«También mi marido y yo estuvimos en el Congreso para parejas de voluntarios. Seiscientas personas, 14 idiomas. Un muestrario de sociedad, con participantes de los 5 continentes. Pero empecemos… del inicio. El primer día le di una mirada al programa. Sabía que el 3 de marzo, el Congreso felizmente coincidiría con el evento dedicado al décimo aniversario de la muerte de Chiara Lubich. ¿Pero los otros días? La vida de familia y de pareja, era la temática central, profundizada desde distintas perspectivas, con la guía de expertos. Estamos casados desde hace casi veinte años y tenemos dos hijos de 18 y 16 años. Superamos el “túnel” de las noches en vela, de los pañales y del prescolar. Concluimos la fase de la escuela primaria y secundaria, de los mapas que había que dibujar y de la historia antigua que había que aprender. Estamos navegando entre la adolescencia de nuestros hijos y nuestra experiencia de padres en busca de un presente sereno y un futuro que se presenta día a día. Un entramado de afectos, dificultades y carreras de obstáculos, estupor ante la novedad, dolor por los eventos tristes; a veces decepciones y mangas arremangadas para volver a empezar, pero también alegrías, pasión social, gusto por lo bello, apertura a las novedades y a los imprevistos, carreras de obstáculos entre los mil imprevistos de todos. En fin, una familia normal. Leo el programa y me entristezco un poco. La insistencia sobre temas de “pareja” me hace sentir un poco sofocada: ¿y el mundo? ¿La realidad de nuestro tiempo? ¿El arte, la cultura, las relaciones sociales? ¿Estaremos concentrados sólo “dentro”, analizándonos una y otra vez, después de tantos años? Soy una voluntaria, acostumbrada a mirar hacia “afuera” más que para “adentro”, a soñar en grande, a actuar en estrecho contacto con la realidad, con los esfuerzos de todos, tratando de ofrecer un aporte al mundo unido, como Chiara Lubich nos enseñó. El primer día me cuesta un poco empezar a “rodar”. Además mi esposo no está presente por compromisos de trabajo. En la noche, confieso, con mucho gusto me escapo para ir a la inauguración de una exposición en el Vittoriano, en el centro de Roma. Es mi forma de “oxigenar” la mente. Un poco desilusionada afronto el segundo día, esta vez en pareja. Trato de “resetear” mis pensamientos y entro en la dinámica, con todo mi ser. Descubro que mi esposo está haciendo el mismo esfuerzo. El cambiar de actitud nos permite seguir las distintas intervenciones con una mirada nueva. Es como si por primera vez recibiéramos las claves de lectura para renovar desde dentro “nuestro” sí, pronunciado hace tantos años, y nuestra familia, el ladrillito con el que nosotros componemos la sociedad, en este momento histórico. No puedo ser una buena mamá y profesional y dar mi pequeño aporte si no es a partir de mi relación con el primero y único compañero de mi vida, y a partir de la renovada unidad entre nosotros dos. ¡Así como una casa que sólo está en pie si sus fundamentos son profundos, sólidos, fuertes y sanos! El tercer día, todos juntos renovamos solemnemente nuestro “sí” para siempre, en el marco del Santuario del Divino Amor. No es un acto formal, sino sustancial y libre, con 598 testigos. En la tarde, mientras gradualmente se llena la sala que hospedará el evento del 10° aniversario, casualmente me siento junto a dos de los participantes. Una pareja que estuvo en el Congreso son nosotros. Todavía no los había visto. Intercambiamos pocas frases de presentación. Me entero que hace dos años perdieron un hijo. Me muestra su foto: un chico espléndido, con ojos claros y barba castaña. Tenía sólo 25 años, estaba en la flor de la juventud. Los ojos se me llenan de lágrimas. Descubro en esa mamá los rasgos de la Madre, representada por Miguel Ángel en la célebre Piedad. Es esta la familia. Un baluarte, una roca. Heroicos fundamentos de la sociedad, sin los cuales todo puede derrumbarse. Era necesario detenerse y enfocarse en la pareja. Ciertamente era necesario». Chiara Favotti
