Movimiento de los Focolares

Primera jornada mundial de los abuelos y de los ancianos

El Papa Francisco ha dedicado esta celebración del 25 de julio a subrayar la vocación de la Tercera Edad. “Custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y hacerse cargo de los pequeños” sostiene Francisco en su mensaje. Para la ocasión hemos recogido algunas experiencias de abuelos y nietos que dan testimonio del amor entre las generaciones. “Cuando todo parece oscuro, como en estos meses de pandemia, el Señor sigue mandando ángeles para consolar nuestra soledad y repetirnos: “Yo estoy contigo todos los días”. En su mensaje por la primera Jornada Mundial de los abuelos y los ancianos, que se celebra el 25 de julio de 2021, el Papa Francisco ha querido ofrecer un mensaje de esperanza y cercanía a los abuelos y a los ancianos de todo el mundo. ¡Quisiera que “cada abuelo, cada anciano, cada abuela, cada anciana -especialmente quién entre nosotros está más solo- reciba la visita de un ángel!” a través de un nieto, un familiar, un amigo. Durante este periodo de pandemia hemos comprendido cuán importantes son los abrazos, las visitas, los gestos de amor. Signos que se viven cotidianamente entre abuelos y nietos o con los vecinos de casa ancianos. Por ejemplo Martín tiene 8 años y es un Gen 4 -los niños de los Focolares- que vive en Uruguay. Vive cerca de una anciana abuelita, que cultiva flores en su jardín. Algunas veces unos niños tiran el balón a su jardín haciéndola enojar, y después se burlan de ella. Martón se da cuenta de que esto no está bien y entonces decide ayudar a la señora. Toma una carriola y quita la mala hierba y la basura del jardín. La señora le agradeció y, cada vez que la ayuda, le regala un dinerito, que él comparte con los pobres. Nicola en cambio es abuelo de 8 nietos. Un día un Gen 4 lo invita a hablar en el catecismo sobre la familia. Mientras camina ve un nido que se había caído de una rama y que estaba abandonado. Lo recoge y lo lleva al catecismo. Una linda idea, porque así puede explicar cómo nace un nido, pero también cómo nace una familia. Todos tienen algo que agregar y la hora del catecismo pasa muy rápido. Rosaria tiene 70 anni y es una abuela que se dedica mucho a sus nietos y a los Gen 4 de la comunidad local. “Siempre me parece que hago pocas cosas -cuenta- pero me doy cuenta de que algo pasa, hacen experiencias que no me habría imaginado. Por ejemplo, una niña de la escuela le arañó la cara a Tommaso. Cuando la maestra se da cuenta le pregunta por qué no le había dicho nada. Y él responde excusando a la compañera porque no lo había hecho a propósito. Cuando la maestra se lo cuenta a sus padres, quedan sorprendidos positivamente porque nunca se había comportado así”. La abuela Rosaria tiene un secreto, todos los días reza por todos los Gen 4 y por todos los niños del mundo. “Creo que esto es lo más importante”. La abuela Mary de New York relata en Living city: “Hace algunos años antes de Navidad nuestra nieta Cecilia, que entonces tenía 11 años, regresó a la casa con un bolso lleno de regalos comprados con el dinero que le había dado su mamá. Estaba tan feliz mientras hacía ver lo que había elegido para un par de amigos y para sus familiares. ¡Me quedé maravillada del amor con el que había elegido esos regalos!”. Empecé a contarle cómo había sido mi Navidad cuando era niña y vivía en Filipinas. Éramos bastante pobres. Después de la misa de medianoche íbamos a la casa de los vecinos para cenar juntos. Cada uno de nosotros recibía una manzana roja deliciosa como regalo de Navidad. ¡Era algo realmente especial! Cecilia escuchándome dijo: “¿De verdad? Una manzana roja deliciosa?”. “Sí”, le dije, “¡una manzana roja deliciosa!”. En cuanto su papá volvió a casa le dijo: “¿Sabes qué recibió la abuela de regalo de Navidad? ¡Una manzana roja deliciosa!”. El día de Navidad, estábamos festejando en nuestra casa de Nueva York con algunos de nuestros hijos y sus hijas. Mi nuera trajo una cesta con escrito “Feliz Navidad” y dentro una docena de manzanas, diciendo: “Cecilia me llamó y me pidió: ‘¿Comprarías 12 manzanas para la abuela, para que no tenga solo una sino 12 para Navidad? ¡Qué regalo de Navidad! Hemos descubierto más y más veces que no es necesario tener muchos regalos para amar a Dios y a los demás en Navidad. A veces basta una manzana roja y deliciosa”.

