Movimiento de los Focolares
La profecía social de Chiara Lubich

La profecía social de Chiara Lubich

«En tu día, Dios mío, iré hacia Ti… Iré hacia Ti, Dios mío, […] y con mi sueño más loco: llevarte el mundo entre mis brazos» (El Grito, Ciudad Nueva). A 10 años del fallecimiento de Chiara Lubich, sigue sorprendiéndonos mucho la profecía social de esta mujer extraordinaria que con su Ideal del Ut omnes (Jn 17,21), desde Trento llegó al mundo entero. Sin embargo no se puede comprender el carácter profético de su persona sin considerar el contexto histórico en el que vivió y su participación en los destinos de la humanidad: su nacimiento en el Trentino, que era entonces una periferia existencial de profundo significado histórico y social, la experiencia de la pobreza, el drama de las guerras mundiales. En medio de los avatares de su tiempo, se manifiesta en ella un particular carisma, el de la unidad: «El alma, por encima de todo, debe tener siempre la mirada puesta en el Único Padre de muchos hijos. Después mirar a todas las criaturas como hijas del Único Padre. Sobrepasar siempre con el pensamiento y con el afecto del corazón, cualquier límite que ponga la vida humana y tender constantemente y por costumbre a la fraternidad universal en un solo Padre: Dios». En estos apuntes del 2 de diciembre de 1946 se pueden percibir los fundamentos de la profecía social de Chiara Lubich: Chiara, en efecto, no ha sido una reformadora social, como tampoco lo fue Jesús. El sueño de Chiara, en realidad, mira más hacia lo alto y en profundidad, al fundamento antropológico y teológico de cualquier forma social: la fraternidad universal y la unidad como ha sido pensada por el hombre-Dios, Jesús. Por ello, podríamos decir que la primera obra social de Chiara fue la comunidad misma de los Focolares, nacida en Trento después de la guerra, la cual, tomando al pie de la letra las palabras de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2,42-48), vivía la comunión radical de los bienes y se prodigaba en asistir a la multitud de pobres y afligidos que el conflicto había dejado a sus espaldas. Esta raíz no se ha perdido nunca, al contrario, ha sido la fuente inspiradora de todos los proyectos sociales activados en estos años por ella y por aquellos que han asumido como propio el Ideal de la unidad. En ello se pone de manifiesto el genio humano y eclesial de Chiara. Genio humano, porque la solución de los problemas sociales cada vez más graves no obstante las apariencias y el progreso tecnológico, con la masa creciente y escandalosa de descartados y refugiados en todos los hemisferios de la tierra, fruto de sistemas perversos y de una globalización al servicio de las potencias del mundo, no depende de estrategias sociológicas o de acciones que operen en los estratos superficiales de la realidad humana, sino de las opciones fundamentales y de los valores profundos que mueven las conciencias. Genio eclesial, porque la misión de la Iglesia no se agota en la caridad y en la asistencia a los últimos (siempre indispensable), sino en el anuncio, a la luz de la encarnación del Verbo, de la dignidad de todo hombre en cuanto hijo de Dios. Sin estas dos motivaciones esenciales: antropológica y eclesial, no se aferra la verdadera dimensión social del carisma de Chiara Lubich, impregnado de una intrínseca socialidad, que se despliega en vida, acción y estudio (ver las Escuelas Sociales y el Instituto Universitario Sophia). ¿Cuál es la consecuencia concreta de esta prospectiva para todos nosotros? Si queremos, nos espera una historia; también nosotros tenemos por delante una historia. Chiara nos rescata del anonimato para hacernos protagonistas de un sueño. Todos protagonistas, sin excluir a nadie. Guislain Lafont, el gran teólogo dominico, habla del “principio de la pequeñez”, que resume la filosofía práctica del Papa Francisco. Se trata de la convicción de que «la salvación más bien viene de abajo que de arriba». Chiara supo traducir magistralmente este “principio de la pequeñez” en el compromiso por una auténtica renovación social, desencadenada por el paradigma de la unidad. Ésta es su grandeza.   Fuente: Città Nuova n.6, junio de 2018