Señor, dame a todos los que están solos… He sentido en mi corazón la pasión que invade el tuyo por el abandono en que está sumido el mundo entero. Amo a todo ser enfermo y solo, hasta las plantas que sufren me dan pena…, incluso los animales solos. ¿Quién consuela su llanto? ¿Quién llora con ellos su muerte lenta? ¿Quién estrecha contra su propio corazón el corazón desesperado? Haz, Dios mío, que yo pueda ser en el mundo El sacramento tangible de tu Amor, de tus ser Amor: ser tus brazos, que estrechan a sí y convierten en amor toda la soledad del mundo. Chiara Lubich – Escritos Espirituales 1, Ciudad Nueva, Madrid, 1995. Pág. 35
Después de la solemne inauguración de la Cátedra Ecuménica Internacional Patriarca Atenágoras-Chiara Lubich el pasado 14 de diciembre en el Instituto Universitario Sophia de Loppiano, con los mensajes de buenos deseos y estímulo del papa Francisco y del Patriarca Ecuménico Bartolomé I, los trabajos inician con una serie de lecciones del 5 al 27 de marzo sobre “La eclesiología de la Iglesia Ortodoxa”. Son co titulares S.E. Maximos Vgenopoulos, Metropolitano de Selyvria, y el prof. Piero Coda.La Cátedra, un unicum en el panorama académico y cultural internacional, ve la luz a 50 años del primer encuentro entre el Patriarca Atenágoras I y Chiara Lubich. Quiere revisitar y actualizar el legado de aquel encuentro, de acuerdo con lo que el Patriarca le dijo a Chiara: « ¡Es una gran cosa conocerse; hemos vivido aislado, sin tener hermanos, sin tener hermanas, durante muchos siglos, como huérfanos! Los primeros diez siglos de cristianismo fueron para los dogmas y para la organización de la Iglesia. En los siguientes diez siglos hemos tenido cismas, división. La tercera época, ésta, es la del amor». En el saludo de apertura pronunciado el 5 de marzo, Piero Coda, decano de Sophia, refiriéndose a la metodología específica del camino de estudio y de vida del Instituto, basada en el compromiso de vivir el amor recíproco según el mandamiento nuevo de Jesús, dijo: «Queremos prepararnos con competencia y estupor para ser servidores y testigos de un ecumenismo que brota del amor de la Santísima Trinidad, el principio, la forma y el objetivo de toda unidad en la riqueza y belleza de la diversidad. Solo de esta manera podemos recibir recíprocamente los dones que los unos ofrecen a los otros, recogiendo los inestimables tesoros de gracia custodiados por las Tradiciones de nuestras Iglesias. Solo de esta manera podemos colmar las distancias que aún nos separan con el amor. Solo de esta manera podemos enriquecernos mutuamente. Solo de esta manera podemos alcanzar, con la gracia de Dios, la plena y visible unidad». En el contexto de la crisis de los equilibrios políticos, sociales y religiosos en el Cercano y Medio Oriente y entre las dos orillas del Mediterráneo, la institución de la Cátedra adquiere una importancia cultural y social a nivel internacional, proponiendo la activación de laboratorios de estudio y de investigación para las nuevas generaciones. Sus objetivos específicos son estudiar la significación cultural, revisar las etapas históricas y ahondar en las implicaciones existenciales y sociales del camino ecuménico hacia la plena unidad de las Iglesias, en el intercambio de riquezas espirituales, teológicas y culturales del Oriente y del Occidente cristianos. Además, ofrecer un lugar e itinerarios de formación académicamente calificados para aquellos que deseen prepararse para ofrecer su propia contribución de pensamiento, diálogo y vida a la promoción de la unidad entre la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia católica al servicio del encuentro entre los pueblos y las culturas.
