Movimiento de los Focolares
Semana Laudato si’ por los cinco años de la encíclica del Papa

Semana Laudato si’ por los cinco años de la encíclica del Papa

Una campaña global que ha involucrado a miles de fieles a través de seminarios interactivos y formativos sobre el cuidado de la casa común.  Convocada por el Papa fue organizada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral con el apoyo de un grupo de partners católicos. Del 16 al 24 de mayo se ha llevado a cabo la Semana Laudato Si’ con el título  “Todo está conectado”, una campaña global con ocasión del  5° aniversario de la encíclica del  Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. El evento ha involucrado a comunidades católicas de todo el mundo haciendo participar a diócesis, parroquias, movimientos y asociaciones, escuelas e instituciones para profundizar el compromiso de cada uno en la salvaguardia de la Creación y la promoción de una ecología integral. Por un fuerte deseo del Papa fue organizada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con el apoyo de varios partners católicos entre los cuales el  Global Catholic Climate Movement (Movimiento Católico Global por el Clima) que comprende a más de 900 organizaciones católicas mundiales, entre las cuales el Movimiento de los Focolares. Durante la Semana varias fueron las iniciativas online siguiendo las líneas indicadas por la Laudato Si’.  Por la emergencia Coronavirus, de hecho, se llevó a cabo totalmente online a través de seminarios interactivos y formativos. El 24 de mayo se concluye el evento con una jornada mundial de oración: a las 12 del mediodía (hora local de cada huso horario), cada uno podrá rezar por la Tierra con esa oración.   El Papa en el mes de marzo envió un video mensaje en donde alentada a los fieles a participar para proteger nuestra casa común.  Juntos, a través de la acción y la fe, podemos resolver la crisis ecológica. “¿Qué clase de mundo queremos dejar a los que vendrán después de nosotros, a los niños que están creciendo? – afirma el Papa –.  Renuevo mi llamado urgente a responder a la crisis ecológica.  El grito de la tierra y el grito de los pobres ya no pueden esperar más. Cuidemos la creación, don de nuestro buen Dios Creador”. En estos cinco años, la encíclica del Papa ha sacudido las conciencias de muchos ciudadanos. Han surgido muchas comunidades de personas con el objetivo de hacer algo por el ambiente, impulsados por las palabras del Papa sobre una visión ecológica más atenta a la Casa Común.  Sin embargo, después de cinco años, estas palabras resuenan como muy actuales en este momento atormentado por la pandemia Covid-19. El Dicasterio Vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral subraya que las enseñanzas de la Encíclica son particularmente relevantes en el contexto actual del Coronavirus que ha paralizado al mundo en muchos sitios.  “La pandemia lo ha afectado todo y nos enseña que con el compromiso de todos podemos volver a levantarnos y derrotar también al virus del egoísmo social con los anticuerpos de la justicia, la caridad y la solidaridad – destaca el Sacerdote Francesco Soddu, director de la Cáritas de Italia – para ser constructores de un mundo más justo y sustentable, de un desarrollo humano integral que no deje atrás a nadie”. En esta semana no se habló sólo de ecología. Los organizadores se preguntaron: ¿cuánto pesa la economía en lo que se refiere a la salvaguardia de la Creación? El jueves 21 de mayo, en efecto, se realizó un evento online con la economista inglesa Kate Raworth, de la Universidad de Oxford y la Universidad de  Cambridge, uno de los economistas más influyentes a nivel internacional. Este encuentro está dentro del marco del recorrido de preparación y formación a “The Economy of Francesco”, el evento deseado por el Papa y que tendrá lugar en noviembre en Asís, al que ya se han inscripto 3000 jóvenes empresarios de todo el mundo. En cuanto al tema de la salvaguardia de la Creación, “la economía pesa al menos en un  50%  si consideramos la economía individual, la economía de las empresas y la economía de los Estados y los efectos que todo ello produce sobre la contaminación del planeta – sostiene el economista Luigino Bruni -.  Luego está la política, nuestros estilos de vida, etc…  (…) Si observamos también de qué dependen los fracasos de estas décadas, el calentamiento global, por ejemplo, nos damos cuenta de que, en definitiva, la economía capitalista lleva un gran peso.  Por lo tanto, si queremos cambiar tenemos que cambiar la economía”. Vivir la Laudato Sí’, por lo tanto,  quiere decir dar testimonio de nuestra sensibilidad por el tema de la salvaguardia de la Creación, pero también en el ámbito económico, con nuestras opciones de vida. Podemos aportar mucho en la realización de una profunda conversión económica y ecológica a través de experiencias concretas.  Además tenemos que entender qué tipo de cambio político promover para escuchar realmente el grito de la tierra y de los pobres.

Lorenzo Russo

 

Obispos: es el ejemplo que atrae

Los testimonios del cardenal Désiré Tsarahazana, presidente de la Conferencia Episcopal de Madagascar y monseñor Christoph Hegge, obispo auxiliar de Munster (Alemania) recogidos durante el encuentro internacional que reunió a 7 cardenales y 137 obispos amigos de los Focolares en Trento y en la ciudadela internacional de Loppiano. https://vimeo.com/415940661

Evangelio vivido: nuestro aporte a la paz

La Palabra vivida nos hace salir de nosotros mismos para encontrar con amor a los hermanos empezando por quienes tenemos más cerca: en nuestras ciudades, en la familia, en todos los ambientes de la vida. Es una amistad que nos vincula a una red de relaciones positivas, enfocándonos en la realización del mandamiento del amor recíproco, que construye la fraternidad. Buscar las palabras apropiadas Mis niños de siete y cinco años jugaban tranquilos sin preocuparse de ningún peligro. No tuve tiempo de llegar hasta donde estaban, cuando explotó la granada, dejando a ambos ensangrentados. Los recogimos y salimos como locos hacia el hospital. Dentro de mí se acumulaban los sentimientos: perplejidad, temor, dolor,… pero tenía que ocuparme de los niños y transmitirles paz. El varón tenía esquirlas en la cabeza y fue operado de emergencia, la niña estaba menos grave. Pasamos la noche en vela al lado de sus camas. Cada tanto se lamentaban, sobresaltados por las pesadillas: “¿Por qué nos hicieron esto?”. Buscaba las palabras adecuadas para darles a entender que quien había disparado seguramente era alguien que había sufrido mucho, quizás no tenía padres, quizás sólo quería destruir los cañones que estaban de nuestro lado… Cuando los niños se durmieron empecé a rezar, a confiarlos a Dios y a pedirle que no quedara en ellos la marca del odio. Hoy, después de décadas, mi hijo considera precisamente ese episodio doloroso, un incentivo para dar su aporte a la paz del mundo. (R. S. – Líbano) Cambio de apartamento Cuando le pedimos a la propietaria del apartamento en el que vivíamos el permiso para hacer una restructuración, costeada por nosotros, ella no nos dijo que tenía la intención de venderlo. Obviamente, después de haber hecho todo el trabajo, cuando supimos su decisión, nos quedamos mal y nos sentimos traicionados. Además el nuevo propietario nos pedía una cuota muy alta si nos queríamos quedar. Así que, de un día para otro, nos quedamos en la calle. Pero nos confiamos a la providencia, seguros de que Dios no nos iba a abandonar. De hecho, no mucho tiempo después, encontramos una posibilidad que respondía mejor a las necesidades de nuestra familia. Pero la cosa más importante fue mantener con la ex propietaria de la casa una relación cordial y no de resentimiento. Aunque ella no lo declaró expresamente, nos hizo intuir su arrepentimiento. La amistad reencontrada cubrió todas las fracturas. (E.V. – Turquía) Desorden Estoy matriculado en la Facultad de Psicología y vivo con otros compañeros en una residencia donde podemos utilizar la cocina común cuando no vamos al comedor. Uno de nosotros, además de ser desordenado en sus cosas, solía dejarla sucia después de utilizarla. Hoy en la mañana pasé por la cocina para prepararme un café y encontré todo patas arriba porque él había recibido huéspedes y había dejado todo ahí. No fui el único que notó ese caos; alguien más, indignado, sugirió que dejáramos todo como estaba para que el culpable se diera cuenta. Pero poco después, en mi habitación, mientras me preparaba para estudiar, no lograba estar en paz; seguía pensando en el desorden de la cocina… ¿Qué era mejor hacer? ¿Darle una lección al otro o hacer un acto de caridad? Sin demora, volví a la cocina, me puse a lavar los platos y los vasos, saqué la basura… Después regresando a la habitación me parecía entender mejor lo que leía. La vida con los demás es una forma de educación que completa las lecciones que escucho en la universidad. (G. T. – Francia)

a cargo de Stefania Tanesini

(Tomado de  Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año VI, n.3, abril-mayo 2020)  

La divina aventura

El siguiente pensamiento de Chiara Lubich transforma nuestra manera habitual de leer los acontecimientos gozosos o dolorosos que tejen la trama de nuestra vida. Nos invita a hacer un verdadero cambio, a mirar todo con otros ojos, los de la fe en Dios, en el amor al cual nada le escapa. Esta convicción íntima nos llena de esperanza y, como consecuencia, nos hace actuar con valentía.  (…)  Si amamos a Dios, la vida –nuestra vida, con todas sus vicisitudes– es una divina aventura en la cual no hay un momento en que uno deje de sorprenderse por algo nuevo; una divina aventura llena de tesoros por descubrir, con los cuales nos enriquecemos momento a momento, como numerosas piedrecitas que se añaden continuamente al mosaico de nuestra santidad. [La Escritura] (…) de hecho nos dice: «Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman».[1] Todo contribuye al bien… para quienes aman a Dios. Todo. Porque nada –tenemos que creerlo– sucede por casualidad. Ningún acontecimiento alegre, indiferente o doloroso, ningún encuentro, ninguna situación familiar, de trabajo, de estudio, ninguna condición de salud física o moral deja de tener sentido. Todo, cada cosa –acontecimientos, situaciones, personas– es portadora de un mensaje por parte de Dios, que tenemos que saber leer y recibir con todo el corazón. Todo contribuye al bien para quienes aman a Dios. Porque Él tiene su propio designio de amor para cada uno de nosotros; nos ama con un amor personal y, si creemos en este amor y le correspondemos con el nuestro – ¡esta es la condición!–, Dios lleva cada cosa hacia el cumplimiento de ese designio sobre nosotros. Basta mirar a Jesús. Sabemos cómo Él amó al Padre. Pues bien, si pensamos en Él, aunque sea solo un momento, podemos observar que realizó [esta] Palabra durante toda su vida. Para Él nada sucedió por casualidad y todo tuvo un significado. La personificación de esta Palabra en Él se ve de modo muy especial sobre todo en el último tramo de su existencia; porque nada sucedió por casualidad durante su pasión y muerte. Para Él, incluso el abandono por parte del Padre –prueba extrema– cooperó al bien, porque al superarlo Jesús dio cumplimiento a su Obra. Tal vez las causas eran ciegas, porque quienes lo sometieron a padecimientos y después a la muerte no sabían lo que hacían; y no solo en el sentido de que no sabían a quién flagelaban y crucificaban, sino también porque no sabían que eran autores de un sacrificio –del sacrificio por excelencia– que habría de fructificar la salvación de la humanidad. Los dolores le llegaban a Jesús sin esa intención, pero Él, porque amaba al Padre, supo traducirlos todos en medios de redención, y más aún, supo ver en aquellos terribles momentos la hora esperada desde siempre, el cumplimiento de su divina aventura terrenal. El ejemplo de Jesús tiene que ser una luz para nuestra vida; todo lo que llega, todo lo que sucede, todo lo que nos rodea y también todo lo que nos hace sufrir, tenemos que saber leerlo como voluntad de Dios que nos ama, o una permisión de Él, que es igualmente amor. Entonces, todo será más que interesante en la vida; todo tendrá sentido y todo será extremadamente útil. ¡Ánimo! Aún estamos vivos. Todavía estamos en viaje. La vida puede convertirse en una divina aventura. El designio de Dios sobre nosotros aún puede cumplirse. Basta amar y tener los ojos abiertos a su voluntad siempre espléndida.

Chiara Lubich

(De una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 2 de agosto de 1984)  Extraído de: «La divina aventura «, en: Chiara Lubich, Juntos en Camino, Ciudad Nueva, Buenos Aires 1988, pp28-30.   [1] Rm 8, 28.

“Cuanto más amamos al hermano, más se desvanece el dolor…”

Con motivo de la jornada de oración, ayuno e invocación por la humanidad del 14 de mayo, reportamos la oración de María Voce, presidenta del Movimiento de los Focolares. En este tiempo de prueba, de soledad, de angustia y de abatimiento, sentimos la necesidad de reencontrar el sentido de la vida y de la muerte, de aquello que no pasa y permanece eternamente. Nuestros corazones, purificados por el dolor y desarmados, se unen para implorarte a ti, el Omnipotente, el Clemente, el Misericordioso, el Padre de todos nosotros. Fortalece en nosotros la fe en que todo lo que permites es para un bien mayor, y que nada de lo que sucede es ajeno a tu bondad infinita. Ayúdanos a proseguir el viaje de la vida con confianza y esperanza renovadas, enraizadas en tu divina voluntad de cada momento presente. Conforta a los que sufren por la pérdida de familiares y amigos; da fuerza para seguir adelante y paciencia en las adversidades. Haz que ante la angustia por el futuro, la pérdida del trabajo, las consecuencias económicas y sociales causadas por la pandemia, logremos descubrir en ellas ocasiones para vivir la solidaridad y alimentar la justicia. Forja en nosotros cada vez más un alma capaz de amar concretamente, para compartir el dolor de los que lloran y alegrarnos con los que están alegres. Ayúdanos a considerar al otro como a nosotros mismos y desearle lo que deseamos para nosotros. Haznos experimentar, Dios Altísimo y Omnipotente, que cuanto más amamos a nuestro hermano, olvidándonos de nosotros, más se desvanece el dolor y queda en nuestro corazón la dulzura inefable y tangible de tu presencia. Da vigor, salud, protección y sabiduría a los médicos, enfermeras, personal sanitario y a todos aquellos que se prodigan en favor de los hermanos enfermos y necesitados, para que puedan ser tus instrumentos acompañando a los que se confían a sus cuidados. Oh Dios, Luz del mundo, que tu Sabiduría ilumine a los científicos, y que ellos pongan a disposición sus conocimientos para el bien de toda la humanidad. Sostiene a los dirigentes de las naciones y a todos aquellos que deciden el destino de los pueblos, para que sepan tomar decisiones con visión de futuro y encontrar soluciones sociales y económicas en favor de los más débiles. Toca sus conciencias para que encuentren todos los medios para prevenir los conflictos y promover la paz. Haz que cada uno se sienta responsable no solo de su propio pueblo, sino de toda la humanidad. Que María, amada y venerada por muchos, nos ayude a mantenernos firmes en la fe y a llevar consuelo y esperanza a todos. Amén. Descargar la oración

13 de mayo: de Trento al mondo a través de la web

La exposición dedicada a Chiara Lubich en su ciudad natal, en Italia, se ve enriquecida por un viaje virtual multilingüe que, a través de imágenes y documentos, permitirá a los visitantes visitar la exposición desde todo el mundo. La apertura en la web el 13 de mayo, una fecha importante para Trento y para la Lubich. Chiara Lubich Città Mondo”, la exposición creada en las Galerías en Trento el lugar de nacimiento de la fundadora de los Focolares, se transforma y enriquece hoy con un recorrido virtual. La exposición, cerrada por un período debido a la pandemia y ahora extendida hasta principios de 2021, también se puede visitar a través de la web. (http://mostre.legallerietrento.it/chiaralubich). El montaje en Trento, que forma parte de los eventos vinculados al centenario del nacimiento de Chiara Lubich, continúa con la ampliación en la web, para realizar el lema del centenario: “Celebrar para encontrar”. De hecho el itinerario que atraviesa la historia, la vida, las imágenes y el color, de hecho, ofrece la oportunidad de “encontrarse” con la Lubich, que ahora se extiende más allá del único lugar de exhibición de las Galerías, para ofrecer acceso a visitantes de todo el mundo. Y también la fecha elegida para esta ampliación en la web no es casual: el 13 de mayo de 1944, la historia de Chiara Lubich se entrelazó significativamente con la de su ciudad. Ese día, cuando Trento sufrió el segundo gran bombardeo, también marcó un punto de inflexión para el naciente Movimiento de los Focolares. Chiara Lubich también se encontraba entre las personas evacuadas de la ciudad al bosque Gocciadoro, después de que su casa fuera siniestrada. “Recuerdo de esa noche – escribirá años después – que pasé al aire libre, acostada con los demás en el suelo, solo dos palabras: estrellas y lágrimas. Estrellas, porque, durante horas, las he visto pasar sobre mi cabeza; lágrimas, porque llorando, me daba cuenta de que no podía dejar Trento con mis seres queridos. Veía en mis compañeras el movimiento naciente: no podía abandonarlas. Y me pareció que el Espíritu Santo, para hacerme entender su voluntad, me sugirió palabras que había estudiado en la escuela: “Omnia vincit amor[1], todo vence el amor” [2]. A la mañana siguiente, Chiara Lubich comunicó a sus padres su decisión de quedarse en Trento y, poco después, con sus primeras compañeras, dio vida al primer focolar. Y la pequeña casa que acogió el primer focolar es una de las etapas del recorrido virtual “Chiara Lubich ciudad mundo” que acompaña al visitante desde el nacimiento de la fundadora de los Focolares en 1920 hasta la actual expansión mundial del Movimiento. Incluso en el montaje virtual, la propia Chiara, a través de imágenes y documentos, se “cuenta” a sí misma: su vida como joven maestra, la consagración a Dios el 7 de diciembre de 1943, el desarrollo de la primera comunidad de Focolares. Y luego, el verano de 1949, el comienzo de un período de iluminación para Chiara Lubich del cual surgirá la carismática novedad que dará vida a una nueva Obra en la Iglesia. La luz y los colores son los protagonistas de la última parte del itinerario que, a través de palabras e imágenes, permite conocer experiencias de unidad, fragmentos de fraternidad nacidos del carisma de la Lubich que continúan creciendo y desarrollándose en la historia de hoy para contribuir a realizar lo que ella consideraba el “testamento” de Jesús: “Que todos sean uno” (Jn 17,21). “Para esa página del Evangelio, habíamos nacido – escribió la Lubich – para llevar la unidad por el mundo, la unidad con Dios y la unidad entre todos los hermanos”. “Aun siendo conscientes – explicó – de la audacia divina del programa que solo Dios podía llevar a cabo, arrodilladas alrededor de un altar, le pedimos a Jesús que hiciera realidad su sueño usándonos también si estuviera en sus planes” [3]. Un sueño construido también aquella noche del 13 de mayo de 1944 cuando, ante el caída de todo, la incertidumbre, la angustia de un presente de un dramatismo inesperado, entre estrellas y lágrimas, había elegido creer que “Omnia vincit amor, todo vence el amor”.

