Movimiento de los Focolares
El Padre Foresi: los años de su trabajo en la encarnación del carisma

El Padre Foresi: los años de su trabajo en la encarnación del carisma

Tras la publicación de la primera parte de la biografía del Padre Foresi dedicada al período inicial de su vida, salió también la segunda parte, que lleva como título: “La regola e l’eccesso” (La regla y el exceso) de la Editorial Città Nuova, de las tres previstas, que afronta los años que van de 1954 a 1962. ¿Qué surge, para Usted, en este volumen como nota característica de ese período de la vida de Foresi?

Una nota que caracteriza profundamente la vida y la experiencia de Pasquale Foresi en los años indicados se puede expresar de la siguiente manera: era un espíritu libre, de una persona animada por una tensión creativa entre carisma y cultura, movida por la exigencia de traducir espiritual y operativamente la inspiración de Chiara Lubich (el carisma de la unidad) y la necesidad, de alguna manera, de darle espesor teológico, filosófica e institucional, en un contexto eclesial ampliamente preconciliar. El libro lo describe muy bien, como una persona comprometida, junto a Chiara Lubich, en “encarnar” el carisma en formas comprensibles para la Iglesia del tiempo y para el mundo cultural y laico en general. En ese sentido se puede llegar a definirlo, más allá de un cofundador, también como un intérprete eclesial del carisma; como la persona que trataba de hacerlo “explicable” en los códigos de la Iglesia y que quiso ser constructor de puentes entre la dimensión mística de Chiara Lubich y la teología clásica, haciéndola accesible a muchos sin aguarla.

Al mismo tiempo Foresi era un intelectual atípico y un pensador original. A pesar de no haber dejado grandes obras sistemáticas (tampoco se lo había propuesto como tarea específica), ejerció un fuerte impacto en la Obra de María (Movimiento de los Focolares), justamente en el lapso de tiempo descrito en este volumen. Este segundo libro documenta una existencia dinámica, atravesada por un sentimiento de urgencia, como si las palabras del Evangelio relacionadas con el desarrollo del Movimiento de los Focolares tuvieran que encarnarse “enseguida”, sin postergaciones.

«Don Foresi, un espíritu libre, una persona animada por una tensión creativa entre carisma y cultura».

Nuestro entrevistado, el profesor Marco Luppi, investigador de Historia Contemporánea en el Instituto Universitario Sophia de Loppiano (Italia).

Las más de 600 páginas del texto afrontan no sólo los episodios que se refieren a la vida de Foresi en el período en examen, sino que también trazan la vida y la historia de Chiara Lubich y del Movimiento de los Focolares de esos años, detallando también situaciones y acontecimientos en los cuales él no estuvo presente, como el mismo autor afirma. ¿Por qué piensa Usted que se hizo esa opción editorial?

Zanzucchi incluye eventos y episodios de vida incluso que Foresi no vivió directamente porque su figura no puede separarse de la historia del Movimiento de los Focolares. Contar el contexto, los protagonistas y las dinámicas colectivas permite captar el significado del aporte de Foresi, insertándolo en la trama viva de una experiencia comunitaria. Como afirma claramente en su introducción, Zanzucchi ve en Foresi no sólo un protagonista, sino también un cofundador, o sea uno de los elementos estructurales y constitutivos del Movimiento de los Focolares. Por consiguiente la biografía de Foresi es inseparable de la biografía de la biografía del Movimiento. En otros términos, el autor adopta una perspectiva que podríamos definir “biografía inmersa”: no una simple reconstrucción individual, sino una narración relacional y contextual, en donde el sentido de la figura de Foresi surge del diálogo vivo con otros actores (Chiara Lubich, Igino Giordani, personalidades del ámbito eclesial, etc.) y con la historia colectiva del Movimiento.

El trabajo de Michele Zanzucchi es la primera biografía sobre Foresi. ¿Cuáles cree Usted que son los aspectos de la vida de Foresi que merecerían ulteriores profundizaciones e investigaciones históricas?