Lorenzo Russo

  Videomensaje del Papa por la primera JOrnada mundial de los abuelos y de los ancianos  https://youtu.be/1qhzDGFl-6w

Evangelio vivido: anclarse en Dios

Como el ancla, que aferrándose al fondo marino da a los navegantes seguridad, así es la esperanza que nos mantiene seguros en Dios y que refuerza nuestra fe. Clase de francés En el liceo, clase de francés. El profesor no llegaba. Estábamos juntas dos secciones, no nos conocíamos y durante la espera crecía la incomodidad. A este punto, superando el temor de ser juzgado o que se burlaran de mí, tomé la iniciativa de compartir con mis compañeros algunos textos de poesías en francés, idioma que conozco bastante bien. Después me puse a escribir en la pizarra, siempre en francés, el “Padre nuestro”. Los demás empezaron a copiar el texto. Cuando recién terminé de escribir, entró la profesora, que, viendo a los alumnos que trabajaban silenciosamente, se quedó sorprendida, casi conmovida. Resultado: le puso un 10 -la nota más alta- a toda la clase. (Ralf – Rumanía) El suicidio de un hijo Luca tenía 19 años y era muy sensible. No lograba aceptar el mal que a veces parece prevalecer en el mundo. Cuando se suicidó, solo el anclarnos en Dios y el apoyo de la comunidad nos dieron un poco de alivio y esperanza. Nuestra relación como pareja subió de nivel. También nuestro otro hijo, Enrico, reaccionó poniéndose al servicio de los demás y ahora trabaja en una comunidad de jóvenes desadaptados. Ciertamente con el pasar del tiempo advertimos fuerte la ausencia de Luca, pero un hecho nos ha dado fuerza. Un amigo nuestro nos habló de un joven enfermo de cáncer que, cansado de todo, rechazaba la quimioterapia y prefería dejarse morir. Le hablé de Luca, que también había frecuentado su escuela, y de cómo su trágica desaparición había llevado a mucha gente a “despertar” y ser más sensible con los demás, y al final ese joven aceptó continuar con el tratamiento. Este episodio nos hizo entender que la vida sigue adelante y fue el estímulo para ser fuertes y sembrar esperanza en quienes encontramos. (Maurizio – Italia) Mi ambición Después de haber trabajado durante años en un conjunto musical de éxito, con el crecimiento de mi familia había emprendido un trabajo en una agencia cultural que organizaba conciertos. Pero debido a los efectos de la pandemia muchas cosas cambiaron, también para mí; había pocos contratos, pocos espectáculos. Ante un futuro cada vez más incierto me preguntaba cómo salir adelante. Después, recibí una llamada telefónica de una persona que había conocido porque me había ayudado cargando y descargando instrumentos, quería saber cómo me estaba yendo, si tenía necesidad de trabajo, dado que en el supermercado donde trabajaba necesitaban personal. Acepté. Y de esta forma pasé de los contactos con las filarmónicas a ayudar a la viejita desorientada a encontrar el estante donde estaban los huevos y el aceite… La gran lección de la pandemia ha sido precisamente esta, el amor pasa a través de pequeños gestos de amor silenciosos, y no a través de proclamas ruidosas. En mi juventud mi verdadera ambición era llegar a ser rico… ahora soy rico en otro sentido, he descubierto una dimensión más auténtica y más bella de la humanidad. (T. M. – República Checa)

A cargo de Lorenzo Russo

  (tomado de Il Vangelo del Giorno (El Evangelio del día), Città Nuova, anño VII, n.4, julio-agosto 2021)