Anna Lisa Innocenti

[1] Virgilio, Ecloghe, X, 69. [2] Chiara Lubich, Nascita di una spiritualità, in Michele Zanzucchi, Enzo Maria Fondi, Un popolo nato dal Vangelo, San Paolo, 2003, pp. 9-10. [3] Ibid., p. 17.

Hacia un tiempo nuevo: el de la familia universal

Hacia un tiempo nuevo: el de la familia universal

 ¿Qué ha puesto en evidencia esta pandemia en la vida social y eclesial? ¿Qué ha suscitado en el Movimiento de los Focolares? ¿Cómo vivir el tiempo nuevo y desconocido que nos espera? Amplio diálogo con María Voce. De una entrevista con Radio Inblu (Italia) D.: Desde el 18 de mayo se podrá celebrar nuevamente la Misa, con todas las precauciones naturalmente. Un breve comentario suyo… María Voce: Hemos seguido siempre la Misa del Papa, ha habido miles de ocasiones para rezar juntos en streaming. Pero no podemos esconder que el cristianismo es una religión que se encarna, es necesario también estar físicamente presentes en los acontecimientos, participar más directamente y de una manera más vital en los misterios del cristianismo mismo. Por ello, participar en la Eucaristía de un modo real es algo que ciertamente nos faltaba y es un regalo que ahora vuelve a nosotros. Así que estamos dispuestos a tener todos los cuidados, a tomar todas las precauciones con tal de no perder esta oportunidad. D: Cierto. En este periodo han sucedido muchas cosas, hemos tenido que cuestionar comportamientos, compras… Según su parecer, la pandemia ¿qué está evidenciando en la vida social, y por tanto, también en la vida eclesial? María Voce: Está evidenciando cosas buenas y pueden ser también cosas malas. La primera que quisiera subrayar es la igualdad entre todos, es decir, esta pandemia nos ha demostrado que las personas, frente a este pequeño patógeno, este virus que nos ha afectado, son todas iguales porque afecta a los poderosos como a los pobres, a los ricos como al que no tiene nada, a los niños como a los adultos, a los que están en la cárcel como a los que están fuera. Así que en este sentido realmente todos somos iguales. Al mismo tiempo esta pandemia ha evidenciado también muchas desigualdades que no son debidas al hecho de ser humanos, de ser personas, sino que son creadas por las culturas, por los prejuicios, por los estilos de vida, por lo cual hay quienes pueden permitirse el cuidado y quienes no pueden permitírselo; hay quienes tienen una casa donde pueden aislarse y quienes se ven obligados a quedarse con más personas en un espacio muy reducido; quien perdiendo su trabajo puede echar mano de su cuenta bancaria donde había reservado sus ahorros, y quien no tiene a dónde acudir y por lo tanto, al perder su trabajo, se expone al hambre él y su familia. Por eso, las desigualdades desgraciadamente se han hecho aún más evidentes. Y esto debe hacernos pensar, porque lógicamente son desigualdades que no las quiere Dios, no las quiere la naturaleza humana, sino que las determinan la mala voluntad de las personas que no han sabido administrar bien los dones que Dios nos ha dado. Por lo tanto, debemos compensar estas desigualdades para que, una vez pasada la pandemia, no nos encontremos en peor situación que antes; al contrario, que la constatación de la igualdad nos favorezca en la elaboración de programas que respeten esta igual dignidad de todos. D: En cambio ¿en la comunidad eclesial? María Voce: En la comunidad eclesial me parece que ha hecho emerger lo esencial, porque han caído muchas cosas: se ha visto que no es esencial la Iglesia en cuanto edificios, sino la Iglesia como comunión; que no es esencial ir cada día a visitar a Jesús sacramentado sino que es esencial amar al hermano, es esencial responder con amor a quien está a nuestro lado, es esencial volver a extraer del Evangelio las palabras que Él nos dejó y en las que tenemos que inspirarnos. Así que también ha hecho caer muchas cosas en el plano eclesial. Pero esto puede hacernos solo bien, porque nos impulsa a ese renacimiento del que habla continuamente el Papa Francisco, a esa resurrección, a ese volver a empezar para reformar verdaderamente la Iglesia de una manera vital, no de un modo institucional o formal. D: De estas cosas esenciales ¿cuál es la más esencial? María Voce: Me parece que lo más esencial es tener presente que somos la única familia humana. Por lo tanto, la única familia humana debe impulsarnos a todos a cuidarnos los unos a los otros, a cuidar también la creación, que es la única casa que contiene a esta única familia humana; cuidar con responsabilidad, con atención, precisamente porque el cristianismo nos hace mirar esta realidad también con responsabilidad. Todos somos miembros de una familia, pero todos somos responsables de esta familia, así que cada persona de esta familia es importante, tiene derechos pero también tiene deberes. Tener esta responsabilidad colectiva. Y creo que esto debe animarnos a hacer propuestas, a hacer programas, a ver lo que se puede hacer para lograr realmente la inclusión de todos; a hacer propuestas tanto en la economía como en la política, capaces de mirar realmente al bien común, y no al bien de uno u otro, no a los intereses de una u otra parte, sino al bien de todos. Por lo tanto, hacer propuestas que tiendan a la comunión de bienes a un nivel más universal. Además la Iglesia –y de hecho también nosotros como Movimiento de los Focolares– es universal, no tiene límites. La Iglesia en cierto sentido compite en igualdad de condiciones con el virus; el virus no teme las fronteras, pero tampoco la Iglesia tiene miedo de las fronteras, la Iglesia es universal porque es la familia de Dios en toda la tierra. A esta familia de Dios es a la que debemos mirar y trabajar para que sea tal; es decir, ver cómo crear estructuras que favorezcan el desarrollo integral de todos, que respeten la historia de cada pueblo, la cultura de cada pueblo, el modo de vida de cada pueblo, sin querer coaccionarlo con la idea de hacer que evolucione según nuestros modelos, según nuestros planes. Al mismo tiempo, poniendo a disposición unos de otros los talentos de los que Dios ha dotado a cada pueblo, a cada cultura, a cada persona; poniéndolos a disposición de los demás para que todos juntos podamos hacer del mundo esa casa común cada vez más bella, cada vez más digna de ser habitada por los hijos de Dios. D: María Voce, como Movimiento de los Focolares ¿qué ha provocado en ustedes este periodo? ¿Qué reflexiones están haciendo? María Voce: Ha provocado lo que ha provocado a todos, en el sentido que también nosotros nos encontramos de un día a otro sin poder disponer de nosotros mismos, ni personalmente ni como Movimiento. Por tanto, tuvimos que cambiar todos los programas. Para nosotros este es un año importante porque es el año del centenario del nacimiento de Chiara Lubich; tenemos en programa la Asamblea general del Movimiento en el mes de septiembre; teníamos programados varios encuentros preliminares a la Asamblea para su preparación.  Y todo esto saltó de un momento a otro, de un día a otro, por tanto nos encontramos frente a una absoluta incapacidad de prever, de programar y de pensar qué podíamos hacer. Lógicamente esto nos perturbó. Al mismo tiempo, aprendimos de Chiara Lubich a vivir el momento presente, a querer solo lo que Dios nos pide que hagamos, a no querer, por tanto, otra cosa más que su voluntad; y juntos –precisamente escuchándonos unos a otros, tratando de comprender las exigencias de unos y de otros–, tratar de escuchar lo que Dios quería decirnos a través de esta situación. Y para hacer esto, antes que nada cambiamos todos los programas, pero siempre teniendo en cuenta tanto el bien de aquellos que debían participar en estos programas, como el interés de aquellos que a causa de este cambio sufrirían tal vez pérdidas económicas, sufrirían serias consecuencias, muchas realidades así. Lo hicimos, lo hicimos con entusiasmo sin dejarnos desconcertar completamente por ello. Y estamos viendo que estaba en los planes de Dios porque esto nos ha llevado a una mayor esencialidad en la vida, a un deseo de revisar también nuestros estilos de vida; a una mayor sobriedad a la hora de decidir si hacer o no una compra ahora, a posponer un gasto que estaba planeado, a postergarlo o a cancelarlo por completo, para poner a disposición lo que habíamos pensado para responder a una necesidad más inmediata. Nos ha llevado a ver en qué estado están todas nuestras familias. Muchos de los nuestros, como otros, han perdido su trabajo y no saben cómo hacer; esto ha promovido una comunión de bienes más completa, más abierta, más transparente entre todos. Por tanto, nos hemos comunicado más las necesidades y los requerimientos, pero también lo que la Providencia nos ha enviado. Y debemos decir realmente que la Providencia nos ha demostrado una vez más que es verdadera, que es una realidad, que el Padre envía lo que es necesario a sus hijos si sus hijos quieren vivir para Él y viven el amor recíproco. Por consiguiente ha vuelto a evidenciar, en cierto sentido, el resorte que nos mueve y este amor que es el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones, no como focolarinos sino como personas, como seres humanos. Como focolarinos se colorea aún más porque se convierte en amor hasta la unidad, es decir, un amor que es capaz de dar la vida unos por otros, de arriesgarlo todo. Esto realmente ha sido algo que ha movido al Movimiento en todo el mundo. También el Movimiento, igual que la Iglesia, es universal, por lo cual hemos sufrido por lo que sufrían los nuestros en China, como los nuestros en el continente americano, como los nuestros en Oriente Medio, en todas partes, o como en Italia, y todo lo hemos vivido juntos, de manera que los nuestros que tenían más daban a los que tenían menos. Nos han llegado ayudas de China, de Corea, de Japón, de Oriente Medio y de Siria. Quizás nos ayudaban dándonos ánimo, mensajes de saludo, pero todos afirmaban que esta gran familia que vive el Ideal que nos dejó nuestra fundadora, Chiara Lubich, quería ser una cosa sola y estar a disposición de los demás, con esta unidad para ayudar al mundo a ser una cosa sola. De  una entrevista a Alessandra Giacomucci para la columna Ecclesia (Radio InBlu), 8 de mayo de 2020  

14 de mayo de 2020: La jornada mundial de oración por la humanidad

“Con la jornada de oración interreligiosa del próximo 14 de mayo, el Alto Comité para la Fraternidad Humana nos recuerda que la actual pandemia ha marcado un punto de no retorno: nos salvamos solo mirando al bien común, no al bien de uno u otro, no a los intereses de una u otra parte sino al bien de todos”. Con estas palabras María Voce, presidenta del Movimiento de los Focolares, anunció la plena adhesión del Movimiento a la jornada de oración por la humanidad, anunciada también por el Papa Francisco el pasado domingo 3 de mayo, «para que el próximo 14 de mayo los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente en una jornada de oración, ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus».  “Somos una gran familia – añadía María Voce – formada por cristianos, fieles de distintas tradiciones religiosas, junto con personas sin una referencia específica a la fe. Animo a todos a que vivan la jornada del próximo jueves 14 de mayo en un espíritu de oración -según sus respectivos credos y tradiciones- de ayuno y de compromiso concreto para ayudar a quienes están a nuestro lado, especialmente a los más débiles y marginados. Lo haremos a nivel local, como cada comunidad lo considere oportuno, siempre de conformidad con las disposiciones vigentes, y en un espíritu de verdadera y efectiva fraternidad». «Estamos seguros de que las oraciones que se elevarán a Dios de sus hijos e hijas serán escuchadas por el bien de la gran familia humana y que la prueba que todos estamos viviendo nos hará realmente más fuertes en el peregrinaje común que es la vida”.

Stefania Tanesini

 

La inmensidad de Dios

La relación con la naturaleza se ha vuelto cada vez más central en nuestra vida personal y en la de las organizaciones y los Estados, así como el deber de preservarla y reparar los daños que le hemos hecho. La pandemia por la cual todavía estamos sufriendo, si por un lado ha puesto más de relieve este deber nuestro, por el otro ha dado paradójicamente un momento de respiro a la creación. La siguiente experiencia espiritual de Chiara Lubich nos remonta a Aquél que es la raíz de todas las cosas: Dios. (…)  Durante un momento de descanso vi un documental sobre la naturaleza. (…) A diferencia de otras transmisiones de la TV […] ese largometraje produjo un gran efecto en mi alma. Contemplando la inmensidad del universo, la extraordinaria belleza de la naturaleza, su potencia, me remonté espontáneamente al Creador de todo y adquirí una nueva comprensión acerca de la inmensidad de Dios. La impresión que tuve fue tan fuerte y tan nueva que enseguida me habría arrojado a tierra de rodillas para adorar, alabar y glorificar a Dios. Sentí la necesidad de hacerlo, como si esta fuera mi vocación actual. Y, casi como si ahora mis ojos se abrieran, comprendí como nunca, quién es el que hemos elegido como ideal; o más bien el que nos ha elegido a nosotros. Lo vi tan grande, tan grande, tan grande que parecía imposible que hubiera pensado en nosotros. Esta impresión de su inmensidad ha permanecido en mi corazón durante algunos días. Ahora el rezar: «Santificado sea tu nombre» o «Gloria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo» es otra cosa para mí: es una necesidad del corazón. (…) Nosotros estamos en camino. Y cuando alguien viaja, ya piensa en el ambiente que lo acogerá a su llegada, en el paisaje, en la ciudad; ya se prepara. Esto es lo que tenemos que hacer también nosotros. ¿Allá arriba se alabará a Dios? Alabémosle, pues, desde este momento. Dejemos que nuestro corazón le grite todo nuestro amor, que lo proclame junto a los ángeles y a los santos (…): «Santo, Santo, Santo, Santo». Expresémosle nuestra alabanza con la boca y con el corazón. Aprovechemos para reavivar algunas de nuestras oraciones cotidianas que tienen esta finalidad. Y démosle gloria también con todo nuestro ser. Sabemos que cuanto más nos anulamos nosotros mismos (teniendo por modelo a Jesús Abandonado que se redujo a la nada), más gritamos con nuestra vida que Dios es todo y por tanto se le alaba, se le glorifica, se le adora. Pero al hacer esto muere también el «hombre viejo» en nosotros  y con su muerte vive el «hombre nuevo», la nueva criatura. (…) Busquemos muchos momentos durante el día para adorar a Dios, para alabarlo. Hagámoslo durante la meditación, o en algún [momento de oración]. (…) Alabémoslo más allá de la naturaleza o en lo más íntimo de nuestro corazón. Sobre todo, vivamos muertos a nosotros mismos y vivos a la voluntad de Dios, al amor hacia los hermanos… Seamos también nosotros, como decía santa Isabel de la Trinidad, una «alabanza de su gloria»[1]. Así anticiparemos algo del Paraíso, y Dios será compensado por la indiferencia de innumerables corazones que hoy viven en el mundo.  

Chiara Lubich

(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 22 de enero de 1987) Extraído de: “La inmensidad de Dios”, en: Chiara Lubich, “Buscando las cosas de arriba”, Ciudad Nueva, Madrid 1993 pp.18-20 [1] Cf., por ejemplo, Carta del 8 de octubre [1905], en Isabel de la Trinidad, Escritos, Postulación general de los Carmelitas descalzos, Roma 1967, p. 380.