A Zanzucchi le gusta decir, a menudo, que él no es un historiador puro, sino más bien un narrador y divulgador atento y escrupuloso y que por lo tanto en varios momentos se tomó esa licencia, con la finalidad de aclarar algún pasaje no demasiado explícito. Pero, sin duda, ése es un trabajo muy importante y un primer esfuerzo por devolvernos la personalidad y la vivencia de Foresi con una mirada completa. Es una mirada, y muchas otras podrá haber, a través de ese mismo espíritu crítico, abierto a múltiples interpretaciones, que debe animar la reconstrucción de la historia de todo el Movimiento de los Focolares y de sus figuras de referencia. Entre las muchas profundizaciones que tienen que ver con posibles futuras investigaciones sobre Foresi, indicaría tres. Una primera sobre el pensamiento teológico y filosófico de Foresi. Zanzucchi destaca que Foresi no fue un teólogo académico, sino más bien un “visionario cultural”, con una producción desperdigada en artículos, discursos y apuntes. Por ello se nota la falta de una exposición orgánica de su pensamiento sobre temas clave como Iglesia, sacramentos, relación fe-razón, etc. Además habría que estudiar la originalidad de su pensamiento eclesiológico, que anticipa algunas intuiciones conciliares. Una segunda investigación podría ser la del rol “político” de Foresi y las relaciones con el mundo eclesiástico romano. El autor menciona repetidamente los vínculos de Foresi con la curia vaticana y con algunas personalidades eclesiásticas. Sin embargo, no queda del todo claro el peso que tuvo Foresi en las mediaciones políticas o eclesiales de la segunda posguerra y por lo tanto sería útil explorarlo, especialmente en los momentos de tensión con la jerarquía. Finalmente, un tercero y estimulante frente podría ser la iniciativa editoral y el “laboratorio cultural” de Città Nuova (Ciudad Nueva). Zanzucchi destaca el rol de Foresi como fundador, director e inspirador de la revista “Città Nuova”. ¿Qué tipo de “cultura” trataba de proponer Foresi? ¿Cómo se posicionaba respecto de otras revistas católicas (Civiltà Cattolica, L’Osservatore Romano, Il Regno)? Tarde o temprano será necesaria una monografía también sobre lo que hizo Foresi como editor y periodista, en el contexto de la prensa católica del siglo XX.

a cargo di Anna Lisa Innocenti
Foto: © Archivio CSC audiovisivi

MilONGa: una red de voluntariado joven con impacto global

MilONGa: una red de voluntariado joven con impacto global

En el mundo también surgen espacios en los que la fraternidad se cultiva con propósito. Uno de ellos es MilONGa, un proyecto que se ha establecido como una iniciativa clave en el ámbito del voluntariado internacional, con el objetivo de promover la paz y la solidaridad a través de acciones concretas.

MilONGa propone una alternativa concreta: vivir la solidaridad en primera persona, a través de experiencias que trascienden fronteras culturales, sociales y geográficas.

Su nombre, que proviene de “Mil organizaciones no gubernamentales activas”, es mucho más que un proyecto. Es una red que une a jóvenes con organizaciones de diversas partes del mundo, brindándoles la oportunidad de involucrarse activamente en iniciativas sociales, educativas, medioambientales y culturales. Desde su creación, el programa ha crecido tejiendo una comunidad global que se reconoce en valores compartidos: la paz, la reciprocidad y la ciudadanía activa.

Lo que distingue a MilONGa no es solo la diversidad de sus destinos o la riqueza de sus actividades, sino el tipo de experiencia que propone: una inmersión profunda en realidades locales, donde cada voluntario y voluntaria no llega a “ayudar”, sino a aprender, intercambiar, construir juntos. Se trata de un camino de formación integral que transforma tanto a quienes lo viven como a las comunidades que los acogen.

Los países donde se pueden realizar estas experiencias son tan diversos como los jóvenes que las protagonizan y abarca distintas latitudes: México, Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Perú en América, Kenia en África, España, Italia, Portugal y Alemania en Europa, Líbano y Jordania en Medio Oriente.

En cada uno, MilONGa colabora con organizaciones locales comprometidas con el desarrollo social y la construcción de una cultura de paz, ofreciendo a los voluntarios oportunidades de servicio que tienen un impacto real y duradero.

Detrás de MilONGa hay un sólido entramado de alianzas internacionales. El proyecto cuenta con el respaldo del AFR.E.S.H., project, co-financiado por la Unión Europea, que permite consolidar su estructura y ampliar su impacto. Además, forma parte del ecosistema de New Humanity, organización internacional comprometida con la promoción de una cultura de unidad y diálogo entre los pueblos.