María Cecilia Perrín era una alegre chica argentina. Nació en Punta Alta (Buenos Aires) en 1957. Después de dos años de noviazgo, vividos intensamente con el deseo de poner bases cristianas sólidas en la familia que comenzaba, se casó con Luis en 1983. Dos años más tarde, mientras estaba embarazada, se le diagnosticó un cáncer. Con el apoyo del marido y de la familia eligió no seguir el consejo de un “aborto terapéutico”. Murió a la edad de 28 años, después del nacimiento de la hijita. Por su expreso pedido, sus restos descansan en la Mariápolis Lia (O’Higgins, Buenos Aires), lugar de alegría y esperanza. Su fama de santidad, el heroísmo en la aceptación de la enfermedad, el ejemplo de vida cristiana y las numerosas gracias recibidas por su intercesión, dieron comienzo, el 30 de noviembre de 2005, a la causa de su beatificación. María Orsola Bussone, nació en 1954 en Vallo Torinese, en el norte de Italia. Era una chica abierta, generosa, deportista. A la edad de 11 años participó con la familia en un encuentro del Movimiento parroquial en Rocca di Papa. Escribió a Chiara Lubich: «Quiero amar siempre, ser la primera en amar, sin esperar nada de nadie, quiero dejarme trabajar por Dios como Él quiere y quiero poner todo de mí misma, para que esto sea lo único que valga en la vida». El 10 de julio de 1970, a los 15 años participó como animadora de un campamento de verano organizado por la parroquia. Fue en esa circunstancia que murió fulminada por un rayo, cuando se estaba secando el pelo con el secador. Su fama de santidad se difundió. Mucha gente va a su tumba para invocar su intercesión. A través de su diario personal y sus cartas se conoce su profunda espiritualidad. A ella está dedicado el Centro parroquial en cuya construcción ella había colaborado. El 17 de diciembre de 2000 concluyó la fase diocesana de la causa de su beatificación. El 18 de marzo de 2015, el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto por el cual fue declarada Venerable. Margarita Bavosi,nació en 1841. Era la tercera hija de una familia acomodada de Buenos Aires (Argentina). Su vida fue feliz hasta los diez años, cuando de forma imprevista murió su mamá. El agudo dolor la impulsó a pedirle a la Virgen María que tomara su lugar. El encuentro con el Carisma de la Unidad y la respuesta a su deseo de santidad, la llevó a donarse a Dios en el focolar. Para todos ella es “Luminosa”. Vivió algunos años en Brasil, Argentina y Uruguay. Fue corresponsable del Movimiento de los Focolares en España. A los 40 años advirtió una inexplicable debilidad física, pero sólo después de tres años se llegó un diagnóstico preciso. Por la enfermedad no podía moverse, pero continuaba construyendo relaciones, tomando como propio el lema de S. Luis de Gonzaga “sigo jugando”. La noche del 6 de marzo de 1985, entre el asombro de los presentes, dijo: «Aquí estoy Jesús. He siempre tratado, en cada momento, de hacer todo delante de Ti». El 22 de noviembre de 2008 se cerró la fase diocesana de su proceso de canonización. A ella le fueron dedicados el Centro del Movimiento de los Focolares de Madrid y la Ciudadela internacional que está cerca de Nueva York. Renata Borlone nació el 30 de mayo de 1930 en Aurelia (Civitavecchia, cerca de Roma). Creció en una familia que no era practicante pero sí unida, y a los 10 años vio el estallido de la Segunda guerra mundial. Sedienta de verdad, la buscaba en el estudio. Se inscribió en la Facultad de Química. Era una apasionada de la Ciencia. A los 19 años se vinculó con la vida evangélica de algunas de las primeras focolarinas, que recién se habían instalado en Roma, y a través de ellas sintió con evidencia que ¡Dios es Amor! A los 20 años comenzó a vivir en el focolar y durante 40 años estuvo al servicio de la Obra de María, con funciones de responsabilidad en Italia y en el extranjero. Desde 1967 y durante 23 años estuvo en la Escuela de formación de Loppiano, en constante tensión a la santidad. A los 59 años le anunciaron una grave enfermedad, y los pocos meses que le quedaban de vida los vivió completamente abandonada en Dios. Aún en el sufrimiento transmitía alegría y sentimiento de lo sagrado y repetía hasta el último instante: “Quiero testimoniar que la muerte es vida”. El 27 de febrero de 2011 se cerró la fase diocesana de su proceso de beatificación. Chiara Favotti Ver también: Alfredo Zirondoli, “Luminosa siguió jugando. Perfil de Margarita Bavosi”, Cittá Nuova, Roma. Giulio Marchesi, Alfredo Zirondoli, “Un silencio que se transforma en vida. La jornada de Renata Borlone”, Città Nuova, Roma.