Bangui, África Central: una escuela para cambiar el futuro

Bangui, África Central: una escuela para cambiar el futuro

En las afueras de la capital de la República Centroafricana, miembros de los Focolares fundaron una escuela. Hasta la fecha, acoge a más de 500 niños, muchos de los cuales, después de largos períodos de guerra, deben recuperar los años escolares perdidos. Estamos en Bangui, la capital de la República Centroafricana, un Estado ubicado en la parte interna y central del continente africano, sin salida al mar. La capital está ubicada en el suroeste, en una zona fronteriza con la República Democrática del Congo. Hace cuatro años en un suburbio de Bangui nació una guardería y escuela primaria llamada Sainte Claire (Santa Clara), que actualmente alberga a 514 alumnos. Se fundó tras un llamamiento que habían lanzado el papa Francisco y Maria Voce, entonces presidenta de los Focolares: para atender las necesidades de la gente, especialmente hacia las periferias. “Para nosotros, la necesidad más urgente era la educación – explica Bernadine, miembro de los Focolares y directora de la escuela Sainte Claire – porque, después de largos años de guerra, muchos niños habían perdido varios años de escuela. Por lo tanto, podríamos ayudarlos a recuperar y alcanzar el nivel de sus compañeros”. Al estar ubicada en un vecindario suburbano, la escuela recibió de inmediato a muchos niños nacidos de familias que huyeron de la ciudad, donde la guerra destruyó sus hogares. “Vienen aquí para renacer, para comenzar una nueva vida”, continúa Bernadine. El Instituto Sainte Claire es católico y, fundado por miembros del Movimiento de los Focolares, trata de transmitir una enseñanza basada en la cultura de la unidad. El director explica: “cada día se comienza con la oración de la mañana; luego tiramos el dado del amor, en el que se puede leer frases cortas para vivir bien el día. Al día siguiente, antes de volver a tirar el dado, compartimos las experiencias del día anterior. Están los que ayudaron a su madre a lavar los platos, los que hicieron las paces con su amigo después de una pelea…”. En este momento ya no hay guerra en el país y la situación a nivel político es más tranquila. Sin embargo, aún quedan muchas secuelas que repercuten en la población, entre ellas el toque de queda de las 20:00 a las 5.00 de la mañana. Luego, hay numerosas complicaciones vinculadas a factores económicos y sociales. Bernadine, explica: “Hace unos días, por ejemplo, hubo una gran lluvia que dañó los cables eléctricos. A partir de ese momento disponemos de electricidad solo durante 2-3 horas al día. Esto cambia mucho la vida de las personas: empezando por la comida, que no se puede conservar. Por no hablar de todos los que trabajan con electricidad: ¡no pueden realizar sus actividades durante varios días!”. Luego se añadió la pandemia. En 2020, el instituto Sainte Claire tuvo que cerrar definitivamente el año en marzo en lugar de junio, lo que tuvo un fuerte impacto en la educación de los alumnos, que nuevamente se quedaron sin escuela. Pero las consecuencias económicas para todo el país también fueron duras: se cerraron las fronteras y la República Centroafricana, sin acceso al mar, tuvo dificultades con la entrega de mercancías desde el exterior. Por tanto, ha habido un fuerte aumento de los precios. Sin embargo, a pesar de las dificultades del momento, las actividades de la escuela se han reanudado y continúan: “durante la Semana Mundo Unido de este año (del 1 al 9 de mayo) los niños ayudaron a construir un campo deportivo, plantando las semillas del césped, de manera que en unos meses podrán usarlo como un lugar para practicar deportes”. La educación, por tanto, no se detiene, incluso en medio de las dificultades: todavía nos permite sembrar nuevas semillas de esperanza, para un futuro mejor.

Laura Salerno

Es cosa de dos

Es un trabajo entre dos, en perfecta comunión, que exige de nosotros una fe grande en el amor de Dios por sus hijos. Esta confianza recíproca produce milagros. Se verá que, donde no hemos llegado nosotros, ha llegado verdaderamente Otro que ha actuado inmensamente mejor que nosotros. Es gran sabiduría emplear el tiempo que tenemos viviendo perfectamente la voluntad de Dios en el momento presente. Sin embargo, a veces nos invaden pensamientos tan agobiantes –tanto con relación al pasado o al futuro como al presente, pero concernientes a lugares, circunstancias o personas a las que no podemos dedicarnos directamente–, que cuesta un grandísimo esfuerzo manejar el timón de la barca de nuestra vida manteniendo el rumbo hacia lo que Dios quiere de nosotros en ese momento presente. Entonces, para vivir bien, con perfección, se necesita una voluntad, una decisión, pero sobre todo una confianza en Dios que puede llegar hasta el heroísmo. «Yo no puedo hacer nada en ese caso, por esa persona querida, en peligro o enferma, por esa circunstancia intrincada… Pues bien, haré lo que Dios quiere de mí en este momento: estudiar bien, barrer bien, rezar bien, atender bien a mis niños… Y Dios se encargará de desenredar esa madeja, de consolar a quien sufre, de resolver esa situación imprevista». Es un trabajo entre dos, en perfecta comunión, que exige de nosotros una fe grande en el amor de Dios por sus hijos y le da al mismo Dios, por nuestro modo de actuar, la posibilidad de tener confianza en nosotros. Esta confianza recíproca produce milagros. Se verá que, donde no hemos llegado nosotros, ha llegado verdaderamente Otro que ha actuado inmensamente mejor que nosotros. Este acto heroico de confianza será premiado; nuestra vida, limitada a un solo campo, adquirirá una dimensión nueva; nos sentiremos en contacto con lo infinito que anhelamos, y la fe, al cobrar nuevo vigor, reforzará en nosotros la caridad, el amor. Nos olvidaremos completamente de lo que significa la soledad. Resultará más evidente, porque lo hemos experimentado, que somos de verdad hijos de un Dios Padre que todo lo puede.