Una historia que deja huella

Francesco Sorrenti fue uno de los voluntarios que viajó a África con el programa MilONGa. Su motivación no fue solo el deseo de “ayudar”, sino una necesidad más profunda de comprender y acercarse a una realidad que sentía lejana. “Era algo que me llevaba dentro desde hacía años: una curiosidad profunda, casi una urgencia de ver con mis propios ojos, de intentar acercarme a una realidad que sentía lejana”, cuenta Francesco sobre su experiencia en Kenia.

Su experiencia en Kenia estuvo marcada por momentos que lo transformaron. Uno de ellos fue su visita a Mathare, un barrio marginal de Nairobi. “Cuando uno de ellos me dijo: ´Mira, aquí viven mis padres. Yo nací aquí, mis hijos también. Mi esposa la conocí aquí, y probablemente muramos aquí´, sentí una impotencia muy fuerte. Entendí que antes de hacer cualquier cosa, era necesario detenerse. Que no estaba allí para arreglar las cosas, sino para mirar. Para no dar vuelta la cara”.

También vivió momentos de luz en su trabajo con niños en una escuela local. “La alegría de esos chicos era contagiosa, física. No hacían falta muchas palabras: bastaba estar ahí, jugar, compartir. Ahí comprendí que no se trata de hacer grandes cosas, sino simplemente de estar presente”, cuenta.

Dos años después de su experiencia, Francesco sigue sintiendo su impacto. “Mi manera de ver las cosas cambió: ahora valoro más lo que realmente importa y aprendí a apreciar la simplicidad. Esta experiencia también me dejó una forma de fuerza, una tenacidad interior. Te queda dentro una especie de resistencia, como la que vi en los ojos de quienes, al amanecer, querían hacerlo todo aunque no tuvieran nada”.

Encuentros que multiplican el compromiso

En abril de 2025, MilONGa formó parte del congreso internacional “Solidarity in Action, Builders of Peace” que tuvo lugar en la ciudad de Porto, en Portugal. Este encuentro fue organizado en conjunto por AMU (Azione per un Mondo Unito), New Humanity NGO y el Movimiento de los Focolares de Portugal, reuniendo a jóvenes líderes de todo el mundo vinculados a los programas Living Peace International y MilONGa.

Durante tres días, Porto se convirtió en un laboratorio de diálogo y acción, en el que los y las jóvenes participantes intercambiaron experiencias, compartieron buenas prácticas y construyeron estrategias conjuntas para fortalecer su rol como agentes de paz. MilONGa tuvo un rol clave, no solo a través de la participación activa de sus voluntarios, sino también mediante la creación de sinergias con otras redes juveniles comprometidas con la transformación social.

Uno de los momentos más significativos del congreso fue el espacio de talleres colaborativos, donde los y las participantes imaginaron y diseñaron proyectos concretos de impacto local y global.

MilONGa no se define solo por lo que hace, sino por el horizonte que propone: un mundo más justo, más unido, más humano. Un mundo donde la solidaridad no es una consigna, sino una práctica cotidiana; donde la paz no es una utopía, sino una responsabilidad compartida.

Manuel Nacinovich

Volver a nacer desde la oscuridad: un llamado a la unidad

Volver a nacer desde la oscuridad: un llamado a la unidad

Provengo de un contexto familiar de división; nací de una relación extra-matrimonial de mi padre. Por ello mantuve en secreto mi existencia y durante mucho tiempo sentí, sobre todo siendo niña, un temporáneo abandono de su parte.

Sentía que mi historia tenía algo que quedaba en la oscuridad. Lo que no sabía era que Jesús iniciaría un proceso de conversión radical en la vida de mi padre, que lo llevaría a ser un pastor pentecostal.

Mi historia y el sentido de abandono podrían haber sido, sin duda, un motivo para alejarme de la fe. Sin embargo, no fue lo que sucedió. Frente a la experiencia del abandono, no podía dejar de interrogarme acerca de ese amor que, incluso frente al dolor de una niña, había alcanzado la vida de mi padre. A veces me preguntaba: “¿Qué tipo de amor es éste, que es capaz de atravesar el dolor que estoy sintiendo?”. Cuando tenía 16 años, durante un crucero por la finalización de mis estudios secundarios, encontré ese amor. Una noche, sentada en la parte superior del buque, la voz del Señor habló claramente a mi corazón: “No has nacido para hacer lo que hacen tus amigos, Mayara, tú eres mía”. Gracias a lo que empezó allí, me volví una joven pentecostal convencida.

