Movimiento de los Focolares
Obispos de varias Iglesias en Rumania, acogidos por el Patriarca Ortodoxo Teoctist I

Obispos de varias Iglesias en Rumania, acogidos por el Patriarca Ortodoxo Teoctist I

 Acogiendo la invitación del Patriarca ortodoxo de Rumania, Teoctist I, y de su Sínodo, el anual Congreso internacional de los obispos de varias Iglesias, amigos del Movimiento de los Focolares, esta vez ha sido hospedado en Bucarest, en un país considerado, por varios motivos, puente entre Oriente y Occidente. El mismo Patriarca ha abierto el Congreso la mañana del 21 de septiembre.

Los obispos presentes en Bucarest provienen de 19 países. La Iglesia Ortodoxa está representada por obispos del Patriarcado ecuménico de Constantinopla, por los Patriarcas de Antioquia y Rumania, de la Iglesia ortodoxa de Serbia, República Checa y Eslovaquia. Los exponentes de la Iglesia siro-ortodoxa provienen de Siria, India y Holanda. Están representadas además la Comunión anglicana (Inglaterra e Italia), las Iglesias evangélico-luteranas de Alemania, Suecia, Noruega, Gran Bretaña, Rumania y Estados Unidos, la Iglesia metodista (Brasil). Además de 10 obispos católicos de varios países.

“La presencia del Resucitado en medio de su pueblo: centro de la vida eclesial y fulcro de nuestro testimonio común”, es el centro de las reflexiones del Congreso, como reza el título. Es este misterio de Jesús, que se hace presente, como ha prometido, entre “dos o tres reunidos en su nombre”, que los obispos desean profundizar como camino para la comunicación de la fe en el tiempo presente y para una comunión cada vez más plena de la Iglesia de Cristo. Se intercalaron temas de profundización teológicos y espirituales, y no faltó el diálogo y el intercambio de experiencias que demuestra la acción del Resucitado en la vida cotidiana en los diversos ambientes.

Sobre esta ‘presencia’, Chiara Lubich ha dado un importante aporte con una conversación videogabrada, precisamente porque esta presencia de Jesús en la comunidad es lo específico de su Carisma de unidad.

El encuentro con la vida monástica, la liturgia, la iconografía oriental, tan vivamente presentes en Rumania, han sido de estimulo y enriquecimiento y ha favorecido una comunión más profunda con la Iglesia rumano-ortodoxa y con las otras Iglesias presentes en esa tierra.

Al mismo tiempo, los obispos provenientes de diversos continentes, han podido ofrecer su testimonio de comunión fraterna a este pueblo que ante el grito “unitate, unitate” ha sabido dar un impulso inolvidable a la causa de la unidad de los Cristianos, cuando Juan Pablo II, en 1999 visitó ese país.

El Patriarca Teoctist: resolver juntos los problemas en el amor

El Patriarca Teoctist: resolver juntos los problemas en el amor

Ecumenismo/2  

El Patriarca ortodoxo de Rumania, Teoctist, quien invitó y hospedó en el Palacio Patriarcal de Bucarest a los 40 obispos de varias Iglesias amigos del Movimiento de los Focolares para su anual Congreso Internacional, participó en el encuentro en diversos momentos.

Como centro del encuentro las reflexiones de los obispos sobre: “La presencia del Resucitado en medio de su pueblo: centro de la vida eclesial y fulcro de nuestro testimonio común”, como rezaba el título, y los dos videos grabados de las conversaciones de Chiara Lubich, como aporte a la plena comunión entre las Iglesias. La relación fraterna entre los participantes ha sido la característica del Congreso. Al inicio, el Patriarca dirigió un discurso de bienvenida a los participantes y presenció la jornada de conclusión, que contó con la presencia de representantes de varias Iglesias y del mundo civil, entre los cuales personas de los Focolares de diversas edades y vocaciones quienes propusieron el testimonio de su compromiso entre los jóvenes, en la familia, en la parroquia, en la economía y en la política. Entre los 300 presentes, estaban también los obispos de la Conferencia Episcopal Católica rumana. Interviniendo en la clausura, el Patriarca dijo, entre otras cosas: “Vemos que el mundo se aleja cada vez más de Cristo y falta el amor (…). Y constato que, lamentablemente, estamos todavía lejos del momento en el que podremos dar testimonio juntos de que servimos totalmente la Palabra de nuestro Salvador Jesucristo. Amémonos los unos a los otros para poder dar testimonio del mismo pensamiento: se trata de una palabra que nos da calor en todo momento. He tenido la ocasión de escuchar cosa especiales en estos días (…). Escuchando las experiencias de los jóvenes, pensaba en cuán provechoso sería que también nosotros, obispos, y nuestras Iglesias, intentáramos ver del mismo modo, uno por uno, todos los problemas que nos amargan (…). Y lo digo con muchísima sinceridad, porque delante de mí tengo a obispos greco-católicos, en relación con los cuales nosotros, Iglesia Ortodoxa rumana, reconocemos que estamos lejos de la justicia y de la verdad, sobre todo del amor de Cristo. Intentemos también nosotros, siguiendo el ejemplo y las opiniones de estos jóvenes, encontrar los caminos para resolver los problemas que todavía tenemos. Si lo queremos podemos hacerlo”. En el marco de las cuestiones todavía no resultas en Rumania entre la Iglesia greco-católica y la Iglesia Ortodoxa Rumana, problemas relacionados a los bienes eclesiales confiscados durante el régimen comunista, las palabras del Patriarca Teoctist han impresionado profundamente a los presentes y han hecho recordar el grito popular «�Unitate, unitate!» que acompañó en 1999 el abrazo entre el Patriarca y Juan Pablo II de visita en el país.

Un momento de gran intensidad fue la Divina Liturgia dominical celebrada por el Patriarca Teoctist quien, después de la homilía, cedió la palabra al Card. Miloslav Vlk, arzobispo de Praga, principal promotor del Congreso de los obispos. Tuvo lugar también un encuentro con toda la Conferencia Episcopal Católica Rumana, que reúne a los obispos latinos y greco-católicos. Signo fuerte de comunión fue la solemne concelebración católica en la Catedral de San José, durante la cual se alternaron cantos del coro católico y de los estudiantes ortodoxos de la Facultad Teológica de Cluj. Entraron en procesión en la catedral repleta, junto con los obispos católicos, también los obispos de varias Iglesias. “Ustedes que han vivido entre nosotros esta semana – dijo en la homilía el arzobispo de Bucarest, Joan Robu –, son para nosotros una fuente de vida, de ideas nuevas. Esta es para mí una verdadera esperanza de la unidad”.

En el curso del encuentro, los participantes tuvieron la posibilidad de conocer en vivo la vida monástica (Curtea de Arges, Bistrita y Horezu), la riquísima liturgia y la iconografía de la Iglesia rumano-ortodoxa. No faltaron las visitas a las diversas comunidades cristianas (luterana, reformada y anglicana) en la capital rumana, y la presencia en las respectivas celebraciones.

Participaron en el Congreso obispos ortodoxos del Patriarcado ecuménico de Constantinopla, de los Patriarcados de Rumania y de Serbia, de la Iglesia Ortodoxa de la República Checa y Eslovaca; obispos siro-ortodoxos de India, Siria y Holanda. Además obispos anglicanos de la Iglesia de Inglaterra y obispos evangélico-luteranos de Alemania, Rumania, Suecia, Noruega, Gran Bretaña y Estados Unidos, y un obispo de la Iglesia metodista de Brasil. Estaba presente también un obispo de la Mar Thoma Syrian Church de India. Eran 14 los obispos católicos.

Sport and Joy: con el deporte auténtico corre la alegría

Sport and Joy: con el deporte auténtico corre la alegría

‘La deportivización de la sociedad y sus consecuencias’, ‘deporte e ilusiones de éxito y riquezas’, ‘valor educativo de los modelos deportivos hoy propuestos’, ‘felicidad �en la práctica deportiva o en el éxito?’: éstas son algunas de las problemáticas que afronta el mundo del deporte, Centro de un Congreso Internacional –en este Año Internacional del Deporte y la Educación Física, promovido por la ONU- con el título: ‘Sport & Joy – Con el deporte auténtico corre la alegría’. Sportmeet for a United World, que ha promovido el evento, quiere abrir el diálogo en el mundo del deporte sobre la relación existente entre “la actividad motora, el deporte y la felicidad”, un punto de vista provocante en una época en la que vivir en un modo no efímero la experiencia de la felicidad, personal y colectiva, parece ser una utopía.

Expertos, estudiosos y testigos del mundo del deporte han ayudado a desentrañar el tema en sus aspectos sociológicos, económicos, pedagógicos y psicológicos. Qué es Sportmeet Es una red mundial de deportistas y personal del mundo del deporte animados por el deseo de contribuir, también a través del deporte, a la construcción de un mundo más unido. Es una expresión del Movimiento de los Focolares. Próximas citas El 9 de octubre, Sportmeet colaborará con la Run4Unity, el “relevo” deportivo planetario promovido por los Muchachos por la Unidad, del Movimiento de los Focolares: 24 horas de deporte por la paz, organizadas en decenas de ciudades en todo el mundo (www.run4unity.org).

Juntos por la paz y la unidad de Centroamérica

Juntos por la paz y la unidad de Centroamérica

 

 “Como ustedes, la mayoría de los salvadoreños están convencidos de que trabajar para construir una Centroamérica cada vez más unida no es una utopía, sino una aspiración inscrita en la cultura, en la historia e incluso en la configuración geográfica de nuestra región”. Es este el mensaje de bienvenida del Presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca, leído en la apertura del gran encuentro que ha visto reunidas a más de 2000 personas en el Anfiteatro de la Feria Internacional de El Salvador. El Presidente recordó la unidad cultural precolombina, los intentos de unidad política post-independencia con la República Centroamericana (1821-1842), los nuevos intentos de unificación en la segunda mitad del siglo XX con el MERCOMÜN.

Los participantes – muchos los jóvenes- provenían de países de Centroamérica donde, como en muchas regiones del mundo, está en curso un proceso de unificación ante la toma de conciencia de que sólo juntos se pueden encontrar soluciones a los conflictos sociales y reforzar la paz.

“Se habla mucho de integración económica, social y política, pero debe existir también una integración religiosa”. Puso en evidencia el Dr. Rodrigo Samayoa, del partido Alianza Republicana Nacional. De hecho este encuentro, el primero en su estilo en la historia de la región, ha sido promovido por los Movimientos eclesiales, nuevas comunidades y grupos pertenecientes a Iglesias diversas, que han emprendido un camino de comunión, precisamente para contribuir a la unidad espiritual de la región y de todo el continente.

Ha sorprendido, entre las muchas personalidades, la presencia de representaciones políticas de Partidos como el “Frente Farabundo Martí para la Liberación nacional” (FMLN) y el “Frente democrático revolucionario”, que sólo hace pocos años pasaron de una elección de la violencia a una política para devolver la justicia social a sus países: “Este tipo de eventos nos trae espiritualidad y esperanza, donde se da y se recibe”. Fueron las palabras de Violeta Mejivar, del FMNL.

Este camino ha sido alentado también por el Papa Benedicto XVI quien, en el mensaje leído por el Nuncio Apostólico, Mons. Luigi Pezzutto, exhortó a todos a “abrirse a los dones del Espíritu para ir adelante en el camino emprendido, comprometiéndose en la construcción de un mundo fiel a Dios, más solidario, justo y fraterno”.

La paz, un nuevo estilo de vida que favorezca el diálogo y la integración de pueblos y culturas diversas; los valores de la familia, la solidaridad con los más pobres en Centroamérica y en el mundo han sido el centro de los numerosos testimonios como el de la Comunidad Salvador del Mundo, de la Renovación Carismática, de los Cursillos de Cristiandad, de los Heraldos del Evangelio, del Movimiento de los Focolares, de la Comunidad Cristo Joven, de la Comunidad de San Egidio, de los Encuentros Conyugales, de los Talleres de Oración y Vida, de la Comunidad Cuerpo de Cristo.

En su mensaje, Chiara Lubich trazó en pocas líneas las riquezas y sufrimientos de esta región “llena de historia, de cultura y de arte -como la de la gran civilización Maya- pero también llena del sufrimiento de la colonización y de las guerras civiles, con su riqueza actual de creatividad y de nuevas dimensiones de la participación”. Puso en evidencia “el llamado a la unidad” y “el reto de la fraternidad” como camino para construirlo.

Y el profesor Riccardi, de la Comunidad de San Egidio, subrayó en un mensaje como hoy en El Salvador y en otros puntos de América “hay necesidad de gente que sueñe con un mundo nuevo de paz. Con el encuentro de El Salvador siento que estamos más cercanos a la meta”.

El ápice de la Jornada fue la declaración del compromiso por la paz y la fraternidad de los representantes de Movimientos y nuevas comunidades y de los líderes religiosos de las diversas Iglesias cristianas: Gregorio Rosa Chávez, obispo católico auxiliar de El Salvador, el obispo de la Iglesia Presbiteriana Anglicana Barahona, Héctor Fernández por la Iglesia Luterana, Miguel Tomás Castro de la Iglesia Bautista, y Santiago Flores de la Iglesia Reformada Calvinista.

Septiembre, fecha del encuentro salvadoreño, es un mes simbólico por dos fechas: el 11, aniversario del atentado de Nueva York, y el 15, aniversario de la Independencia de los países de Centroamérica.

“Juntos por Centroamérica” nació siguiendo la estela del gran encuentro de mayo 2004 en Europa, en Stuttgart, con 10.000 personas convenidas a la ciudad alemana para la Jornada “Juntos por Europa”, realizada para dar un alma al proceso de unificación del viejo continente.

Mensaje de Chiara Lubich

 Señor gobernador de Pensilvania, Edward Rendell;

profesor Benjamín Barber,

señoras y señores:

Es para mí un gran honor poder dirigir este discurso a un público tan calificado, que hoy se ha reunido en Filadelfia para declarar su compromiso de construir un mundo más unido, más justo, más fraterno.

Era mi deseo estar allí presente, pero como no me fue posible permítanme ofrecerles con este mensaje una breve reflexión personal.

Cuando en junio pasado, en Roma, tuve un prolongado y cálido encuentro con el profesor Benjamín Barber, adherí espontáneamente, con alegría, a esta primera Jornada Mundial de la Interdependencia.

La realidad de la interdependencia, en efecto, me remite a un ideal muy querido por el cual – junto a muchas personas de buena voluntad comprometidas en la política, en la economía y en los diversos campos de la acción y del saber – decidí invertir mi vida: la unidad de la familia humana.

Al día siguiente del 11 de setiembre muchos de nosotros han advertido la exigencia de reflexionar a fondo sobre sus causas, pero sobre todo de comprometerse por una verdadera, responsable y decidida alternativa al terror y a la guerra. Para mí ha sido revivir un poco la experiencia de la destrucción y la sensación de la impotencia humana, en la ciudad italiana de Trento, bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero justamente bajo las bombas, mis primeras compañeras y yo hemos descubierto en el Evangelio la luz del amor recíproco, que nos llevó a estar dispuestas a dar la vida unas por otras. Y entre los escombros de esa destrucción, convencidas de que “el Amor vence todo”, nació el deseo fuerte de hacer partícipe de este amor a cada prójimo, sin distinción de personas, grupos, pueblos, y sin tener en cuenta las condiciones sociales, la cultura, las convicciones religiosas.