Comienzo de año judio

  Las comunidades judías de todo el mundo celebran los días 10 y 11 de septiembre, con una vigilia el día 9, el festejo del Rosh Ha-Shanah, el comienzo de año 5779 del calendario judío. «La fiesta – explica la UCEI, Unión de las Comunidades Judías Italianas- tiene un carácter y una atmósfera bastante distinta de la normalmente vigente en el comienzo del año “civil”. Más bien es considerado como un día de reflexión, de introspección, de examen de conciencia personal y de renovación espiritual. Es el día en el que, según la tradición, el Señor examina a todos los hombres y tiene en cuenta las buenas o malas acciones que realizaron durante el curso del año precedente. En el Talmud, está escrito “El día del Rosh Ha-Shanah, todas las criaturas son examinadas ante el Señor”. No por casualidad este día en la tradición judía es llamado también “Yom Ha Din”, día del juicio. El juicio divino ocurrirá el día de Kippur, el día de la expiación. Entre estas dos fechas pasan siete días que sumados a los dos del  Rosh Ha-Shaná y al de Kippur, son los “diez días penitenicales”. El Rosh Ha-Shanah se refiere al individuo, , a la relación que tiene con su prójimo y con Dios, a sus intenciones de mejorar».  

Un Centro para “generar comunidad”

Un Centro para “generar comunidad”

Maurizio Certini

Jóvenes universitarios, provenientes de todo el mundo. Especialmente a ellos se dedica el Centro La Pira, tratando de responder a los nuevos desafíos que plantea el mundo de la migración. ¿Cómo valorar el sueño que mueve a estos jóvenes a venir a estudiar a Italia? Son chicos y chicas con un “potencial humano” precioso, que pueden llegar a ser “puentes” de buenas relaciones culturales, económicas y políticas, entre los países. Acogerlos y apoyarlos era el sueño del Cardenal Benelli, quien quiso instituir para ellos un Centro diocesano internacional, dedicado al Prof. La Pira, promotor de la paz en el mundo entero, quien fuera por muchos años alcalde de la ciudad de Florencia y de quien recién se concluyó el itinerario canónico de su proceso de beatificación. En 1978, sólo cuatro meses después de su fallecimiento, el Card. Benelli se dirigió a Chiara Lubich para pedirle la disponibilidad de algunas personas del Movimiento para iniciar esta experiencia. Le escribió: «[…]Muchos jóvenes se encuentran solos, en medio de una impresionante necesidad y amarga desorientación. Queremos servirlos, conocerlos, hacer que se sientan acogidos, ponernos de su lado, respetándolos y ayudándolos en todo, establecer con ellos un diálogo a partir de nuestra realidad de seres humanos. Si son musulmanes, los ayudaremos a ser mejores, si son judíos a ser judíos. Queremos ofrecerles un servicio que tonifique el alma y con fineza cristiana lleve al respeto de su dignidad». ¿Cuál es la situación cuarenta años después? Las condiciones de vida de los estudiantes extranjeros, capaces pero con pocos medios, seguramente han mejorado, gracias a la exoneración de impuestos y a los comedores y residencias que se les han puesto disposición. Pero para muchos el proceso formativo sigue siendo una carrera de obstáculos: la lejanía de la casa, la necesidad de mantenerse solos, las dificultades de estudiar en un contexto cultural desconocido, la burocracia, las alarmas del consumismo. Quien conoce las historias de tantos de estos chicos queda impresionado ante su valentía, su ejemplo de fortaleza en las pruebas y de resistencia en las dificultades. Los problemas más serios se manifiestan en el segundo o tercer año, cuando, a pesar de su motivación y buena disposición, no logran conseguir los créditos necesarios para quedarse en las residencias universitarias. Repentinamente ante ellos se abre una vorágine, que puede dar inicio a un proceso deprimente, que termina llevándolos a abandonar los estudios y rompe sus sueños. A lo largo de estos años, ¿cuántos jóvenes han pasado por el Centro? Numerosísimos. Se trata de afrontar con entusiasmo sus tantas necesidades buscando soluciones, dándoles esperanza. Muchos que se sentían desilusionados y desanimados, logran volver a tomar las riendas de su vida, completando su itinerario formativo. La experiencia universitaria en el extranjero representa una singular posibilidad cultural y profesional. Pero se necesita una especial atención para adecuar, con creatividad, el compromiso institucional y asociativo, que debe ser coordinado y tomar en cuenta las diferencias culturales y religiosas, poniendo en el “centro” a los estudiantes, para poder acompañarlos integralmente en su camino. ¿Una asociación sostenida prevalentemente por el voluntariado puede incidir en la sociedad o en la política? Giorgio La Pira hizo suyas las palabras de un gran arquitecto del renacimiento, León Battista Alberti: «¿Qué es la ciudad? Es una gran casa para una gran familia». Hoy el mundo es una ciudad global. Con nuestra acción, miramos a las ciudades del mundo a través de las miradas y de las historias de nuestros numerosos “huéspedes”, abriéndonos a la reciprocidad. En italiano, “huésped” es quien acoge, pero también a quien acogemos. En el Centro tratamos de generar comunidad, conscientes de que nos encontramos en un contexto social cada vez más plural, que tiene necesidad de personas abiertas al diálogo, capaces de recíproca integración. Hoy la necesidad social de la comunidad es muy fuerte; el mundo va de carrera, a menudo alienado, crecen los abusos, la falsedad, la sospecha, el temor. Nuestro pequeño “campo de juegos” todos los días se dilata a nivel ciudadano, nacional, internacional, estamos convencidos de que sólo podemos ganar si se genera la comunidad, queriendo construir la sociedad como un cuerpo civil, poniendo como centro a la persona humana con su dignidad. A cargo de Chiara Favotti

