Movimiento de los Focolares

La aventura de la unidad/Verano del 1949

Dic 15, 2013

En el 70° del Movimiento, seguimos recorriendo la historia de los Focolares, los pasos fundamentales que lo gestaron y lo hicieron crecer hasta difundirse en todo el mundo.

En el verano de 1949, el diputado Igino Giordani, que desde hacía algunos meses había encontrado la espiritualidad de la unidad, llegó al valle de Primiero, en Tonadico, en las montañas del Trentino, donde Chiara Lubich estaba pasando un período de descanso. Junto a la pequeña comunidad de Trento, que ya pululaba en varias ciudades de Italia, las semanas anteriores habían vivido intensamente el pasaje del Evangelio de Mateo sobre el abandono de Jesús en la cruz. El 16 de julio, empezó un período de extraordinaria intensidad, hoy conocido como Paraíso ’49. Chiara escribirá más tardea a propósito de esos meses: «Si 1943 fue el año de origen del Movimiento, 1949 marcó en cambio un paso adelante. Circunstancias impensadas, pero previstas por la Providencia, hicieron que, para descansar, el primer grupo de miembros del Movimiento se retirara del “mundo” para ir a la montaña. Debíamos retirarnos de los hombres pero no podíamos alejarnos de esa forma de vida, que constituía el por qué de nuestra existencia. Una pequeña y rústica cabaña de montaña nos hospedó. Estábamos solas: solas entre nosotras con nuestro gran Ideal vivido momento tras momento, con Jesús Eucaristía, vínculo de unidad, de quien nos saciábamos día tras día; solas en el descanso, en la oración y en la meditación. Y allí empezó un periodo de gracias especiales. Teníamos la impresión de que el Señor abriera a los ojos del alma el Reino de Dios, que estaba entre nosotros: la Trinidad que vive en una célula del Cuerpo místico: “Padre santo, custodia en tu nombre a quienes nos has dado, para que sean una sola cosa, como nosotros”; y nos pareció entender que la Obra que estaba naciendo sería nada más y nada menos que una presencia mística de María en la Iglesia. Naturalmente, no habríamos descendido nunca de esa montaña, pequeño Tabor de nuestra alma, si la voluntad de Dios hubiese sido distinta. Y fue sólo el amor a Jesús crucificado y abandonado, que vive en la humanidad inmersa en las tinieblas, que nos dio el valor»(1). En otra ocasión, es siempre Chiara quien lo afirma: “Empezó un período especialmente luminoso en el cual, entre otras cosas, nos pareció que Dios quería hacernos intuir su designio sobre nuestro Movimiento”. En los años siguientes Chiara no hizo otra cosa que realizar lo que le había sido donado en ese verano de luz. (1) Chiara LUBICH, en Escritos Espirituales/3, Roma 19963, p. 41-42.

___

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete a la Newsletter

Pensamiento del día

Artículos relacionados

Chiara Lubich a los jóvenes: la alegría de los primeros cristianos

Chiara Lubich a los jóvenes: la alegría de los primeros cristianos

En abril de1984 pocos días después de la conclusión del Jubileo extraordinario de la Redención, se celebró el Jubileo de los jóvenes que contó con la presencia en Roma de 300.000 chicos y chicas. El 12 de abril, Chiara Lubich, fundadora del Movimento de los Focolares, impartió una catequesis sobre “La alegría” a los jóvenes en la Basílica de San Juan de Letrán. A continuación, un extracto de su intervención.

Paolo Rovea, una vida en Dios

Paolo Rovea, una vida en Dios

El 3 de julio de 2025, Paolo Rovea, médico y focolarino casado italiano concluyó su vida terrenal. Tras su fallecimiento, llegaron numerosos mensajes de todo el mundo, formando un mosaico único y rico, al igual que el propio Paolo.

Vivir el Evangelio: El coraje de detenerse

Vivir el Evangelio: El coraje de detenerse

La parábola del buen samaritano nos enseña no solo a estar cerca, tocando las heridas de quienes nos rodean y derribando los muros de los prejuicios, sino que a través de esta Palabra comprendemos el arte de la compasión y la infinita misericordia con la que Dios nos abraza, nos cuida, dejándonos libres para abandonarnos a su amor.