Cuando tenía 19 años, entré a la Pontificia Universidad Católica de San Pablo (Brasil) para estudiar teología. Tras una historia que sólo el Espíritu puede escribir, llegué a ser presidente del Centro académico y de la Comisión estudiantil de teología del Estado de San Pablo. Era muy amiga de algunos seminaristas, y tuve contactos con varias diócesis y órdenes religiosas; algunos sacerdotes visitaban mi casa a menudo. Al comienzo, mi madre bromeaba: “Nunca me hubiera imaginado tener a tantos sacerdotes en mi casa, Mayara”.

Por esa experiencia decidí escribir mi tesis final sobre la unidad de los cristianos, pero cuando empecé a pensar en qué camino tendría que seguir, se dieron muchas cosas que me llevaron a reflexionar sobre mi historia familiar; atravesé un profundo proceso de perdón y reconciliación. Y así, mientras perdonaba, escribía. En todo momento, mi memoria me recordaba cuánto puede doler tener una familia dividida, pero fue en esos momentos cuando el Señor también me preguntó: “¿Y mi familia, la Iglesia?” Podía, y sentí que era necesario, unir mi abandono al de Jesús.

«Decidí escribir mi tesis final sobre la unidad de los cristianos (…), y se dieron muchas cosas que me llevaron a reflexionar sobre mi historia familiar; atravesé un profundo proceso de perdón y reconciliación».

Nella foto: Mayara durante el Congreso Ecuménico
en Castel Gandolfo (Roma, Italia) en el mes de 2025

Partiendo del patrimonio común de la Sagrada Escritura, concluí esa etapa tan sufrida escribiendo sobre el tema: “El Espíritu y la Esposa dicen: ¡ven!” La figura de la Esposa como respuesta profética a la unidad de la Iglesia”. Fue ese paso el que me condujo al diálogo católico-pentecostal: a la Comisión para la unidad de la Renovación carismático-católica de San Pablo y a la Misión Somos uno. Fundada por laicos en el contexto de una comunidad católica (Coração Novo-RJ), la Misión Somos uno se basa en una carta de intenciones firmada por líderes católicos y evangélicos en la que se definen los cuatro pilares del camino de diálogo: respeto de las identidades confesionales, eclesialidad, no proselitismo y cultura del encuentro. En el calendario oficial de la ciudad de Rio de Janeiro incluso hay una semana cuyo título es “Semana Somos uno” y nos ha sorprendido que hayamos recibido el reconocimiento como Patrimonio cultural e inmaterial. En la práctica, la Misión reúne a líderes evangélicos, católicos y pentecostales con una finalidad común: proclamar la unidad de los cristianos. El diálogo teológico se ha hecho posible por la creación de un Grupo de trabajo (GdT) católico-pentecostal nacional. Su objetivo es reflexionar teológica y pastoralmente acerca de la experiencia carismático-pentecostal, a partir de la realidad latino-americana. Recientemente hemos publicado el primer informe, fruto de nuestros encuentros, sobre los dones del Espíritu Santo. En el 2022 empezó el trabajo de la Misión Jóvenes Somos Uno, un grupo en el que me encuentro totalmente involucrada con todo mi corazón y mi servicio. Por todos estos motivos veo a la Misión Somos uno como un signo de esperanza. En primer lugar, por toda la comunión que he experimentado y, en segundo lugar, porque mi historia personal se entrelaza sin duda con ella.

Como encargados que somos de ser “peregrinos de la esperanza”, quisiera concluir todo esto que les he compartido con una frase que mi padre dice cuando cuenta la historia de nuestra familia. Repite innumerables veces que ella nació entre dolores y heridas, pero inundada por el amor infinito de Dios; se trata de la tribulación que se ha convertido en vocación”. Cuando mi padre vislumbra esa realidad, cita siempre la carta de San Pablo a los Romanos: “Allí en donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia de Dios” (Romanos 5, 20). Parafraseando ese texto bíblico, en esta “Semana de oración por la unidad de los cristianos 2025”, en el año del Jubileo y de la celebración de tantos aniversarios importantes como el Concilio de Nicea, me anima y me hace pensar que en medio de tantas heridas abundantes a lo largo de la historia de la Iglesia, seguramente Dios hace sobreabundar su esperanza.

Mayara Pazetto
Foto: © CSC Audivisivi

Familia: perdonar y ser perdonados

Familia: perdonar y ser perdonados

Somos Aureliana y Julián de Paraguay, estamos casados desde hace 36 años y tenemos cinco hijos y seis nietos.

