El país de los cedros se pregunta sobre las posibles salidas ante la grave crisis político-económico-sanitaria que estalló recientemente. La esperanza no muere nunca en una tierra que ha afrontado travesías hasta más no poder. En la reciente Semana Mundo Unido la comunidad libanesa de los Focolares quiso preguntar, a jóvenes y adultos, sobre las difíciles perspectivas de la profunda perturbación que amenaza al país. Efectivamente se trata de varias crisis que se suman, la socio-política, iniciada el pasado 17 de octubre, con la thaoura, la revolución del pueblo que se desencadenó contra la clase dirigente del país a la que se acusa de corrupción y de incapacidad de la gestión pública; la económica, que ha puesto en evidencia su profundidad en marzo pasado, cuando el gobierno declaró que no podía reembolsar su deuda de 1,2 billones de dólares con la Unión Europea, y en estas últimas semanas con la caída de la lira libanesa, que hasta hace algunos meses se cotizaba a 1500 liras por dólar y hoy está en más de 4000; y finalmente la crisis sanitaria debido al coronavirus, que no ha tenido una difusión excesiva (menos de mil contagios y de 30 muertos) pero que ha llevado al país a una larga cuarentena que todavía no ha terminado. Es sobre todo debido a esta situación que parece que los jóvenes quieren retomar una vieja tradición del país, la migración por falta de perspectivas. Hay que recordar que por cada 4 libaneses que viven en el territorio medioriental hay alrededor de 12 esparcidos en todo el mundo, en forma análoga a lo que sucede a tantos pueblos cercanos, especialmente los hebreos, palestinos y armenios. La migración es especialmente dolorosa para los libaneses que consideran que tienen (y es verdad) un país magnifico, rico de historia y de bellezas naturales, encrucijada medioriental de todo tipo de tráficos y comercio, patria de Premios Nobel y de grandes comerciantes, productores de cine, escritores, santos y científicos. Hay que subrayar que la diáspora vive una situación muy dolorosa, dado el increíble apego a la familia que los libaneses manifiestan en toda circunstancia. En este contexto, los Focolares locales organizaron un Webinar, en el que participaron alrededor de 300 personas de distintos países, desde Canadá a Australia, de España a Italia, con el explícito título: “Construir un futuro viviendo por la fraternidad”. Dos abogadas, Mona Farah y Myriam Mehanna, quisieron presentar una de las más graves amenazas que se están cerniendo sobre Líbano, la peligrosa ausencia de un marco de Derecho. Al mismo tiempo Líbano tiene una notable capacidad para encontrar las soluciones más aptas ante la complejidad del panorama y tiene una antiquísima tradición jurídica. Por lo tanto se comprende el deseo de sus jóvenes de migrar, pero también se encuentra en muchos la voluntad de permanecer para construir un Líbano más unido y fraterno, en un contexto en donde existen 18 comunidades confesionales, reunidas por un sistema político de “democracia confesional” único en el mundo. Siguieron naturalmente los testimonios, de dos parejas todavía jóvenes que hace unos doce años decidieron regresar a su patria, después de algunos años de trabajar en el extranjero, para contribuir a la reconstrucción del país después de la así llamada guerra civil. Así Imad y Clara Moukarzel (quienes trabajan en el ámbito social y humanitario) y Fady y Cynthia Tohme (ambos médicos) dieron un testimonio de que sí es posible permanecer o regresar para no ceder un país rico como Líbano a fuerzas más restrictivas. Después, Tony Ward, empresario en el campo de la alta moda, relató su decisión de regresar a su patria hace 20 años, aun trabajando en un ambiente naturalmente globalizado. También habló de cómo durante la crisis del coronavirus transformó su producción, durante algunas semanas, para confeccionar sábanas, mascarillas y batas para los hospitales libaneses que tratan los casos de coronavirus. Por su parte Tony Haroun, un dentista que está desde hace más de treinta años en Francia, quiso relatar las dificultades de los expatriados, pero también subrayó cómo la disponibilidad a escuchar la voz de Dios permite superar toda clase de obstáculos. Todavía, Michele Zanzucchi, periodista y escritos corresponsal en Líbano, quiso poner en evidencia tres cualidades del pueblo libanés que pueden ser de gran ayuda en la actual emergencia: la resiliencia, es decir la capacidad de resistir los embates sin derrumbarse; la subsidiaridad, es decir la capacidad de sustituir al Estado cuanto éste no logra asegurar los servicios esenciales; y finalmente la creatividad, de la cual los libaneses son grandes exponentes, creando una infinidad de proyectos humanitarios, económicos, comerciales, políticos y otros. Youmna Bouzamel, la joven moderadora de la Webinar, quiso subrayar en la conclusión como Líbano parece estar hecho para acoger el mensaje de la fraternidad, la única posibilidad auténtica que tiene en sus manos. Si Juan Pablo II había definido a Líbano no tanto “una expresión geográfica” sino “un mensaje”, hoy este mensaje es sobre todo un anuncio de fraternidad. Grandes ideales y realismo conjugados juntos.
Pietro Parmense
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