De modo análogo hoy en Nueva York como en Bogotá, en Roma como en Nairobi, en Londres como en Bagdad muchos nos preguntamos si es posible vivir en un mundo de pueblos libres, iguales, unidos, donde no solamente unos respeten la identidad de los otros, sino que también se interesen por las respectivas necesidades.

La respuesta es sólo una: no solamente es posible, sino que es la esencia del proyecto político de la humanidad.

La unidad de los pueblos en el respeto de las múltiples identidades es la finalidad misma de la política, que la violencia terrorista, la guerra, la injusta distribución de los recursos del mundo y las desigualdades sociales y culturales parecen poner hoy en discusión.

Desde muchos puntos de la tierra se eleva el grito de abandono de millones de refugiados, de millones de hambrientos, de millones de explotados, de millones de desocupados que son excluidos y como ‘amputados’ del cuerpo político. Esta separación, y no solamente las carencias y las dificultades económicas, es la que los hace aún más pobres, que aumenta – si es que todavía puede aumentar – su desesperación.

La política no habrá alcanzado su finalidad, no habrá mantenido la fidelidad a su vocación hasta tanto no haya reconstituido esa unidad y sanado esas heridas abiertas en el cuerpo político de la humanidad.

�Pero cómo podremos alcanzar una meta tan exigente, que parece superior a nuestras fuerzas? Ante los desafíos que nos presenta el presente y el futuro de la humanidad, la libertad y la igualdad no bastan por sí solas. Nuestra experiencia nos enseña que se necesita, creemos, un tercer elemento, olvidado desde hace tiempo en el pensamiento y la praxis de la política: la fraternidad. Sin la fraternidad ningún hombre y ningún pueblo son libres e iguales, en el verdadero sentido de esas palabras. Igualdad y libertad siempre serán incompletas y precarias, hasta tanto que la fraternidad no forme parte integrante de los programas y de los procesos políticos de cada región del mundo.

Queridos amigos, el nombre de la ciudad donde estamos reunidos, Filadelfia, �no evoca acaso un programa de amor fraterno?

Es la fraternidad la que hoy puede dar contenidos nuevos a la realidad de la interdependencia. Es la fraternidad la que puede hacer florecer proyectos y acciones en el complejo tejido político, económico, cultural y social de nuestro mundo. Es la fraternidad la que hace salir del aislamiento y abre la puerta del desarrollo a los pueblos que todavía están excluidos. Es la fraternidad la que indica cómo resolver pacíficamente las discordias y que relega la guerra a los libros de historia. Es por la fraternidad vivida que se puede soñar e incluso esperar en una especie de comunión de bienes entre países ricos y pobres, ya que el escandaloso desequilibrio que existe en el mundo es una de las causas principales del terrorismo. La profunda necesidad de paz que la humanidad expresa dice que la fraternidad no es solamente un valor, no es solamente un método, sino que es un paradigma global de desarrollo político. Es por esto que un mundo cada vez más interdependiente tiene necesidad de políticos, de empresarios, de intelectuales y de artistas que pongan a la fraternidad – instrumento de unidad – como centro de sus acciones y de sus pensamientos. El sueño de Martín Luther King era que la fraternidad fuera el orden del día del hombre de negocios, y la palabra de orden del hombre de gobierno.

Queridos amigos:

�cómo cambiarían las relaciones entre los individuos, los grupos y los pueblos, si solamente fuéramos conscientes de que somos todos hijos de un único Padre, Dios, que es Amor y que ama a cada uno personal e inmensamente, y se ocupa de todos! Ese amor, conjugado en sus infinitas formas, incluso políticas y económicas, conduciría a superar nacionalismos y visiones parciales, abriendo las mentes y los corazones de los pueblos y de sus gobernantes, y empujando a todos – como afirmé en mi discurso en la Naciones Unidas, en el 1997 – a amar la patria del otro como la propia.

Esta es la experiencia de sesenta años del Movimiento de los Focolares, que hoy está presente en 182 Países del mundo, y al que adhieren millones y millones ce personas de todas las latitudes.

Hago votos, entonces, para que esta primera Jornada Mundial de la Interdependencia, y para cuantos han adherido, sea la ocasión de un compromiso renovado de vivir y trabajar juntos, con dedicación y confianza, sosteniéndose siempre unos a otros, por la unidad de la familia humana universal.

Intervención de Liliana Cosi

 

 

 Es un verdadero honor y placer para mí estar hoy aquí entre ustedes en representación de Chiara Lubich, fundadora y presidente del Movimiento internacional de los Focolares.

Es algo más que una profunda amistad lo que une a Chiara Lubich y al prof. Barber: es una recíproca comunión de intentos.

Desde la primera Jornada de la Interdependencia en Filadelfia, se ha puesto en evidencia cuanto la finalidad general del Movimiento de los Focolares: “contribuir a la unidad de la familia humana”, puede sostener fuertemente los ideales de la Interdependencia.

Chiara Lubich ve la fraternidad universal como la raíz y la garantía de una verdadera interdependencia entre los pueblos. Los recientes trágicos eventos del mundo subrayan cuanto ésta es la prenda insustituible de un futuro de paz. La interdependencia fraterna necesita sin embargo del aporte de todas las fuerzas, no sólo políticas, sino seguramente también culturales y espirituales. El título elegido para esta tercera Jornada de la Interdependencia “El arte y la cultura en el corazón de la Interdependencia”, ha tenido una fuerte resonancia en mí, como signo profético.

Eran los años sesenta cuando, siendo bailarina de la Scala de Milán, en preparación para un período de estudios en el Teatro Bolshoi de Moscú, encontré el Movimiento de los Focolares. Su estilo de vida abrió de par en par delante de mí horizontes novísimos, que pueden ser expresados con estas palabras de Camus:

“… aquél que ha elegido el destino de artista porque se sentía diverso, muy pronto aprenderá que no puede nutrir su arte y su diversidad sino reconociendo su similitud con los demás. El artista se forja en este perenne ir y venir entre sí mismo y los demás; a medio camino entre la belleza de la que no puede abstraerse y la comunidad de la que no puede sustraerse”.

A través de mi larga carrera internacional, he podido experimentar cuanto la relación, la fraternidad, sean una fuente de inspiración, por ejemplo la creación de una escuela internacional de ballet clásico a nivel profesional, en colaboración con un bailarín rumano, nos ha llevado al descubrimiento siempre sorprendente del enriquecimiento recíproco que resulta del desapegarse de la propia inspiración y cultura para acoger la del otro.

Este paradigma de la fraternidad ha hecho nacer, en el seno del Movimiento de los Focolares, iniciativas y encuentros de artistas de diversas edades, tendencias y culturas, que viven un intercambio de talentos, inspiraciones y realizaciones, estas iniciativas son particularmente sentidas por los jóvenes, que aspiran a nuevas expresiones artísticas, abiertas a lo trascendente.

A propósito de esto Chiara Lubich tuvo una expresión singular “(…) el arista es quizás el más cercano a Dios… él es capaz de transmitir lo más bello que hay en la tierra: el alma humana”.

El Movimiento de los Focolares quisiera contribuir a revelar la alta vocación del artista, que le exige buscar en su alma –dilatada por el amor, por la comunión con los demás- un arte que sea testigo del sufrimiento y de la angustia de la humanidad, pero que también revele sus aspiraciones más profundas y el infinito que cada hombre lleva en sí, un arte que sea signo de esperanza para el mundo.

La fuerza del amor para responder al reto de la multi-culturalidad

La fuerza del amor para responder al reto de la multi-culturalidad

 

“El amor es el punto de apoyo para afrontar el reto de la época actual de la multi-culturalidad”. Un amor que tiene su raíz en Dios y “hace de los hombres y mujeres de esta tierra ‘personas-mundo’, capaces de hacer de los propios valores un don, y de valorar y apreciar los valores de las otras culturas, para componer esa sabiduría global hoy tan necesaria. Así la humanidad vivirá una interdependencia fraterna, como una sola familia que sabrá también formarse estructuras adecuadas y expresar la dinámica entre la unidad y la diversidad”. Este es el corazón del mensaje de Chiara Lubich leído como conclusión de la Jornada de la Interdependencia, que se desarrolló en París del 10 al 12 de septiembre. Tres días de eventos culturales y políticos para afirmar la interdependencia global como estrategia cívica en favor de la justicia y la paz. Estaban presentes, entre otros, Harry Belafonte, Embajador Cultural de las Naciones Unidas, Bernard Kouchner, uno de los promotores de Médicos sin Fronteras, Adam Michnik, iniciador de Solidarnosc, y numerosas personalidades políticas. Las Jornadas de la Interdependencia nacen enseguida después de los atentados del 11 de Septiembre, por iniciativa del intelectual y politólogo estadounidense demócrata, Benjamín Barber, docente de la Universidad de Maryland, con la convicción de que “no basta con decir no a la guerra, es necesario construir una alternativa”: el Objetivo del Interdipendence Day es preparar a los individuos y a los grupos, también promoviendo acciones de formación en las escuelas, y comprometerse en la cooperación internacional, hasta llegar a ser ciudadanos no sólo de las propias comunidades y naciones, sino del mundo interdependiente, creyendo que cada uno puede ser protagonista del cambio. Esta iniciativa es compartida por muchos que, en Estados Unidos y fuera, profesan el credo en el multilateralismo, en el diálogo entre las culturas, en la necesidad de una ciudadanía global.

La primera jornada de la Interdependencia, patrocinada por CivWorld, tuvo lugar en el 2003 en Filadelfia –ciudad de la Interdependencia Estadounidense- en contemporánea con Budapest y en videoconexión con Italia, para subrayar su carácter internacional. La edición 2004 se concluyó con la firma de la Carta Europea de la Interdependencia. Desarrollada en Roma, hospedada por el alcalde de Roma Walter Veltroni, contó con la participación, entre otros, de Chiara Lubich y Andrea Riccardi. Este año por el Movimiento de los Focolares, en la mesa redonda del sábado 10, en la Universidad Americana de París, intervino Liliana Cosi, bailarina, directora de la Compañía de Ballet Clásico Cosi-Stefanescu y miembro del Centro de Estudios del Movimiento de los Focolares por las disciplinas artísticas.

La fraternidad, razón política para la paz

La fraternidad, razón política para la paz

Colombia: un país atormentado por la guerrilla y el narcotráfico, llagas que sin embargo no han truncado la vitalidad y el deseo de reaccionar de la población. Como en otros países del “Nuevo Continente” no faltan las señales de un despertar precisamente a partir de las nuevas generaciones. Es por ellos que en Tocancipá, importante zona industrial en desarrollo en las cercanías de la capital, tuvo lugar un encuentro de jóvenes de varios países de América Latina, con la finalidad de unir fuerzas por la paz en Colombia y en todo el continente. El título del congreso, que se realizó del 8 al 10 de septiembre, fue: “Fraternidad, una razón política para la paz”. Lo promovieron los jóvenes del Movimiento de los Focolares comprometidos en política, la “Generación Tercer Milenio” y la Fundación “País Tierra Prometida”. Un reto que no es poco, si se considera que Colombia sufre desde hace 20 años un grave conflicto interno entre la guerrilla y el gobierno que provoca cada año miles de muertos entre la población civil, sindicalistas, políticos, activistas de los derechos humanos y periodistas. Al menos son 2 millones las personas que se han visto obligadas a escapar del campo a las ciudades -es el triste fenómeno de los desplazados- abandonando casas y bienes. El encuentro colombiano tuvo lugar a una semana de distancia de la conclusión del Primer Parlamento Universitario Latinoamericano, que se reunió en Buenos Aires, y a pocos meses del reciente encuentro de Rosario, “Ciudades por la Unidad”, primer encuentro de alcaldes de América Latina, promovido por el Movimiento internacional Político por la Unidad (MPPU) de Argentina, Brasil, Uruguay, en el que también los jóvenes han sido protagonistas. Además, hace un año, nacieron las Escuelas de Formación política para los jóvenes, del MPPU, en Argentina. Otras tantas señales de un nuevo fermento en acto del nuevo continente. “Sin ti, a la paz le falta algo” es la invitación que los jóvenes han dirigido a sus coetáneos. El costo de participación: el compromiso de hacer de la fraternidad la guía de cada acción.

Entre los objetivos de esta iniciativa: escuchar a los jóvenes sobre las problemáticas de los países del hemisferio latinoamericano, proponer juntos soluciones concretas que puedan incidir en manera directa en favor del bien común de las comunidades de pertenencia, promover la interacción entre los jóvenes y las instituciones públicas y privadas, y ponerse en red con cuantos trabajan en la construcción de una sociedad pacífica, justa, digna, solidaria, autónoma y fraterna.

En programa la presentación de la experiencia de las Escuelas de formación social y política de Argentina, y de la “práctica de la fraternidad” en una ciudad. Entre los temas afrontados en las mesas redondas: ‘Conflicto y paz’, fraternidad como método de acción para la paz en el contexto de la problemática latinoamericana, en especial en Colombia; ‘Economía’, la necesidad de fundar un nuevo paradigma, la Economía de Comunión. Proseguieron con trabajos de grupo

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI en el encuentro con los representantes de comunidades musulmanas

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI en el encuentro con los representantes de comunidades musulmanas

 Queridos amigos musulmanes:

Me es grato acogeros y dirigiros mi cordial saludo. Estoy aquí para encontrarme con los jóvenes venidos de todas las partes de Europa y del mundo. Los jóvenes son el futuro de la humanidad y la esperanza de las naciones. Mi querido predecesor, el Papa Juan Pablo II, dijo un día a los jóvenes musulmanes reunidos en el estadio de Casablanca, en Marruecos: «Los jóvenes pueden construir un futuro mejor si ponen en primer lugar su fe en Dios y se empeñan en edificar con sabiduría y confianza un mundo nuevo según el plan de Dios» (Insegnamenti, VIII/2, 1985, p. 500). Ésta es la perspectiva desde la que me dirijo a vosotros, queridos amigos musulmanes, para compartir con vosotros mis esperanzas y haceros partícipes de mis preocupaciones, en estos momentos particularmente difíciles de la historia de nuestro tiempo.

Estoy seguro de interpretar también vuestro pensamiento al subrayar, entre las preocupaciones, la que nace de la constatación del difundido fenómeno de terrorismo. Continúan cometiéndose en varias partes del mundo actos terroristas, que siembran muerte y destrucción, dejando a muchos hermanos y hermanas nuestros en el llanto y la desesperación. Los que idean y programan estos atentados demuestran querer envenenar nuestras relaciones, recurriendo a todos los medios, incluso a la religión, para oponerse a los esfuerzos de convivencia pacífica, leal y serena. El terrorismo, de cualquier origen que sea, es una opción perversa y cruel, que desdeña el derecho sacrosanto a la vida y corroe los fundamentos mismos de toda convivencia civil. Si conseguimos juntos extirpar de los corazones el sentimiento de rencor, contrastar toda forma de intolerancia y oponernos a cada manifestación de violencia, frenaremos la oleada de fanatismo cruel, que pone en peligro la vida de tantas personas, obstaculizando el progreso de la paz en el mundo. La tarea es ardua, pero no imposible. En efecto, el creyente sabe que puede contar, no obstante su propia fragilidad, con la fuerza espiritual de la oración.