El evento comenzó con música, con poesía, con imágenes en movimiento, con coreografía, cantos, para darle un marco y acompañar los testimonios que se fueron relatando, en el año dedicado al recuerdo de la Fundadora de los Focolares, a los diez años de su fallecimiento. Más de dos mil personas procedentes de todo el mundo (se ve porque algunos estaban vestidos con sus trajes típicos), estaban presentes también algunas autoridades religiosas – en primera fila se veía al Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin- y personalidades del mundo de la cultura, de la comunicación y de diversas instituciones que participaron del evento. Tuvo lugar el sábado 3 de marzo, en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo, cerca de Roma. Una celebración que fue definida por muchos, no una conmemoración, sino un festejo de la vida. Vida que nació del Carisma de la Unidad de Chiara Lubich en innumerables contextos del mundo, muy diversos, a menudo en territorios hostiles, en guerra, en zonas deterioradas, dando vida a obras de transformación social con timbre evangélico. Adriana es una artista brasileña: «No quería encerrarme en un taller. Chiara me dijo: elige a Dios, que es Quien te hizo artista». A partir del amor por los hermanos y la disponibilidad para involucrarse en un proyecto social en la favela de Pedreira, en el Sur de San Pablo, con el propósito de dar un techo a 500 familias en situación de pobreza extrema, renació para ella la posibilidad de hacer fructificar su propio talento de pintora. «Vine aquí – dice Adriana- para rendir homenaje a Chiara». Roberto y Maurizio, en Italia, inauguraron una pescadería, con el espíritu de la Economía de Comunión, porque «si la base de nuestro trabajo es la ganancia personal, ¿a quién le sirve? Nadie nos recordará por el dinero que tuvimos, sino por el bien que hicimos». María trabaja desde los 15 años en una escuela en la difícil periferia de París, de la cual, normalmente, los profesores se escapan para buscar otro trabajo, apenas pueden. «Esos niños deben tener las mismas posibilidades del que asiste a las principales escuelas de los mejores barrios de París». Letizia y su marido, empresarios, rechazan un importante ofrecimiento de trabajo arriesgando la quiebra de su empresa, con tal de no producir elementos para la industria bélica.
Y todavía más. Una pareja de sirios ofrece un testimonio a través de un video-mensaje: «No quisimos escapar de la guerra para no cerrar nuestra escuela para niños sordos. ¿A quién habrían podido acudir?». La voz y la intensa expresión de una actriz, transmite la historia de una niña filipina: escuchada en el Centro Social Bukas Palad (“con las manos abiertas” en idioma tagalog), en Manila: «Estoy agradecida, porque siendo pobre me he convertido en una persona especial, amada. Así comenzó mi renacimiento» Son sólo algunos de los frutos de la “intrínseca socialidad” del carisma de Chiara Lubich, como fue definido por el Copresidente de los Focolares Jesús Morán: «Chiara no fue una reformadora, su sueño apunta más arriba, al fundamento antropológico y teológico de cada reforma social: la fraternidad universal». La opción preferencial por los últimos – “rescatados del anonimato y convertidos en protagonistas”- caracteriza desde el inicio la historia de los Focolares.