JULIÁN: Aureliana tenía 18 años y yo 19 cuando nos casamos. Estábamos muy enamorados y llenos de entusiasmo por construir una vida juntos. Los primeros cinco años fueron muy bonitos, éramos excelentes compañeros, trabajábamos juntos, nos ayudábamos y nos complementábamos bien. Pero después de siete años de matrimonio entramos en una crisis muy fuerte que casi nos lleva a la separación. La comunicación se volvió difícil; no conseguíamos hablar de nosotros mismos, de nuestra relación y todo ello nos fue alejando progresivamente. Sin embargo, ambos teníamos el deseo de dar lo mejor a nuestros hijos y progresar económicamente. Cada uno vivía a su modo, peleábamos bastante, pero lográbamos ir adelante.

AURELIANA: Cuando nuestras hijas llegaron a la adolescencia, una de ellas comenzó a tener actitudes rebeldes y, a sus 17 años, quedó embarazada y fue a convivir con el novio. En ese momento empezamos a pedir ayuda para fortalecernos como padres, incluso desde el punto de vista espiritual. Asistíamos a reuniones de grupos de familias y a retiros espirituales. Gracias a ello, logramos superar retos difíciles, poniendo cada uno de nosotros mucha buena voluntad.

JULIÁN: Teníamos una estabilidad económica, una hermosa familia, salud y una empresa familiar bien posicionada: ¡lo teníamos todo! Un día empecé a relacionarme, a través de las redes sociales, con una persona, e inicié una relación extramatrimonial con ella. En esos momentos mi padre estaba enfermo y vivía en nuestra casa con nosotros; a nuestra hija, además, le costaba adaptarse a la maternidad. Por todo ello, Aureliana tenía que hacer malabares para estar con ella, trabajar y organizar la casa. Yo, por mi parte, estaba demasiado involucrado en esa relación extraconyugal y no ayudaba para nada en casa; por el contrario, decía que no tenía tiempo para dedicarme a ello. Ella se quejaba y yo me enojaba. En ese período hicimos un viaje juntos a Europa y allí Aureliana descubrió que yo le era infiel. Todo se derrumbó, estábamos lejos de todos, solos entre las cuatro paredes de una habitación de hotel.

AURELIANA: ¡Se me vino el mundo abajo! No sabía qué hacer, no podía creer que hubiera sucedido algo así. Al comienzo me quedé callada, pensando que terminaríamos el viaje; pero al poco tiempo estallé. Rompí el silencio a los gritos, llorando y exigiendo una respuesta. Él empezó a suplicarme piedad desesperadamente, a pedirle perdón a Dios y a mí, y eso, a pesar del terrible dolor que sentía, impactó en mi corazón. Sabía que yo tenía que dar un paso y deposité toda mi confianza en la ayuda de Dios para poder realizarlo. Al final, conseguí ver el rostro de Jesús crucificado en Julián. Le ofrecí mis brazos y nos tranquilizamos un poco. Pero de todos modos, a pesar del paso interior dado, me encontraba agobiada por el dolor y la tristeza.


“Esto es lo que queremos anunciar al mundo:
estamos aquí para ser “uno” tal y como el Señor quiere que seamos “uno”,
en nuestras familias y en los lugares donde vivimos,
trabajamos y estudiamos: distintos, pero uno;
muchos, pero uno, siempre uno,
en cualquier circunstancia y edad de la vida.(…)
No hay que olvidarlo:
del seno de las familias nace el futuro de los pueblos.”


Homilía del Santo Padre León XIV
Jubileo de las familias, los niños, los abuelos y los mayores
1 de junio de 2025

JULIÁN: De noche Aureliana no dormía, lloraba. Le diagnosticaron una depresión. Yo me veía impotente y me sentía culpable. Recé mucho; sabía que mi esposa y mi familia eran un bien muy precioso, pero el daño ya lo había hecho y tenía que aceptar mi error, pero también quería poner todo mi esfuerzo y mi confianza en Dios.