Queridos amigos, estoy profundamente convencido de que hemos de afirmar, sin ceder a las presiones negativas del entorno, los valores del respeto recíproco, de la solidaridad y de la paz. La vida de cada ser humano es sagrada, tanto para los cristianos como para los musulmanes. Tenemos un gran campo de acción en el que hemos de sentirnos unidos al servicio de los valores morales fundamentales. La dignidad de la persona y la defensa de los derechos que de tal dignidad se derivan deben ser el objetivo de todo proyecto social y de todo esfuerzo por llevarlo a cabo. Éste es un mensaje confirmado de manera inconfundible por la voz suave pero clara de la conciencia. Un mensaje que se ha de escuchar y hacer escuchar: si cesara su eco en los corazones, el mundo estaría expuesto a las tinieblas de una nueva barbarie. Sólo se puede encontrar una base de avenencia reconociendo la centralidad de la persona, superando eventuales contraposiciones culturales y neutralizando la fuerza destructora de las ideologías.

En el encuentro que he tenido en abril con los Delegados de las Iglesias y Comunidades eclesiales y con representantes de diversas Tradiciones religiosas, dije: «Os aseguro que la Iglesia quiere seguir construyendo puentes de amistad con los seguidores de todas las religiones, para buscar el verdadero bien de cada persona y de la sociedad entera» (L’Osservatore Romano, 25 abril 2005, p. 4). La experiencia del pasado nos enseña que el respeto mutuo y la comprensión no siempre han caracterizado las relaciones entre cristianos y musulmanes. Cuántas páginas de historia dedicadas a las batallas y las guerras emprendidas invocando, de una parte y de otra, el nombre de Dios, como si combatir al enemigo y matar al adversario pudiera agradarle. El recuerdo de estos tristes acontecimientos debería llenarnos de vergüenza, sabiendo bien cuántas atrocidades se han cometido en nombre de la religión. La lección del pasado ha de servirnos para evitar caer en los mismos errores. Nosotros queremos buscar las vías de la reconciliación y aprender a vivir respetando cada uno la identidad del otro. La defensa de la libertad religiosa, en este sentido, es un imperativo constante, y el respeto de las minorías una señal indiscutible de verdadera civilización.

A este propósito, siempre es oportuno recordar lo que los Padres del Concilio Vaticano II han dicho sobre las relaciones con los musulmanes. «La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse por entero, como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica se refiere de buen grado […]. Si bien en el transcurso de los siglos han surgido no pocas disensiones y enemistades entre cristianos y musulmanes, el santo Sínodo exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, ejerzan sinceramente la comprensión mutua, defiendan y promuevan juntos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres» (Declaración Nostra Aetate, n. 3).

Vosotros, estimados amigos, representáis algunas Comunidades musulmanas en este País en que he nacido, estudiado y pasado una buena parte de mi vida. Precisamente por eso deseaba encontraros. Guiáis a los creyentes del Islam y los educáis en la fe musulmana. La enseñanza es el vehículo por el que se comunican ideas y convicciones. La palabra es la vía maestra en la educación de la mente. Tenéis, por tanto, una gran responsabilidad en la formación de las nuevas generaciones. Juntos, cristianos y musulmanes, hemos de afrontar los numerosos desafíos que nuestro tiempo nos plantea. No hay espacio para la apatía y el desinterés, y menos aún para la parcialidad y el sectarismo. No podemos ceder al miedo ni al pesimismo. Debemos más bien fomentar el optimismo y la esperanza. El diálogo interreligioso e intercultural entre cristianos y musulmanes no puede reducirse a una opción temporánea. En efecto, es una necesidad vital, de la cual depende en gran parte nuestro futuro. Los jóvenes, procedentes de tantas partes del mundo están aquí, en Colonia, como testigos vivos de solidaridad, de hermandad y de amor. Ellos son la primicia de un alba nueva para la humanidad. Os deseo de todo corazón, queridos amigos musulmanes, que el Dios misericordioso y compasivo os proteja, os bendiga y os ilumine siempre. El Dios de la paz conforte nuestros corazones, alimente nuestra esperanza y guíe nuestros pasos por los caminos del mundo.

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI durante la vigilia con los jóvenes

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI durante la vigilia con los jóvenes

   Queridos jóvenes: En nuestra peregrinación con los misteriosos Magos de Oriente hemos llegado al momento que san Mateo describe así en su Evangelio: «Entraron en la casa (sobre la que se había parado la estrella), vieron al niño con María, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11). El camino exterior de aquellos hombres terminó. Llegaron a la meta. Pero en este punto comienza un nuevo camino para ellos, una peregrinación interior que cambia toda su vida. Porque seguramente se habían imaginado a este Rey recién nacido de modo diferente. Se habían detenido precisamente en Jerusalén para obtener del Rey local información sobre el Rey prometido que había nacido. Sabían que el mundo estaba desordenado y por eso estaban inquietos. Estaban convencidos de que Dios existía, y que era un Dios justo y bondadoso. Tal vez habían oído hablar también de las grandes profecías en las que los profetas de Israel habían anunciado un Rey que estaría en íntima armonía con Dios y que, en su nombre y de parte suya, restablecería el orden en el mundo. Se habían puesto en camino para encontrar a este Rey; en lo más hondo de su ser buscaban el derecho, la justicia que debía venir de Dios, y querían servir a ese Rey, postrarse a sus pies, y así servir también ellos a la renovación del mundo. Eran de esas personas que «tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5, 6). Un hambre y sed que les llevó a emprender el camino; se hicieron peregrinos para alcanzar la justicia que esperaban de Dios y para ponerse a su servicio. Aunque otros se quedaran en casa y les consideraban utópicos y soñadores, en realidad eran seres con los pies en tierra, y sabían que para cambiar el mundo hace falta disponer de poder. Por eso, no podían buscar al niño de la promesa si no en el palacio del Rey. No obstante, ahora se postran ante una criatura de gente pobre, y pronto se enterarán de que Herodes – el Rey al que habían acudido – le acechaba con su poder, de modo que a la familia no le quedaba otra opción que la fuga y el exilio. El nuevo Rey era muy diferente de lo que se esperaban. Debían, pues, aprender que Dios es diverso de cómo acostumbramos a imaginarlo. Aquí comenzó su camino interior. Comenzó en el mismo momento en que se postraron ante este Niño y lo reconocieron como el Rey prometido. Pero debían aún interiorizar estos gozosos gestos. Debían cambiar su idea sobre el poder, sobre Dios y sobre el hombre y, con ello cambiar también ellos mismos. Ahora habían visto: el poder de Dios es diferente al poder de los grandes del mundo. Su modo de actuar es distinto de como lo imaginamos, y de como quisiéramos imponerle también a Él. En este mundo, Dios no le hace competencia a las formas terrenales del poder. No contrapone sus ejércitos a otros ejércitos. Cuando Jesús estaba en el Huerto de los olivos, Dios no le envía doce legiones de ángeles para ayudarlo (cf. Mt 26,53). Al poder estridente y pomposo de este mundo, Él contrapone el poder inerme del amor, que en la Cruz – y después siempre en la historia – sucumbe y, sin embargo, constituye la nueva realidad divina, que se opone a la injusticia e instaura el Reino de Dios. Dios es diverso; ahora se dan cuenta de ello. Y eso significa que ahora ellos mismos tienen que ser diferentes, han de aprender el estilo de Dios. Habían venido para ponerse al servicio de este Rey, para modelar su majestad sobre la suya. Éste era el sentido de su gesto de acatamiento, de su adoración. Una adoración que comprendía también sus presentes – oro, incienso y mirra –, dones que se hacían a un Rey considerado divino. La adoración tiene un contenido y comporta también una donación. Los personajes que venían de Oriente, con el gesto de adoración, querían reconocer a este niño como su Rey y poner a su servicio el propio poder y las propias posibilidades, siguiendo un camino justo. Sirviéndole y siguiéndole, querían servir junto a Él la causa de la justicia y del bien en el mundo. En esto, tenían razón. Pero ahora aprenden que esto no se puede hacer simplemente a través de órdenes impartidas desde lo alto de un trono. Aprenden que deben entregarse a sí mismos: un don menor que éste es poco para este Rey. Aprenden que su vida debe acomodarse a este modo divino de ejercer el poder, a este modo de ser de Dios mismo. Han de convertirse en hombres de la verdad, del derecho, de la bondad, del perdón, de la misericordia. Ya no se preguntarán: �Para qué me sirve esto? Se preguntarán más bien: �Cómo puedo servir a que Dios esté presente en el mundo? Tienen que aprender a perderse a sí mismos y, precisamente así, a encontrarse a sí mismos. Saliendo de Jerusalén, han de permanecer tras las huellas del verdadero Rey, en el seguimiento de Jesús. Queridos amigos, podemos preguntarnos lo que todo esto significa para nosotros. Pues lo que acabamos de decir sobre la naturaleza diversa de Dios, que ha de orientar nuestras vidas, suena bien, pero queda algo vago y difuminado. Por eso Dios nos ha dado ejemplos. Los Magos que vienen de oriente son sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indica el camino. Es la muchedumbre de los santos – conocidos o desconocidos – mediante los cuales el Señor nos ha abierto a lo largo de la historia el Evangelio, hojeando sus páginas; y lo está haciendo todavía. En sus vidas se revela la riqueza del Evangelio como en un gran libro ilustrado. Son la estela luminosa que Dios ha dejando en el transcurso de la historia, y sigue dejando aún. Mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II, ha beatificado y canonizado a un gran número de personas, tanto de tiempos recientes como lejanos. En estas figuras ha querido demostrarnos cómo se consigue ser cristianos; cómo se logra llevar una vida del modo justo: a vivir a la manera de Dios. Los beatos y los santos han sido personas que no han buscado obstinadamente la propia felicidad, sino que han querido simplemente entregarse, porque han sido alcanzados por la luz de Cristo. De este modo, ellos nos indican la vía para ser felices y nos muestran cómo se consigue ser personas verdaderamente humanas. En las vicisitudes de la historia, han sido los verdaderos reformadores que tantas veces han remontado a la humanidad de los valles oscuros en los cuales está siempre en peligro de precipitar; la han iluminado siempre de nuevo lo suficiente para dar la posibilidad de aceptar – tal vez en el dolor – la palabra de Dios al terminar del obra del creación: «Y era muy bueno». Basta pensar en figuras como san Benito, san Francisco de Asís, santa Teresa de Ávila, san Ignacio de Loyola, san Carlos Borromeo, a los fundadores de las órdenes religiosas del siglo XVIII, que han animado y orientado el movimiento social, o a los santos de nuestro tiempo: Maximiliano Kolbe, Edith Stein, Madre Teresa, Padre Pío. Contemplando estas figuras comprendemos lo que significa «adorar» y lo que quiere decir vivir a medida del niño de Belén, a medida de Jesucristo y de Dios mismo. Los santos, hemos dicho, son los verdaderos reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios, proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En el siglo pasado hemos vivido revoluciones cuyo programa común fue no esperar nada de Dios, sino tomar totalmente en las propias manos la causa del mundo para transformar sus condiciones. Y hemos visto que, de este modo, un punto de vista humano y parcial se tomó como criterio absoluto de orientación. La absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que le priva de su dignidad y lo esclaviza. No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y, �qué puede salvarnos, si no es el amor? Queridos amigos, permitidme que añada sólo dos breves ideas. Muchos hablan de Dios; en el nombre de Dios se predica también el odio y se practica la violencia. Por tanto, es importante descubrir el verdadero rostro de Dios. Los Magos de Oriente lo encontraron cuando se postraron ante el niño de Belén.«Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre», dijo Jesús a Felipe (Jn 14,9). En Jesucristo, que por nosotros permitió que su corazón fuera traspasado, en Él se ha manifestado el verdadero rostro de Dios. Lo seguiremos junto con la muchedumbre de los que nos han precedido. Entonces iremos por el camino justo. Esto significa que no nos construimos un Dios privado, un Jesús privado, sino que creemos y nos postramos ante el Jesús que nos muestran las Sagradas Escrituras, y que en la gran comunidad de fieles llamada Iglesia se manifiesta viviente, siempre con nosotros y al mismo tiempo siempre ante de nosotros. Se puede criticar mucho a la Iglesia. Lo sabemos, y el Señor mismo nos lo ha dicho: es una red con peces buenos y malos, un campo con trigo y cizaña. El Papa Juan Pablo II, que nos ha mostrado el verdadero rostro de la Iglesia en los numerosos santos que ha proclamado, también ha pedido perdón por el mal causado en el transcurso de la historia por las palabras o los actos de hombres de la Iglesia. De este modo, también a nosotros nos ha hecho ver nuestra verdadera imagen, y nos ha exhortado a entrar, con todos nuestros defectos y debilidades, en la muchedumbre de los santos que comenzó a formarse con los Magos de Oriente. En el fondo, consuela que exista la cizaña en la Iglesia. Así, no obstante todos nuestros defectos, podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús, que ha llamado precisamente a los pecadores. La Iglesia es como una familia humana, pero es también al mismo tiempo la gran familia de Dios, mediante la cual Él establece un espacio de comunión y unidad en todos los continentes, culturas y naciones. Por eso nos alegramos de pertenecer a esta gran familia; de tener hermanos y amigos en todo el mundo. Justo aquí, en Colonia, experimentamos lo hermoso que es pertenecer a una familia tan grande como el mundo, que comprende el cielo y la tierra, el pasado, el presente y el futuro de todas las partes de la tierra. En esta gran comitiva de peregrinos, caminamos junto con Cristo, caminamos con la estrella que ilumina la historia. «Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11). Queridos amigos, ésta no es una historia lejana, de hace mucho tiempo. Es una presencia. Aquí, en la Hostia consagrada, Él está ante nosotros y entre nosotros. Como entonces, se oculta misteriosamente en un santo silencio y, como entonces, desvela precisamente así el verdadero rostro de Dios. Por nosotros se ha hecho grano de trigo que cae en tierra y muere y da fruto hasta el fin del mundo (cf. Jn 12,24). Él está presente, como entonces en Belén. Y nos invita a esa peregrinación interior que se llama adoración. Pongámonos ahora en camino para esta peregrinación del espíritu, y pidámosle a Él que nos guíe. Amén.