María, flor de la humanidad

«El Antiguo y el Nuevo Testamento conforman un solo árbol. Su florecimiento tuvo lugar en la plenitud de los tiempos. Y la única flor fue María. El fruto que dio fue Jesús. También el árbol de la humanidad ha sido creado a imagen de Dios. En la plenitud de los tiempos, al florecer, tuvo lugar la unidad entre Cielo y tierra y el Espíritu Santo se desposó con María. Teneos por lo tanto una sola flor: María y un único fruto: Jesús. Pero María, si bien es una, es la síntesis de toda la creación, el ápice de su belleza, cuando se presenta como esposa a Su Creador […] María es la flore florecida en el árbol de la humanidad nacido de Dios que creó la primera semilla en Adán. Es hija de Dios su Hijo. Mirando una plantita de geranio, que se abría con una flor roja, me preguntaba y le preguntaba. «¿Por qué floreces en rojo? ¿Por qué del verde cambias a rojo?» ¡Me parecía algo extraño! Hoy comprendí que toda la humanidad florece en María. María es la Flor de la humanidad. Ella, la Inmaculada, es la Flor de la Maculada. La humanidad pecadora florece en María, ¡la toda belleza! Y, como la flor roja agradece a la planta verde que mediante sus raíces y el abono la hizo florecer, así María es, porque existíamos nosotros pecadores, que obligamos a Dios a pensar en María. Nosotros le debemos a Ella la salvación. Ella nos debe a nosotros su vida». Chiara Lubich, Maria trasparenza di Dio, pp. 85-87

“Comprometidos en el Nosotros”

“Comprometidos en el Nosotros”