Es María Voce, quien recuerda las premisas de una experiencia que llegó a 182 países del mundo, con frutos tangibles de fraternidad, como las 25 ciudadelas, “bocetos de mundo unido”, presentes en todos los continentes. Ella cuenta: en los años de la Segunda Guerra Mundial, «las primeras focolarinas no se median a la hora de correr de una lado a otro de Trento para llevar su auxilio a cualquiera que lo precisara. Invitaban a los pobres a almorzar en su casa y, poniendo el mantel más lindo que tenían, se sentaban alrededor de la mesa: una focolarina, un pobre, una focolarina, un pobre; les daban de comer como hermanos, no como benefactores. El Evangelio, que leían juntas a la luz de una vela en los refugios antiaéreos, que lo descubrían y vivían con la intensidad con la que irrumpe esta Luz, se revelaba como fuente de la más profunda transformación social» En la gran pared de la sala, que se había convertido en una pantalla cinematográfica, van pasando como parte integrante del relato, las imágenes en movimiento de una larga historia, que partió de un sueño: “el gran atractivo del tiempo moderno_ penetrar en la más alta contemplación y permanecer mezclados entre todos, hombre junto al hombre”. En todos los países del mundo, donde Chiara Lubich será recordada, este sueño hoy se renueva. Chiara Favotti
“Sociological Imagination and social promotion: the category of “Love” to read the changes taking place and imagine new future” (“Imaginación sociológica y promoción social: la categoría del amor para hacer una lectura de los cambios en curso e imaginar nuevos futuros”) es el título del Congreso.Es promovido por el Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Estudios de Salerno y el research network Social-One, con el patrocinio de la Sección de Teorías Sociológicas y Transformaciones Sociales de la Asociación Italiana de Sociología (AIS) y en colaboración con Universidades de Recife (Brasil), Buenos Aires (Argentina), Roma y Trieste (Italia) y el Instituto Universitario Sophia (IUS) de Loppiano (Italia). El objetivo del encuentro es sondear todas las perspectivas de análisis y de acción suscitadas por la categoría de la “acción agápica” en el ámbito de las disciplinas sociales y humanas, en la hipótesis de que dicho concepto pueda ofrecer nuevas claves de lectura y perspectivas de intervención para la promoción de una sociedad plural basada en la equidad, la inclusión y el diálogo. En los varios paneles se presentarán los aportes y testimonios que conjugan teoría, investigación y acción. Para información:Social-One onlineInvitación
Con este volumen de Manuel María Bru, Asombro y empatia, la editorial Ciudad Nueva da inicio a una interesante colección: Nueva Evangelización. Coeditada junto a la Delegación Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid, busca ofrecer una herramienta de formación para catequistas, educadores y toda persona deseosa de vivir la fe de manera consciente, responsable y abierta al diálogo con una sociedad cada vez más plural. ¿Estaremos a la altura de una evangelización que realmente sea nueva en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones, como quería san Juan Pablo II?, ¿de una catequesis renovada, más esencial, más mistagógica y más inculturada con el hombre de hoy, sobre todo con las nuevas generaciones? En nuestras manos está el intentarlo, a sabiendas de que, como nos dice Francisco, más vale «una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades» (Evangelii gaudium, 49). Acceso a las primeras páginas del libro.