Homilía del Santo Padre Benedicto XVI durante la Santa Misa

Homilía del Santo Padre Benedicto XVI durante la Santa Misa

 Queridos jóvenes: Ante la sagrada Hostia, en la cual Jesús se ha hecho pan para nosotros, que interiormente sostiene y nutre nuestra vida (cf. Jn 6,35), hemos comenzado ayer tarde el camino interior de la adoración. En la Eucaristía la adoración debe llegar a ser unión. Con la Celebración eucarística nos encontramos en aquella “hora” de Jesús, de la cual habla el Evangelio de Juan. Mediante la Eucaristía, esta “hora” suya se convierte en nuestra hora, su presencia en medio de nosotros. Junto con los discípulos Él celebró la cena pascual de Israel, el memorial de la acción liberadora de Dios que había guiado a Israel de la esclavitud a la libertad. Jesús sigue los ritos de Israel. Pronuncia sobre el pan la oración de alabanza y bendición. Sin embargo, sucede algo nuevo. Él da gracias a Dios non solamente por las grandes obras del pasado; le da gracias por la propia exaltación que se realizará mediante la Cruz y la Resurrección, dirigiéndose a los discípulos también con palabras que contienen el compendio de la Ley y de los Profetas: “Esto es mi Cuerpo entregado en sacrificio por vosotros. Este cáliz es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre”. Y así distribuye el pan y el cáliz, y, al mismo tiempo, les encarga la tarea de volver a decir y hacer siempre en su memoria aquello que estaba diciendo y haciendo en aquel momento. �Qué está sucediendo? �Cómo Jesús puede repartir su Cuerpo y su Sangre? Haciendo del pan su Cuerpo y del vino su Sangre, Él anticipa su muerte, la acepta en lo más íntimo y la transforma en una acción de amor. Lo que desde el exterior es violencia brutal, desde el interior se transforma en un acto de un amor que se entrega totalmente. Esta es la transformación sustancial que se realizó en el cenáculo y que estaba destinada a suscitar un proceso de transformaciones cuyo último fin es la transformación del mundo hasta que Dios sea todo en todos (cf. 1 Cor 15,28). Desde siempre todos los hombres esperan en su corazón, de algún modo, un cambio, una transformación del mundo. Este es, ahora, el acto central de transformación capaz de renovar verdaderamente el mundo: la violencia se transforma en amor y, por tanto, la muerte en vida. Dado que este acto convierte la muerte en amor, la muerte como tal está ya, desde su interior, superada; en ella está ya presente la resurrección. La muerte ha sido, por así decir, profundamente herida, tanto que, de ahora en adelante, no puede ser la última palabra. Ésta es, por usar una imagen muy conocida para nosotros, la fisión nuclear llevada en lo más íntimo del ser; la victoria del amor sobre el odio, la victoria del amor sobre la muerte. Solamente esta íntima explosión del bien que vence al mal puede suscitar después la cadena de transformaciones que poco a poco cambiarán el mundo. Todos los demás cambios son superficiales y no salvan. Por esto hablamos de redención: lo que desde lo más íntimo era necesario ha sucedido, y nosotros podemos entrar en este dinamismo. Jesús puede distribuir su Cuerpo, porqué se entrega realmente a sí mismo. Esta primera transformación fundamental de la violencia en amor, de la muerte en vida lleva consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en su Cuerpo y su Sangre. Llegados a este punto la transformación no puede detenerse, antes bien, es aquí donde debe comenzar plenamente. El Cuerpo y la Sangre de Cristo se nos dan para que a su vez nosotros mismos seamos transformados. Nosotros mismos debemos llegar a ser Cuerpo de Cristo, sus consaguíneos. Todos comemos el único pan, y esto significa que entre nosotros llegamos a ser una sola cosa. La adoración, hemos dicho, llega a ser, de este modo, unión. Dios no solamente está frente a nosotros, como el Totalmente otro. Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en Él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo. Yo encuentro una alusión muy bella a este nuevo paso que la Última Cena nos indica con la diferente acepción de la palabra “adoración” en griego y en latín. La palabra griega es proskynesis. Significa el gesto de sumisión, el reconocimiento de Dios como nuestra verdadera medida, cuya norma aceptamos seguir. Significa que la libertad no quiere decir gozar de la vida, considerarse absolutamente autónomo, sino orientarse según la medida de la verdad y del bien, para llegar a ser, de esta manera, nosotros mismos, verdaderos y buenos. Este gesto es necesario, aun cuando nuestra ansia de libertad se resiste, en un primer momento, a esta perspectiva. Hacerla completamente nuestra será posible solamente en el segundo paso que nos presenta la Última Cena. La palabra latina adoración es ad-oratio, contacto boca a boca, beso, abrazo y, por tanto, en resumen, amor. La sumisión se hace unión, porque aquel al cual nos sometemos es Amor. Así la sumisión adquiere sentido, porque no nos impone cosas extrañas, sino que nos libera desde lo más íntimo de nuestro ser. Volvamos de nuevo a la Última Cena. La novedad que allí se verificó, estaba en la nueva profundidad de la antigua oración de bendición de Israel, que ahora se hacía palabra de transformación y nos concedía el poder participar en la hora de Cristo. Jesús no nos ha encargado la tarea de repetir la Cena pascual que, por otra parte, en cuanto aniversario, no es repetible a voluntad. Nos ha dado la tarea de entrar en su “hora”. Entramos en ella mediante la palabra del poder sagrado de la consagración, una transformación que se realiza mediante la oración de alabanza, que nos sitúa en continuidad con Israel y con toda la historia de la salvación, y al mismo tiempo nos concede la novedad hacia la cual aquella oración tendía por su íntima naturaleza. Esta oración, llamada por la Iglesia “oración eucarística”, hace presente la Eucaristía. Es palabra de poder, que transforma los dones de la tierra de modo totalmente nuevo en la donación de Dios mismo y que nos compromete en este proceso de transformación. Por esto llamamos a este acontecimiento Eucaristía, que es la traducción de la palabra hebrea beracha, agradecimiento, alabanza, bendición, y asimismo transformación a partir del Señor: presencia de su “hora”. La hora de Jesús es la hora en la cual vence el amor. En otras palabras: es Dios quien ha vencido, porque Él es Amor. La hora de Jesús quiere llegar a ser nuestra hora y lo será, si nosotros, mediante la celebración de la Eucaristía, nos dejamos arrastrar por aquel proceso de transformaciones que el Señor pretende. La Eucaristía debe llegar a ser el centro de nuestra vida. No se trata de positivismo o ansia de poder, cuando la Iglesia nos dice que la Eucaristía es parte del domingo. En la mañana de Pascua, primero las mujeres y luego los discípulos tuvieron la gracia de ver al Señor. Desde entonces supieron que el primer día de la semana, el domingo, sería el día de Él, de Cristo. El día del inicio de la creación sería el día de la renovación de la creación. Creación y redención caminan juntas. Por esto es tan importante el domingo. Es bonito que hoy, en muchas culturas, el domingo sea un día libre o, juntamente con el sábado, constituya el denominado “fin de semana” libre. Pero este tiempo libre permanece vacío si en él no está Dios. �Queridos amigos! A veces, en principio, puede resultar incómodo tener que programar en el domingo también la Misa. Pero si os empeñáis, constataréis más tarde que es exactamente esto lo que le da sentido al tiempo libre. No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla. Ciertamente, para que de esa emane la alegría que necesitamos, debemos aprender a comprenderla cada vez más profundamente, debemos aprender a amarla. Comprometámonos a ello, �vale la pena! Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es, en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara una fiesta para nosotros. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis también el sacramento de la Reconciliación, en el cual la bondad misericordiosa de Dios permite siempre iniciar de nuevo nuestra vida. Quien a descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia Él. Una gran alegría no se puede guardar para uno mismo. Es necesario transmitirla. En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marche igualmente sin Él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: �No es posible que la vida sea así! Verdaderamente no. Y de este modo, junto a olvido de Dios existe como un boom de lo religioso. No quiero desacreditar todo lo que se sitúa en este contexto. Puede darse también la alegría sincera del descubrimiento. Pero exagerando demasiado, la religión se convierte casi en un producto de consumo. Se escoge aquello que place, y algunos saben también sacarle provecho. Pero la religión buscada a la “medida de cada uno” a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte. Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que indica el camino: �Jesucristo! Tratemos nosotros mismos de conocerlo siempre mejor para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia Él. Por esto es tan importante el amor a la Sagrada Escritura y, en consecuencia, conocer la fe de la Iglesia que nos muestra el sentido de la Escritura. Es el Espíritu Santo el que guía a la Iglesia en su fe creciente y la ha hecho y hace penetrar cada vez más en las profundidades de la verdad (cf. Jn 16,13). El Papa Juan Pablo II nos ha dejado una obra maravillosa, en la cual la fe secular se explica sintéticamente: el Catecismo de la Iglesia Católica. Yo mismo, recientemente, he podido presentar el Compendio de tal Catecismo, que ha sido elaborado a petición del difunto Papa. Son dos libros fundamentales que querría recomendaros a todos vosotros. Obviamente, los libros por sí solos no bastan. �Construid comunidades basadas en la fe! En los últimos decenios han nacido movimientos y comunidades en los cuales la fuerza del Evangelio se deja sentir con vivacidad. Buscad la comunión en la fe como compañeros de camino que juntos van siguiendo el itinerario de la gran peregrinación que primero nos señalaron los Magos de Oriente. La espontaneidad de las nuevas comunidades es importante, pero es asimismo importante conservar la comunión con el Papa y con los Obispos. Son ellos los que garantizan que no se están buscando senderos particulares, sino que a su vez se está viviendo en aquella gran familia de Dios que el Señor ha fundado con los doce Apóstoles. Aún, una vez más, debo volver a la Eucaristía. “Porque aún siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan” dice san Pablo (1 Cor 10,17). Con esto quiere decir: puesto que recibimos al mismo Señor y Él nos acoge y nos atrae hacia sí, seamos también una sola cosa entre nosotros. Esto debe manifestarse en la vida. Debe mostrase en la capacidad de perdón. Debe manifestarse en la sensibilidad hacia las necesidades de los demás. Debe manifestarse en la disponibilidad para compartir. Debe manifestarse en el compromiso con el prójimo, tanto con el cercano como con el externamente lejano, que, sin embargo, nos mira siempre de cerca. Existen hoy formas de voluntariado, modelos de servicio mutuo, de los cuales justamente nuestra sociedad tiene necesidad urgente. No debemos, por ejemplo, abandonar a los ancianos en su soledad, no debemos pasar de largo ante los que sufren. Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos donde y como somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien pronto que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse solo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos. �Caminemos con Cristo y vivamos nuestra vida como verdaderos adoradores de Dios! Amén.

Benedicto XVI: de la JMJ, el auspicio de una gran primavera de esperanza en Europa y en todo el mundo

Benedicto XVI: de la JMJ, el auspicio de una gran primavera de esperanza en Europa y en todo el mundo

   “Una intuición profética” del “inolvidable” predecesor, destinada a dar comienzo a una “gran primavera de esperanza” para Europa y el mundo: así definió Benedicto XVI la Jornada Mundial de la Juventud. El miércoles 24 de agosto, en la audiencia general, el Papa habló de su experiencia en Alemania, recorriendo sus etapas y sus momentos más significativos, delante de 7000 personas de cuatro continentes que colmaban el Aula Pablo VI, entre las cuales sobresalían una delegación interreligiosa proveniente de Nagasaki y una de religiosos budistas. De la intervención de Benedicto XVI: La Providencia divina ha querido que mi primer viaje pastoral fuera de Italia tuviera como meta precisamente mi país de origen y con motivo del gran encuentro de los jóvenes del mundo, veinte años después de la institución de la Jornada Mundial de la Juventud, surgida de la intuición profética de mi inolvidable predecesor.

El abrazo con los jóvenes participantes en la Jornada Mundial de la Juventud comenzó desde mi llegada al aeropuerto de Colonia-Bonn y fue haciéndose cada vez más emocionante al recorrer el Rhin desde el muelle de Rodenkirchenerbrucke hasta Colonia, escoltados por cinco embarcaciones en representación de los cinco continentes. Luego fue sumamente sugerente el alto ante el embarcadero del Poller Rheinwiesen, donde estaban presentes miles y miles de jóvenes, con los que mantuve el primer encuentro oficial, llamado oportunamente «fiesta de la acogida», que tenía como lema las palabras de los Magos: «�Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?» (Mateo 2, 2). Fueron precisamente los Magos los «guías» para esos jóvenes peregrinos hacia Cristo. Qué significativo es el hecho de que todo esto haya tenido lugar mientras nos encaminamos hacia la conclusión del Año Eucarístico, convocado por Juan Pablo II! «Hemos venido a adorarle», el tema del Encuentro, invitó a todos a seguir a los Magos, y a cumplir junto a ellos un viaje interior de conversión hacia el Emanuel, el Dios con nosotros, para conocerle, encontrarle, adorarle, y, después de haberle encontrado y adorado, volver a comenzar llevando en el espíritu, en nuestra intimidad, su luz y alegría.

En Colonia, los jóvenes han podido profundizar en varias ocasiones en estos temas espirituales y han sido estimulados por el Espíritu Santo a ser testigos de Cristo, que en la Eucaristía prometió quedarse realmente presente entre nosotros hasta el final del mundo. Vuelvo a pensar en varios momentos que tuve la alegría de compartir con ellos, especialmente en la vigilia del sábado por la noche y en la celebración conclusiva del domingo. A estas sugerentes manifestaciones de fe se unieron millones de otros jóvenes de todos los rincones de la tierra, gracias a las providenciales transmisiones de radio y televisión. Pero quisiera evocar aquí un encuentro singular, el de los seminaristas, jóvenes llamados a un seguimiento más radical de Cristo, maestro y pastor. Quise que hubiera un momento específico dedicado para ellos para resaltar también la dimensión vocacional típica de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada han surgido en estos veinte años precisamente durante las Jornadas Mundiales de la Juventud, ocasiones privilegiadas en las que el Espíritu Santo deja escuchar su llamada. En el contexto lleno de esperanza de las Jornadas de Colonia, se enmarca muy bien el encuentro con los representantes de las demás iglesias y comunidades eclesiales. El papel de Alemania en el diálogo ecuménico es importante, ya sea por la triste historia de divisiones, ya sea por el papel significativo que ha desempeñado en el camino de la reconciliación. Deseo que el diálogo, como intercambio recíproco de dones y no sólo de palabras, contribuya además a hacer crecer y madurar esa «sinfonía» ordenada y armoniosa que es la unidad católica. En esta perspectiva, las Jornadas Mundiales de la Juventud representan un válido «laboratorio» ecuménico. Y, �cómo no revivir con emoción la visita a la Sinagoga de Colonia, en la que tiene su sede la comunidad judía más antigua de Alemania? Con los hermanos judíos recordé la Shoá, y el sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración nazis. Este año se celebra, además, el cuadragésimo aniversario de la declaración conciliar «Nostra aetate», que inauguró una nueva estación de diálogo y de solidaridad espiritual entre judíos y cristianos, así como de estima por las demás grandes tradiciones religiosas. Entre estas, ocupa un lugar particular el Islam, cuyos seguidores adoran al único Dios y se remontan con gusto al patriarca Abraham. Por este motivo, quise encontrarme con los representantes de algunas comunidades musulmanas, a los que manifesté las esperanzas y las preocupaciones del difícil momento histórico que estamos viviendo, deseando que se extirpe el fanatismo y la violencia y que juntos podamos colaborar siempre en la defensa de la dignidad de la persona humana y tutelar sus derechos fundamentales.