In time for peace (En tiempo de paz): el mensaje del Cardenal Koch

El Cardenal Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con motivo de la Semana Mundo Unido 2020, mandó a los participantes un video-mensaje. En los difíciles tiempos que estamos atravesando, marcados por la crisis del coronavirus, son muchos los que están confinados en sus apartamentos, teniendo que vivir en cuarentena; sólo su nombre nos recuerda más los cuarenta días de la Cuaresma que a la Pascua. También nuestros servicios litúrgicos, en especial las más importantes liturgias de la Semana Santa y de la Pascua, debido a las restricciones decretadas en los distintos Países, han sido celebradas en iglesias sin fieles, a puerta cerrada, y transmitidas vía streaming. Esta experiencia extraordinaria me ha traído a la mente, en forma más viva que nunca antes, un detalle del relato bíblico de la Pascua. El evangelista Juan inicia su relato de la aparición de Cristo resucitado a sus discípulos con las palabras: “La noche de aquel día, el primero de la semana, mientras estaban las puertas cerradas del lugar donde se encontraban los discípulos por temor a los Judíos…”(Jn. 20, 19). Si bien el Señor ya había resucitado y estaba yendo donde los discípulos, ellos todavía estaban viviendo el Sábado Santo, como lo demuestra claramente el miedo y las puertas cerradas. A este lugar que seguía estando asediado por el miedo, Jesús llega y cambia radicalmente la situación, como subraya el Evangelio: “Y los discípulos gozaron al ver al Señor” (Jn 20, 20). La alegría es la expresión visible del hecho de que el Sábado Santo se ha transformado en Pascua. También hoy, en este momento marcado por la crisis del coronavirus, podemos alegrarnos porque sabemos que el Señor no nos deja solos en medio de nuestros temores y de nuestras preocupaciones, sino que viene en medio nuestro y nos dona su presencia y su preciosa compañía. Cristo está siempre en medio nuestro, sobre todo cuando esperamos su venida. Chiara Lubich nos ha repetido este mensaje más de una vez, sin cansarse. Cuando Jesús está en medio nuestro, también nos trae un don. Es el mismo don que ha traído a los discípulos la noche de Pascua. El Evangelio relata que Jesús se sentó en medio de ellos y dijo: “¡La paz esté con ustedes!” La paz es el primer don que Jesús le hizo a sus discípulos después de la resurrección. La paz es el verdadero don pascual. La paz es también el don que Jesús nos ofrece hoy. Es esa paz que nosotros humanos no tenemos la posibilidad de crear solos, pero que sólo podemos recibir como don. Sin embargo la paz es lo más importante, y todas las formas de paz a las que aspiramos son sólo reflejo de esa paz. De hecho, sólo la paz que viene de Cristo nos da esa unidad que tanto deseamos, la unidad en nuestras comunidades, en nuestra Iglesia, entre todos los cristianos y en toda la humanidad. Esta paz naturalmente no puede quedarse encerrada en sí misma. El Evangelio prosigue relatando que, después del saludo de paz, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ha mandado a mí, también yo los mando a ustedes” (Jn. 20, 21). Estas palabras están dirigidas también a nosotros. También nosotros estamos llamados a transmitir a los demás la paz que nos ha donado Cristo, para que también pare ellos, especialmente para quienes viven en la preocupación y en el temor, el Sábado Santo pueda transformarse nuevamente en Pascua. También en este período de dura prueba por el coronavirus su lema es auténtico y necesario: “En Tiempo de paz”. Les auguro de corazón a todos ustedes un tiempo pascual alegre y lleno de paz. ¡Que el Señor de la Paz Resucitado los bendiga y los proteja!

 Cardenal Kurt Koch

https://youtu.be/PVa0bCLphzE

9 de mayo,  el Día de Europa

9 de mayo,  el Día de Europa

Una jornada de encuentro entre Comunidades, Movimientos y países para dar testimonio de la paz y la solidaridad entre los pueblos.   El 9 de mayo se conmemora el Día del Continente Europeo que celebra la paz y la unidad entre los pueblos. A partir de la histórica firma del 31 de octubre de 1999 de la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación” entre los responsables de los distintos Movimientos y Comunidades, católicos y evangélicos, de Italia y de Alemania, nació la red together4europe, un camino juntos para redescubrir los valores de paz y fraternidad del viejo Continente. Este año la pandemia del  Covid-19 impide verse en la iglesia, en las plazas de la ciudad, en lugares de encuentro, para conferencias y plegarias comunes. Ello no significa que las actividades de este día se hayan anulado, por el contrario: con mucha creatividad han nacido conferencias digitales, oraciones, grupos de discusión y diálogo online entre Comunidades, Movimientos y representantes políticos, que parten, por ejemplo, de Utrecht, Graz, Roma, Lyon o  Esslingen. Los eventos de este año tienen la bendición papal ya que el el 22 de abril pasado llegó la carta del Papa Francisco. El Papa aprecia el servicio al bien común que la red together4europe realiza a través de Comunidades y Movimientos muy comprometidos, inspirados en los valores de solidaridad, paz y justicia. Para el Día de Europa, en comunión con Graz, las Comisiones de Juntos por Europa de Italia han promovido y organizado para la jornada del 9 de mayo un evento online dedicado al Sí a la Creación, defendiendo la naturaleza y el ambiente, con el título “Ecología integral: utopía sustentable para Europa”. A través de las reflexiones de Stefania Papa, docente y experta de ecología, y  de Luca Fiorani, físico experto de clima, y con vídeos síntesis de los tres mensajes del Papa Francisco, del Patriarca Bartolomé I y de Antonio Guterres (ONU) para la  50a Jornada Mundial de la Tierra, se nos ayudará a tomar conciencia de cómo podemos juntos actuar por un presente y un futuro mejores, respetando nuestra Tierra, en una cultura del respeto, de la cooperación y de la reciprocidad. Juntos por Europa, de hecho, tiene como objetivo una “cultura de la reciprocidad”.  En ella los individuos y los pueblos distintos pueden acogerse el uno al otro, conocerse, reconciliarse, aprender a estimarse y a apoyarse recíprocamente. Resume múltiples actividades en favor de la reconciliación y de la paz, de la tutela de la vida y de la creación, de una economia equitativa, de la solidaridad con los pobres y los marginados, de la familia, del bien de las ciudades y de la fraternidad en el continente europeo.  Las diversidades no tienen que ser un motivo de miedo o separación, sino más bien deben verse como riquezas que se desarrollan y armonizan para una Europa unida, viva, fraterna. Para mayores informaciones visite la página www.together4europe.org

 Lorenzo Russo

SMU 2020: mensaje del Secretario General del Consejo Ecuménico de las Iglesias (WCC)

Hemos recibido el mensaje del Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, Secretario General del Consejo Ecuménico de Iglesias (WCC). Le agradecemos su apoyo y aliento para esta edición de la Semana Mundo Unido. ¡Hacemos nuestro su estímulo para ser siempre constructores y promotores de la unidad en nuestro contexto diario y para el mundo! Saludo a la Semana Mundo Unido 2020 Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca Secretario General Como Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias, es una alegría para mí saludarlos y alentarlos con motivo de la Semana de la Unidad con la solemne proclamación de Pascua: ¡Cristo ha resucitado! ¡Realmente ha resucitado! La comunión mundial de iglesias es solidaria con ustedes, y oramos por la curación y la sanación de la humanidad y de toda la creación de Dios, sobre todo en este momento de incertidumbre y miedo causado por la pandemia de COVID-19. En estas circunstancias, nos damos cuenta de cuán unidos estamos como una sola humanidad: compartimos los mismos temores, los mismos desafíos y el mismo anhelo por el bienestar de nuestra única familia humana. Además, a la luz de la resurrección de Jesús, tenemos razones para compartir la misma esperanza de una vida renovada, en el obrar y en el caminar hacia el reino de justicia y de paz de Dios. Ustedes, jóvenes de los Focolares, claramente orientados a unir la humanidad, revelan las dimensiones y aspiraciones reales de la visión de Chiara Lubich para el movimiento ecuménico: no solo para curar las antiguas divisiones entre los cristianos, sino para vivir el seguimiento de Cristo de modo de sanar el mundo. Son un regalo para nuestras comunidades. Vuestra pasión y deseo de cambiar el mundo nos inspiran y motivan a todos los que nos enfrentamos a la realidad de hoy. En formas grandes y pequeñas, esta generación se enfrenta a los desafíos más difíciles del cambio climático, de la desigualdad económica, de las necesidades de los migrantes y refugiados. Y, como podemos ver hoy, la experiencia digital de su generación nos lleva a nuevas formas de reflexionar y a reflexionar sobre nuestra visión común de la unidad de los cristianos, como expresa en la oración de Jesús en Juan 17:21. Allí Jesús oró “que todos sean uno; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”. La visión de Jesús no se limita a nuestra familia cristiana, sino que incluye a toda la humanidad y lo que Dios ha creado. Por lo tanto, a pesar de las incertidumbres y el miedo, el nuestro también es un tiempo de resurrección con enormes oportunidades para conocernos y servirnos los unos a los otros, hermanas y hermanos. La oración de Jesús nos recuerda que la unidad crece para servir a una necesidad mayor. En Juan 20:21, Jesús se aparece a sus discípulos que se han aislado en una habitación cerrada. Jesús los tranquiliza, diciendo: “La paz esté con ustedes”. Pero no se detiene ahí. Dando paz por segunda vez, añade: “Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. La tarea y el llamado a trabajar por la paz son claros. Al comenzar esta edición de la Semana de la Unidad en diferentes partes del mundo, los invito a reflexionar sobre las palabras de Jesús en el contexto actual de la necesidad de unidad y paz: ¿cómo vivimos la unidad de Dios hoy en un mundo que sufre? Como jóvenes, ¿cómo respondemos a las disparidades y necesidades del mundo, para que la paz de Dios pueda habitar en toda la humanidad y en toda la creación? Ginebra, 28 de abril de 2020

https://www.youtube.com/watch?v=-p39HC8PmYM&feature=emb_logo

Ermanno Rossi: “No pedir nada y no rechazar nada”

Fue uno de los primeros religiosos que adhirieron a la espiritualidad de los Focolares. Un contemplativo en plena acción; un hombre de Dios sumergido en la humanidad. ¿Qué significa y para qué sirve “contemplar” hoy? Y, ¿cómo se contempla en el siglo XXI?  En tiempos como estos, encerrados en casa por el Covid y presionados por las preocupaciones ante el futuro, tomar tiempo para ponernos en contacto con lo Absoluto podría no parecer prioritario. Pero hace pocos días tuve que cambiar de opinión, al conocer la extraordinaria experiencia del Padre Ermanno Rossi, un dominico italiano, pionero de los Focolares en los años ’50 que nos dejó el pasado lunes de Pascua. Su parábola existencial indica de que sólo una relación íntima con Dios podía hacerla posible. Lo confirma un texto suyo, escrito con ocasión de su 90° cumpleaños: “¡Los acontecimientos de mi vida han sido muchos! Recuerdo sólo una convicción interior que me ha guiado en todas mis elecciones: “No pedir nada y no rechazar nada”. Esto para mí significa valorar la tarea que se me confía, empeñar todas mis fuerzas con la seguridad de que Dios se encarga del resto. Por ese motivo, nunca he pedido nada ni rechazado nada, sin importar que cosa me pedían y aunque casi siempre eran cosas distintas de lo que yo sentía. Pero al llegar a esta edad puedo asegurar que ha valido la pena confiar en Dios. (…) Junto a las dificultades siempre he recibido gracias extraordinarias. Entre ellas ocupa un lugar relevante el haber encontrado a Chiara Lubich y su Movimiento. Este encuentro ha sido el faro de mi vida”. Y es poco decir que su vida ha sido intensa. De 1950 al ’55 fue el encargado de los jóvenes aspirantes a la vida dominica; escribía que su celda (en ese período) era el automóvil: “Siempre estaba de viaje por Italia central”. Fue en esos años que el Padre Ermanno encontró una de las primeras comunidades de Roma de los Focolares y conoció a Graziella De Luca: “Le hice sólo una pregunta: ‘Ahora que ustedes están en vida, va todo bien; pero cuando pase la primera generación será inevitable la decadencia, como le ha sucedido a todas las fundaciones’. Graziella me respondió: ‘¡No! Mientras esté Jesús en medio, esto no sucederá’”. A partir de ese momento su vida se volvió, en la medida de lo posible, todavía más intensa. Fue el rector y ecónomo de un seminario; docente de moral en Loppiano; viajó por toda Europa dando a conocer el espíritu de los Focolares a numerosos religiosos. Fue también responsable del Centro Misionero de su provincia religiosa, párroco en Roma y superior de una pequeña comunidad. ¿Con qué espíritu vivió el Padre Ermanno todo esto? Lo cuenta él mismo: “En todos estos acontecimientos siempre hubo una constante, todas las veces tuve que empezar de cero, tuve que “reciclarme”. Ha sido como si cada vez me confiaran un trabajo nuevo. Otra constante ha sido que en primer impacto la nueva situación se me reveló dolorosa, y después la ví como providencial. Ahora tengo la certeza de que lo que la Providencia dispone para mí es lo mejor que me puede suceder”. En la espiritualidad de la Unidad el Padre Ermanno encontró el camino para una relación nueva con Dios. Hasta entonces había buscado a Dios en la soledad. Con Chiara Lubich descubrió que el hermano es la vía directa para ir a Dios; un camino que no exige necesariamente la soledad, que puede ser recorrido también en medio de la multitud.

Stefania Tanesini

“¡Abba, Padre!”

El siguiente escrito de Chiara Lubich nos conduce al corazón de la fe cristiana. “Hemos creído en el amor de Dios — así el cristiano puede expresar la elección fundamental de su vida”[1]. Es una elección que en estos tiempos parece muy atrevida, pero no por eso menos real. Esta vez hablaremos de nuevo de la oración: es el aliento de nuestra alma, el oxígeno de toda nuestra vida espiritual, la expresión de nuestro amor a Dios, el combustible de todas nuestras actividades. ¿Pero de qué oración hablaremos? De aquella que –con las infinitas y divinas riquezas que contiene– está totalmente comprendida en una palabra, en una sola palabra, que Jesús nos enseñó y el Espíritu puso en nuestros labios. Pero vayamos a su génesis. Jesús rezaba, rezaba a su Padre. Para Él el Padre era «Abbá», es decir el padre, el papá, a quien se dirigía con acentos de infinita confianza y de inmenso amor. Le rezaba estando en el seno de la Trinidad, donde Él es la segunda divina Persona. Precisamente por esta oración tan especial reveló también al mundo quién era Él realmente: el Hijo de Dios. Pero como había venido a la tierra por nosotros, no le bastaba con estar en esta condición privilegiada de oración. Muriendo por nosotros, redimiéndonos, nos hizo hijos de Dios, sus hermanos, y nos dio también, por medio del Espíritu Santo, la posibilidad de ser introducidos en el seno de la Trinidad, en Él, junto con Él, por medio de Él. De este modo también para nosotros se hizo posible esa invocación divina: «¡Abba, Padre!»[2]: «Papá, padre mío!», nuestro, con todo lo que comporta: certeza de su protección, seguridad, abandono ciego a su amor, consolaciones divinas, fuerza, ardor; ardor que nace en el corazón de quien está seguro de ser amado… Esta es la oración cristiana, una oración extraordinaria. No se encuentra en otros lugares, ni en otras religiones. A lo sumo, si uno cree en una divinidad, la venera, la adora, le suplica estando, por decir así, fuera de ella. Aquí no, aquí se entra en el Corazón de Dios. ¿Y entonces? Recordemos, pues, en primer lugar la vertiginosa altura a la que estamos llamados como hijos de Dios y, en consecuencia, nuestra excepcional posibilidad de rezar. Naturalmente, podemos decir «¡Abbá, Padre!», con todo el significado que implica esta palabra, solo si el Espíritu Santo la pronuncia en nosotros. Y, para que sea así, necesitamos ser Jesús, nada menos que Jesús. ¿Cómo? Lo sabemos: Él vive ya en nosotros por la gracia. Pero debemos hacer nuestra parte, que consiste en amar, en permanecer en el amor a Dios y al prójimo. Además el Espíritu la pondrá más plenamente en nuestros labios si estamos en perfecta unidad con nuestros hermanos, donde Jesús está entre nosotros. Que «¡Abbá, Padre!», sea nuestra oración. (…) Mediante ella corresponderemos plenamente a nuestra llamada a creer en el amor, a la fe en el amor que está en la raíz de nuestro carisma. Sí, el Amor, el Padre nos ama. Él es nuestro Padre ¿qué podemos temer? ¿Y cómo no ver en el designio de amor que Él tiene para cada uno de nosotros, y que se nos revela día tras día, la aventura más extraordinaria a la que podríamos estar llamados? «Abbá» es la típica oración del cristiano. Y de una manera especial de nosotros los focolarinos. Por lo tanto, si tenemos la seguridad de estar viviendo nuestro Ideal, es decir, si estamos en el amor, dirijámonos al Padre como lo hacía Jesús. ¿Las consecuencias? Las sentiremos en nuestro corazón.