«Me acordé de la frase pronunciada por un amigo. “La idea de Dios debe crecer junto a nosotros”. Hacía mucho tiempo que no buscaba más comprender algo de Dios. Sentía la necesidad de saber de Dios a través de otros que sabían más que yo». Andrea, un joven universitario, hace tres años dejó su pueblo natal, donde tenía un grupo de referencia en la parroquia, y se trasladó a una gran ciudad. Pero allí no encontró enseguida puntos de referencia precisos para su elección de fe. En el Congreso conoció a muchos. «Estoy aún en camino y estoy descubriendo aspectos nuevos de esta aventura, pero tengo certezas, puntos de referencia. Uno de estos es seguramente la conciencia de que el camino que se me abre delante es un camino comunitario, para vivir con los demás y por los demás.  A veces ocurre que me olvido y por lo tanto necesito enderezar el camino, pero dentro de mí sé que es así», confirma Nicolás. “Comprometidos en el Nosotros” fue una iniciativa desarrollada en Castel Gandolfo (31 de agosto al 2 de septiembre), promovida por los Movimientos Diocesano y Parroquial, ramas del Movimientos de los Focolares, y dirigida a los jóvenes comprometidos en la Iglesia local. Estos movimientos se proponen irradiar el carisma de la unidad en las parroquias y en las diócesis donde prestan su servicio y así colaborar, junto con las otras realidades eclesiales, a la realización de una “Iglesia Comunión”, como se auspicia en la Novo Millennio Ineunte, la Carta apostólica dirigida por Juan Pablo II a los sacerdotes y a todos los laicos, cuando finalizó el gran jubileo del 2000. Con este fin promueve y alimenta una unidad cada vez más profunda de los fieles alrededor de los párrocos y obispos, colaborando en las distintas diócesis y proponiendo una nueva evangelización en las parroquias, según un estilo comunitario. «Hemos elegido este título – explican los organizadores – para contribuir a realizar lo que con frecuencia el Papa Francisco invita a realizar: pasar del “yo” al “nosotros”, a través de un discernimiento comunitario que nos ayude a crecer y a tomar decisiones compartidas. Durante las jornadas transcurridas juntos, los participantes se interrogaron sobre su propia fe, pero sobre todo sobre la misión a la que se sienten llamados, la de llevar la “buena noticia” del Evangelio. La experiencia de vida basada en la espiritualidad de Chiara Lubich fue el trasfondo, porque cada carisma de Dios es para toda la Iglesia y para la humanidad. La metodología fue la de la cultura del encuentro: tomarse tiempo para conocerse y para estar juntos. Para sentirse comunidad, “pueblo de Dios”, en el que se puede crecer, ayudados por quienes caminan junto a nosotros». La experiencia del congreso se injerta plenamente en el camino hacía el Sínodo de obispos sobre los jóvenes, que tendrá lugar el próximo mes de octubre. «Resonaron de forma muy fuerte las palabras que el Papa Francisco dirigió a los jóvenes italianos reunidos el 11 de agosto pasado en Roma: “No se conformen con el paso prudente del quien se acomoda al final de la fila. Se precisa el coraje de arriesgar un salto adelante, un salto audaz y temerario para soñar y realizar, como Jesús, el Reino de Dios y comprometernos por una humanidad más fraterna. Precisamos fraternidad: ¡arriesguen, vayan adelante!”».