Una semana de trabajo para conocer de cerca la realidad de los chicos y de los jóvenes de todo el mundo, sus ambiciones, esperanzas, temores, expectativas y para escuchar su voz. Saldrá un documento compartido, que confluirá, junto con los otros aportes que han llegado, al “Instrumentum laboris” en vista del Sínodo de octubre, definido por el Papa como “no sobre, sino de los jóvenes”. «En esta reunión pre-sinodal –explicó el Secretario General del Sínodo, el Card. Lorenzo Baldisseri – trataremos de comprender mejor lo que piensan de sí mismos y de los adultos, cómo viven la fe y qué dificultades encuentran para ser cristianos. Cómo planifican su vida y cuáles problemas encuentran en el discernimiento de su vocación; cómo ven a la Iglesia hoy y cómo la querrían ver». Estarán presentes católicos, de otras confesiones cristianas y de otras religiones, representantes de asociaciones y Movimientos, pero también no creyentes, y personas provenientes de situaciones precarias como la cárcel o la drogadicción. Stella Marilene, de 24 años, y Nelson, de 29 años, del Movimiento de los Focolares, participará en el trabajo (con ellos estará también Noemi Sánchez, una joven de Paraguay). Mientras con emoción esperan que llegue el día, nos reunimos con ellos en el Centro Internacional de los Gen, donde se está trabajando intensamente para las citas mundiales del 2018:el Sínodo de octubre y el Genfest de Manila en julio.¿Cuál esla situación de los jóvenes de su país? «En El Salvador –responde Nelson- la situación general de los jóvenes es distinta dentro y fuera de la ciudad. Fuera, la vida es más difícil, no hay servicios, la educación está garantizada sólo hasta la escuela primaria. A pesar de ello los jóvenes tienen grandes aspiraciones y una mayor determinación a realizar sus sueños». «En Burundi – explica Marilene – estamos viviendo una grave crisis política. La desocupación es alta y también la incertidumbre ante el futuro. A menudo los jóvenes abandonan el país para buscar otras perspectivas». En la Reunión, cuentan, tendrán la tarea de ser facilitadores lingüísticos para el español y el francés. «Será nuestro “granito de arena”, un pequeño aporte – explica Nelson – pero lo haremos con todo el corazón». Y Marilene agrega: «A través del sitio oficial del Sínodo y de las redes sociales conectadas, todos los jóvenes, aún aquéllos que no estarán en persona, podrán participar a distancia, hacer escuchar su voz y enviar propuestas». A propósito de comunicación, más allá de los temores con los que a menudo los adultos miran a los jóvenes, por el riesgo de salirse de la “realidad” y sumergirse en el mundo virtual, ¿qué significa para ustedes comunicar? «Los tiempos han cambiado –responde Nelson- estamos sumergidos en la tecnología, que efectivamente ayuda a acortar las distancias. Pero tenemos que tratar de hacerla lo más humana posible. El celular y la Tablet nos acercan, pero comunicarnos “cara a cara” con quien realmente tenemos delante es otra cosa. En esto, nosotros los jóvenes podemos dar el primer paso». «Para alcanzar una comunicación auténtica tenemos que pensar en “qué” comunicamos», subraya Marilene. En su mensaje para la jornada de la juventud, que se cerrará la Reunión pre-sinodal el Papa Francisco hace referencia a los “temores” de los jóvenes. «A menudo los jóvenes tienen miedo de ir adelante, de hacer elecciones definitivas. Personalmente – explica Marilene – yo trato de vivir la voluntad de Dios en el momento presente. Cada uno tiene su historia y yo me confío en Él con confianza». Y Nelson: «En un mundo tan materialista, a menudo el mensaje que los adultos pasan a los jóvenes es que estudien, trabajen, ganen, que se compren una linda casa. El diálogo entre la primera y la segunda generación es importante, pero no debe destruir los sueños. Juntos, nuestra energía y su sabiduría pueden hacer mucho». Ser escuchados significa asumir la responsabilidad. «Es una gran responsabilidad ser portavoces de los jóvenes. Es una oportunidad que nos ofrece la Iglesia, que quiere dialogar con todos, no sólo con los católicos. En esto nosotros, los gen, podemos ofrecer nuestra experiencia, porque ya hemos empezado a caminar juntos, cristianos, fieles de otros credos y también no creyentes. Por eso renuevo el llamado a todos los jóvenes: ¡participen! Hagamos que se escuche nuestra voz». Chiara Favotti