                                                                                     Chiara Lubich

(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 9 de marzo de 1989) Cf. Chiara Lubich, “Buscando las cosas de arriba,  pp. 133-135, Ed. Ciudad Nueva, Madrid 1993.   [1] Benedicto XVI, Deus Caritas est, 1. [2] Mc 14,36; Rm 8,15.

La paz está en el centro de la Semana Mundo Unido

Nunca como este año la Semana Mundo Unido es un evento local y global al mismo tiempo. Además de 400 micro y macro eventos en 65 países. Todos rigurosamente en línea. El sábado 2 de mayo, a las 12.00 mediodía (UTC +2), tendrá lugar la transmisión en directo streaming “#InTimeForPeace Web Event”.  Sólo está la dificultad de la elección: se puede empezar la Semana Mundo Unido (SMU) participando en la Run4Unity de Australia o de Texas, para después unirse a la oración por la paz de Cuba o echar un vistazo al “café político” de Argentina. De gran interés será también una serie de Webinair promovidos por el United World Project y para los amantes de la World Music hay eventos y conciertos en varios países africanos. Lo bonito es que tampoco es necesario elegir; es posible participar en todo y además cómodamente, desde sus casas. El Covid habría podido apoderarse también de la Semana Mundo Unido 2020 en cambio no; o mejor dicho, no sólo. #intimeforpeace, a tiempo para la paz es el título y el eslogan de más de 400 eventos programado en al menos 65 países del mundo. Lo que significa que por lo menos durante una semana la paz, los derechos humanos y la legalidad serán el objetivo de la reflexión y la acción 24 horas sobre 24 en distintas latitudes; y esto significa que un creciente número de personas cree que la construcción de un mundo regulado por normas, economía, cultura inspiradas en la paz, en todas sus posibles declinaciones es impostergable. Iniciamos el 1 de mayo hasta el 7 – y como dicen los jóvenes- habrá para todos. En la página Web del United Wold Project hay una amplia selección; se indica que no existe un único modo de sostener la paz, de luchar por los Derechos Humanos y de practicar la legalidad. Ya sea que confeccionemos mascarillas, distribuyamos víveres, acompañemos a quien está solo o simplemente hagamos nuestro deber quedándonos en casa, cada gesto de proximidad, solidaridad, apoyo a distancia entra bajo la gran sombrilla de la paz. Entre las acciones en las que se enfoca esta SMU está la solicitud para pedir el cese del embargo contra Siria, promovido por la ONG New Humanity y firmada también por numerosas personalidades, el manifiesto ha sido enviado al Secretario General de las Naciones Unidas, al Presidente del Parlamento Europeo quienes tienen la fuerza para hacer una convocatoria mundial para salvar a un país que ya está de rodillas después de 10 años de guerra y ahora corre el riesgo de caer en el abismo ante la amenaza del Covid. CÓMO, DÓNDE Y CUÁNDO SEGUIR LOS EVENTOS DE LA SMU Espacio y contenedor del maratón multimedia “In Time For Pace” es siempre el sitio web www.unitedworldproject.org donde también será posible consultar el calendario de los eventos locales. Los eventos centrales Sábado 2 de Mayo, a las 12.00 (UTC +2), la transmisión en directo streaming “#InTimeForPeace Web Event” vinculará a distintas ciudades del planeta, relatando historias y acciones, alojando debates y performance artísticos. Domingo 3 de Mayo, de las 11:00 a las 12:00 de cada huso horario, si correrá virtualmente la Run4unity, un evento deportivo, una maratón non stop que abrazará al globo, con juegos, desafíos, testimonios y compromisos para extender simbólicamente sobre la Tierra un arco iris de paz.

Stefania Tanesini

http://www.unitedworldproject.org/es  

Evangelio vivido: el otro, mi fortuna

Todo depende de cómo miramos al “otro”, el hermano o la hermana, las situaciones se pueden transformar si decidimos amar. Tiempos duros Krystyna me hablaba de los tiempos duros de la Polonia en estado de guerra: “Faltaban alimentos y productos de limpieza, entonces recibíamos cosas de amigos de la antigua Alemania Oriental. En cambio nuestros vecinos organizaban fiestas con mucho licor. Sin embargo un día notamos en su apartamento un insólito silencio y de la niña, que había quedado sola, supimos que la mamá estaba en el hospital. Fui a visitarla llevando conmigo jabón y pasta de dientes que en ese momento eran productos que no se encontraban. Cuando me vio se quedó petrificada: “¿Precisamente usted, a quien siempre he molestado, viene a verme? Ninguno de los amigos que frecuento vino. Una vez que le dieron de alta del hospital, me invitó a su casa. La acogida fue cálida. Después empezó a confiarme algo de su triste infancia, y de la falta de sentido de su vida y de la necesidad que tenía de salir de cierto círculo. La escuché con amor y le aseguré mis oraciones. Después el hombre que vivía con ella se fue y la rumorosa compañía dejó de visitar esa casa. Ahora esa mamá podía ofrecer una vida “normal” a su hija”. B.V. – Polonia Joven pareja del Sur Provenientes del Sur de Italia, se habían transferido al Norte para salir de un pueblo donde dominaba la mafia. Tenían necesidad de encontrar una casa y un trabajo para ambos. Mi situación económica no era muy florida, pero con fe me puse a ayudarlos a buscar alojamiento. Lamentablemente, cuando decía que eran del Sur, muchos cerraban la puerta. Lloré con ellos y una vez más me di cuenta que sólo un pobre puede entender a otro pobre. Viví junto a esa joven pareja muchas humillaciones y, cuando finalmente encontramos casa y trabajo, descubrí cuánto me había enriquecido el compartir con ellos. V.M. – Italia Los manteles robados Trabajo como cajera en un restaurante. No me daba escrúpulo pedir en la cocina los sobrantes para llevarlos a los niños de la calle. Siempre son muchos los que encuentro a lo largo del camino de vuelta a casa. Un día, mientras estaba bajando del autobús, ¡alguien me arrancó de las manos la cartera y escapó corriendo! Quedé desconcertada; dentro había diez manteles del restaurante que acababa de retirar de la lavandería. ¿Qué hacer? ¿Cómo decírselo a mi jefe? Comprar la tela para volverlos a hacer era impensable, dadas mis reducidas posibilidades, y no sabía cómo decírselo a mi madre y al director del restaurante. Pero estaba segura que el Eterno Padre me ayudaría. Al día siguiente le dije a mi jefe lo que había sucedido y él, sin inmutarse, me dijo que esperaba los manteles lo antes posible. A este punto un cliente que había escuchado nuestra conversación se acercó y declaró su disponibilidad para comprar la tela necesaria para confeccionar manteles nuevos. ¡Increíble! Mi primer impulso de alegría fue pensando en los niños que habría podido seguir ayudando con la comida. D.F. – Filipinas Confianza Encontré a Álvaro en una taberna, con 35 años, descuidado y con la barba larga. Cuando me pidió si lo podía ayudar a llenar una solicitud de trabajo, le di cita para el día siguiente en mi oficina. Se presentó hacia la tarde, diciendo que en realidad lo que pedía era sólo amistad. Me suscitó compasión y, superando el disgusto por el olor que emanaba, le ofrecí un brandy. Él entendió que yo no lo juzgaba y empezó a contarme sus problemas, de cuando siendo niño había sido abandonado por su madre, mientras que su padre había terminado en prisión. Las horas pasaban y él, como en confesión, seguía hablándome de sí. Estaba amaneciendo cuando se dio cuenta de que era de día y, disculpándose, se despidió. Lo volví a ver otras veces, le hice conocer a mis amigos que lo acogieron con igual familiaridad. Él correspondía haciendo varios trabajitos, realmente sabía arreglar todo. Después logró encontrar un trabajo estable, e hizo carrera, se casó y se convirtió en padre de dos niños. Cuando años después me contó todo esto era otra persona. Había encontrado su dignidad, gracias a la confianza que le habíamos demostrado. A.C. – Italia

a cargo de Stefania Tanesini

(tomado del Evangelio del día, Città Nuova, anno VI, n.2, marzo-abril 2020)  

Pedir también es amor

En su homilía del Viernes Santo de 2020, en la Basílica de San Pedro (Roma) el padre capuchino, Raniero Cantalamessa, dijo que “hay cosas que Dios ha decidido concedernos como fruto conjuntamente de su gracia y de nuestra oración”. El siguiente escrito de Chiara Lubich es una invitación a colaborar con Dios pidiéndole gracias y poniéndonos en las mejores condiciones para obtenerlas. «Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda»[1] (…). Jesús con esta Palabra nos ha dicho claramente que no hay comunión con Dios, ni verdadero culto, ni auténtica oración, sin reconciliación con el hermano. Esperemos, por lo tanto, que esta enseñanza haya penetrado profundamente en todos nuestros corazones. Y por esta esperanza es por lo que quisiera ahora hablarles precisamente de la oración que, apoyada sobre estas bases, es, sin duda, grata a Dios. Quisiera hablarles especialmente de la oración de petición para obtener ayuda y gracias. En efecto, tengo la impresión de que quizás alguno no la subraye lo suficiente. ¿Por qué? Puede ser incluso por un motivo noble al acercarnos de una forma más profunda a nuestra fe y volviéndonos prácticamente más religiosos, hemos comprendido que la religión no consiste, sin duda, solamente en ir a la iglesia para pedir, sino en amar a Dios y, por lo tanto, en dar. En consecuencia hemos puesto todo nuestro empeño en vivir todos esos principios que también nuestra espiritualidad evangélica sugiere, para hacer –como se suele decir– nuestra parte. Ciertamente este es un razonamiento muy válido. Sin embargo hay que hacer una consideración: amar a Dios implica observar todos sus mandamientos. Pues bien, un mandamiento que Jesús repite con insistencia es, precisamente, el de pedir: «Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá»[2]. ¿Qué debemos hacer por tanto? Pedir más y mejor, porque Él lo quiere así, y también de esta manera le demostramos nuestro amor (…) Es cierto que se reza, y esto quiere decir que no se cuenta únicamente con las propias fuerzas. Aun así, podemos mejorar en dos direcciones: en primer lugar, no multiplicando las oraciones, sino siendo más conscientes de lo que ya pedimos. Reflexionemos un poco y veremos cuántas gracias se piden en las oraciones [que ya hacemos]. (…) En segundo lugar, podemos –como dicen los santos– rezando de tal forma que podamos obtener lo que pedimos. Se obtiene si se pide con la conciencia de que nada podemos hacer por nosotros mismos y por lo tanto con humildad, con la convicción de que, en cambio, todo podemos hacerlo con Dios; por consiguiente, con la confianza en Él; y rezando con perseverancia: pidiendo siempre con insistencia amorosa, como Jesús desea. En síntesis, es necesario perfeccionar cada vez más esas peticiones que ya hacemos y exponerlas cada vez mejor, de forma proporcionada al esfuerzo que realizamos para vivir nuestro Ideal. Así todo resultará más fecundo. Recemos mientras estemos a tiempo. Siempre recuerdo lo que recomendó la madre de una de las primeras focolarinas antes de morir: «Recen durante la vida porque al final ya no hay posibilidad».

Chiara Lubich

(Extraído de una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 16 de febrero de 1984 Cf. Chiara Lubich,“Pedir también es amor, La vida un viaje”, Ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1984, 182-184)   [1] Mt 5,23-24. [2] Mt 7,7.

Evangelio vivido: una fe ganadora

“La fe -escribía Chiara Lubich- es el nuevo modo de ‘ver’, por decir así, de Jesús” . Con ella podemos acercarnos a él en cada prójimo y comprenderlo profundamente, encontrarnos con él en lo más hondo del corazón. No nos faltó nada Un día el dueño de la empresa en la que trabajo reunió al personal y, después de enumerar los problemas para encarar ese momento, nos propuso reducir las horas de servicio, con un 30 % menos de salario, para evitar despidos y seguir manteniendo a todos los obreros. . ¿Qué tenía que hacer? Fue un momento difícil, considerando que tengo una familia numerosa y los gastos son muchos… pero si así permitíamos a muchos de nosotros seguir trabajando, acepté. En casa, mi esposa y yo nos esforzamos por confiar en la providencia de Dios e involucramos en ello a los niños también para rezar, no sólo por las necesidades de nuestra familia, sino también por las demás familias con grandes carencias. Uno de los primeros signos de que Dios nos había escuchado fue la llegada de una suma de dinero que tiempo atrás le había prestado a un amigo y que prácticamente no esperaba recuperar. Ahora que han pasado muchos meses, nos damos cuenta de que no sólo nunca nos faltó nada, sino que también ha crecido el sentido de responsabilidad de nuestros hijos. S.d.O. – Brasil Ventas telefónicas Por lo general me encuentro en la situación engorrosa de tener que decir que no a un vendedor telefónico. A menudo esas indeseadas llamadas telefónicas llegan en el momento menos indicado del día. En todos estos años he adoptado una variedad de respuestas que van desde fingir un acento extranjero y decir que no entiendo, hasta el acostumbrado “No tengo tiempo”, colgando el teléfono rápidamente. Pero todas las veces que usé éstas y otras tácticas similares me sentía incómoda, pues me parecía estar agregando negatividad a alguien que no tuvo otra opción que trabajar en eso. ¿Qué podía yo hacer entonces? ¿Rechazar con delicadeza pero con firmeza antes de que el otro saliera con sus propuestas, para evitarle una pérdida de tiempo conmigo? Más tarde me acordé que la persona que está realizando ese servicio sigue siendo un prójimo al que amar, y cuanto más escucho, más me amarga cuando tengo que, al final, manifestar mi rechazo. Estoy tratando de agregar algo así como: “Que tenga un hermoso día” antes de terminar de hablar. C.C. – Estados Unidos Percibir el amor En mi sector ingresaron a un hombre de 52 años que se había disparado en la cabeza por problemas familiares. Por suerte el cerebro no había sufrido daños, pero le había afectado la vista. La operación quirúrgica fue muy complicada. Todas las veces que iba a verlo sólo decía que quería morirse. Tras un período de terapia intensiva, lo trajeron a mi sector, y allí yo aprovechaba toda ocasión para pasar a saludarlo. Un día le pregunté: «¿Sabe quién está a su lado?». Él mi dijo: «No veo, pero creo que la doctora que me operó. Durante la operación percibí mucho amor». Le prometí que iba a hacer todo lo posible para salvarle al menos uno de los ojos. Confirmando todo eso, una mañana me dijo que empezaba a ver un haz de luz. La vista mejoró día tras día. Algunos meses después de haber recibido el alta, vino a verme. Era otra persona: para él había empezado una nueva vida, también en su relación matrimonial. Pero sobre todo, decía, había vuelto a encontrar la fe. Le respondí risueñamente que había tenido que perder un ojo para ver mejor. F.K. – Eslovaquia.

Testimonios recogidos por Stefania Tanesini

(extraído de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, marzo-abril 2020)  

Radicarnos bien en el presente

Radicarnos bien en el presente

Un modo inesperado de vivir el centenario de Chiara Lubich. Intervención de María Voce en el «Osservatore Romano» 02 de abril de 2020 «Celebrar para encontrar» es el lema que, como Movimiento de los Focolares, elegimos para recordar a lo largo de 2020, en todo el mundo, los 100 años del nacimiento de nuestra fundadora Chiara Lubich. Hasta hace unas semanas, este lema nos parecía una elección acertada para celebrar, de las más variadas formas, la persona de nuestra fundadora y el carisma que Dios le había dado y que ella había transmitido generosamente. De hecho, queremos que la gente la encuentre viva hoy y no la evoque como un recuerdo nostálgico; que la encuentre en su espiritualidad, en sus obras y sobre todo en su “pueblo”, es decir, en quienes viven en el presente su espíritu de fraternidad, de comunión, de unidad. A partir del 7 de diciembre de 2019, gozamos con los numerosos eventos que se iban realizando en todo el mundo. Nos hubiera gustado que la fiesta continuara. Pero en poco tiempo el escenario cambió y el lema «celebrar para encontrar» corre el riesgo de parecer anacrónico: nosotros también hemos suspendido todo tipo de celebración o evento. La pandemia causada por el coronavirus está obligando a muchos países, en todo el planeta, a tomar medidas drásticas para frenar el contagio: el aislamiento y la distancia física son las herramientas más eficaces por ahora. Lo demuestran los signos que nos siguen llegando desde China, que durante semanas estuvimos acompañando con inquietud. Pero aquí, en Italia y en varios otros países del mundo, la situación sigue siendo muy grave. Para muchos de nosotros que vivimos aislados, es una experiencia totalmente nueva. No solo tiene una dimensión social o psicológica, sino también una fuerte repercusión espiritual. Esto se aplica a todos y especialmente a los cristianos. Una situación que también afecta a nuestra espiritualidad específica como Focolares. Estamos hechos para la comunión y la unidad. Saber cómo crear relaciones es quizás la cualidad más característica de una persona que ha conocido y acogido el espíritu de Chiara. Y, precisamente, ahora esta dimensión parecería limitada al máximo.