Queridos hermanos y hermanas, desde el corazón de la «vieja» Europa, que en el siglo pasado, por desgracia, experimentó horrendos conflictos y regímenes inhumanos, los jóvenes han vuelto a lanzar a la humanidad de nuestro tiempo el mensaje de la esperanza que no decepciona, pues está fundada sobre la Palabra de Dios, hecha carne en Jesucristo, muerto y resucitado por nuestra salvación. En Colonia, los jóvenes han encontrado y adorado al Emmanuel, el Dios con nosotros, en el misterio de la Eucaristía y han comprendido mejor que la Iglesia es la gran familia por la que Dios forma un espacio de comunión y de unidad entre todo continente, cultura y raza, por así decir, una «gran comitiva de peregrinos» guiados por Cristo, estrella radiante que ilumina la historia. Jesús se hace nuestro compañero de viaje en la Eucaristía, y en la Eucaristía –así decía en la homilía de la celebración conclusiva tomando de la física una imagen muy conocida– produce la «fisión nuclear» en el corazón más escondido del ser. Sólo esta íntima explosión del bien que vence al mal puede dar vida a otras transformaciones necesarias para cambiar el mundo. Recemos, por tanto, para que los jóvenes de Colonia lleven consigo la luz de Cristo, que es verdad y amor, y la difundan por doquier. De este modo podremos asistir a una nueva primavera de esperanza en Alemania, en Europa y en todo el mundo. (Traducción del original italiano realizada por Zenit)

Por una convivencia fraterna entre pueblos y religiones

Por una convivencia fraterna entre pueblos y religiones

   �Es posible la convivencia pacífica en nuestra sociedad, cada vez más multicultural, multiétnica, multirreligiosa? El diálogo entre las religiones será el centro del “Festival por un mundo unido”. Jueves 18 de agosto, a las 8.00 p.m., en el Friedenspark, el ‘Parque de la Paz’ de Colonia, jóvenes de varios países –Israel, Egipto, Siria, Líbano, Colombia, Argentina, Brasil, Madagascar, Alemania, Austria y Bélgica- darán su testimonio de fraternidad vivida en ambientes a menudo caracterizados por tensiones sociales y políticas, por la indiferencia y el individualismo. Se desarrollará en el ámbito del “Colourdome”, uno de los aportes de los Jóvenes por un mundo unido, de los Focolares, a la Jornada Mundial de la Juventud 2005. Un anticipo: Ossama es egipcio. Trabaja en la oficina de una agencia de transporte. Casi todos sus colegas son musulmanes… Es un reto. Los primeros días se siente asaltado por una sensación de inseguridad. Se esfuerza por vivir en base a la “regla de oro” que tantas religiones tienen en común: “Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti” (Mt. 7, 12). Empieza con gestos muy pequeños, como preparar el té para los obreros que regresan cansados después de haber cargado los camiones. Poco a poco caen todas las barreras y nace una verdadera amistad. Ages, del Sureste asiático. En Asia los cristianos son una minoría entre los budistas, hindúes y musulmanes. Y no se puede dar por descontado que se sabe dialogar: es un arte que se debe aprender. Para ello Ages ha ido a Tagaytay, la ciudadela del Movimiento de los Focolares en Filipinas. Allí tienen lugar los cursos de la “Escuela para las Religiones Orientales”, en los que participan jóvenes de religiones diversas provenientes de Corea, Japón, Hong Kong, Singapur, Indonesia y Tailandia. También acciones concretas en el ámbito político pueden contribuir al acercamiento entre las religiones De ellas habla Sylwin de Cebú. Reaccionando ante la difundida apatía política, los jóvenes de los Focolares, de Filipinas, se han comprometido en la promoción de una participación activa en las próximas elecciones presidenciales: desde el año pasado, han hecho nacer el “White Forum”. Usan todos los medios de comunicación: TV, radio, prensa, contactos en las parroquias, en las escuelas, involucrando así varias organizaciones juveniles. También los jóvenes de otras religiones se han unido a su proyecto.

Islam – Historias italianas de buena convivencia, de Luigi Accattoli

Islam – Historias italianas de buena convivencia, de Luigi Accattoli

  De la presentación: «Crece el miedo del Islam, y esta encuesta la combate contando historias de buena convivencia: más de 150, ambientadas en nuestro país o vividas por italianos esparcidos por el mundo. El libro está inspirado en la idea de que la buena convivencia es frecuente, pero que alguien lo cuente es raro. La narración pasa por eventos mínimos, como un gesto o una palabra de reconocimiento ocasionales, hasta las elecciones de vida hechas por inmigrantes que han recibido ayuda y quieren corresponder. Es frecuente el descubrimiento de historias singulares: un tunecino que hace de sacristán en Milán, un ingeniero de origen siria alcalde de un pueblito de Abruzzo, un empresario piamontés que tiene seis empleados musulmanes sobre los treinta de su empresa y los trata como a hijos, jóvenes turcos y de otros países que estudian en la Gregoriana, unos diez emigrantes islámicos en contacto con el Movimiento de los Focolares, familias observantes que mandan a sus hijos a las escuelas de las monjas o eligen para ellos la enseñanza de la religión católica. Serán entrevistados musulmanes que trabajan en la Asociación Católica de Trabajadores Italianos (ACLI), en Cáritas, en el Centro Astalli e incluso en el Vaticano». La encuesta ha sido conducida con la colaboración de Ciro Fusco y de Emilio Vinciguerra y con el aporte del Servicio Nacional para el Proyecto cultural de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). Islam – Historias italianas de buena convivencia, de Luigi Accattoli, Ediciones Dehoniane, Bolonia 2004, pp. 222

«Hemos empezado a rezar»

 

Roxana y Susan, la primera es médico, la segunda ingeniero: ambas chiítas iraníes, han conocido el Movimiento de los Focolares en 1990 y desde entonces colaboran con el mismo. La de ellas es una historia singular, así narrada por Roxana: «Cuando estalló la revolución en nuestro país, teníamos 12 años y nos lanzamos con entusiasmo a trabajar por la paz y para que ya no hubiesen más pobres en nuestra sociedad. Pero nos sentíamos pequeñas ante una problemática tan grande: incluso nuestra fe vacilaba y poco a poco nos fuimos alejando de la práctica religiosa y de Dios. Después de graduarnos nos transferimos a Italia para continuar los estudios».

«Después del encuentro con los Focolares –cuenta Susan- hemos descubierto una nueva relación con Dios, nunca antes experimentada. Ese Dios, un tiempo tan lejano, ahora estaba vivo y nos acompañaba en cada momento. Poco a poco nació en nosotros el deseo de profundizar en nuestra religión. Hemos empezado a rezar».

Roxana describe con detalles el redescubrimiento del Islam que siguió: «Fue como si nuestra religión y la cultura de nuestro pueblo se iluminaran bajo una luz nueva. Por ejemplo, volviendo a leer algunas poesías escritas a lo largo de los siglos, hemos encontrado allí la presencia de Dios-Amor: esas palabras, tantas veces repetidas de memoria en la escuela y nunca entendidas, ahora adquirían pleno significado. Rumi, un poeta nuestro, escribe una bellísima poesía: “Con el amor las espinas se transforman en flores… con el amor, el dolor se convierte en alegría”. Un día pensé en escribir una carta a mi tío. Le hablé de cómo me sentía amada por Dios, no obstante los problemas que nunca faltan. Poco tiempo después recibí su respuesta: escribía que era bello sentir a Dios tan cerca y que en el Corán está escrito que Dios está dentro de nosotros como las venas de nuestro cuerpo. Me vinieron a la mente las palabras del Profeta (que la paz esté con Él) quien entre otras cosas dice: “A quien trata de acercarse a mi un palmo, lo acercaré codo; a quien se acerque un codo, yo me acercaré dos pasos, si alguien camina hacia mí, yo correré hacia él”. Me parecía que sólo había caminado hacia Dios y Él había corrido hacia mí, llenándome de su alegría y plenitud ».

Sacado de: Islam – Historias italianas de buena convivencia, de Luigi Accattoli, Ediciones Devoniane, Bolonia 2004, pp. 222

«Livio y los amigos de Marene»

Livio no sólo tiene seis trabajadores musulmanes, sobre un total de treinta –en su empresa de cromado de marmitas, piezas de automóviles y motocicletas, de telares y sillas de ruedas- sino que también es animador del “Grupo de los amigos de Marene (CN) y sus alrededores” que está inspirado en la “regla de oro” del Evangelio: “Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti” (Lc. 6,31). De ese grupo, que comprende también a musulmanes y no creyentes, ha nacido, como un retoño, otro grupo completamente autónomo, compuesto totalmente por senegaleses, que tiene adherentes en Senegal y en Piemonte. Los dos grupos colaboran y –dice Livio- «de una cosa nace otra cosa». Escuchémoslo: «Nuestra aventura tiene menos de diez años. En 1995 participé en un congreso focolarino en Loppiano, abierto a amigos de “convicciones diversas”, donde escuché la propuesta del arte de amar cristiano, como un ideal para proponer a todos. Regresando a casa, le dije a mi esposa, que quería hacer una experiencia distinta, que nunca había intentado en la vida: la del amor desinteresado. Y desde ahora la estamos haciendo con la ayuda de nuestros cuatro hijos. «El grupo nació en 1997. Tiene un local que hemos adaptado para este fin y allí nos vemos todas las semanas. Vienen personas de todas las edades, color y credo. Familiares, vecinos, parientes, amigos y dependientes. Uno atrae al otro. Nos encontramos para escucharnos, ayudarnos y ayudar. «Los musulmanes llegaron así: al primero lo conocimos en una situación de necesidad y decidimos asumirlo aprovechando un pedido más grande de lo común. Lo ayudamos también a encontrar un alojamiento, y se injertó bien en la empresa y nos hizo conocer a otros de sus amigos. A través de los senegaleses que trabajaban con nosotros, supimos que tantos inmigrantes africanos de esta zona provenían de una región de Senegal. Uno de ellos, con su esposa y sus hijos, es nuestro amigo, y ha sido él quien ha llevado la propuesta del ideal a su país. Él y sus amigos siempre dicen que cuando están con nosotros se sienten en familia ». Tomado de: Islam – Historias italianas de buena convivencia, de Luigi Accattoli, Ediciones Devoniane, Bolonia 2004, pp. 222

«Lanzar semillas de fraternidad y de paz para una más profunda comprensión de las riquezas de los demás »

 

Chiara Lubich en contacto con el Islam

Presidente, seis mil musulmanes participan en las actividades, es más forman parte –si entendí bien- de los Focolares: ?no teme que su Movimiento pueda recibir una influencia no controlable?
«No lo pienso. La participación en las actividades del Movimiento, sobre todo el formar parte en diversos modos, no es una improvisación. Ésta exige un serio entrenamiento de vida, compartir objetivos en modo fuerte, atento y participativo. Esto crea entre los miembros del Movimiento, más allá de las diferencias, una profunda unidad espiritual, radicada sobre grandes y reales valores sinceramente compartidos. Unidad que no cancela las diferencias sino que hace de ellas, por el contrario, elementos de enriquecimiento recíproco y –paradójicamente- lleva a una apertura y a una comprensión más profunda de las riquezas de los demás y también de las propias ».

Juzgando por el número de musulmanes involucrados en sus iniciativas, se diría que el Islam constituye hoy – para ustedes – un interlocutor privilegiado, respecto a las otras religiones…
«No diría. Son numerosos también los hebreos con los cuales mantenemos relaciones muy vivas y cordiales. Además tenemos interlocutores en el mundo hindú y en el mundo budista, sobre todo en Tailandia y en Japón –pensemos, por lo que respecta a éste último, a la gran amistad espiritual con el vastísimo Movimiento de la Rissho Kosei-Kai. Y no quiero olvidar los numerosísimos participantes en el espíritu y en las actividades del Movimiento, en África, de las religiones tradicionales: están involucrados grupos tribales enteros, como en Camerún. Los contactos con estas realidades espirituales y culturales tienen lugar a varios niveles: desde el compartir de los aspectos concretos de la vida cotidiana, dolores y alegrías, al poner en común los bienes espirituales y la repartición de los bienes materiales; hasta los encuentros de expertos alrededor de las verdades profesadas por cada uno, para conocerse mejor y conocer las riquezas que Dios siembra en las culturas del hombre. A propósito de esto, en el mes de Abril tendremos, en nuestro Centro internacional de Castelgandolfo (Rm), dos simposios con intelectuales hindúes (con ellos es ya el segundo que realizamos) y budistas respectivamente. Sucesivamente lo tendremos con un grupo de hebreos ».

Quizás el espíritu de los Focolares es el más manso entre los espíritus que soplan en la gran familia católica: ?cómo es que los más mansos han ido a elegir el interlocutor más agresivo?
«Con respecto a la mansedumbre del Movimiento, me parece justo precisar que la misma no es fácil aceptación o irenismo, sino obediencia a una de las bienaventuranzas evangélicas: esa mansedumbre, porque es caridad y no sentimiento, es también fuerza. Por otra parte, no hemos sido nosotros quienes hemos elegido los interlocutores. Nosotros decimos: ha sido Dios quien ha llevado adelante nuestro camino. Después por lo que se refiere a la agresividad en general, me parece que no se debe olvidar la violencia de la que nosotros cristianos hemos sido portadores, y por la cual Juan Pablo II sigue pidiendo perdón. Después, por lo que respecta a la agresividad del Islam, pienso que no debemos en ningún modo generalizar. Conocemos musulmanes fuertemente amantes de la paz, personas de exquisita y auténtica vida espiritual, muy capaces de dialogar. Son precisamente ellos quienes nos hacen ver el Islam bajo una luz diversa de esa con la cual, demasiado a menudo y superficialmente, éste es percibido. Después hay otro punto que hay que tener presente: la mansedumbre en uno de los dos interlocutores, antes o después suscita la mansedumbre en el otro ».

En una carta de 1980 a los Focolarinos, usted daba esta consigna: «Si en sus ciudades hay una mezquita o una sinagoga o algún otro lugar de culto no cristiano, sepan que allí está su lugar ». Repetiría esa indicación después de haber oído las palabras violentas que provienen de las mezquitas?
«La siento más actual que nunca. Ella es, en síntesis, una respuesta a la invitación de Jesús de hacerse todo a todos. Por otro lado, no creo que se pueda decir que desde todas las mezquitas provienen palabras de violencia. Además, nuestra experiencia dice que, si estas palabras son acogidas por espíritus amantes de la paz, a menudo pueden ser redimensionadas, y regresar a quien las ha dicho liberadas precisamente de la violencia, hasta cambiar el ánimo de quien las ha pronunciado».

En Pakistán ustedes han edificado incluso una ciudadela islamo-cristiana, en Dalwal, entre Lahore y Islamabad: ?sobrevivirá al incendio anti-cristiano que acecha en ese país ?
«Lo espero. De todos modos, el futuro está en las manos de Dios. A nosotros nos interesa, viviendo el momento presente, lanzar semillas de fraternidad y de paz. Y si alguna de estas semillas debe morir, esta es una enseñanza evangélica y, según las palabras de Jesús, precisamente por ello podrá dar fruto de esa vida que no pasa ».

?Han recibido críticas externas o desaprobaciones internas –después del 11 de septiembre- por el comentario mensual en idioma árabe, redactado por una teóloga iraní, que paragona pasajes del Corán y del Evangelio?
«Ningún desacuerdo o crítica, que yo sepa. Es más notamos un aumento en las solicitudes, y un ofrecimiento de participación en este tipo de trabajo por parte de otros expertos musulmanes».