Chiara Lubich

  (De El tiempo queda, Ciudad Nueva, Madrid, 2ªEd 2005, pp. 36-38)  

Manaus, Brasil: la pastoral del pueblo de la calle

Manaus, Brasil: la pastoral del pueblo de la calle

La experiencia del focolar de Manaus ayudando a los sin techo. Un forma de ser Iglesia en salida, ir a las periferias existenciales y buscar a los más necesitados. Hace algunos meses, un focolarino del focolar de Manaus, Brasil, sintió el deseo de hacer algo para ayudar a las personas que se encuentran en dificultades.  Para ello, contactó a varios sacerdotes y religiosas y se puso a su disposición. Después de alrededor de un mes nació la posibilidad de dar una mano en la “pastoral del pueblo de la calle”, o sea para ayudar a los sin techo. Todo el focolar se vio involucrado en ello:  Renzo, Daniel, Francisco, Valdir y Junior. Todos los domingos por la noche en la plaza de la iglesia “Nossa Senhora dos Remedios”, en el centro histórico de la ciudad, uno de esos lugares bien concurridos durante el día y peligrosos de noche, empezamos a ayudar en la breve Celebración de la Palabra, luego en darles a los sin techo una comida y quedarnos con ellos para escucharlos.  Ellos rezan con nosotros y nos cuentan lo que viven durante la semana. Hay algunos voluntarios que les dan la comida y luego se marchan rápidamente. Los sin techo nos reconocen y nos agradecen pues para ellos estar juntos, rezar, hablar, comunicar la vida de cada uno y ser escuchados les sacia el alma como una comida lo hace con el estómago. Muchas veces nos lo han dicho. Nuestra presencia es una consecuencia del amor, del hecho de estar siempre disponibles para intercambiar alguna palabra y crear relaciones con todos, y también con el equipo de la pastoral. Pero todo ello no es suficiente. Por lo tanto, todos los viernes por la tarde, nos ofrecemos para ayudar a los sin techo para que se puedan duchar y cambiarse, con ropa que personas generosas nos donan. Hemos involucrado en esta acción a la Comunidad de los Focolares también, para recolectar ropa, zapatos, pantuflas… y es muy sugestivo ver la sensibilidad con relación a esta actividad y también es muy bonito recibir comentarios positivos todas las veces que comunicamos esta experiencia.  Muchos nos alientan a continuar o vienen a ayudarnos. Con el aislamiento obligatorio a causa del Covid lamentablemente se han interrumpido varias actividades en favor de los más pobres. Entonces, tuvimos un encuentro online para decidir qué hacer y estaba presente también el arzobispo Mons. Leonardo Steiner. Impactado por esta situación, nos donó una suma de dinero para que pudiéramos seguir ofreciendo una comida al día, durante 20 días, para doscientas personas, repartidas en dos grandes plazas del centro histórico. Sin duda, trabajar dos o tres horas con todo el equipamiento de seguridad necesario y el calor de Manaus es bastante agotador, pero también es una manera concreta de ir a las periferias existenciales, ir a buscar a los más necesitados, los predilectos del Padre, ofreciendo el dolor de poder hacer tan poco frente a este Jesús Abandonado que presenta muchísimas necesidades. Nos duele que no podemos hacer más por ellos, más que brindarles una sonrisa, escucharlos y darles nuestro amor. La Providencia, además, no falta nunca. De las autoridades del Ministerio del Trabajo, nos buscaron para darnos dinero y recursos para garantizar trescientos almuerzos durante 15 días  más. Ello significa más trabajo para nosotros voluntarios, pero no se le puede decir que no a una providencia tal y además creemos que Dios se nos manifestará para darnos energías, salud u otros voluntarios que nos ayuden.  