© Horacio Conde – CSC Audiovisivi

Pero el amor no se deja limitar. Esta es la gran experiencia que se está haciendo en estos días dramáticos y dolorosos. Más que nunca y de todas partes, me llegan testimonios de personas que ponen en marcha la creatividad y la imaginación, y que están donando a otros, incluso en condiciones difíciles e inusuales: niños que cuentan los pequeños y grandes actos de amor para superar las dificultades de tener que quedarse en casa; adolescentes que se conectan para crear un relevo de oración; empresarios que van contra corriente para no aprovecharse de la emergencia y se ponen al servicio del bien común, incluso a expensas de la ganancia personal. Hay muchas maneras de ofrecer apoyo y consuelo: en primer lugar, con la oración; con una llamada telefónica, un mensaje de WhatsApp, un correo electrónico…, para que nadie se sienta solo, no solo los que están en casa, sino también los enfermos y los que hacen todo lo posible para curar, consolar, acompañar a los que sufren las consecuencias de esta situación. Y también hay mensajes de solidaridad que nos ayudan a abrir nuestros corazones incluso más allá de la emergencia del coronavirus, como el de los jóvenes en Siria que, a pesar de sus dramáticas condiciones, encuentran la fuerza para pensar en nosotros en Italia. Son los jóvenes quienes nos enseñan que estas experiencias compartidas en las redes sociales pueden multiplicarse, porque también el bien puede ser contagioso. A través de estos testimonios, una convicción maduró en mí: el centenario de Chiara Lubich no se ha suspendido y el lema «Celebrar para encontrar» está más vigente que nunca. Pero es nuestro Padre Celestial, o tal vez también la propia Chiara, quien nos invita a vivir este año jubilar de una manera más profunda y más auténtica. Más allá de los condicionamientos, incluso en la imposibilidad de celebrar la Eucaristía juntos, estamos redescubriendo la presencia de Jesús, vivo y fuerte en el Evangelio vivido, en el hermano que amamos y en medio de todos aquellos, incluso a distancia, que están unidos en su nombre. Pero en particular, nuestra fundadora nos hace redescubrir su gran amor, su esposo: Jesús Abandonado – «el Dios de Chiara», como a monseñor Lauro Tisi, arzobispo de Trento, le gusta definirlo. Es el Dios que ha ido al límite, para acoger en sí mismo cada experiencia límite y darle valor. Es el Dios que se hizo periferia para hacernos entender que incluso en la experiencia más extrema podemos encontrarnos con Él. Es el Dios que hizo suyo todo tipo de dolor, angustia, desesperación, melancolía, para enseñarnos que el dolor aceptado y transformado en amor es una fuente inagotable de esperanza y de vida. Este es el desafío de esta emergencia planetaria: no escapar, no tratar solamente de sobrevivir para llegar sanos y salvos a la meta, sino enraizarnos bien en el presente, mirando, aceptando y afrontando cada situación dolorosa —personal o de los demás— para que sea un lugar de encuentro con “Jesús Abandonado” y encontrar, en el amor por Él, la fuerza y la creatividad para construir relaciones de fraternidad y amor incluso en esta difícil situación. Para Chiara, cada encuentro con “el Esposo”, con Jesús Abandonado, era fiesta, era una celebración. Encontrándolo, estoy convencida de que nos encontraremos también con ella, porque aprenderemos a mirar cada situación con los ojos de Dios, como trató de hacer ella. Quizás también nosotros podamos repetir la experiencia de Chiara y sus compañeras, que “casi” no se dieron cuenta ni de la guerra, ni de su final, porque, cautivadas por Dios y por su amor, experimentaron que la realidad que vivían, el amor concreto que circulaba entre ellas y con muchos en su ciudad, era más fuerte que todo. No sabemos cuánto durará esta emergencia: tal vez semanas o meses. Sin embargo, pasará. El mundo que encontraremos al final del túnel, lo estamos construyendo ahora.

de María Voce

fuente Osservatore Romano – https://www.vaticannews.va/it/osservatoreromano/news/2020-04/radicarci-bene-nel-presente.html  

Ha concluido su carrera, Regina Betz (3 de enero de 1921 – 17 de marzo de 2020)

A los 99 años, el 17 de marzo, ha fallecido Regina Betz, focolarina alemana, profesora de sociología, pionera de los Focolares en Alemania y Rusia, apasionada por el ecumenismo y comprometida con la renovación cristiana de la sociedad. Siempre tenía prisa. Desde que conocí a Regina Betz, la recuerdo con un ritmo acelerado. No como alguien que se siente empujado o perseguido, sino como alguien que tiene un objetivo que alcanzar y no quiere perder tiempo inútil. Si, en cambio, se detenía contigo, estaba completamente presente: con esa mirada brillante y vivaz, con esa sonrisa inconfundible, un poco traviesa, que te iluminaba durante todo un día. Regina Betz ha tenido cosas que hacer en la vida. Nacida primera de dos hijos en Gotinga (Alemania) en una familia católica, creció en una región de mayoría luterana con un ecumenismo natural, fortalecido aún más por la resistencia al nacionalismo de Hitler. Después de haber pasado algunos años en Italia durante la Segunda Guerra Mundial, se estableció en Roma, durante tres años (1955-1958), después de sus estudios en economía social para trabajar en el Pontificio Consejo para los Laicos. Aquí conoce el Movimiento de los Focolares y queda impactada por “una luz y una fuerza”, como luego escribirá en su libro[1]. Para descubrir el secreto, participa en la Mariápolis del 58 y se encuentra, como dirá, con “cristianos que voluntariamente vivían la unidad” y el modelo de una “nueva y humana sociedad”. “Finalmente encontré – comenta– lo que había estado buscando durante mucho tiempo. Dentro de mí un canto de júbilo”. Al regresar a Alemania, donde todavía no había focolar, continúa su trabajo en la Iglesia y realiza importantes viajes a Asia y Sudamérica. En el 66 estaba entre las voluntarias del Movimiento de los Focolares cuando recibió una invitación para enseñar sociología en la escuela de formación de Loppiano (Italia), donde se sintió impulsada a ingresar – a la edad de 46 años –  como consagrada en el focolar. Los años del 68 al 90 la vieron profesora de sociología en Ratisbona (Alemania) y colaboradora del “Instituto para las Iglesias Orientales”, que le permitió conocer a cristianos de Europa del Este y hacer viajes a varios países del países de los Balcanes, a Bulgaria y Rumania. Queda particularmente impresionada por el entusiasmo de los jóvenes comunistas impulsados por el amor por los más pequeños. En 1989 le ofrecieron un trabajo académico en Moscú y esto hizo posible abrir el focolar. “La vida en Moscú – comenta – resultó ser una vida del juntos, juntos en el focolar, el juntos con muchos rusos que llegaban a conocer nuestra vida”. Conocí un poco el alma rusa, llena de generosidad, amabilidad. Experimenté una gran hospitalidad donde todo se compartía. Sin estructuras, pero muchos amigos”. Sin embargo, el florecimiento de la vida alrededor del focolar tiene un precio. Como personalmente me confió, Regina quería, que después de su muerte, hablando de ella, se comunicara la parte “oscura” de su vida. “No tengo nada más que dar – escribió en un diario de ese período – pero es consolador saber que Él está conmigo en el pozo… Para mí cada momento es duro, tengo miedo y no logro imaginar que aún pueda hacer algo”. En 2008 Regina regresó a Alemania, a la Ciudadela Ecuménica de Ottmaring. Estos años se caracterizan por las relaciones con las personas más variadas, cultivadas con visitas y con miles de cartas, escritas a mano y ricas en sabiduría. Con atención y participación, sigue los acontecimientos de la Iglesia y de la sociedad. E incluso con la pérdida de fuerzas, es fiel a la Palabra de vida personal que había recibido de Chiara Lubich: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará” (Mt 16,25). “¡Cuántas veces he dejado todo para recomenzar en otro lugar! Y cuánto he ganado: ¡cuántas experiencias, cuánto conocimiento de la vida de países y culturas, cuántas relaciones con muchas personas!” El 17 de marzo, Regina Betz terminó su carrera y dejó definitivamente todo. Estoy seguro de que ha encontrado una vida inimaginable.

Joachim Schwind

1) Regina Betz, Immer im Aufbruch, immer getragen, Verlag Neue Stadt, München 2014.

Estar cerca de los que sufren

El siguiente escrito de Chiara Lubich toca un argumento que también la actual pandemia ha puesto muy en evidencia: el  dolor. Nos ayuda a captar en él una misteriosa presencia de Dios a cuyo amor no se le escapa nada. Esta mirada genuinamente cristiana infunde esperanza y nos estimula a hacer nuestro cada dolor, el que nos afecta directamente,  como también el dolor de los que nos rodean.  (…) ¡El sufrimiento! Ese que a veces afecta totalmente a nuestras personas, o el que nos roza y mezcla lo amargo con lo dulce en nuestros días. El sufrimiento: una enfermedad, una desgracia, una prueba, una circunstancia dolorosa… ¡El sufrimiento! ¿Cómo hemos de ver este hecho, (…) que está siempre dispuesto a aparecer en cualquier existencia? ¿Cómo definirlo? ¿Cómo identificarlo? ¿Qué nombre darle? ¿De quién es la voz? Si miramos el sufrimiento con ojos humanos, estamos tentados de buscar su causa en nosotros, o fuera de nosotros, en la maldad humana por ejemplo, o en la naturaleza, o en otras cosas (…) Y todo eso puede ser también verdad, pero, si pensamos solo de este modo, olvidamos lo más importante, porque nos olvidamos de que detrás de la trama de nuestra vida está Dios, con su amor, que todo lo quiere o lo permite por un motivo superior, que es nuestro bien. Por eso los santos, cada acontecimiento doloroso que los hiere lo toman directamente de la mano de Dios. Es impresionante ver cómo nunca se equivocan en esto. Para ellos, el dolor es la voz de Dios y basta, porque–sumergidos como están en las Escrituras–, comprenden qué es y qué debe ser el sufrimiento para el cristiano; captan la transformación que realizó Jesús, ven cómo Él lo transformó de elemento negativo en elemento positivo. Jesús mismo es la explicación de ese dolor que padecen: Jesús crucificado. Por eso resulta incluso afable y hasta una cosa buena; por eso no lo maldicen, sino que lo soportan, lo aceptan, lo abrazan. Además, si también nosotros abrimos el Nuevo Testamento encontraremos su confirmación. ¿No dice Santiago, en su carta: «Consideren como perfecta alegría, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas”[1]? Así pues, sufrir es incluso motivo de alegría. Jesús, después de habernos invitado a tomar nuestra cruz para seguirlo, ¿no afirmó acaso que “el que pierda su vida” –y esto es lo máximo del sufrimiento–  “la encontrará”[2]? El dolor es por tanto esperanza de salvación. Para Pablo, además, el padecimiento es incluso un orgullo, más bien el único orgullo. “En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo!”[3]. Sí, el sufrimiento, para quien lo considera desde el punto de vista cristiano, es una gran cosa; es incluso la posibilidad de completar en nosotros la pasión de Cristo, para nuestra purificación y para la redención de muchos. ¿Qué decirles entonces hoy a aquellos entre nosotros que se debaten en el sufrimiento? ¿Qué les deseamos? ¿Cómo comportarnos con ellos? Acerquémonos a ellos ante todo con sumo respeto porque, aunque todavía ellos no lo sepan, en este momento están siendo visitados por Dios. (…) Asegurémosles también nuestro continuo recuerdo y nuestra oración, para que sepan tomar directamente de las manos de Dios lo que les angustia y les hace sufrir, y puedan unirlo a la pasión de Jesús para que adquiera su máximo poder. Ayudémosles además a tener siempre presente el valor del sufrimiento. Y recordémosles ese maravilloso principio cristiano de nuestra espiritualidad, por el cual un dolor amado como rostro de Jesús crucificado y abandonado se puede transformar en alegría.

Chiara Lubich

Extraído de una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 25 de diciembre de 1986 (Cf. “Juntos en camino”, pp. 197-200 Ed. Ciudad Nueva, Buenos Aires 1993)   [1] St 1, 2 [2] Mt 10, 39. [3] Gal 6, 14.

El 50º aniversario del Earth Day se traslada a la red

El 50º aniversario del Earth Day se traslada a la red

En Italia, la celebración del Village for the Earth se convierte en una maratón multimedia Todo está interconectado. Esta es la clave que une las celebraciones del 50 aniversario de la Jornada de la tierra, el 22 de abril, con la pandemia de coronavirus que hoy desafía a la humanidad. En la Jornada de la tierra, la emergencia sanitaria genera una comunidad global que exige modelos económicos y sociales más justos. Las celebraciones tienen lugar en el quinto aniversario de la encíclica del papa Francisco Laudato Sii sobre el tema de la ecología integral, y en la web los eventos en 193 países. En Italia, el Village for the Earth, tradicionalmente en Villa Borghese, en Roma, se convierte en una maratón multimedia en vivo en Rai Play y con incursiones en otras emisoras. Hablamos de esto con Pierluigi Sassi, presidente de Earth Day Italia. El 50º aniversario de la Jornada de la tierra tiene lugar mientras la humanidad se enfrenta al desafío del coronavirus que nos lleva a revisar nuestras prioridades, valores y objetivos… Hoy más que nunca sentimos la urgencia de cambiar el modelo económico y social que ha gobernado el desarrollo en las últimas décadas y queremos dar un mensaje de esperanza, ofrecer una clave de lectura que destaque la centralidad del hombre y la necesidad de respetar el planeta. Hemos llamado la atención del mundo sobre estos temas y la encíclica del Papa Francisco Laudato Sii, con el principio de la ecología integral, ha sido decisiva. Hoy se ha creado una sensibilidad mundial, pero se debe pasar a la acción. El coronavirus alimenta esta necesidad de cambio.

VILLAGGIO PER LA TERRA, Earth Day Italia, Villa Borghese, Roma 21 abril 2018
© Lorenzo Gobbi/Smile Vision Srls

Lo que surge al observar el desarrollo de la pandemia es la interdependencia de los problemas y las soluciones. Un elemento clave también en la batalla por la protección de la tierra… El gran concepto que el Papa ha transmitido al mundo es que no hay un problema ambiental, un problema social y económico, sino que es humano en el que todos estos factores son interdependientes. Esta conciencia se vuelve operativa cuando uno se da cuenta de que se necesita muy poco para una crisis de salud como esta para resaltar problemas que parecían nos relacionados. De ahí se desprende la importancia de las relaciones humanas y el compromiso con la solidaridad económica y social. La Jornada tiene un alcance mundial. ¿Qué vínculo hay entre las celebraciones en Italia y las de otros países? El coronavirus nos ha obligado a todos a digitalizar las celebraciones llevándolas a la red. Hemos visto que al crear una maratón digital se han creado muchas conexiones. Es la belleza de un paso adelante que casi milagrosamente, en la emergencia, se llevó a cabo en un espíritu de unidad, y que hoy en los 193 países donde se celebra la Jornada de la Tierra nos hace sentir más conectados y nos lleva a unir los esfuerzos para un mayor respeto por el hombre y el planeta. Para Italia, ¿cómo se llevarán a cabo las celebraciones? Organizamos una maratón multimedia llamada “OnePeople, OnePlanet” para recordar que pertenecemos a una sola familia humana y vivimos en un único planeta. Lo realizaremos con muchos otros medios, incluida la Rai, que transmitirá en su totalidad de 8 a 20 en Rai Play, pero también con servicios en otros medios, en contenedores RAI y con conexiones internacionales con muchos países donde hablaremos sobre pueblos indígenas, deforestación, de la belleza de nuestro planeta.