Luigi Accattoli

Entrevista publicada en el Corriere della Sera, 13.02.2004

Qué futuro para una sociedad multicultural, multiétnica y multirreligiosa después de los hechos terroristas?

 

 Qué futuro para una sociedad multicultural, multiétnica y multirreligiosa?

Es éste un interrogante inquietante que se plantea no sólo Inglaterra, sino toda Europa y no sólo, después de los atentados terroristas que el 7 de julio afectaron el corazón de Londres, la ciudad más cosmopolita del Viejo Continente y el 23 de julio Sharm el Sheikh en Egipto.

Es también el título de la Mariápolis, el típico encuentro veraniego promovido por los Focolares en varias partes del mundo, que empezó el domingo 24 de julio en Lake District Windermere, en el Norte de Inglaterra, donde participan 600 personas, entre las cuales un grupo de musulmanes.

Ante este interrogante sobre el futuro de la sociedad multicultural había dado una respuesta, hoy de gran actualidad, Chiara Lubich, en su último viaje a Londres precisamente hace un año, el 19 de junio de 2004 en el Westminster Central Hall, ante más de 2000 personas, presentes también personalidades musulmanas, budistas, sikhs, hindúes. Un mensaje que ahora se vuelve a proponer mediante el vídeo en las Mariápolis.

No un choque entre civilizaciones, sino el nacimiento de un “mundo nuevo”. Ante los temores por el futuro Chiara Lubich presenta la visión de San Agustín en el período de las migraciones de los pueblos. Indica el diálogo como una prevención ante el terrorismo y el camino para actuarlo, en la “regla de oro” común a muchas religiones: “No hagas a los demás lo que no quisieras que te hicieran a ti”, en ese amor que sabe hacerse escucha hasta el punto de “entrar en la piel del otro, hasta penetrar en el sentido que tiene para él ser budista, musulmán, hindú”. Es éste el camino para inculturarse recíprocamente y suscitar una sociedad donde “las culturas se abran unas a otras en un profundo diálogo de amor”. Propone a las religiones una estrategia de fraternidad para sanar las diferencias entre ricos y pobres e imprimir un vuelco en las relaciones internacionales.

Son muchos los ecos llegados a través del e-mail de varios países, de cristianos, musulmanes y seguidores de otras religiones que han participado en las Mariápolis hasta ahora realizadas en estos meses de verano. En Los Ángeles, donde estaba presente un grupo de amigos musulmanes seguidores de W.D. Mohammed, líder de los afro-americanos, escriben: “Escuchar juntos este mensaje de fraternidad universal, enseguida después de haber sabido de los atentados, ha sido un verdadero signo de esperanza. Para todos ha sido fuerte ver la fraternidad universal ya en acto entre nosotros”. En la Mariápolis de St Vith en Bélgica, estaban representadas 18 nacionalidades. “Lo que más ha impresionado a los musulmanes ha sido la experiencia de Dios en medio de la comunidad, presente por el amor recíproco vivido”. Así mismo en Ammán, en Jordania, donde estaba presente también un grupo proveniente de Irak y en Estambul. Un ex-militar musulmán, ahora docente dijo: “Aquí he visto que la fraternidad ha asumido otra dimensión. Todo lo que hemos escuchado me lleva a los pensamientos de Mevlana (gran místico musulmán turco)”. Y una señora musulmana: “Aquí las diversidades se transforman en unidad. Hemos experimentado el arco iris de la paz, coloreado de amor”.

La cruz y la sinagoga – Hebreos y cristianos se confrontan

Una historia tormentosa, la de la relación entre hebreos y cristianos, hecha de siglos de violencia y de difamación, que sólo hace pocas décadas ha dejado paso a un camino en el cual “hermanos mayores” y “hermanos menores” empiezan a mirarse a los ojos y a hablarse. Si entre los hebreos aumentan los promotores del diálogo, por parte de los cristianos son cada vez más convincentes los reconocimientos de las raíces hebraicas de su fe. En el volumen, exponentes de primer plano del hebraísmo y del mundo católico aceptan contar a los lectores y responder a un cronista que los acosa con preguntas sobre los temas más candentes de ayer y de hoy: desde el papel de Pío XII durante la persecución de los hebreos, a la figura de Juan Pablo II, considerado por los hebreos como el mejor Papa en dos mil años de cristianismo; a la herencia que ahora queda en manos de su sucesor Benedicto XVI. En primer plano también el conflicto palestino-israelí, la expansión del terrorismo y los brotes de antisemitismo, pero también las iniciativas y las esperanzas de quien está comprometido en el diálogo y cree en la posibilidad de relaciones finalmente libres y sin prejuicios. Intervenciones de: Jack Bemporad, Riccardo Di Segni, Xavier Echevarria, Rino Fisichella, Innocenzo Gargano, Ada Janes, Leone Jehuda Kalon, Giuseppe Laras, Chiara Lubich, Amos Luzzatto, David Meghnagi, Jorge Maria Mejía, David Rosen, Manuela Sadun Paggi, Joseph Sievers, Ambrogio Spreafico, Elio Toaff, Maria Vingiani. La Cruz y la Sinagoga Hebreos y cristianos se confrontan a cargo de Giovan Battista Brunori Franco Angeli Editore Colección: La sociedad/Ensayos pp. 208, € 20,00

Esa fuerza que hace superar cada dificultad

 

 

Desde hace algunos años estoy en Turquía por motivos de trabajo. Tengo mucho tiempo libre y me he dedicado a traducir del italiano algunos libros de espiritualidad. Horas y días transcurridos delante de la computadora a sudar para traducir en turco –que no tiene raíces cristianas- las expresiones de otra cultura, de una espiritualidad cristiana. En ciertos momentos me preguntaba por qué lo hacía; �no será un esfuerzo inútil? Pero confié toda preocupación al Padre. Sí, ese trabajo tenía un único sentido. darle a Él mi tiempo y mis fuerzas.

Una vida transformada
Estaba por salir de vacaciones, cuando me llamó por teléfono el tipógrafo que había impreso esos libros: “He sabido que se va; debería hablar con usted urgentemente”. A la mañana siguiente cuando le abro la puerta casi no lo reconozco. Ha adelgazado, envejecido, tiene los ojos rojos como si hubiese llorado. Lo hago acomodarse mientras le ofrezco un café. Empieza enseguida: “Discúlpeme si la molesto, pero sentí que no podía dejar de decirle lo que me ha sucedido. �Sabe que ese libro que me ha dado para imprimir ha transformado mi vida? Lo he leído y releído. Me ha dado una fuerza inimaginable. Y he recomenzado mi vida desde cero. Desde hace un mes y medio mi esposa me abandonó. Después de 26 años parecía imposible. Pero nuestra familia ha sido destruida por la brujería, por el mal de ojo… a propósito, �usted cree en estas cosas?”

Esa fuerza más fuerte que cualquier dificultad
Ante mi respuesta negativa y que creía en Dios Omnipotente y que Él guía nuestra vida, me dice: “Lo entendí leyendo ese libro; como quisiera que mi esposa lo leyera. �Sabe que he llegado al punto de querer suicidarme? Lo he intentado ya dos veces, pero no lo he logrado. Estuve en tratamiento con un psiquiatra. Ahora ya no voy más, ni siquiera tomo las medicinas. He entendido que dentro de mí existe una fuerza mayor y que puedo superar cada dificultad. Este punto central que he encontrado en este libro lo tengo aferrado a mí”. Mi amigo el tipógrafo hacía poco a poco el descubrimiento de un Dios vivo, cercano, que socorre a quien está en dificultad. Le prometí que rezaría para que su esposa regresara a casa. Saliendo parecía transformado, rejuvenecido, aliviado.
R.M. Turquía

Extraído de Cuando Dios interviene – Experiencias de todo el mundo Città Nuova Editrice 2004

Ofreced al Señor el oro de vuestra existencia

Queridísimos jóvenes: 1. Este año hemos celebrado la XIX Jornada Mundial de la Juventud meditando sobre el deseo expresado por algunos griegos que con motivo de la Pascua llegaron a Jerusalén: “Queremos ver a Jesús” (Jn 12,21). Y ahora nos encontramos en camino hacia Colonia, donde en agosto de 2005 tendrá lugar la XX Jornada Mundial de la Juventud. “Hemos venido a adorarle” (Mt 2,2): este es el tema del próximo encuentro mundial juvenil. Es un tema que permite a los jóvenes de cada continente recorrer idealmente el itinerario de los Reyes Magos, cuyas reliquias se veneran según una pía tradición precisamente en aquella ciudad, y encontrar, como ellos, al Mesías de todas las naciones. En verdad, la luz de Cristo ya iluminaba la inteligencia y el corazón de los Reyes Magos. “Se pusieron en camino” (Mt 2,9), cuenta el evangelista, lanzándose con coraje por caminos desconocidos y emprendiendo un largo viaje nada fácil. No dudaron en dejar todo para seguir la estrella que habían visto salir en el Oriente (cfr. Mt 2,2). Imitando a los Reyes Magos, también vosotros, queridos jóvenes, os disponéis a emprender un “viaje” desde todas las partes del globo hacia Colonia. Es importante que os preocupéis no sólo de la organización práctica de la Jornada Mundial de la Juventud, sino que cuidéis en primer lugar la preparación espiritual en una atmósfera de fe y de escucha de la Palabra de Dios. 2. “Y la estrella … iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño” (Mt 2,9). Los Reyes Magos llegaron a Belén porque se dejaron guiar dócilmente por la estrella. Más aún, “al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría” (Mt 2,10). Es importante, queridos amigos, aprender a escrutar los signos con los que Dios nos llama y nos guía. Cuando se es consciente de ser guiado por Él, el corazón experimenta una auténtica y profunda alegría acompañada de un vivo deseo de encontrarlo y de un esfuerzo perseverante de seguirlo dócilmente. “Entraron en la casa, vieron al niño con María su madre” (Mt 2,11). Nada de extraordinario a simple vista. Sin embargo, aquel Niño es diferente a los demás: es el Hijo primogénito de Dios que se despojó de su gloria (cfr. Fil 2,7) y vino a la tierra para morir en la Cruz. Descendió entre nosotros y se hizo pobre para revelarnos la gloria divina que contemplaremos plenamente en el Cielo, nuestra patria celestial. �Quién podría haber inventado un signo de amor más grande? Permanecemos extasiados ante el misterio de un Dios que se humilla para asumir nuestra condición humana hasta inmolarse por nosotros en la cruz (cfr. Fil 2,6-8). En su pobreza, vino para ofrecer la salvación a los pecadores. Aquel que – como nos recuerda san Pablo – “siendo rico, se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por su pobreza” (2Cor 8,9). �Cómo no dar gracias a Dios por tanta bondad condescendiente? 3. Los Reyes Magos encontraron a Jesús en “Bêt-lehem”, que significa “casa del pan”. En la humilde cueva de Belén yace, sobre un poco de paja, el “grano de trigo” que muriendo dará “mucho fruto” (cfr. Jn 12,24). Para hablar de sí mismo y de su misión salvífica, Jesús, en el curso de su vida pública, recurrirá a la imagen del pan. Dirá: “Yo soy el pan de vida”, “Yo soy el pan que bajó del cielo”, “El pan que yo le daré es mi carne, vida del mundo” (Jn 6,35.41.51). Recorriendo con fe el itinerario del Redentor desde la pobreza del Pesebre hasta el abandono de la Cruz, comprendemos mejor el misterio de su amor que redime a la humanidad. El Niño, colocado suavemente en el pesebre por María, es el Hombre-Dios que veremos clavado en la Cruz. El mismo Redentor está presente en el sacramento de la Eucaristía. En el establo de Belén se dejó adorar, bajo la pobre apariencia de un neonato, por María, José y los pastores; en la Hostia consagrada lo adoramos sacramentalmente presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad, y Él se ofrece a nosotros como alimento de vida eterna. La santa Misa se convierte ahora en un verdadero encuentro de amor con Aquel que se nos ha dado enteramente. No dudéis, queridos jóvenes, en responderle cuando os invita “al banquete de bodas del Cordero” (cfr. Ap 19,9). Escuchadlo, preparaos adecuadamente y acercaos al Sacramento del Altar, especialmente en este Año de la Eucaristía (octubre 2004-2005) que he querido declarar para toda la Iglesia. 4. “Y postrándose le adoraron” (Mt 2,11). Si en el Niño que María estrecha entre sus brazos los Reyes Magos reconocen y adoran al esperado de las gentes anunciado por los profetas, nosotros podemos adorarlo hoy en la Eucaristía y reconocerlo como nuestro Creador, único Señor y Salvador. “Abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (Mt 2,11). Los dones que los Reyes Magos ofrecen al Mesías simbolizan la verdadera adoración. Por medio del oro subrayan la divinidad real; con el incienso lo reconocen como sacerdote de la nueva Alianza; al ofrecerle la mirra celebran al profeta que derramará la propia sangre para reconciliar la humanidad con el Padre. Queridos jóvenes, ofreced también vosotros al Señor el oro de vuestra existencia, o sea la libertad de seguirlo por amor respondiendo fielmente a su llamada; elevad hacia Él el incienso de vuestra oración ardiente, para alabanza de su gloria; ofrecedle la mirra, es decir el afecto lleno de gratitud hacia Él, verdadero Hombre, que nos ha amado hasta morir como un malhechor en el Gólgota. 5. �Sed adoradores del único y verdadero Dios, reconociéndole el primer puesto en vuestra existencia! La idolatría es una tentación constante del hombre. Desgraciadamente hay gente que busca la solución de los problemas en prácticas religiosas incompatibles con la fe cristiana. Es fuerte el impulso de creer en los falsos mitos del éxito y del poder; es peligroso abrazar conceptos evanescentes de lo sagrado que presentan a Dios bajo la forma de energía cósmica, o de otras maneras no concordes con la doctrina católica. �Jóvenes, no creáis en falaces ilusiones y modas efímeras que no pocas veces dejan un trágico vacío espiritual! Rechazad las seducciones del dinero, del consumismo y de la violencia solapada que a veces ejercen los medios de comunicación. La adoración del Dios verdadero constituye un auténtico acto de resistencia contra toda forma de idolatría. Adorad a Cristo: Él es la Roca sobre la que construir vuestro futuro y un mundo más justo y solidario. Jesús es el Príncipe de la paz, la fuente del perdón y de la reconciliación, que puede hacer hermanos a todos los miembros de la familia humana. 6. “Se retiraron a su país por otro camino” (Mt 2,12). El Evangelio precisa que, después de haber encontrado a Cristo, los Reyes Magos regresaron a su país “por otro camino”. Tal cambio de ruta puede simbolizar la conversión a la que están llamados los que encuentran a Jesús para convertirse en los verdaderos adoradores que Él desea (cfr. Jn 4,23-24). Esto conlleva la imitación de su modo de actuar transformándose, como escribe el apóstol Pablo, en una “hostia viva, santa, grata a Dios”. Añade después el apóstol de no conformarse a la mentalidad de este siglo, sino de transformarse por la renovación de la mente, “para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, buena, grata y perfecta” (cfr. Rom 12,1-2). Escuchar a Cristo y adorarlo lleva a hacer elecciones valerosas, a tomar decisiones a veces heroicas. Jesús es exigente porque quiere nuestra auténtica felicidad. Llama a algunos a dejar todo para que le sigan en la vida sacerdotal o consagrada. Quien advierte esta invitación no tenga miedo de responderle “sí” y le siga generosamente. Pero más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel “alto grado” de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad (cfr. Novo millennio ineunte, 31). Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia. Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. La invitación a participar en la Jornada Mundial de la Juventud es también para vosotros, queridos amigos que no estáis bautizados o que no os identificáis con la Iglesia. �No será que también vosotros tenéis sed del Absoluto y estáis en la búsqueda de “algo” que dé significado a vuestra existencia? Dirigíos a Cristo y no seréis defraudados. 7. Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás. La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad. En este camino de heroísmo evangélico nos han precedido tantos, y es a su intercesión a la que os exhorto recurrir a menudo. Al encontraros en Colonia, aprenderéis a conocer mejor a algunos de ellos, como a san Bonifacio, el apóstol de Alemania, a los Santos de Colonia, en particular a Úrsula, Alberto Magno, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y al beato Adolfo Kolping. Entre éstos quisiera citar en modo particular a san Alberto y a santa Teresa Benedicta de la Cruz que, con la misma actitud interior de los Reyes Magos, buscaron la verdad apasionadamente. No dudaron en poner sus capacidades intelectuales al servicio de la fe, testimoniando así que la fe y la razón están ligadas y se atraen recíprocamente. Queridísimos jóvenes encaminados idealmente hacia Colonia, el Papa os acompaña con su oración. Que María, “mujer eucarística” y Madre de la Sabiduría, os ayude en vuestro caminar, ilumine vuestras decisiones y os enseñe a amar lo que es verdadero, bueno y bello. Que Ella os conduzca a su Hijo, el único que puede satisfacer las esperanzas más íntimas de la inteligencia y del corazón del hombre. �Con mi bendición! Desde Castel Gandolfo, 6 de agosto de 2004 JUAN PABLO II