Evangelio vivido: Dar lugar a la Palabra

Inmigrantes Vivimos en un país reacio a acoger a los inmigrantes. Un día en mi familia hablábamos de este tema y, queriendo vivir la Palabra de Jesús, nos dijimos que son inmigrantes también los marginados. No mucho tiempo después, supimos de un chico que venía del mundo de la droga y no tenía a nadie que se ocupara de él. Lo recibimos en casa hasta que se estabilizó, superando la dependencia que lo aquejaba y encontrando un trabajo. Incluso después de que se fue seguimos el contacto con él. Hoy es un padre feliz, con una familia serena. R. H. – Hungría El galpón Anciana y sin hijos, Marie transcurría a menudo sus tardes con nosotros. Un dia, aludiendo a un galpón que tenemos detrás de nuestra casa, nos confesó que le hubiera encantado vivir allí. Hablamos con mis hijos y decidimos satisfacer su deseo. Tras haber conseguido los permisos necesarios, transformamos el galpón en una pequeña casa unida a la nuestra por una puerta interior. No sólo para Marie, sino también para toda nuestra familia, se abrió una puerta, una modalidad nueva de entender la soledad de muchas personas. Nos sentimos verdaderamente enriquecidos. C. J. B. – Bélgica Resplandeciente Desde hace muchos años estoy paralizada en la cama. El jueves pasado vinieron a verme dos focolarinas y para mí fue una alegría muy grande. Luego, le comunicaron a una amiga que me habían visto “resplandeciente” y este comentario de ellas me sorprendió mucho. Le agradecí a Dios, pidiéndole que me ayudase a estar siempre así. Al día siguiente me desperté con un gan dolor de espalda. Era la ocasión para seguir estando “resplandeciente”, incluso en el sufrimiento. Lo mismo sucedió algunos días después. Esta actitud es la que trato de mantener en este tiempo, y si bien no siempre lo logro, por lo menos lo intento. N. P. – Venezuela La leche En la difícil situación económica que atravesaba el país, todo estaba racionado y los negocios estaban vacíos. A raíz de una grave descalcificación de los huesos, Rosa necesitaba beber mucha leche, pero era difícil de encontrar. Un día una vecina fue a su casa para pedirle un poco de leche para su hijito, porque desde hacía días que no tomaba ni una gota. Rosa le ofreció enseguida la que le quedaba, a pesar de las protestas de sus hijos. Antes del atardecer le llegaron ocho litros de leche. Con lágrimas en los ojos, Rosa exclamó: “Dios no se deja vencer en generosidad”. M. C. – México La suegra Rosita y yo habíamos llevado a mi suegra, que vive en una casa para ancianos y que tiene dificultades de motricidad, a dar un paseo. También mi cuñada estaba con nosotras. Agradecidos a Dios por la hermosa jornada de sol, durante el paseo nos paramos para desayunar en un bar frente a una plaza, en un pueblo cercano. Entre nosotras había armonía y alegría. Cuando pedimos la cuenta, nos dijeron que otro cliente había pagado ya por nosotras, maravillado por los cuidados y atenciones que brindábamos a una persona anciana. Feliz, mi suegra lo confirmaba. R. – Suiza

El sueño de Chiarela

«El deseo de ser médico, que había nutrido desde siempre, se hizo todavía más fuerte cuando, años atrás, mi papá y mi hermano tuvieron un grave accidente. El hospital se convirtió en nuestra segunda casa, por una serie de operaciones en las piernas que mi padre tuvo que afrontar. En esos momentos comprendí las dificultades que tienen los pacientes para recibir el tratamiento adecuado, en especial aquellos que no cuentan con recursos económicos suficientes. “Seré médico – me dije- para ofrecer a todos la esperanza de una curación”. Pero mi familia tenía una situación económica precaria. Mi padre, por la discapacidad permanente que le provocó el accidente, ya no podía trabajar. A finalizar la escuela, mi deseo de estudiar medicina se rompió cuando mi mamá me dijo: “No tenemos los medios”. Lloré amargamente, pero después pensé: “Si Jesús lo quiere así, entonces también yo lo quiero”. Siempre hemos estado en contacto con el Focolar, y ellos conocían mi gran deseo. Algunos días después, me llamaron por teléfono para decirme que habían encontrado, a través de las organizaciones AMU y AFN, el modo para apoyarme económicamente. ¡Estaba tan feliz! Era un signo del amor de Dios. Empecé los estudios en la universidad. No todo era fácil. Todos los días tenía que tener una buena dosis de paciencia y perseverancia. En mi clase había estudiantes de religiones y culturas diferentes, y algunos de ellos eran prepotentes conmigo, pues mi carácter es más suave y tolerante. Siempre trataba de ser amiga de todos y de permanecer unida a Jesús, y de Él recibía la fuerza para afrontar cada dificultad. A veces dormía sólo dos horas debido a las toneladas de páginas que tenía que memorizar. No hacía otra cosa que estudiar, y sin embargo a veces me fue mal en algún examen, o me sentía triste por no poder salir con mis amigos. Además me hacía falta mi familia. Pero estaba segura de que Dios tenía un plan sobre mí. Durante la práctica trabajamos en los repartos con los pacientes, cumpliendo turnos de 30 o 36 horas consecutivas, y era realmente fatigoso. Había que hacer muchas cosas al mismo tiempo, asegurarse de que todos los pacientes recibieran el tratamiento y contemporáneamente tenía que estudiar para los exámenes. El encuentro con cada paciente era siempre una ocasión para amar. A pesar de estar cansada y con sueño, trataba de presentarme ante ellos con energía, de escucharlos con una sonrisa y con sentimientos de auténtica compasión. En el hospital los enfermeros tendían a ser bruscos con nosotros los estudiantes y nos daban órdenes. Sin embargo, trataba de acallar mi orgullo y de construir con ellos una relación amistosa. Después de algún tiempo cambiaron su actitud. En mi grupo había una estudiante que era conflictiva, siempre levantaba la voz contra nosotros, que éramos sus compañeros de curso y lo hacía incluso delante de los pacientes. Nadie la soportaba. Pensé: “Si yo no la quiero, ¿quién la va a querer?”. Empecé a comprenderla y también conocí sus dificultades, a quererla. Al principio era difícil, siempre quería algo para sí. Le pedí a Jesús que me diera el valor y la fuerza, para perseverar en esta actitud de comprensión. Al final también ella empezó a comprenderme y nos hicimos amigas. Si hay algo que he aprendido, es que también ante las cosas que no son fáciles, tú puedes llegar a ser más fuerte. Muchas veces he tenido el temor de no lograrlo, pero “recomenzar” ha sido el secreto que aprendí de Chiara Lubich. Ahora soy médico, he realizado mi sueño, y tengo muchas oportunidades para amar a Dios sirviendo a mis pacientes, recordando esa frase del Evangelio que dice “Cualquier cosa que hayas hecho al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hiciste”».