AURELIANA: Nuestra familia estaba dividida, los hijos no sabían a quién tenían que adjudicarle la culpa y se rebelaron. Después, Julián se enfermó: le encontraron un tumor en el cerebro. Todo esto me sacudió fuertemente y casi consiguió sacarme del estado depresivo. Cuando obtuvimos el resultado de la TAC, nos reunimos con nuestros hijos y buscamos la mejor alternativa para la operación. Sentíamos que la unidad de la familia era el bien más preciado, y que estaba por encima de toda adversidad y yo tomé conciencia de que era capaz nuevamente de dar la vida por mi esposo y vivir hasta el fondo mi fidelidad a él, “en la salud y en la enfermedad”.

JULIÁN: Me sentí amado y pude someterme a dos operaciones al cerebro, con una recuperación en tiempo récord. Nada más salir del hospital, tuvimos la oportunidad de participar de un encuentro de parejas en crisis, porque todavía necesitábamos curar nuestras heridas.

AURELIANA: En ese encuentro pude aclarar muchas dudas. Recibimos mucho afecto por parte de los participantes; aprovechando de la presencia de profesionales y parejas con muchos años de experiencia; descubrimos una nueva salida a nuestra crisis.

JULIÁN: Entendí que la voluntad de perdonar es una cosa, pero curarse del trauma requiere un proceso; la herida que le causé fue muy profunda y ella necesitaba tiempo, paciencia y amor de mi parte. Recibí el don más grande de Dios, que es el perdón. Hemos renovado nuestro matrimonio. Aureliana me ha dicho de nuevo su sí y hemos recomenzado.

AURELIANA: Nuestra vida ha cambiado completamente, tras 35 años de matrimonio hemos dejado de pelearnos. Vivimos una vida plena como pareja y podemos mirarnos a los ojos y amarnos como no lo habíamos hecho nunca antes de ahora.

Foto © pexels-scottwebb

Evangelio vivido: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero” (Juan 21, 17)

Evangelio vivido: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero” (Juan 21, 17)

Un mensaje

Era el cumpleaños de un amigo muy querido con quien hemos compartido ideales, alegrías y dolores. Pero hacía mucho que no le escribía y que no nos veíamos. Yo estaba un poco en duda: podría mandarle un mensaje, pero no sabía cómo iba a reaccionar. La Palabra de Vida me animó a hacerlo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te amo” (Juan 21,17). Poco después me llegó su respuesta: “¡Qué alegría recibir tu saludo!”. Allí empezó un diálogo; y los mensajes iban y venían. Me contó cómo andaban sus cosas. Su trabajo le daba satisfacción, con un excelente sueldo y me confiesa que desea venir a verme. Lo alenté a hacerlo y me puse a su disposición para recibirlo y organizar su estancia. Es un motivo más para tenerlo presente… y no esperar otro año para mandarle un mensaje.

(C. A.- Italia)

Agobiada por el orgullo

Conseguía perdonarle a Miguel que pasara largas noches en la hostería, pero no podía hacer lo mismo con su infidelidad, que me había confesado un día. Yo era la esposa y madre perfecta, yo era la víctima. Pero desde cuando él se veía con el Padre Venancio y otras personas de la parroquia, mi esposo parecía otro. Estaba más presente en casa, más afectuoso conmigo, que por el contrario seguía mostrándome distante todas las veces que me proponía que leyéramos juntos el Evangelio para intentar ponerlo en práctica. De todos modos, una vez, como era su cumpleaños, acepté la idea de acompañarlo a un encuentro de familias. Fue el primero de otros. Un día, una frase me hizo reflexionar: «Construir la paz». ¿Cómo podía yo hacerlo, ya que en todo ese tiempo me había dado cuenta de que era una egoísta, de que estaba llena de miserias y rencores? El orgullo me impedía pedirle perdón a Miguel, mientras él en estos 28 años de matrimonio me lo había pedido varias veces. Sin embargo, yo buscaba el momento más adecuado para hacerlo. Hasta que, durante un encuentro con el grupo de familias, le pedí ayuda a Dios y logré contar nuestra experiencia de pareja y le pedí perdón a Miguel. Ese día sentí que nacía un amor nuevo, verdadero, por él.

