Su sonrisa, su alegría de vivir, su compromiso por la justicia y la paz. Estas son las palabras que se siguen evocando al recordar a Myriam Dessaivre, de 26 años, quien perdió la vida el domingo 9 de agosto en Níger. Con ella fueron asesinados otros cinco jóvenes franceses, además del chófer y guía nigeriano que los acompañó ese día a visitar la reserva de jirafas de Kouré, situada a 60 Km. al sureste de la capital Niamey. Los jóvenes franceses estaban en una misión humanitaria con la ONG Acted en un país que sufre una crisis múltiple, en el último lugar en términos de desarrollo humano. Graduada en Comunicación e Información en el Instituto Católico de Toulouse y Máster en Estudios sobre la Paz en el Paris-Dauphine, Myriam, mártir por la paz, se había especializado en resolución de conflictos políticos. El tema de su tesis de graduación fue: “El estado colombiano y las FARC ¿hacia una reconciliación posible? Su formación se estaba desarrollando también en el campo porque trabajaba en Colombia, Túnez y Chad. El 18 de junio de 2016 ilustró la elección de su carrera durante el Consejo Nacional de la Asociación Mouvement de la paix. Entonces tenía 21 años. Impresiona la fuerza de sus palabras y la resonancia que asumen hoy. Citamos su intervención al final de este artículo. “Personalmente, tengo la impresión que una parte creciente de nuestra generación quiere promover la paz. También pienso que las redes sociales favorecen esta tendencia, no sólo por la profusión de malas noticias, sino porque se percibe el aumento de una especie de “solidaridad global”. La indignación ante los actuales horrores (ataques terroristas, guerras en Medio Oriente, carestía) se transmite instantáneamente por las redes sociales y nos sentimos directamente afectados por estas noticias, tanto que nos preguntarnos: “¿Cuándo voy?” Por eso no me sorprende que cada vez más nosotros queramos emprender profesiones para favorecer la paz, quizás simplemente para permitirnos encontrar los medios para vivir en un mundo mejor. Este mundo mejor había aprendido a construirlo gracias a la espiritualidad de los Focolares y a su compromiso con los jóvenes del Movimiento. Su padre, fallecido en el 2014, era un voluntario. “Era mi mejor amiga”, dice Sophie, desconsolada. “La conocí cuando tenía 13 años durante una Mariápolis en Lourdes. Podrías reír y divertirte de todo cuando estabas con ella”, dice. “Tenía grandes convicciones y defendía los valores de la paz y de la justicia social. No era un trabajo fácil el suyo, pero ella era una apasionada y ese sentía realizada en ese lugar”, testimonia su amiga. “Me consuela saber que por más injusta, terrible y violenta que haya sido su muerte, no carece de significado. Ha dado la vida por lo que creía que era justo”. Otro amigo, Carl, veía a Miriam “como una persona radiante, humilde y bella, que ha dado su vida al servicio de la vida, de la paz, de los demás”. Para él éste es el significado de su muerte: “Me doy cuenta que durante toda su vida ha construido un mensaje que ahora nos transmite a través de su partida al paraíso. Es el martirio del mal que de una u otra forma cada uno de nosotros nutre cotidianamente con sus malas acciones y/o por su inacción”. “Miriam ha realizado su sueño, su pasión, uniendo su experiencia y su compromiso en el campo” dice Anne-Marie, una focolarina que la conocía. “Resulta evidente para los 120 representantes Gen de todo el mundo, reunidos para un congreso online del 7 al 14 de agosto, que Miriam será el precioso ángel de la guarda del Progetto #Daretocare (“Osar y hacerse cargo”) que tiene como objetivo promover iniciativas a favor de una ciudadanía activa en el ámbito de la justicia social, la política y la economía”. Para Anne-Marie, “es como si ahora nos dijera: ¡Adelante! No se carguen con cosas inútiles”.
Emilie Tévané, para Nouvelle Cité
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