La Cuba que soñamos

La Cuba que soñamos

«El domingo 12 de agosto se concluyó el primer Genfest de Cuba, ¡un sueño custodiado en nuestros corazones, un sueño que habíamos confiado a Dios  y que Él hizo realidad!» escriben los Jóvenes por un Mundo Unido cubanos. La Habana se vió inundada por jóvenes de toda la isla que llegaron para el Genfest, un evento con “muchas primicias”. De hecho –escriben- hasta ahora «nunca habíamos logrado realizar en Cuba una manifestación de estas dimensiones, obteniendo los permisos necesarios de la Oficina del Partido para las relaciones con los organismos religiosos, de quienes recibimos una óptima colaboración. Fue realizado con la ayuda de artistas y profesionales quienes con pasión, dedicación y total entrega ante las enormes dificultades dieron armonía y belleza al contenido propuesto por los jóvenes, después de meses de consultas. El evento inaugural se desarrolló en el centro histórico de la ciudad, donde el Papa Francisco en septiembre de 2015 invitó a los jóvenes cubanos a llevar adelante “la amistad social” con todos y entre todos, “para construir la Cuba que sueñan”. El sábado 11 de agosto los participantes profundizaron el tema “Beyond all borders” (Más allá de las fronteras) a través de 9 talleres, sobre economía social y Economía de Comunión, ecumenismo, relaciones interpersonales, habilidades necesarias para construir la paz, posmodernismo, etc. «En la tarde, en un famoso cine de la ciudad, con alrededor de 600 participantes, se dio testimonio a través del arte y de experiencias de vida que vale la pena vivir por un mundo más unido. Un momento profundo fue la interpretación de una actriz de la figura de Chiara Lubich y de su pensamiento sobre el dolor que genera vida, el secreto para ir “más allá de toda frontera”. «Ha sido la experiencia más bella de mi vida -escribió una joven- en donde la unidad y el amor son la esencia de una forma de vida que construye un mundo más unido. Han logrado despertar mi fe y la esperanza». «Para nosotros que hemos trabajado en su realización durante casi un año -dijo uno de los organizadores- ha sido un largo camino, con no pocas dificultades, dadas las condiciones del país. Pero nunca faltó la ayuda de la ‘Providencia’ que llegó en el momento justo para animarnos y darnos los recursos: desde Corea del Sur, de Colombia, Bulgaria, Italia, México, Puerto Rico, Canadá, Filipinas… ». «Nos lanzamos a hacer cosas que no habíamos hecho nunca: cantar, bailar, presentar desde el palco, contar nuestros testimonios superando la timidez y el respeto humano. Aprendimos a escucharnos más, a no imponer nuestras opiniones, sino a hacer nacer las ideas juntos. Concretamente hemos aprendido a querernos». «El Genfest ha sido una explosión de amor y de unidad que revolucionaron nuestra ciudad», dicen. Y uno de los participantes: «Estamos haciendo historia, no la que queda en los libros, sino en el alma de todos nosotros que pensamos, trabajamos y participamos en el Genfest. Permanecerá en la memoria de esa Habana Vieja, hoy renacida gracias a los Jóvenes por un Mundo Unido». «Ha sido muy bella y fructífera –escriben- la colaboración con otros Movimientos, con la Pastoral Juvenil, con el Consejo de las Iglesias de Cuba». Y concluyen: «El Genfest de Cuba hizo honor a su objetivo, ir “más allá de las fronteras”, superando las graves dificultades durante la preparación por la dimensión que había alcanzado. Una demostración que para Dios nada es imposible. Llevando adelante una revolución de amor en todo el mundo, y tantas personas que no conocían nuestro sueño han sido testigos. «Agradecemos a todos los que han creído en esta locura y que nos han acompañado con su apoyo y recursos en esta aventura, ¡qué profunda alegría saber que somos parte de una familia tan grande!».  