Claudia Di Lorenzi

Centenario, las novedades de Chiara: una universidad según la medida del mundo

Centenario, las novedades de Chiara: una universidad según la medida del mundo

Cómo nació la idea de realizar el Instituto Universitario Sophia y cómo se ha desarrollado hasta hoy: el alcance cultural del carisma de la unidad de Chiara Lubich El Instituto Universitario Sophia (IUS) nace como patrimonio espiritual cristiano en constante diálogo con los principios sobre los que florecieron y se desarrollaron las civilizaciones de los pueblos. Tiene su sede en Loppiano (Italia), una ciudadela de los Focolares que, desde su fundación en 1964, es un lugar de formación para familias, jóvenes y adultos con un estilo de vida basada en el Evangelio. El prof. Piero Coda, Rector del Instituto Universitario desde su nacimiento hasta febrero pasado nos explica cómo se ha realizado este proyecto a lo largo de los años. Prof. Coda, ¿cómo nació en Chiara Lubich la idea de hacer una universidad? “La idea –por lo que me confirmó en 2008, cuando se inauguró Sophia, el Padre Casimiro Bonetti, el Capuchino que acompañó a Chiara en los primeros años de la década de 1940– existió desde el comienzo. Está en el ADN del carisma de la unidad, porque se trata de un carisma del que brota una cultura: una visión concreta de la persona humana y del mundo. El punto inicial, concretamente, surgió tras el rodaje de la Escuela Abbá en la década de 1990, cuando con Chiara se empezó a estudiar la dimensión cultural del carisma recurriendo al patrimonio de luz del Paraíso de 1949. ¿Cuándo nació y cómo se ha ido desarrollando? “La Universidad nació, en una primera etapa, con el Instituto Superior de Cultura dirigido a los Gen (los jóvenes de los Focolares) inaugurado el 15 de agosto de 2001 por Chiara con un discurso que constituye su magna charta. En 2005 –habiendo visto el éxito del experimento y a pedido de exponentes de la cultura como Stefano Zamagni, Presidente de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales– se empezó el proyecto de un verdadero Instituto Universitario; pero de una manera original, según la “idea” que surge del carisma. Luego fue erigido por la Santa Sede el 7 de diciembre de 2007”. ¿Qué vínculo tiene con la Santa Sede? “Fue una elección meditada por Chiara la de erigir una Universidad que no fuera reconocida, inmediatamente, por un Estado sino por la Iglesia Católica, que le da una dimensión universal. Ello significaba también, para Chiara, un reconocimiento del hecho que el carisma de la unidad, como los grandes carismas de la historia cristiana (desde Benito, Domingo y Francisco hasta Ignacio de Loyola y Don Bosco), es un carisma en el que la Iglesia reconoce de hecho un proyecto de formación humana y social que expresa el Evangelio. Cuando más adelante surgió el “proceso de Boloña” –que es el reconocimiento bilateral de los títulos de estudio a nivel europeo y fuera de Europa, en el que la Iglesia participa– se presentaron nuevos escenarios posibles para la Institución que estaba naciendo”. ¿Cómo cambió a lo largo de los años? “Sophia nació y se desarrolló caminando con tres piernas: la de la enseñanza y la investigación a nivel académico; la de la experiencia formativa compartida en la community life entre docentes y estudiantes de todas las culturas; la de la relación con las expresiones concretas de encarnación de los valores en el carisma de la unidad en los distintos ámbitos de la vida social, política y económica. Bajo todos estos perfiles se dieron pasos enormes. Por ejemplo, cuando empezamos teníamos un solo curso de graduación y ahora ya son cuatro. El originario programa en “cultura de la unidad” se manifiesta ahora en ámbito teológico y filosófico, económico y político, de la educación, del diálogo y de la comunicación”. ¿Qué es Sophia hoy? “Una confirmación importante, una esperanza segura, una inversión estratégica. Una confirmación del valor y de la actualidad de la intuición de Chiara. Una esperanza de que la búsqueda del nuevo paradigma cultural que el cambio de época nos pide no es una utopía. Una inversión para promover con seriedad y visión el desarrollo, no sólo cultural, del carisma de la unidad y de su incidencia histórica”. Antes había un Decano, hoy hay un Rector, ¿qué quiere decir esto para la Universidad? “El hecho que el Dicasterio Vaticano para los Estudios y la Universidad haya querido este paso subraya la validez del camino hecho y es un reconocimiento del acceso del Instituto al status de Universidad. Se puede ver allí un eco de lo que el Papa Francisco nos dijo en la audiencia del 14 de noviembre pasado: «Estoy contento con el camino que ustedes han hecho en estos doce años de vida. ¡Adelante! El camino acaba de empezar»”.

Lorenzo Russo

Hacer de la Resurrección la experiencia de un pueblo

Los mejores deseos de María Voce –presidenta del Movimiento de los Focolares– para esta Pascua: experimentar el continuo paso de la muerte a la resurrección a través del amor al hermano. Solo así superaremos este doloroso tiempo de la pandemia y cualquier otro dolor. Santa Pascua de 2020 Queridas y queridos todos: Este año Jesús, en su paso de la muerte a una vida completamente nueva, nos cuestiona y nos encuentra a la escucha. Pero precisamente aquí es donde la fe y nuestro carisma vienen en nuestra ayuda: en Jesús crucificado y abandonado –el Dios de este presente que no comprendemos– encontramos la respuesta. Incluso la soledad, en la que tal vez ahora nos vemos obligados a vivir, si la vivimos con Él, puede poblarse y llenarse con su Reino[1]. Solo eligiéndolo, abrazándolo en cada dolor y amándolo de manera exclusiva, nosotros y toda la humanidad encontraremos el camino hacia la luz, hacia un nuevo nacimiento. ¡JESÚS HA RESUCITADO! Hagamos esta experiencia de pasar continuamente de la muerte a la resurrección y propongámosla a muchos, a todos. Así nos preparamos para el mañana y ponemos bases sólidas al mundo que será después, cuando volvamos a encontrarnos y abrazarnos personalmente.    ¡FELIZ PASCUA!     [1] Ver Chiara Lubich, “¿Dónde está la exclavitud?”, Escritos espirituales/1 , p. 170, Ed. Ciudad Nueva, Madrid 1995

Tiempo de Pascua: aislados, pero siempre proyectados hacia un mundo más unido

La emergencia del Coronavirus impuso restricciones en muchos países y no se puede salir de casa. El aislamiento puede convertirse en un problema, pero la fuerza de la solidaridad y el deseo de permanecer unidos y conectados a través de las redes sociales es más fuerte. He aquí los augurios de Pascua que van de un lado al otro del mundo. https://vimeo.com/406331819

Las cuatro palabras

Este año para muchos cristianos los días de Semana Santa y de Pascua – que las Iglesias occidentales celebran el 12 de abril, mientras que las Iglesias ortodoxas y las Iglesias orientales ortodoxas lo hacen el 19 de abril -serán una experiencia especial. Debido a la pandemia del Coronavirus no podrán participar físicamente en las celebraciones litúrgicas. En el siguiente texto del año 2000 Chiara Lubich hace propuestas sobre cómo vivir estos «días sagrados». Hoy es Jueves Santo. Y nosotros que, por nuestra espiritualidad florecida del carisma que el Espíritu Santo nos donó, lo consideramos muy especial, hoy no podemos dejar de detenernos un poco a meditar, contemplar y tratar de revivir los misterios que desvela junto a los del Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Pascua. Cada uno de estos días, podemos definirlo de entrada con una palabra que, desde hace más de 50 años dice, –casi diría– grita en el Movimiento nuestro deber ser: Amor, el Jueves Santo; Jesús Abandonado, mañana, Viernes Santo; María, el Sábado Santo; el Resucitado, el Domingo de Pascua. Hoy, entonces, Amor. El Jueves Santo, día en el cual, a lo largo de los años, hemos experimentado a menudo la dulzura de una intimidad especial con Dios, nos recuerda la profusión de amor que el Cielo derramó sobre la Tierra. Amor es ante todo la Eucaristía, que se nos donó en este día. Amor es el sacerdocio, que es servicio de amor y, entre otras cosas, hace posible la Eucaristía. Amor es la unidad, efecto del amor que Jesús, un día como hoy, imploró al Padre: “Que todos sean uno, como tú y yo” (Cf. Jn 17, 21). Amor es el mandamiento nuevo que Él reveló en este día antes de morir: “Como yo los he amado, así ámense unos a otros. En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros” (Jn 13, 34-35). Este mandamiento nos permite vivir aquí en la tierra según el modelo de la Santísima Trinidad. Mañana: Viernes Santo. Un solo nombre: Jesús Abandonado. En estos días escribí un libro sobre Él titulado: “El grito”. Lo he dedicado a Él con la intención de escribirlo también en nombre de ustedes, en nombre de toda la Obra de María “Como una carta de amor a Jesús Abandonado”, como dice la dedicatoria. En el libro se habla de Él, el cual, en la única vida que Dios nos ha dado, un día, un día preciso, diferente para cada uno de nosotros, nos llamó a seguirlo, a entregarnos a Él. Y se comprende –lo declaro ahí – que todo lo que quiero decir en esas páginas, no puede ser un discurso, aunque sea familiar, caluroso, íntimo y sincero; sino que pretende ser un canto, un himno de alegría y sobre todo de gratitud hacia Él. Él lo había dado todo: una vida al lado de María, con incomodidades y en plena obediencia. Tres años de predicación, tres horas en la cruz, desde la cual perdona a los verdugos, abre el Paraíso al ladrón, nos da a su Madre. Solo le quedaba la divinidad. Su unión con el Padre, su dulcísima e inefable unión con Él -que lo había hecho tan potente en la tierra, como Hijo de Dios que era, y con tanta realeza en la cruz-, esa sensación de la presencia de Dios debía perderse en el fondo de su alma, no dejarse sentir; separarlo en cierto modo de Aquel con el cual Él había dicho que era uno y gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46). Pasado mañana: Sábado Santo. María está sola. Sola, con su hijo-Dios muerto. ¿Un abismo de angustia insondable, un tormento infinito? Sí, pero Ella permanece de pie, firme, convirtiéndose así en un ejemplo excelso, un monumento de todas las virtudes. Ella espera, cree: las palabras de Jesús que, durante su vida anunciaban su muerte, pero también su resurrección, si otros las habían olvidado, Ella no las ha olvidado nunca: conservaba todas estas y otras en su corazón y las meditaba (Cf. Lc 2, 51). Por eso, no sucumbe ante el dolor, espera. Y, finalmente: Domingo de Pascua. Es el triunfo de Jesús resucitado que conocemos y revivimos también en nosotros en pequeño, personalmente después de haber abrazado el abandono, o cuando unidos de verdad en su nombre, experimentamos los efectos de su vida, los frutos de su Espíritu. El Resucitado debe estar siempre presente y vivo en nosotros en este año 2000 en el que el mundo espera no solo personas que crean y lo amen en cierta medida, sino testigos auténticos que puedan decir de verdad, como la Magdalena a los apóstoles después de haberlo encontrado junto a la tumba, aquellas palabras que conocemos, pero que son siempre nuevas: “¡Lo hemos visto!”. Sí, lo hemos descubierto en la luz con la que nos ha iluminado; lo hemos palpado en la paz que nos ha infundido; hemos oído Su voz en el fondo del corazón; hemos saboreado su alegría incomparable. Recordemos entonces en estos días 4 palabras: amor, Jesús Abandonado, María, el Resucitado.

Chiara Lubich

(En una conferencia telefónica, Castel Gandolfo, 20 de abril de 2000) Cf. “Las cuatro palabras”, en: Chiara Lubich, Unidos hacia el Padre, Ciudad Nueva, Madrid 2005, pp. 22-25  

Trabajo entre dos

En este tiempo de coronavirus a menudo no tenemos ya la posibilidad de ir  a visitar a los familiares, amigos o conocidos que sabemos que están necesitados. Los medios de comunicación parecen ser el único modo para hacer llegar nuestro amor concreto. El siguiente escrito nos indica también otra manera de actuar Es gran sabiduría emplear el tiempo que tenemos viviendo perfectamente la voluntad de Dios en el momento presente. Sin embargo, a veces nos invaden pensamientos tan agobiantes –tanto con relación al pasado o al futuro como al presente, pero concernientes a lugares, circunstancias o personas a las que no podemos dedicarnos directamente–, que cuesta un grandísimo esfuerzo manejar el timón de la barca de nuestra vida, manteniendo el rumbo hacia lo que Dios quiere de nosotros en ese momento presente. Entonces, para vivir (…) bien, se necesita una voluntad, una decisión, pero sobre todo una confianza en Dios que puede llegar hasta el heroísmo. «Yo no puedo hacer nada en ese caso, por esa persona querida, en peligro o enferma, por esa circunstancia intrincada… Pues bien, haré lo que Dios quiere de mí en este momento: estudiar bien, barrer bien, rezar bien, atender bien a mis niños… Y Dios se encargará de desenredar esa madeja, de consolar a quien sufre, de resolver ese imprevisto». Es un trabajo entre dos, en perfecta comunión, que exige de nosotros una fe grande en el amor de Dios por sus hijos y le da al mismo Dios, por nuestro modo de actuar, la posibilidad de tener confianza en nosotros. Esta confianza recíproca produce milagros. Se verá que, donde no hemos llegado nosotros, ha llegado verdaderamente Otro, que ha actuado inmensamente mejor que nosotros. Este acto heroico de confianza será premiado; nuestra vida, limitada a un solo campo, adquirirá una dimensión nueva; nos sentiremos en contacto con lo infinito que anhelamos, y la fe, cobrando nuevo vigor, reforzará en nosotros la caridad, el amor. Nos olvidaremos completamente de lo que significa la soledad. Resultará más evidente, porque se ha experimentado, la realidad de que somos verdaderamente hijos de un Dios Padre que todo lo puede.

Chiara Lubich

 Extraído de: Chiara Lubich, La Doctrina espiritual, Mondadori, Milán 112; Ciudad Nueva, Madrid 2002, pp.115-116.

Juntos lo lograremos

El compromiso de los niños de los Focolares y de sus animadores en este momento de emergencia planetaria. Va on-line un nuevo sitio para ellos. “En estos días debemos estar en casa, pero tenemos un secreto para seguir estando felices: amar. Ahora todas las mañanas lanzamos el dado y hacemos los que dice”. Los gen 4, los niños de los Focolares, no se detienen, también estando aislados empiezan todos los días lanzando “el dado del amor”, en cuyas caras hay un punto del arte de amar, y se comprometen a vivirlo. En algunas ciudades los y las gen 4 han hecho carteles y cartitas involucrando a sus padres para ofrecer una ayuda a las personas ancianas en sus edificios. “Nadie nos pidió cosas concretas –escribió una mamá- pero fue la ocasión para conocer a los vecinos que nos llamaron por teléfono agradeciéndonos muchísimo”. “¿Y si algún niño del edificio no tuviera tantos juguetes como nosotros?” se preguntaron en cambio Niccoló y Margherita, gen 4 italianos. Entonces dejaron una caja a la entrada del condominio con este cartel: “¡Hola! En casa encontramos juguetes que ya no nos sirven. Si quieren los pueden tomar y no hace falta devolverlos. ¡Ánimo!”. Y aunque “casa” en estos días, podría significar un “límite”, en Roma se pensó proponerle a los gen 4 que construyan una casita de cartón donde recoger sus actos de amor. Y mientras las notitas y los dibujos van llenando las casitas, también los adultos aprenden de los niños que, en este aislamiento, todos pueden llenar las casas con pequeños actos de amor. Los gen 4 están en todas partes del mundo y, como está pandemia afecta a todos los países, para ellos es natural hacer sentir su solidaridad sobre todo a quien vive donde están sufriendo más. De ahí el vídeo-saludo de dos gen 4 de Asia, donde presentan el dibujo de un arco iris, mientras gritan “Fuerza Italia” o el de un país africano en el que animan a todos diciendo “¡Juntos lo lograremos!”. Junto a los niños, los animadores de los Focolares están en primera fila para acompañarlos en este delicado período, desde Brasil al Congo se están poniendo en marcha muchas ideas. Desde Bilbao (España) escriben: “Nos vino la idea de hacer encuentros con los gen 4 y sus familias todas las semanas a través de la web. Nos contamos cómo estamos viviendo esta nueva situación, poniendo en evidencia los actos de amor. Nos dejamos con el compromiso de rezar por la paz, por los enfermos, por los que sufren”. En Portugal algunos adultos todos los domingos hacen un vídeo con una pequeña representación del Evangelio y la comparten en las redes sociales. La red se está demostrando muy importante en este período también para ellos. Y precisamente en estos días el Centro gen 4 internacional puso en línea un nuevo sitio (https://gen4.focolare.org/es), dirigido a los niños y a sus educadores, enriquecido con material e itinerarios de formación a la espiritualidad de los Focolares para esta edad. El nuevo sitio que se lanza en una fecha significativa: precisamente el 29 de marzo de 1972 Chiara Lubich dio vida a los y las gen 4, la generación más joven de los Focolares. Algunos años después, comparando al Movimiento con un gran árbol, los definió “como los brotecitos del árbol. (…) una cosa preciosísima, preciosísima, la garantía del árbol”” .