[:it]Colourdome[:en]COLOURDOME

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 Jóvenes de los Focolares, provenientes de varios continentes, darán su testimonio y presentarán algunas coreografías en el ámbito de las catequesis programadas en Colonia el 17-18-19 de agosto, durante la Jornada Mundial de la Juventud, como preparación a las jornadas conclusivas con el Santo Padre. “Colourdome” es el nombre que los “Jóvenes por un Mundo Unido”, de los Focolares, han dado a las iniciativas que están preparando en Colonia con ocasión de la JMJ. “Colourdome”, quiere decir que el amor evangélico colorea la vida, transformándola en sus más variados aspectos.

Desde el martes 16 hasta el viernes 19 de agosto, el Friedenspark, el Parque de la Paz, en el Centro Sur de Colonia, a lo largo del Oberländer Wall, se transformará en un colorido festival con un palco principal y siete áreas, con pabellones con los colores del arco iris. A través del lenguaje de la música, del teatro, de la danza, los jóvenes serán invitados a hacer deporte o a dialogar, pero también a descansar, reflexionar y rezar. Cada área ofrecerá un programa sobre temas varios: desde la cultura del dar, al diálogo con otras religiones, a la búsqueda del sentido del dolor, para nombrar sólo algunos. Uno de los ámbitos será dedicado a deportes, como el voleibol, futbolito y a otros juegos para favorecer el conocimiento entre jóvenes de todo el mundo. Después, en el palco central, están programados cada día los conciertos. Señalamos en especial: el miércoles, 17 de agosto, a las 19.30, el espectáculo GIVE PEACE A HAND del conjunto internacional GEN ROSSO. El miércoles 17 y el viernes 19 de agosto en la tarde, en el palco del Colourdome tendrán lugar dos mesas redondas una de la Conferencia Episcopal Alemana y otra de la Protección Civil (Technisches Hilfswerk) sobre las ayudas por el Tsunami y la solidaridad global.

Las áreas interactivas Rojo: Time to share Tiempo para compartir: por una cultura del dar – economía, trabajo, consumismo. Naranja: Face the world Mira al mundo: diálogo a 360� – diálogo, etnias, religiones Amarillo: To be with You Contigo: �qué lugar tiene el dolor? – dolor, sufrimiento, enfermedad Verde: Get the feeling Captura la emoción: vivir en todos los sentidos – deporte y tiempo libre Azul: Discover His Beauty Descubre Su belleza: Dios en la cultura – arte, música, cultura Índigo: Think about life Perspectivas y proyectos – sociedad, política y mucho más Violeta: Hold the line Permanece en línea: comunicación y medios – entretenimiento, medios de comunicación, publicidad Para saber más puedes escribir a: sgmu@focolare.org wjt2005@geeintewelt.de

Comentario de Chira Lubich de la Palabra de vida del mes de junio 2005

Al salir de Cafarnaún, Jesús vio sentado a su mesa a un recaudador de impuestos llamado Mateo. Este hombre ejercía un oficio que lo hacía odioso para la gente, y se lo asociaba a los usureros y explotadores que se enriquecían a costa de los demás. Los escribas y los fariseos los consideraban pecadores públicos, tanto que le achacaban a Jesús que fuera “amigo de publicanos y pecadores” y se sentara a comer con ellos1.
Por eso, contra toda convención social, Jesús llamó a Mateo a seguirlo y aceptó ir a comer a su casa, lo mismo que hará más adelante con Zaqueo, el jefe de los recaudadores de Jericó. Ante la exigencia de que explicara su comportamiento, Jesús dirá que él vino a curar a los enfermos, no a los sanos, y a llamar no a los justos, sino a los pecadores. Su invitación, también esta vez, estaba dirigida justamente a uno de ellos.

«Sígueme»

Jesús ya les había pedido esto a Andrés, Pedro, Santiago y Juan a orillas del lago. La misma invitación, con distintas palabras, la haría a Pablo camino de Damasco.
Pero Jesús no se detuvo entonces: a lo largo de los siglos ha seguido llamando a hombres y mujeres de todos los pueblos y naciones. Hoy también pasa por nuestra vida, nos encuentra en lugares distintos, lo expresa de diversas maneras, y nos hace sentir nuevamente su invitación a seguirlo.
Nos llama a estar con él porque quiere instaurar una relación personal, y al mismo tiempo nos invita a colaborar en el gran proyecto de una humanidad nueva.
Nuestras debilidades, nuestros pecados, nuestras miserias, no le importan. El nos ama y nos elige tal cual somos. Su amor será el que nos transforme y nos dé la fuerza de responderle y el coraje de seguirlo, como hizo Mateo.
Tiene, además, un proyecto de vida, un llamado particular para cada uno. Se lo siente interiormente por una inspiración del Espíritu Santo, o a través de determinadas circunstancias, o por un consejo, una señal de que nos quiere… Aunque se manifieste de distintas maneras, resuena la misma palabra:

«Sígueme»

Recuerdo cuando yo misma advertí este llamado de Dios. Era una mañana muy fría de invierno en Trento. Mi mamá le había pedido a mi hermana menor que fuera a comprar la leche, a dos kilómetros de casa, pero hacía demasiado frío y ella no estaba de ánimo; mi otra hermana también se negó. Entonces me ofrecí: “Voy yo, mamá”, y tomé la botella. Salí de casa y, a mitad de camino, sucedió algo especial: sentí como si el cielo se abriera y Dios me invitara a seguirlo: “Date toda a mí”, percibí en mi interior.
Era un llamado explícito, al que quise responder enseguida. Lo hablé con mi confesor, quien me permitió darme a Dios para siempre. Era el 7 de diciembre de 1943. Nunca lograré explicar cabalmente lo que pasó ese día en mi corazón: había desposado a Dios. De él podía esperarlo todo.

«Sígueme»

Esta palabra no tiene que ver sólo con un momento determinante de elección de nuestra vida, Jesús nos la sigue diciendo cada día. “Sígueme”, parece sugerirnos ante los más simples deberes cotidianos; “Sígueme”, en esa prueba que has de abrazar, en esa tentación que has de vencer, en ese servicio que has de cumplir.
¿Cómo responderle concretamente?
Haciendo lo que Dios quiere de nosotros en el presente, que siempre lleva consigo una gracia particular. El empeño de este mes será, por lo tanto, darse a la voluntad de Dios con decisión, darse al hermano y a la hermana que hemos de amar, al trabajo, al estudio, a la oración, al descanso, a la actividad que tenemos que hacer.
Aprender a escuchar en lo profundo del corazón la voz de Dios, que habla también con la voz de la conciencia y que nos dirá lo que él quiere de nosotros en cada momento, dispuestos a sacrificar todo para realizarlo.
“Oh Dios, haz que te amemos no sólo cada día más, porque pueden ser demasiado pocos los días que nos restan; haz que te amemos en cada instante presente con todo el corazón, el alma y las fuerzas, en esa que es tu voluntad”.
Es el mejor sistema para seguir a Jesús.

Chiara Lubich

1) Cf Mt 11, 19; 9, 10-11.

 

Amor de Dios, amor al prójimo en las tradiciones hebrea y cristiana

Amor de Dios, amor al prójimo en las tradiciones hebrea y cristiana

  No al choque entre las civilizaciones sino “una composición armoniosa de las diferencias”, en donde se hace “presente” la “inagotable e infinita riqueza de Dios, pero también un mayor compromiso de dialogar y conocerse más”. Es el mensaje que llega desde el primer Simposio Internacional hebraico-cristiano, promovido por el Movimiento de los Focolares, que ha reunido a cientos de exponentes del cristianismo y del hebraísmo en el Centro Mariápolis, sobre el tema “amor de Dios, amor al prójimo, en las tradiciones hebraica y cristiana”. En su intervención, el martes 24 de mayo, en la mañana, el Card. Kasper, Presidente del Consejo Pontificio para la unidad de los cristianos, definió como “sorprendente” el desarrollo del diálogo hebraico-cristiano. Después de haber citado los gestos de Juan Pablo II, recordó que, enseguida después de su elección, Benedicto XVI quiso asegurar la continuidad. “Al Papa Ratzinger –dijo Kasper- lo conozco hace más de 40 años. Ha escrito mucho sobre la relación entre hebraísmo y cristianismo. Ha dado importantes aportes teológicos. Tiene en su corazón este diálogo”. Para el futuro, Kasper ha indicado tres retos: “Debemos hacer todo lo posible por conocernos”, por profundizar la investigación teológica recíproca y también la “colaboración”. En el “frente” de la pobreza, de los valores a favor de la vida, de la familia, para transmitir el Concilio a las nuevas generaciones. El congreso, empezó el lunes pasado con un saludo enviado por Chiara Lubich. La fundadora del Movimiento ha ofrecido su experiencia personal. “Les aseguro –dijo- que parece que el Espíritu aletee sobre estos encuentros, �cuánto más en este entre hebreos y cristianos!”. Por su parte, Zanghi –co-director del Centro para el diálogo- observó que la característica del simposio es la “apertura de cada uno al otro en una actitud de escucha que conduce al conocimiento en el seno del amor”. Ese amor entre nosotros que “abre el cumplimiento de las promesas de paz de los profetas”. Por la parte hebraica, Ibraham Skorka, Rector del Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires, profundizó el “concepto de Hombre”, mientras que “la presencia y el silencio de Dios” fueron el núcleo central del tema de Jack Bemporad, director del Centro para la Comprensión Interreligiosa de Nueva York y del exegeta Gerard Rossé. Entre los relatores por la parte católica estuvieron, entre otros, los teólogos Piero Coda y Jesús Castellano. El diálogo del Movimiento de los Focolares con el mundo hebraico empezó hace diversas décadas. De especial importancia ha sido el encuentro que tuvo lugar en 1998, en Buenos aires, entre Chiara Lubich y una de las comunidades hebraicas más numerosas de América Latina. Los participantes estuvieron presentes en la audiencia general en la Plaza San Pedro. Fabrizio Mastrofini – “Avvenire” – 25 de mayo de 2005

Tiempo de fraternidad

Queridos jóvenes: Os habéis reunido en gran número para vuestra cita anual: el 1ºde mayo en Loppiano. ¡Estad seguros de que estoy con vosotros! Vuestro encuentro, lleno de alegría pero al mismo tiempo cargado de proyectos, expresa una vez más que sois conscientes de que el futuro está en vuestras manos: la responsabilidad de contribuir, con la generosidad y la energía que os caracteriza, a hacer de esta humanidad una familia de pueblos hermanos. Este año la ciudadela de Loppiano que, como sabéis, es expresión del carisma de la unidad que Dios ha dado hoy a la Iglesia os acoge con una alegría especial. En efecto, hace pocos meses, nuestro amadísimo Santo padre Juan Pablo II quiso enviarnos una bendición especial con ocasión de la dedicación de la nueva iglesia a María Theotókos, junto con una larga carta en la que me expresaba, entre otras cosas, su alegría porque “en los cuatro decenios transcurridos han pasado por Loppiano muchas personas de todas las culturas y de distintas religiones”. En los años de su pontificado he podido estar a menudo cerca de él, en distintas ocasiones, y todo ha tenido siempre el sabor de la fraternidad, de la unidad, del Evangelio en su integridad. Después de su muerte tengo un pensamiento insistente: �que sea proclamado santo enseguida, por clamor popular! Y habéis sido precisamente los jóvenes, en la plaza de San Pedro y en otras muchas plazas del mundo, los que habéis gritado en voz alta, todos juntos, la santidad de este papa. También hoy la voz de Juan pablo II sigue acompañándoos y confirmando vuestro compromiso por “construir un mundo unido” tal como decía a los jóvenes del Movimiento de los Focolares ya en el Genfest de 1980, por “orientar la historia hacia su cumplimiento, y cueste lo que cueste”. Porque -sigue diciendo- “los hombres que saben mirar al futuro son los que hacen la historia”. ¿Qué nos espera, pues? Con el título de vuestra jornada habéis elegido qué camino recorrer: “Tiempo de fraternidad”. En efecto, la fraternidad universal es el único horizonte posible hacia el cual los hombres y los pueblos de la tierra se están moviendo a paso lento, pero imparable. La fraternidad es el motor de un mundo en paz, de un mundo unido. Pero para realizarlo, como ya habéis descubierto, hay que hacer del “arte de amar” que aprendemos en el Evangelio, la norma inspiradora de nuestra vida. Se trata de una revolución: de superar los límites de los vínculos familiares o de amistad, para amar a todos, sin discriminación alguna; de tomar siempre la iniciativa, sin esperar respuesta; de amar al otro como a nosotros mismos; de amar haciendo el vacío de nosotros para comprender al otro, acogerlo y compartir sus sufrimientos o sus alegrías. Este arte es la clave que transforma cualquier relación y abre todo diálogo. Pero hay más: en un mundo que busca con inquietud a Dios pero que cree sólo en lo que toca, es posible hacer sitio al propio Jesús, atraerlo hasta que se haga presente en medio de nosotros. Lo estamos experimentando desde hace más de 60 años: el amor tiende a la reciprocidad y se entrega hasta que también el otro que está a nuestro lado comienza a amar. Entonces, la consecuencia del amor recíproco, que siempre sorprende y maravilla, es la realización de la promesa de Jesús: “Donde dos o más están unidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos”. ¡Jesús presente en la comunidad! Del mismo modo que dos elementos se combinan entre ellos y surge un tercero que no es la suma de los otros dos sino otra cosa, si nos amamos como él nos ha amado, Jesús se hace presente en medio de nosotros, y él es de verdad el primer artífice de un mundo nuevo. ¡Es fabuloso! ¡Poder generar en el mundo una llama: al mismo Jesús que vivió hace dos mil años en Palestina, al mismo Jesús resucitado! Aquí radica la esperanza en un mundo mejor. Bien, queridos jóvenes, os deseo de todo corazón que respondáis al desafío de la fraternidad viviendo al ciento por ciento el arte de amar, hasta que la presencia de Jesús en medio de vosotros se extienda por todas partes. El Resucitado os colmará con sus dones: una alegría desconocida hasta ahora, una paz nunca experimentada, una luz abundantísima para componer la tierra en unidad. Con mi unidad, Chiara

Tiempo de fraternidad

Tiempo de fraternidad

    Tiempo de fraternidad en Loppiano, ciudad “joven” A menudo definida como “laboratorio de fraternidad”, la ciudadela de Loppiano, con sus ciudadanos de todas las naciones y razas, es el marco de la fiesta del 1� de mayo que en 35 años ha visto la participación de más de 150.000 jóvenes. A la fraternidad está dedicado todo el programa de una jornada con un sol resplandeciente: apenas llegaron, los más de 5.000 jóvenes provenientes de toda Italia, pero también de Europa del Este y del Oeste, de Argelia, de África, Asia, Oceanía y de las tres Américas, han participado en cuatro talleres: el deporte, “Fraternidad: juego en equipo”; los medios, “Fraternidad Online”; la política, “Libertad, igualdad… �y la fraternidad?”; y finalmente el arte, bajo el título “FraternArte”.Ha sido rico el intercambio de hechos de fraternidad vividos en varios países. La conexión telefónica de la tarde con Tierra Santa ha dado un respiro a este “viaje” en el tiempo de la fraternidad.