María y el Dios que parece ausente

«En 1984 estuve con un grupo de obispos de distintas confesiones en la Basílica de Santa Sofía en Estambul. Nos quedamos impresionados por este edificio imponente, dado que en el mismo, podíamos percibir de manera tangible una presencia enorme de la historia de la Iglesia y de la humanidad. Nos encontrábamos en un edificio de la antigua tradición cristiana, de la época en que la cristiandad estaba unida, por lo cual Asia Menor estaba en el centro del mundo cristiano; pero estábamos también en el lugar en el que se produjo la ruptura entre Oriente y Occidente y se rompió la unidad. En las grandes cuñas de la cúpula veíamos, enormes, los escritos extraídos del Corán, la aparición de otra religión sobre la cristiandad herida. Justo delante de nosotros estaban colocados algunos carteles que decían “Prohibido rezar”. Era un museo en el cual la gente paseaba sacando fotos y usaba binoculares, dando vueltas por doquier mirando las bellezas artísticas que allí se conservaban. Esta ausencia de religión en aquel lugar que una vez fue un lugar sagrado era terrible. Estábamos abrumados por esta cascada de eventos: unidad originaria, unidad lastimada, distintas religiones, nada de religión. Nuestras miradas vagaban desorientadas en búsqueda de auxilio, cuando de improviso – ¡allí! encima de la cúpula brillaba, dulcemente y sin hacerse notar, un antiguo mosaico: María que ofrece a su Hijo. Allí comprendí claramente: sí, ésta es la Iglesia: estar, simplemente, y a partir de sí mismos generar a Dios, ese Dios que parece ausente. La palabra Theotokos – madre de Dios, la que genera a Dios- adquirió para mí imprevistamente un sentido completamente nuevo. Comprendí que no podemos organizar la fe en el mundo; si nadie más quiere oír hablar de Dios, no podemos combatir con la fuerza y decir: “¡Cuidado con ustedes!”. También nosotros podemos estar simplemente y llevar a la luz, partiendo de nosotros mismos, a ese Dios que parece ausente. No podemos fabricar este Dios, sino solamente darlo a Luz; no podemos afirmarlo con argumentos, sino que podemos ser la copa que lo contiene, su cielo en el cual, aún en la escasa apariencia, Él brilla. Así comprendí, no sólo nuestra tarea de hoy como Iglesia, sino también cómo la Iglesia existe en la figura de María y cómo María existe en la figura de la Iglesia, cómo entre ambas, la figura y la realidad son una cosa sola». Klaus Hemmerle, Partire dall’unità. La Trinità e Maria, pp. 124, 125.