Anna Lisa Innocenti

Un salón abierto de par en par a toda la humanidad

El Gen Verde en directo desde Loppiano… #distantimauniti Riccardo, Anna, Cristian, Paola… y la lista no acabaría nunca. Son sólo algunos de los más de 4000 fans que la semana pasada siguieron la transmisión en directo del Gen Verde desde sus casas. Ahora no es tiempo de conciertos, se han prohibido las aglomeraciones de público y algunas cuestiones nos están machacando la cabeza: ¿cómo hacer llegar nuestro apoyo a quien está solo, a quien está viviendo esta epidemia en primera línea del frente?, ¿cómo ser portadores de paz y de esperanza en esta situación? Así nace la idea de “Live from Home Gen Verde”: las plazas y pabellones se transforman en el salón de casa. Los instrumentos son: una guitarra, un teclado, una flauta, los micrófonos y… un ordenador para entrar de puntillas en todos los hogares de los que se conecten. Pero no estamos hablando de un concierto, más bien de una cita un poco especial: se canta, se cuentan experiencias de vida, se presenta el fruto de la creatividad de este momento y… como decía Hans Christian Andersen “Donde las palabras no llegan… la música habla”. En tiempo real, cada uno desde casa puede expresar un pensamiento, lanzar un mensaje y, literalmente, el chat explota y no consigue abarcar la gratitud y el entusiasmo de todos los que se conectan desde los 5 continentes. Nadie falta a la cita: de Argentina a Corea, de Canadá a Hungría, de Italia a Australia… De repente, sucede casi un milagro gracias a la tecnología, el salón abierto a tantos se vuelve al mismo tiempo un lugar íntimo donde cantar y rezar son sinónimos, donde celebrar un cumpleaños y recordar a quienes han perdido la batalla contra el COVID-19 tienen la misma importancia y todo es un don de amor. “En este último tiempo -dice Colomba- escucho muchas noticias, no sólo por televisión, también de nuestros vecinos, familiares, etc. Desgraciadamente, son noticias dolorosas. Siento dentro de mí mucho miedo, preocupación y también una gran impotencia… al no poder hacer nada por quien sufre. Me pregunto «¿por qué?, ¿hasta cuándo?” Una mañana, hace unos días, mientras limpiaba la casa sentí dentro una voz: «tranquila, si tú haces bien las pequeñas cosas con amor ahí donde estás, estarás contribuyendo a sostener a la humanidad». Una experiencia sencilla como la de Colomba quien, como las demás componentes del Gen Verde, busca un sentido a su estar en casa, a hacer las tareas domésticas como muchas otras personas en todo el mundo “Desde ese día no es que haya cambiado mucho la situación -continúa Colomba- pero yo puedo cambiar mi actitud creyendo que esto puede cambiar el mundo”. Entonces, aquí tenemos la receta para transformar las 4 paredes de casa (que quizás se hacen muy estrechas) en un salón abierto de par en par a toda la humanidad, una receta para probar y vivir. Y Colomba se ha puesto manos a la obra y entre una llamada de teléfono y una tarea de casa, su experiencia se ha plasmado ya en música… y está lista para ser compartida durante lo streaming del 3 de abril a las 16 (hora italiana). Una ocasión que no nos podemos perder. Sólo hace falta conectarse haciendo clic en https://youtu.be/NLsPTyuITu0

Tiziana Nicastro

La gran fuerza de los italianos

La gran fuerza de los italianos

Fraternidad, ternura y creatividad: los ingredientes necesarios para afrontar la emergencia del Coronavirus a través de miles de experiencias de amor al prójimo. Golpeada de una manera particularmente fuerte por la pandemia del Coronavirus, Italia está viviendo una de las pruebas más grandes después de la Segunda Guerra Mundial. Pero los italianos la afrontan con innumerables gestos de solidaridad, fraternidad y ternura. De la provincia de Nápoles nos escribe I.V., enfermera del sector de los pacientes positivos de Covid-19: “Al comienzo tenía miedo del contagio y entonces era muy rápida cuando hacía los cuidados de enfermería. Un paciente me pidió un café de la máquina dispensadora. Mi primera respuesta fue que no podía ir. Pero luego, junto con una colega a la que involucré, encontramos dos máquinas de café para todos los pacientes”. El hecho de tener que estar en casa cambió la vida de la familia de Salvo y Enza con sus hijos  Emanuele y Marco en la ciudad de Viareggio. Cuenta Enza: “Hasta hace pocos días, nuestros hijos, ocupados con muchos compromisos, no conseguían ir a saludar a la abuela enferma y postrada en la cama. Ahora se quedan más tiempo con ella, y tratan de ayudarme al menos dándole un vaso de agua. Durante el almuerzo y la cena tenemos más tiempo para hablar y también para reírnos juntos”. En la ciudad de Lucca, Paolo y Daniela se ofrecieron para ir a hacer las compras a todos los vecinos, compartiendo incluso algunos barbijos. También en Lucca, Rosa y Luigi, una joven pareja de docentes, con dos hijos, todos en casa en este momento, le prestaron el coche a una familia que atraviesa una grave situación económica.  En Siena, Giada y Francesca se pusieron a disposición como niñeras de los hijos de enfermeros que viven cerca, para ayudarlos. En Pisa, Carla y Giacomo prepararon la comida a algunas familias vecinas mientras que en la ciudad de Arezzo hubo una gran competencia de solidaridad entre Rosanna, Rita y Mario para apoyar a dos personas que no pueden salir, haciéndoles las compras y la comida. Para ayudar a sus jóvenes colegas que están fuera de su ciudad y obligados al aislamiento, Barbara de la ciudad de Latina, empezó a grabar videos en los que comparte sus recetas.  Ellos le agradecieron mucho, porque así se sienten como en casa, como en familia. Emanuele y Simonetta de la isla de Cerdeña con sus tres hijos están en cuarentena desde hace dos semanas. Escriben: “Nos pareció en seguida una ocasión para construir relaciones profundas como familia que somos. Desde cuando estamos con esta situación del virus, empezamos a compartir nuestras experiencias en un grupo chat con otras personas que viven el mismo sufrimiento.  Un día algunos de ellos necesitaban víveres. No pudiendo hacer nosotros las compras, encontramos a otra pareja que inmediatamente se puso a disposición para ello. Y entendimos que no debemos detenernos nunca frente a la exigencia de un hermano”. Desde Sicilia Orsolina, enfermera, cuenta: “en mi trabajo en terapia intensiva cardiológica me encontré con una paciente joven con un infarto complicado.  En su mirada yo veía miedo y desamparo porque no podía contar con la cercanía de los familiares y de sus hijos pequeños.  Entonces sentí que podía ser yo su familia.  Por lo tanto, la ayudé en la higiene personal pensando en lo que yo habría deseado si hubiera estado en su lugar, acomodando con mucho cuidado su cama, ordenándole el pelo. Su mirada había cambiado, juntas experimentamos una gran alegría, en ese momento éramos una familia”. En Roma, Mascia y Mario con su hijo Samuel están descubriendo que “este virus, además de recordarnos que estamos todos interconectados, nos está dando la ocasión de apreciar las pequeñas cosas, de volver a poner en el centro a la familia y a los afectos.  Nos brinda la posibilidad de dar amplio respiro a la creatividad contra los programas y los ritmos frenéticos a los que estamos ya acostumbrados”. Como representante de su clase, Masha trata de encontrar la mejor manera de amar a las familias y a las maestras, manteniendo siempre viva la relación a través del chat y del teléfono. Como decía Jesús Morán, Co-presidente de los Focolares, días atrás: “Éste es realmente el momento de la sabiduría (…) que nos da una inteligencia de la realidad iluminada por el amor y que (…) activa un formidable movimiento de fraternidad. Realmente Dios puede hacer cosas prodigiosas, aun en medio del mal. Él lo derrota con su designio de amor.”

Lorenzo Russo

Dios ama la vida

Muchos, en estos días de pandemia que aflige a la humanidad, se preguntan dónde está Dios.  El siguiente escrito de Chiara Lubich nos invita a creer que no hay nada de todo lo que vivimos, aunque sea muy doloroso, que pase desapercibido a su amor y que cada cosa esconde una finalidad positiva, aunque por el momento no la veamos. Nosotros hablamos de Santo Viaje,   nos animamos a recorrer la vida como un Santo Viaje (…). En muchas ocasiones nos lo imaginamos así: una serie de días en los que nos proponemos vivirlos cada vez más perfectamente, realizando bien nuestro trabajo, nuestro estudio, el descanso, con las horas pasadas en familia, las reuniones, los congresos, el deporte, con los momentos de ocio…  todo llevado a cabo en orden y en paz. Nos lo imaginamos así. Humanamente, instintivamente estamos orientados a esperárnoslo así, porque la vida es una aspiración continua al orden, a la armonía, a la salud y a la paz. Y hacemos de este modo porque lo demás sin duda es imprevisible, pero también porque siempre en el corazón humano existe la esperanza de que las cosas vayan así y solo así. En realidad, nuestro Santo Viaje después se manifiesta diferente, porque Dios lo quiere diferente. Él mismo introduce en nuestro programa otros elementos –que Él quiere o permite– para que nuestra existencia adquiera su verdadero significado y alcance el fin por el que ha sido creada. He aquí que llegan dolores físicos y espirituales, enfermedades, mil sufrimientos que hablan más de muerte que de vida. ¿Por qué? ¿Acaso Dios quiere la muerte? No, todo lo contrario, Dios ama la vida; pero una vida tan plena, tan fecunda que nosotros –con toda nuestra aspiración al bien, a lo positivo, a la paz–, nunca hubiésemos sabido imaginar. Nos lo aclara la Palabra de Vida: “[…] Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24). Si no muere, el grano se queda bonito, sano, pero solo; si muere se multiplica. Dios quiere que durante la vida experimentemos una cierta muerte – o, a veces, muchos tipos de muerte – pero, porque para Él, este es el Santo Viaje: dar fruto, hacer obras dignas de Él y no de nosotros simples criaturas. Este es el sentido de nuestra vida: una vida rica, plena, sobreabundante, una vida que sea un reflejo de la suya. Entonces hay que prever estas muertes y disponerse a aceptarlas de la mejor manera. Es sabia, pues, e indispensable –y no es más que genuino cristianismo– la elección de Jesús Abandonado que renovamos cada día, ese amor a Él que queremos que sea preferente. Esto nos predispone (…) a aceptar las pequeñas o grandes muertes, pero también a ver superado ampliamente, potenciado y fecundado, todo aquello que nosotros habíamos programado. Son purificaciones pasivas (…): enfermedades, la muerte de seres queridos, pérdida de bienes, de fama, dificultades de todo tipo… Son noches de los sentidos y noches del espíritu donde cuerpo y alma son purificados de mil maneras con tentaciones, arideces espirituales, dudas, sentido de abandono por parte de Dios; con las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad que se tambalean. Son verdaderos purgatorios anticipados, cuando no son casi infiernos. ¿Qué hacer? ¿Abandonar el Santo Viaje pensando que con una vida más normal, según el proceder del mundo, quizá muchas o algunas de estas pruebas podrían evitarse? No: no podemos volver atrás. Además hasta aquí he enumerado solo las purificaciones, pero hace falta ver cuáles son las consolaciones, las “bienaventuranzas” (Cf. Mt 5, 3-11) que una vida vivida como Santo Viaje trae ya a esta tierra. La muerte de Jesús, de hecho, reclama la resurrección; la muerte del grano de trigo el “fruto abundante”. Y “resurrección” y “fruto abundante” significan, en cierto modo, paraíso anticipado, plenitud de alegría, de esa alegría que el mundo no conoce. Así pues ¡adelante! Miremos más allá de cada dolor. No nos detengamos solo en esa inquietud, en esa angustia, en esa enfermedad, en esa prueba… Pensemos en la cosecha que se recogerá previendo y pregustando el fruto abundante que está a las puertas.

                                                                                  Chiara Lubich

(en una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 25 de febrero de 1988) Extraído de “Prever los frutos”, en: Chiara Lubich, Buscando las cosas de arriba, pág. 85. Editorial Ciudad Nueva, Madrid, 1993.  

El desafío diario de convertirse en familia

La historia de dos cónyuges de Croacia y su experiencia en el ámbito del proyecto «Caminos de luz» promovido por el Movimiento de los Focolares “Como niños pequeños que aprenden de la nada, también nosotros aprendimos a entendernos a nosotros mismos primero, entender los sentimientos, reconocerlos, entender al otro, aprender que el pensamiento diferente no tiene que acabar siempre y necesariamente en un conflicto. Entendimos que las parejas que nos rodean enriquecen nuestras relaciones y que debemos evitar aislarnos”. Melita y Slavko llevan casados unos veinte años, son padres y viven en Croacia. Su experiencia como pareja la cuentan con franqueza, sin lecturas brillantes, sin omitir esos momentos de prueba que marcan su camino como un desafío, una “casa” que se construye cada día, a menudo sin saber con qué herramientas. No es un camino recto que se atraviesa con un automóvil potente, sino un camino de tierra para recorrer en bicicleta con el motor de las piernas, los pulmones y el corazón, con ascensos agotadores y descensos regeneradores. Una historia, la suya, que quizás se asemeja a la de muchas parejas, pero que ofrece una clave sobre la familia que no se da por descontado. La ocasión de esta narración es su participación en Italia en una reunión dentro del proyecto Caminos de luz, que el Movimiento de los Focolares dedica a las parejas, con especial atención a quienes viven momentos de división. En uno de los pasajes más oscuros de su relación, explican, es gracias a reuniones como esta que han encontrado las herramientas para “usar todos los días, para que nuestra familia sea feliz y nuestra relación crezca”. Herramientas “que facilitan la salida que nos espera en la vida de pareja para llevar a cabo los planes de Dios para nuestra familia”. En sus palabras, emerge claramente que la imagen de la pareja “perfecta” es una ilusión dolorosa. La expectativa de un itinerario lineal y soleado, alimentado por el entusiasmo que sigue al encuentro con la persona “correcta”, choca con la realidad de un “partido” a jugar y cuyo resultado es desconocido, donde el compañero de equipo a veces se convierte en el adversario y donde se gana solo si ambos ganan. Un partido que no tiene reglas escritas, sino que se debe jugar con el objetivo claro, o encontrarlo si se desvanece. Un juego donde todos están llamados a dar su propia contribución y a enfrentar las variables adversas, sin atajos: “Desde la perspectiva de hoy, dicen, podemos testificar que el matrimonio no es una cosa fija y estática, que un curso como este no es una varita mágica que resuelve todos nuestros problemas para siempre”. Más bien, aquí “hemos aprendido que nuestro primer hijo – el matrimonio – necesita el mayor cuidado e importancia, porque solo cuando estamos en paz y armonía podemos ser capaces de dar amor a los hijos y a las personas que nos rodean. Solo así nos realizamos como personas”. Todo se mueve, en efecto, desde sentirse ya realizados “en el punto de partida”. Melita cuenta el comienzo: “Fue un período muy hermoso, finalmente había realizado el sueño de tener un chico que sabía escucharme, consolarme, comprenderme. La persona con quien compartir miradas similares sobre la vida, la fe, el amor. Enseguida nos dimos cuenta de que queríamos casarnos coronando nuestro amor con el matrimonio”. Sin embargo, la primera prueba se presenta en breve: la pérdida de un hijo que obliga a Melita y a Slavko a revisar sus planes, a centrarse en la organización práctica de la vida, el trabajo y el hogar. De hecho, es un momento provechoso, donde experimentan una creciente unidad entre ellos y con sus respectivas familias, comparten todo – dice Slavko – y encuentran “la fuerza, la voluntad y el deseo de cosas comunes”. “Hemos idealizado nuestra vida – agrega ella – completando los piedritas de nuestro mosaico y esperando que la familia crezca”. Después de tres años llega la alegría del primer hijo, pero con ella también la necesidad de encontrar un trabajo menos exigente y más rentable. El empleo para Slavko llega, pero el nuevo contexto produce tensiones, malentendidos, heridas profundas en la pareja. «La seguridad que habíamos construido y la confianza mutua desaparecieron – dice Melita – comenzó un período de insatisfacción en nuestras relaciones, de reproches por los errores cometidos. Slavko no se daba cuenta de mi insatisfacción y yo no sabía cómo hacer para que se diera cuenta de las cosas que me molestaban”. Y él: “Me había contentado con la vida, pensando: ¿qué más quieres? Nos amamos, nos hemos casado, la vida sigue su camino, ¿por qué debería mostrar mi fidelidad y afecto? Es ella quien no entiende que la amo y que estoy a su lado. En cambio, estaba sordo a sus gritos y creía que ella era la que tenía que cambiar y aceptar las nuevas circunstancias. En nosotros creció el sentimiento de incapacidad, de desesperación, caímos en el abismo del que no veíamos la salida”. Se les cruza también la idea de separarse. Habían tocado fondo. Pero en ese desierto, la vida comienza a florecer nuevamente. «En ese momento, el Señor nos pone en el camino a nuestros padrinos y amigos, quienes, como los otros habíamos borrado de la vida, y nos envía las indicaciones para seguir”, señala Slavko. Es en el intercambio con las otras parejas que participaban de los Senderos de la luz que finalmente logran vislumbrar una salida. “Solos uno frente al otro y solos ante Dios, comenzamos a entendernos y conocernos de nuevo, aprendimos que una opinión diferente no significa que el otro no me ama, sino que aprendimos nuevamente que esa diversidad enriquece, nos completa como pareja”. Aprender, descubrir, crecer y consolidarse como personas y como pareja. Quizás esta sea la conquista inesperada de un camino auténtico y valiente, impredecible y lleno de pruebas, pero también de objetivos y satisfacciones. Melita y Slavko han descubierto que los planes de Dios para su pareja y su familia no son nada obvios, sino que requieren su determinación en el amor recíproco. Y aprendieron que es a través de este compromiso que el hombre y la mujer se realizan como personas.

