, delineando el vínculo entre el carisma de la fundadora de los Focolares y el Vaticano II. Tres sesiones con títulos significativos: Una coincidencia cronológica y kairológica: un Concilio y un carisma; La Palabra se hace Iglesia; La Iglesia se hace Palabra. Vincenzo Di Pilato, docente de Teología Fundamental en la Facultad Teológica de la Región de Puglia, en Italia y Florence Gillet del Centro Chiara Lubich, teóloga y estudiosa de la fundadora de los Focolares, serán dos de las voces de este Congreso.  Ahora responden a algunas preguntas acerca del evento. Prof. Di Pilato,  ¿en qué quiere hacer hincapié, de un modo particular, este momento de intercambio? En su intención originaria, el congreso se ubicaba dentro del Centenario del nacimiento de Chiara Lubich (1920-2020). Sin embargo, a causa de la emergencia sanitaria mundial ha sido postergado hasta hoy.  El objetivo era y sigue siendo el de sondar la reciprocidad fecunda entre el carisma de la unidad y las dos Constituciones promulgadas por el Concilio II sobre la Revelación de Dios y sobre la Iglesia: Dei Verbum y Lumen Gentium. ¿De qué manera estos dos documentos encontraron en la experiencia eclesial suscitada por el carisma de la unidad un fecundo lugar de interpretación y de desarrollo? Y viceversa: ¿en qué medida el florecimiento de vida eclesial promovido por el carisma de la unidad se hizo posible justamente por el horizonte abierto por el evento extraordinario del Concilio? Son las preguntas de fondo que acompañarán el diálogo en la sala entre los participantes. De todos modos, hay que recordar que fue el  Vaticano II el que confirmó esta unidad esencial entre dones jerárquicos y dones carismáticos (cf. Lumen gentium, número 4). Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI llegaron a hablar de  “co-esencialidad” de estos dones, mientras que recientemente el Papa Francisco remarcó que la acción del Espíritu Santo produce “armonía” entre los distintos dones, recordando a las asociaciones carismáticas la apertura misionera y la sinodalidad. Doctora Gillet, ¿de qué preguntas ustedes han partido para organizar este congreso? Podríamos preguntarnos si no es demasiado osado poner en paralelo dos eventos tan distintos. ¿Qué relación podría existir entre un Concilio ecuménico que vio intervenir a 3000 Obispos y grandes teólogos con visiones proféticas para la Iglesia, y un carisma dado a una joven mujer veinte años antes, de donde nació una Obra que se esparció por todo el mundo? Para responder, notamos en primer lugar la sintonía en el origen: el Espíritu Santo que quiere hablar al mundo en los umbrales del tercer milenio. Luego se trata de dos eventos en camino que siempre se tendrán que fecundar recíprocamente: el Concilio Vaticano II aún no ha sido plenamente acogido, si bien su recepción hoy está en curso significativamente en el proceso sinodal promovido por el Papa Francisco. Nos reserva aún muchas sorpresas. Por otro lado, el carisma de la unidad todavía tiene que manifestar toda su potencialidad, tiene que traducirse en vida en el pueblo de Dios: de alguna manera está aún en los comienzos, como dijo el Papa cuando visitó Loppiano en 2018. Prof. Di Pilato, ¿Cómo interpretar el carisma de la unidad de Chiara Lubich a la luz de lo que está sucediendo hoy en el mundo? La pandemia parecía el contexto funesto en el que se tendría que haber celebrado inicialmente el congreso. Pero la opción que se hizo por postergarlo nos ha catapultado de improviso a otro escenario no menos dramático. En este sentido, la experiencia paradigmática de Chiara Lubich y de sus primeras compañeras en Trento, durante el segundo conflicto mundial, nos ofrece una clave de lectura del congreso. Es conocido por todos el rol que la Palabra de Dios asumió para esas jóvenes mujeres en un tiempo marcado por el derrumbe de los ideales, tiempo en el que habían crecido. La luz que surgía de las páginas del pequeño Evangelio que llevaban consigo durante los bombardeos, las guió para sanar las heridas físicas y existenciales, para inspirar a millones de persones en el mundo y para implicarlas en la realización del sueño de Dios: la fraternidad universal, “que todos sean uno”. Y fue la Palabra de Dios, traducida en compromiso social en favor de los pobres necesitados, lo que generó una Iglesia viva como pudo confirmar, con sorpresa y gran alegría, su Obispo de ese entonces. Hoy también, mientras todo parece derrumbarse nuevamente bajo los golpes de una política miope y desmemoriada, no nos queda más que la Palabra de Vida como algo seguro en nuestras manos, la única que es capaz de regenerar la Iglesia. Y sobre ese testimonio de vida, la Iglesia podrá llegar a ser para el mundo entero Palabra autorizada de paz y unidad. Para seguir en directo streaming el evento: https://live.focolare.org/firenze2022 .

Maria Grazia Berretta

Counicado de prensa Program brochure

Chiara Lubich: la belleza del cristianismo

La Palabra de Vida de marzo de 2022 nos invita a poner en práctica la frase que repetimos todos los días en el Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Pero ¿cómo podemos perdonar? Perdonar. Perdonar siempre. El perdón no es olvido, que en muchos casos significa no querer afrontar la realidad. El perdón no es debilidad, es decir, no tener en cuenta una ofensa por miedo a quien la cometió, que es más fuerte. El perdón no consiste en considerar que lo que es grave no tiene importancia, o tomar por bien lo que está mal. El perdón no es indiferencia. El perdón es un acto de voluntad y de lucidez –por tanto, de libertad– que consiste en acoger al hermano tal como es a pesar del daño que nos ha hecho, como Dios nos acoge a los pecadores a pesar de nuestros defectos. El perdón consiste en no responder a una ofensa con otra ofensa, sino en hacer lo que Pablo dice: “No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien”. (Rm 12, 21). El perdón consiste en abrir a quien te ofende la posibilidad de una nueva relación contigo, es decir, la posibilidad para él y para ti de reanudar la vida, de tener un porvenir en el que el mal no tenga la última palabra. (…) Por tanto, debes comportarte así ante todo con tus hermanos en la fe: en la familia, en el trabajo, en clase y en tu comunidad, si formas parte de alguna. Sabes que es normal querer compensar con una palabra o con un acto proporcionado la ofensa que uno ha sufrido. Y sabes que, por diversidad de caracteres, por nerviosismo o por otras causas, es frecuente faltar al amor entre personas que viven juntas. Pues bien, recuerda que solo una actitud de perdón, continuamente renovada, puede mantener la paz y la unidad entre los hermanos. Siempre tendrás tendencia a pensar en los defectos de tus hermanos, a recordar su pasado, a querer que sean distintos de cómo son… Es necesario que te acostumbres a verlos con ojos nuevos y a verlos nuevos en sí mismos, a aceptarlos siempre, enseguida y hasta el fondo, aunque no se arrepientan. Dirás: «Eso es difícil». Claro. Pero ahí está la belleza del cristianismo. Por algo sigues a un Dios que, mientras moría en la cruz, pidió perdón a su Padre para aquellos que le habían dado muerte. ¡Ánimo! Empieza una vida así. Te aseguro una paz jamás experimentada y una alegría desconocida.

Chiara Lubich

(Chiara Lubich, en Palabras de Vida/1, Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 228-229)