La fraternidad, motor de un mundo en paz, de un mundo unido A los jóvenes reunidos en Loppiano y en la ciudadela Arco Iris de Lisboa, Chiara Lubich les envió un mensaje deseándoles a todos que respondan al reto de la fraternidad, “motor de un mundo en paz, de un mundo unido”. “En un mundo en una búsqueda inquieta de Dios, que cree sólo en lo que toca –agregó- es posible abrir espacio a Jesús mismo, atrayéndolo, hasta el punto de que se haga presente en medio nuestro” �Cómo? “Viviendo al cien por ciento el arte de amar, hasta que resplandezca la presencia de Jesús en medio de ustedes por doquier, allí donde estén y donde el Resucitado los colmará con sus dones: alegría nunca antes conocida, una paz nunca experimentada, luz abundantísima, para recomponer la tierra en unidad”.

Lisboa: el world wide web de la unidad En Lisboa los jóvenes se reunieron el 1� de mayo. Eran más de 1000 de Portugal, España y la isla de Timor. El programa lusitano se expresaba en el título de la jornada: www.deunidade. Está todavía vivo en la Península Ibérica el recuerdo del atentado del 11 de marzo en Madrid: entre los presentes está quien vivió la difícil situación del ‘después del 11 de marzo’, y afirma, con su testimonio de vida, que el perdón es posible y es la única vía capaz de construir la verdadera fraternidad entre las personas de religiones distintas. No sólo en el propio país, sino tejiendo una red de paz en el mundo entero. En el encuentro estaba presente también el Imán Allal Bachar de España.

Vida vivida tras un mundo más unido

El artista de la calle que cambia su ruta: a veces basta un pequeño gesto Soy A. M. de Australia. Toco la flauta prácticamente desde toda la vida. Puedo decir que este instrumento significa muchísimo para mí: por años ha sido mi mejor amigo, quizás el único, lo que me ha ayudado a ir adelante en los momentos más duros. De hecho, hace algunos años, debido a un período particularmente difícil en mi familia y especialmente con mi madre, me fui de la casa con un morral con pocas cosas y mi inseparable flauta. Dormía en la calle y ganaba algunos centavos para vivir tocando mi flauta. Vivía literalmente al día, sin ningún punto de referencia. El dolor que tenía dentro era fuerte. Un día, mientras tocaba en una esquina, una mujer se entretuvo conmigo un poco más de tiempo: “�Te gustaría darle clases de música a mis hijos? Ganarías algo…”. Acepté enseguida esa propuesta que, todavía no lo sabía, habría cambiado mi vida. Frecuentando esta familia conocí a los “Jóvenes por un Mundo Unido” y lo que realmente me impresionó en esos muchachos fue que querían amar a todos, sin distinción. Su amor me ha dado la fuerza para cambiar de ruta. Y para mí amar – lo entendí enseguida – significaba reconstruir las relaciones con mi familia y especialmente con mi madre. Se necesitó un poco de tiempo, pero poco a poco logramos volvernos a acercar y ahora va mucho mejor. (E. S. – Australia) El amor, la terapia más eficaz Somos una pareja joven con 3 hijos, a los cuales queremos inmensamente. Cuando nacieron David e Irene, como todos los niños, requirieron de todas nuestras energías para encontrar un nuevo equilibrio en la familia, pero con Alessia, la tercera, ha sido una aventura especial. Nació aparentemente sana y bella, pero después de algunos días, de los primeros resultados del mapa cromosómico supimos que tenía síndrome de Down. Han sido momentos fuertes e inconscientemente esperábamos un error en el diagnóstico. Ha sido como un terremoto repentino, como si de repente nos faltara la tierra bajo los pies. Pero queríamos creer que cada hijo es un don de Dios y –aún en el dolor- sentíamos que esta situación hacía parte de su designio de amor. Después de algunos días, una doctora especialista en genética nos confirmó el diagnóstico pero no nos habló de la gravedad de la discapacidad. Más bien nos dijo que el amor que habríamos podido dar a Alessia sería la terapia más eficaz. Era lo que advertíamos en el fondo: nosotros éramos los protagonistas de esta historia, nosotros padres, con nuestros otros dos hijos, nuestras familias y nuestros amigos… Juntos hemos ayudado a Alessia a crecer bajo todos los puntos de vista. Hoy podemos decir sin dudar que Alessia es un don para nosotros y para quien está a su lado. Es portadora de alegría, de serenidad. Ante todo ha hecho crecer el amor entre nosotros dos, y después con los niños se ha instaurado una relación más madura, un amor más grande. Ellos mismos competen para abrazarla cuando regresan de la escuela y nos dicen que �hemos sido afortunados de tener una hermana tan especial como Alessia! (M. e D. – Italia)

“Un vuelo posible”: el del mundo de la empresa que hace las cuentas considerando el compartir

“Un vuelo posible”: el del mundo de la empresa que hace las cuentas considerando el compartir

 

“Un vuelo posible”
Este vuelo ha sido experimentado en Loppiano: los primeros han sido los jóvenes que quieren montar una empresa. Un centenar, en grupos de trabajo, se han confrontado con cuantos ya están trabajando en el campo empresarial. Y el intercambio se ha convertido en un don: los empresarios han ofrecido su propia experiencia, no siempre fácil, y los jóvenes, con su entusiasmo y curiosidad, los han empujado a vivir con todavía mayor radicalidad los ideales de la Economía de Comunión: “De los jóvenes hemos recibido mucho más de lo que hemos dado” comentó un empresario.

La fraternidad, el “algo más” del empresario de la EdC
Los talleres fueron introducidos por la intervención de Cecilia Cantone Manzo, presidente de la E. de C. s.p.a., sociedad que gestiona el polígono empresarial Lionello Bonfanti, y por el Prof. Luigino Bruni, quien trazó el perfil del empresario de la EdC, indicando, en el vivir la fraternidad, ese “algo más” que lo caracteriza y que se suma a las capacidades requeridas por todo empresario: arriesgar, inventar, perseguir un proyecto.

Un empuje para hacer la empresa en modo innovador
Un grupo de expertos presentó elementos típicos del “montar una empresa”, en la óptica de la “cultura del dar” subrayando la novedad y suscitando un vivo interés entre los jóvenes. “Haber venido aquí – decía una estudiante napolitana – nos ha animado todavía más a montar una empresa, a hacer algo nuevo”. De los jóvenes provino la exigencia de repetir estos encuentros en Loppiano cada 6 meses.

Aquellas mejoras en la administración de la acción más allá de toda imaginación
El 24 de abril el congreso se abrió a otros empresarios. “A pesar de las dificultades y las crisis de todo tipo –cuenta un empresario de piemontés- hemos podido constatar un continuo y notable crecimiento en nuestra facturación. En mi experiencia siempre he verificado el “céntuplo” evangélico, que no es nunca uno de esos paquetes grandes e incómodos (como podría ser ganarse la lotería) que puede echar a perder la vida cotidiana, sino que llega con discreción. Varias veces ha sucedido que nuestro administrador, quizás a medio año, nos ilustra una situación precaria; después, yendo adelante con el trabajo, al final del año, con verdadera sorpresa nos anuncia una mejoría, más allá de lo que habríamos podido imaginar”.

Comentario de Chira Lubich de la Palabra de vida del mes de mayo 2005

Era la tarde de Pascua, Jesús resucitado ya se le había aparecido a María de Magdala,  y Pedro y Juan habían visto la tumba vacía. Sin embargo, los discípulos continuaban encerrados en su casa, llenos de miedo, hasta que el Resucitado se presentó en medio de ellos, a puertas cerradas, porque ninguna barrera podía separarlo de sus amigos.
 Jesús se había ido; pero, cumpliendo con su promesa, ahora volvía para quedarse para siempre: “poniéndose en medio de ellos”; no una aparición momentánea, sino una presencia permanente. Desde entonces en adelante, los discípulos ya no estarían solos, y el temor deja paso a una alegría profunda: “se llenaron de alegría cuando vieron a Jesús” (1).
 El Resucitado abre de par en par sus corazones y las puertas de la casa sobre el mundo entero, diciendo:

«Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes»

 Jesús había sido enviado por el Padre para reconciliar a todos con Dios y restablecer la unidad del género humano. Ahora les toca a sus discípulos continuar la edificación de la Iglesia. Así como Jesús había podido llevar a término el plan del Padre porque era una sola cosa con El, sus discípulos podrán continuar su altísima misión porque el Resucitado está en ellos. “Yo en ellos” (2), había pedido Jesús al Padre.
 Del Padre a Jesús, de Jesús a los apóstoles, de los apóstoles a sus sucesores, el mandato continúa.
 Pero también cada cristiano tiene que sentir resonar en su corazón estas palabras de Jesús. En efecto, “en la Iglesia hay diversidad de ministerio, pero unidad de misión” (3).

«Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes»

 Para cumplir este mandato del Señor tenemos que lograr que él viva en nosotros. ¿Cómo? Siendo miembros vivos de la Iglesia, identificándonos con la Palabra de Dios, y evangelizándonos en primer lugar a nosotros mismos.
 Es uno de los deberes de lo que Juan Pablo II ha denominado “nueva evangelización”. “Alimentarnos de la Palabra –ha escrito– para ser ‘servidores de la Palabra’ en el compromiso de la evangelización: ésta es seguramente la prioridad para la Iglesia a comienzos del nuevo milenio” (4), porque “sólo un hombre transformado” por “la ley de amor de Cristo y la luz del Espíritu Santo, puede realizar una verdadera metánoia (conversión) de los corazones y de la mente de otros hombres, del ambiente, la nación o el mundo” (5).
 Hoy ya no bastan las palabras. “El hombre actual escucha a los testigos, más que a los maestros –advertía ya Paulo VI–, y si escucha a los maestros es porque son testigos” (6). El anuncio del Evangelio será eficaz si se basa en el testimonio de vida, como el de los primeros cristianos que podían decir: “Les anunciamos lo que hemos visto y oído…” (7); será eficaz si se puede decir de nosotros, como se decía de ellos: “Mira cómo se aman, y están dispuestos a morir el uno por el otro” (8); será eficaz si el amor se hace concreto dando, respondiendo a quien pasa necesidades, si sabemos dar alimento, ropa, casa, a quien no tiene, amistad a quien se encuentra solo o desesperado, sostén a quien pasa por una prueba.
 Viviendo así se habrá dado testimonio al mundo de la fascinación de Jesús y, volviéndonos otros Cristo, su obra continuará también por este aporte.

«Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes»

 Esta es también la experiencia de algunos de nuestros médicos y enfermeras cuando, en 1967, supieron de la situación del noble pueblo Bangwa, que en ese momento padecía un 90% de mortalidad infantil, debido a enfermedades que los llevaban a su extinción.
 Al partir hacia este pueblo, sienten como primer deber el seguir amándose recíprocamente, para ser testimonio del Evangelio. Ofreciendo un servicio profesional, aman sin hacer distinciones, a uno por uno. Abren un dispensario, que muy pronto se convierte en un hospital. La mortalidad infantil se reduce al 2%. En plena selva, se construye una central hidroeléctrica, luego una escuela primaria y secundaria. Con el tiempo, y con la colaboración del pueblo, se abren doce caminos para la comunicación entre las aldeas.
 El amor concreto arrastra: gran parte del pueblo comparte la nueva vida, aldeas antes enemigas se reconcilian; las controversias sobre los límites se resuelven armónicamente; reyes de distintos clanes establecen entre ellos un pacto de amor recíproco y viven en fraternidad, ofreciendo –en un intercambio de dones– un maravilloso testimonio, un ejemplo original y auténtico.

Chiara Lubich

1) Jn 20, 20;
2) Jn 17, 23;
3) Apostolicam Actuositatem, 2;
4) Nuovo millennio ineunte, n. 40;
5) A los peregrinos de la diócesis de Torun (Polonia), 19/2/1998;
6) Audiencia general, 2/10/1974;
7) Cf 1Jn 1,1;
8) Tertuliano, Apologético, 39, 7.

 

 

Familyfest 2005… al Papa de la familia

  Queridas familias reunidas en Roma y en muchos lugares del mundo para el Family Fest! Después de tanto tiempo, aquí estoy con ustedes, con este breve mensaje. Les agradezco por haber participado con generosidad en este evento, que han querido dedicar como homenaje a nuestro inolvidable Papa Juan Pablo II, a quien ya consideramos santo. Este encuentro, entre otras cosas, nos permite dar la mayor visibilidad posible al modelo de familia que él soñó y enseñó, que está basado en los valores que nacen de la fe cristiana. La fuente de estos valores es el amor verdadero que brota de lo más íntimo de Dios. Por tanto, un amor que no conoce un final, que es el primero en amar a todos, que es capaz de perdonar, que es fecundo y se abre a la vida, al cuidado de los más débiles, a la plena distribución de todos los bienes, a la solidaridad. Pero estos valores pueden ser reconocidos y están presentes también en las principales religiones y culturas, y por eso están vivos en las esperanzas de cada hombre y cada mujer de la tierra. De este modo la familia, que en todas las culturas y en cada contexto social está llamada a vivir el amor recíproco, se transforma en fuente de socialidad, en un semillero de valores fundamentales, de fraternidad universal. Les deseo que vivan así, que siempre y en todas partes den testimonio de este amor que construye la paz, para que se acerque la hora en la cual “Todos sean Uno” sobre la tierra. �Vivamos juntos por este gran Ideal! Queridas familias de todo el mundo, �hasta pronto!