De mons. Giussani tengo un recuerdo que no se borrará nunca. Tuve con él un coloquio personal en Milán, en noviembre de 1998, poco después del histórico encuentro de los Movimientos con el Papa en la Plaza de San Pedro, la vigilia de Pentecostés de ese año. Es una de las pocas veces que he tenido la impresión de encontrar a un santo, una santidad conquistada con no pocos sufrimientos. Después, ha sido fuerte otra impresión, que he repetido a sus colaboradores: “�He encontrado un carisma auténtico!”.

El Papa, en esa vigilia de Pentecostés, nos había pedido “comunión y compromiso”.Era por este motivo que yo había ido a Milán. Ese encuentro con el Papa fue para todos nosotros, como Mons. Giussani después escribió también en una carta a su Fraternidad, “la jornada más grande de nuestra historia”. Y agregaba: “Lo dije también a Chiara y a Kiko, a quienes tenía a mi lado en la Plaza San Pedro: �cómo se hace, en estas ocasiones, a no gritar nuestra unidad?”. “Nuestra responsabilidad es por la unidad, hasta valorar incluso la más mínima cosa buena que hay en el otro”.

Desde entonces no faltaron las ocasiones para hacer crecer el conocimiento recíproco y la comunión, sea personal que como Movimientos, en Italia y en otros países.

En el corazón me queda una inmensa gratitud por su vida gastada sin medida al servicio de un carisma que ha inyectado a la Iglesia una nueva corriente de intensa vida espiritual, abriendo de par en par, a miles de hombres y mujeres del mundo, el encuentro personal con Jesús y suscitando tantas obras concretas como respuesta a las expectativas de nuestro tiempo. Ahora la mía, nuestra oración, es, no sólo por él, sino por su Obra, en la certeza que producirá nuevos y abundantísimos frutos del Espíritu.

Chiara Lubich

Comments are disabled.