(R. – México)

Atender al prójimo

Desde cuando transcurro un período de tiempo en La Habana –inmerso hasta el cuello en los problemas de supervivencia de los habitantes de nuestro barrio, y lidiando con la grave crisis económica del país– no me he acostumbrado aún a las puntuales intervenciones de la Providencia. Entre las muchas, ésta es la última. Una persona que forma parte de nuestra comunidad me había avisado que iba a llegar una consistente donación de fármacos válidos, todos correspondientes a tratamientos para enfermedades nerviosas. Fui a retirarlos con gran perplejidad ya que no entraban en la categoría de fármacos que los pobres que asisto nos piden. Pero luego me acordé de que una vez al mes, los lunes por la mañana, hay un psiquiatra que viene a atender gratis a las personas del barrio que necesitan ese tipo de tratamientos. Entonces, a la primera ocasión, me puse en contacto con él, llevándole la lista de los medicamentos. A medida que la iba leyendo, su rostro se iluminaba: «¡Son exactamente los medicamentos que estaba buscando!», exclamó sorprendido.

(R.Z. – Cuba)

Editado por Maria Grazia Berretta
(tratto da Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, anno X– n.1° maggio-giugno 2025)

Fotos: ©Mohamed Hassan – Wälz / Pixabay

10 años de Laudato Si’: el «proyecto Amazonia

10 años de Laudato Si’: el «proyecto Amazonia

Soy Letícia Alves y vivo en Pará en el norte de Brasil.

En 2019 participé en el Proyecto Amazonia, y durante 15 días con un grupo de voluntarios dedicamos nuestras vacaciones a convivir con la gente de la baja Amazonia, en la ciudad de Óbidos, Brasil.

Antes de embarcarme en esta aventura, me preguntaba si sería capaz de entregarme por completo a esta experiencia, ambientada en una realidad tan diferente a la mía. Durante el proyecto visitamos algunas comunidades ribereñas que viven a orillas del río Amazonas, y todos nos acogieron con un cariño sin igual.

Prestábamos servicios sanitarios, jurídicos y de apoyo familiar, pero lo más importante era escuchar profundamente y participar de las vidas, de las historias y de las dificultades de quienes encontrábamos. Las historias eran de lo más diversas: la falta de agua potable, la del niño que tenía un cepillo de dientes para toda la familia, o incluso el hijo que quería matar a su madre… Cuanto más escuchábamos, más comprendíamos el sentido de nuestra presencia allí.

Y entre tantas historias, pude comprobar hasta qué punto podemos marcar la diferencia en la vida de las personas: hasta qué punto una simple escucha marca la diferencia, hasta qué punto una botella de agua potable marca la diferencia.

El proyecto fue más que especial. Pudimos plantar una semilla de amor en medio de tanto dolor y «construir juntos» nos hizo crecer. Cuando Jesús está presente entre nosotros, todo se hace inspirador, lleno de luz y de alegría.

No fue algo que viví durante 15 días y se acabó, sino que fue una experiencia que realmente transformó mi vida, sentí una fuerte presencia de Dios y eso me dio las fuerzas para abrazar el dolor de la humanidad que tengo a mi alrededor y en esta construcción diaria de un mundo unido.

Me llamo Francisco. Nací en Juruti, en el Amazonas, en un pueblo cerca de Óbidos. Me quedé sorprendido cuando supe que personas de varias partes de Brasil atravesaban todo el país para donarse, para cuidar de mi pueblo y quise unirme a ellos.

Lo que más me impresionó fue la felicidad de todos, de los voluntarios y de la población local, que aun viviendo con tan pocos bienes materiales experimentaban la grandeza del amor de Dios.

Después de vivir el proyecto Amazonia en Óbidos, volví a Juruti con una nueva perspectiva y el deseo de continuar esta misión, pero en mi propia ciudad. Allí vi las mismas necesidades que había encontrado en Óbidos. Este deseo se convirtió no sólo en el mío, sino en el de toda nuestra comunidad, que abrazó la causa. Juntos pensamos y dimos vida al proyecto Amazonia en la comunidad de São Pedro con el objetivo de escuchar y responder al «grito» de los que más lo necesitan, que a menudo no son escuchados. Elegimos una comunidad del continente, empezamos a hacer un seguimiento de sus necesidades y después fuimos en busca de profesionales voluntarios.

Con la colaboración de varias personas, llevamos a toda la comunidad la vida del Evangelio, asistencia médica, asesoramiento psicológico, medicamentos y atención odontológica. Sobre todo, tratamos de detenernos para escuchar las dificultades y las alegrías de aquellos con los que nos encontrábamos.

Tengo una certeza: para construir un mundo más fraterno y unido, estamos llamados a escuchar el grito de los que sufren a nuestro alrededor y a actuar, con la seguridad que ¡nada es pequeño de lo que hacemos con amor y puede cambiar el mundo!

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