Los focolarinos del focolar de Manaus

Abuelos y nietos: cómo transmitir los valores de la vida

Abuelos y nietos: cómo transmitir los valores de la vida

Se aproxima la primera Jornada mundial de los abuelos y los ancianos promovida por el Papa Francisco para el 25 de julio de 2021.  Los abuelos Sarah y Declan O’Brien nos cuentan cómo viven su diálogo con los nietos que nunca han tenido ocasión de conocer a Dios. En mi camino de fe, estuve influenciada profundamente por mi abuelo. Él venía de una familia tradicional irlandesa que se estableció en el Yorkshire a finales del siglo XIX. Llegó a ser, gracias a su duro trabajo y honestidad, un hombre de negocios respetado y exitoso en Bradford. Esencialmente, era un hombre de Dios y amaba la Iglesia, pero no hablaba mucho de esas cosas. Lo que yo había notado en él era su amor para con todos y su amor particular conmigo, su nieta. Su forma de vivir tuvo un gran efecto en mí e influyó mucho en las decisiones que tomé luego. Ahora, mi marido Declan y yo somos abuelos. Los padres de nuestros cuatro nietos han optado por no educar a sus hijos en la fe en Dios.  Nosotros respetamos sus decisiones, mientras tratamos de descubrir nuevas maneras para transmitir los valores de la fe, ofrecidos con creatividad y amor, y en forma amena. Una manera es la de pasar tiempo con nuestros nietos allí donde viven, en París. El Papa Francisco nos dice: “El tiempo es más grande que el espacio”. Como nuestros cuatro nietos viven en el extranjero, el tiempo que pasamos con ellos es aún más importante. En ese tiempo que pasamos juntos, tratamos de amar a nuestros nietos con paciencia, ternura, bondad, misericordia y perdón. Nosotros también experimentamos su amor y su misericordia. Lógicamente, estamos lejos de la perfección y cometemos muchos errores en el camino, y en la vida familiar no podemos escondernos detrás de una máscara. Nuestros nietos pueden ver nuestra autenticidad o la falta de ella. Cuando vamos a verlos nos sentamos todos juntos a la mesa para la cena. Pero a veces nuestro hijo, una persona que nos impresiona por el amor que tiene con todos, instaura discusiones polémicas con nosotros. Nuestros nietos pueden ver cómo respondemos en estas situaciones, si tratamos sólo de ganar puntos sobre el otro o si tratamos de tener un verdadero diálogo.  Muchas veces no lo logramos, pero intentamos ponernos en los zapatos de nuestro hijo, escuchando bien, perdonándole algunas observaciones ultrajantes, sirviéndole otro vaso de agua, llevando la discusión a una instancia positiva. Cuando conseguimos poner en práctica todo eso, y nuestras acciones están inspiradas por el amor, esperamos que nuestros nietos lo perciban. Una segunda manera de transmitir nuestra fe es compartir cosas importantes con nuestros nietos. Pasar tiempo con ellos nos permite hablar, cuando es el momento, “de cosas importantes con simplicidad y paz” (Amoris Laetitia 260). Tratamos de tener la fuerza de decir lo que es realmente importante para ellos. Ellos también pueden plantearnos a nosotros cosas significativas, si estamos atentos para escucharlos.  De esta manera podeos tener breves diálogos con ellos, como entre amigos.  “Nada de largas prédicas, son suficientes pocas palabras”, dice Chiara Lubich, fundadora de los Focolares. Un tercer camino es la oración. No estamos en condiciones de rezar con nuestros nietos, pero por supuesto podemos rezar por ellos. Y cuando salimos juntos a pasear, a veces podemos visitar una iglesia. Una vez entramos en un templo justo en el momento de una adoración eucarística y recibieron la bendición. Hemos gozado con ellos el silencio de estar en una iglesia. Se dan cuenta de que nosotros vamos a misa y en alguna oportunidad nos pidieron para ir con nosotros. Nuestros nietos no leen la Biblia, pero para Navidad recibimos un hermoso libro pop-up para niños y les leímos la historia de la Navidad, que nunca habían oído. Tal vez la única Biblia que pueden leer es a través de nosotros. Nuestra esperanza, nuestra alegría, nuestro amor pueden ser su buena nueva, “una fuente de luz en el camino”, como escribió el Papa Francisco en la Amoris Laetitia (290).

Sarah e Declan O’Brien

  Publicado primero en Living City y compartido en el World Meeting of Families de 2018 en Dublin