Claudia Di Lorenzi

El Padre Silio Naduva: pionero de los Focolares en las islas Fiyi

Falleció hace pocos meses, a la edad de 53 años; su pasión era construir puentes entre pueblos y culturas y formar a las nuevas generaciones Los jóvenes eran la “idea fija” del padre Silio Naduva, sacerdote de las islas Fiyi, en el Pacífico Meridional, fallecido hace pocos meses a la edad de 53 años. Asegurarles una formación y una educación humana y espiritual era su pasión más profunda, en una de las islas más remotas del archipiélago, en donde la globalización que lleva el mundo a las casas no es suficiente para dotar a las jóvenes de los conocimientos y los instrumentos para afrontar la vida en un modo consciente, libre y fructuoso. Lo que lo había fascinado del Carisma de la Unidad de Chiara Lubich, que había conocido hacia fines de la década de 1990, era “esa capacidad que tiene el Ideal de crear el clima de familia, de consolidar la unión entre las personas y en particular con la grey que el Señor le había encomendado”, cuenta Roberto Paoloni, voluntario de los Focolares, que junto al padre Silio trabajó en unas semanas de formación justamente en su parroquia, Santa Ana, en Napuka, durante el verano pasado. “En la espiritualidad de la unidad –explica Paoloni– había descubierto una fuerza propulsora increíble” que lo había ayudado a afrontar incluso momentos de gran dolor y dificultad. Había nacido el 28 de febrero de 1967 en Namuamua, en la provincia de Serua, una pequeña aldea en la parte interior de la isla principal de Fiyi. Silo era el séptimo de nueve hermanos y desde muy joven demostraba una gran generosidad, tenacidad, audacia y capacidad de cuidado respecto de sus familiares y de todos. Estudió en el colegio de los padres Marianistas, y luego, a los 17 años, le llegó el enrolamiento en las fuerzas militares de Fiyi. Silio partecipará en dos misiones viviendo experiencias traumáticas, pero sin perder jamás su profunda humanidad. Sólo después de la muerte de su padre, en 1996, entra al seminario regional del Pacífico para iniciar su formación y al año siguiente conoce el Movimiento de los Focolares. Es ordenado sacerdote el 1 de enero de 2005 a la edad de 37 años, y empieza su ministerio en la parroquia de Vudibasoga, en Nabala. En 2013 le anuncian el diagnóstico de la una enfermedad grave, que no le impide, sin embargo, seguir sirviendo y ocupándose de la parroquia con todas sus energías. En 2018 el padre Silio acompaña a algunos jóvenes al Genfest de Manila, Filipinas, y vuelve a casa con el deseo ardiente de alentar a sus muchachos a que siguieran por ese camino. Los guía, los educa y con ellos se dedica a construir puentes hacia jóvenes de otras comunidades, distintos por cultura y lengua, pero siempre hermanos. Uno de sus últimos compromisos fue la promoción de un encuentro para los jóvenes de su parroquia y de las parroquias cercanas, organizado en agosto en colaboración con los Focolares y con la Cáritas local. En una comunidad fragmentada y un tejido social desgarrado por la pobreza y la violencia, el padre Silio trabajó para ofrecerles a los jóvenes un horizonte más amplio, en donde la convivencia se nutre de solidaridad recíproca y en donde pueblos separados por grandes distancias y con tradiciones, culturas y lenguas distintas se encuentran en el respeto recíproco y en el deseo de construir relaciones de fraternidad.

Claudia Di Lorenzi

Evangelio vivido: la brújula para cada momento

Para comprender mejor qué hacer por los demás, Jesús nos invita a ponernos en su lugar; precisamente hizo Él, quien para amarnos asumió nuestra carne humana. ¿Lo haces por ti o por los demás? Me encontraba en una situación extraña; rezaba todos los días, frecuentaba regularmente la Misa, estaba comprometido en obras de caridad… sin embargo no tenía una fe viva. Era como si un velo me impidiera ver claramente. Un día, acompañando a mi abuela al médico, entramos en discursos profundos; sabiendo cuán creyente era, le conté mi estado de ánimo. Ella, fijándome la mirada, me dijo: “Hijo mío, todo lo que tú haces, ¿lo haces por ti o por los demás?”. Esa simple frase me sacudió. ¡Tenía que cambiar completamente de ruta! Empecé a reflexionar, constatando que también mis actos de caridad estaban llenos de un sistema de deberes. Periódicamente visitaba a un anciano. Yendo a verlo, después de ese momento, más que hablar de trámites por hacer o de medicinas, le pregunté qué tenía en su corazón. Me habló de la guerra, de sus compañeros de batalla que habían muerto, de la enfermedad de su esposa… Al final me agradeció por el gran don que decía que había recibido ese día. (U.R. – Argentina) Fidelidad Al enamorarse de un colega, mi esposa me dejó con cuatro hijos. No podía externar mi desesperación para no aumentar el dolor de mis hijos, pero no lograba dejar de preguntarme en qué me había equivocado con ella. También mi fe se puso a prueba. Ahora el desafío era hacer de que este drama le pesara lo menos posible a mis hijos y que ella no advirtiera juicios de parte de ellos. A veces le llevaba a la más pequeña de cuatro años, otras veces trataba de que ella participara en las reuniones de padres con los profesores de los otros hijos. Lentamente se creó una situación en la que parecía que la mamá, aunque no estaba en casa, de alguna forma seguía estando presente en la familia. Pero cuando ella me pidió el divorcio me pareció que volvimos al punto de partida. Era un nuevo paso que había que afrontar con los hijos. Fue el más grande, quien viéndome un día pensativo y triste, me animó diciéndome: “Papá, quédate tranquilo. Estamos aprendiendo a tomar en mano las riendas de la vida”. (B.d.P. – Croacia) El pequeño ajuar Siendo joven me había acostumbrado a tener dinero, vestidos, lujos, pero después del matrimonio tuve que reducir drásticamente todos los gastos. Días atrás me llegó una cifra extra del trabajo: enseguida pensé en nuestro hijo que estaba por nacer, en el pequeño ajuar que le habría podido comprar. Pero después, recordando cuantos pobres hay en la ciudad, me dije que ese dinero podía servir para ayudar a alguno de ellos. Cuando nació, nuestro bebé recibió como regalo muchos vestiditos usados. Ciertamente, habría deseado que todo su ajuar fuera nuevo, pero esas cosas recibidas por amor me parecía que tenían un valor y una belleza todavía más grandes. (Anita – Venezuela)

A cargo de Stefania Tanesini (tomado de “El Evangelio del Día”, Città Nuova, año VI, n.2, marzo-abril 2020)

«¡Vivimos un tiempo de gracia!»

Las palabras de Jesús Morán, Copresidente del Movimiento de los Focolares, en la Homilía de la Misa celebrada en privado y transmitida a través de streaming el 14 de marzo 2020. Homilía del 14 de marzo de 2020 (…) En estas últimas semanas -entre otras cosas, de Cuaresma bien entrada- en mi alma predominaba un pensamiento: la vanidad de todas las cosas, la precariedad de nuestra inteligencia para comprender profundamente la realidad, la vida, el curso de la historia. De hecho, ha sido suficiente un virus, un microorganismo acelular para poner en peligro todos nuestros grandes razonamientos y nuestras seguridades, nuestros planes económicos, nuestras estrategias políticas; para desatar el pánico en todo el mundo y poner de relieve las miserias de la así llamada globalización. Como tituló un periódico hace unos días, usando la jerga del fútbol: Coronavirus 1 – Globalización 0. Esa es la triste verdad. Cuando pensaba en las cosas que en los últimos años se han escrito sobre el fenómeno de la cultura en nuestros tiempos, los innumerables análisis y contraanálisis acerca del futuro de la historia, etc. etc., me invadía un sentimiento de desolación y de tristeza casi paralizante. Pero fue entonces cuando llegué a un redescubrimiento formidable: la Revelación, la Palabra de Dios dirigida al hombre en palabras y en la inteligencia del hombre; el pensamiento de Dios con palabras humanas sobre las profundidades de la vida y de la historia; una bocanada de sentido. De hecho, creo que solo la Palabra de Dios nos da respuestas para este momento que vivimos, porque solo ella conserva una sabiduría eterna que va más allá de los tiempos sin perder el significado. A la luz de la Revelación nos damos cuenta de un hecho que es tanto más desconcertante cuanto paradójico: que vivimos un tiempo de gracia. ¡Sabiduría! Esta es la clave exacta. Este es verdaderamente el momento de la sabiduría, un tiempo para la sabiduría; una visión de la realidad que viaja en otros parámetros, hoy extremadamente obligatoria e indispensable. (…)  Sabiduría que conduce a una inteligencia de la realidad iluminada por el amor y que, precisamente por esta razón, desencadena un formidable movimiento de fraternidad. Verdaderamente Dios puede hacer cosas prodigiosas, incluso en medio del mal. Lo derrota con su designio de amor. Chiara recorrió con su vida casi un siglo, y lo hizo como un río de sabiduría que ha irrigado la tierra. Atenta a los acontecimientos de la historia, no se detuvo en la superficie de las cosas, sino que se adentró en profundidad y altura para acceder al pensamiento y a la visión de Dios y desde Dios. Por eso no prestó atención a nada más que a Su Palabra. La unidad, en efecto, es el proyecto de Dios sobre la humanidad, el testamento de Jesús, el Verbo encarnado. Ahora podemos ver cómo esta palabra, unidad, puesto que está anclada en la Revelación, va más allá de los episodios pasajeros, los tiempos y las épocas. Ella representa una perspectiva de significado que involucra el pasado, el presente y el futuro. Una perspectiva profética capaz de desencadenar las mejores energías de los hombres y de las mujeres de todas las latitudes, culturas, razas y condiciones sociales. Fuertes en la unidad, podemos transformar la “globalización de la indiferencia” en “globalización de la fraternidad” La competición no ha terminado. Estamos seguros de una cosa: el triunfo será de la misericordia Dios.

A las raíces de la fraternidad en política

Una cita dedicada a uno de los “padres” de la Constitución italiana, escritor, periodista, político, que fue también co-fundador de los Focolares, Igino Giordani. El evento fue promovido por el Archivo General del Movimiento y el Centro Igino Giordani y es el primero de una serie de encuentros programados para ir “a las raíces” de la fraternidad como categoría política. En un momento en el que valores como el respeto, la coherencia, la lealtad se ven envueltos en relatos engañosos, que a menudo son el resultado de un sistema de comunicación manipulado, la idea nacida entre el Archivo General del Movimiento de los Focolares y el Centro Igino Giordani tiene como objetivo extraer del patrimonio custodiado algunas “perlas” que han constituido la vida de figuras comprometidas en el mundo de la política guiadas por los valores de la fraternidad propios del carisma de la unidad. “Si todos fuéramos como Giordani, no habría guerras, no habría discriminaciones, no habría odio. Este gran hombre debe ser un punto de referencia para la humanidad. Ahora nos toca a nosotros llevar adelante sus ideas”. Estas palabras pronunciadas por Gaia, estudiante de secundaria, son las que mejor dan la idea de la actualidad del mensaje y de la inspiración que hoy Giordani representa para las nuevas generaciones. En el Auditorio del Centro Internacional de los Focolares de Rocca di Papa, el 15 de febrero de 2020, se reunieron más de 300 personas entre las cuales algunos políticos, alcaldes, funcionarios locales. El evento fue seguido en streaming desde varios puntos de Italia y Europa, y se injerta dentro del año del Centenario del nacimiento de Chiara Lubich. Durante la velada el encanto de una figura como la de Giordani emergió también a través de las palabras de algunos relatores que tuvieron la fortuna de encontrarlo personalmente. Como Argia Valeria Albanese quien recuerda: “De esos encuentros, también personales en el jardín del Centro Mariápolis de Rocca di Papa, surgió en mí un fuerte impulso a comprometerme durante muchos años en un partido político y en las Instituciones. Pero fue en otra fase de la vida en la que advertí una fuerte relación con Igino Giordani, no tanto como maestro o ejemplo, sino como hermano mayor a quien abrirle el corazón. En el momento del fracaso –prosigue- de las incomprensiones, a menudo del rencor, la denigración pero también al no lograr alcanzar los objetivos previstos, por ser altos y desinteresados, la derrota electoral, la pérdida de los amigos”. Pietro Rossellini, asesor, quien estuvo al servicio de la colectividad de Montecatini afirma que fue guiado por la: “mutación radical de este hombre, ya maduro, considerado el más aguerrido defensor de la fe cristiana por excelencia, que se dejó transformar por Chiara Lubich y cambió su gran controversia en Fuego de Amor. No fue una desnaturalización, sino una sublimación una elevación de su ser”. Para Patrizia Mazzorla, en su trabajo apasionado de maestra en los barrios de Ballarò y Brancaccio en Palermo “algunos escritos de Giordani cambiaron mi perspectiva del compromiso político y social dándome valor en algunas batallas a favor de los más pequeños de la ciudad”.

Chiara Zanzucchi y Lucia Zurlo del Archivo General y Alberto Lo Presti del Centro Igino Giordani observaron que la voluntad de realizar esta serie de eventos reside en la creciente constatación de que el Archivo está vivo y vivifica. Estos encuentros dedicados a los “testigos de la política” también permiten valorar la influencia del carisma de la unidad, de su compromiso político, su coherencia moral y su pasión política, y su aporte a la fraternidad y a la paz.

Gianna Sibelli

Si la empresa pone en el centro a la persona

“Regreso al futuro, para una economía más humana” es el título del encuentro que tuvo lugar el 4 de marzo en la Embajada de Italia ante la Santa Sede. Empresarios, académicos y economistas juntos por una economía más justa, más inclusiva y sostenible. En línea con el gran evento “The Economy of Francesco”. “En el 2000 abrimos una pequeña empresa de cosméticos, en un local de 60 metros cuadrados con un solo empleado. Hoy trabajamos en un edificio de 7500 metros cuadrados donde trabajan 43 personas y producimos alrededor de 100 mil piezas por día. Nuestro beneficio y nuestra fortaleza son las personas”. Estas son las palabras de Marco Piccolo, un empresario de Turín (Italia), 45 años, 4 hijos, que también tiene tiempo para enseñar a los jóvenes en la parroquia. Con su empresa se adhiere a la Aipec, la Asociación italiana de empresarios para una Economía de Comunión, vinculada a la intuición que tuvo Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, basada en el modelo económico que coloca en el centro de la empresa al hombre como persona y la “cultura de dar”. La Reynaldi de Marco es una empresa que ha apostado por los jóvenes y las mujeres (70% entre empleados y gerentes) pero también por la sostenibilidad medioambiental: la empresa de hecho no emite CO2, no desperdicia agua y no es perjudicial para el medio ambiente. Estas características empujan a muchas grandes empresas del norte de Europa y Estados Unidos a comprar sus productos. “Con esta visión empresarial, es posible transformar un sistema económico, hacer las cosas bien y centrarse en el cuidado de las personas que están en la empresa”, dijo en la reunión organizada en Roma, en la Embajada de Italia ante la Santa Sede, titulada “Regreso al futuro, por una economía más humana”. El evento, promovido por la Universidad Católica del Sagrado Corazón, el Movimiento de los Focolares y por la Embajada de Italia ante la Santa Sede, nació del deseo de ofrecer una oportunidad para reflexionar sobre el sistema económico actual y la necesidad de iniciar un proceso global de renovación para que la economía del futuro sea más justa, inclusiva y sostenible, en línea con el gran evento “La economía de Francisco” que el Santo Padre desea que se celebre en Asís el próximo noviembre. La empresa de Marco es un ejemplo virtuoso de una economía más humana. Una economía que, usando las palabras del papa Francisco “hace vivir y no mata, incluye y no excluye, cuida la creación y evita saquearla”. La Reynaldi fue una de las primeras empresas en Italia en transformar su forma jurídica y paso de una compañía con fines de lucro a una ‘Compañía de Beneficios’, es decir, integra en su objeto social, además de los objetivos de beneficios, el de provocar un impacto positivo en la sociedad y en la biosfera. “Cuidamos a las personas que trabajan con nosotros y es por eso que queremos que el tiempo de trabajo no sea abrumador”, continúa Marco. “Queremos que haya tiempo de vida para la familia y para que las personas estén bien”. Muchas son las empresas o cooperativas virtuosas, siguiendo el ejemplo de la de Marco. Al igual que Conad, sociedad cooperativa de la gran distribuidora italiana que involucra a las oficinas de Caritas para no desperdiciar la comida de sus supermercados, destinándola a quienes la necesitan. O bien, cuando tiene que comprar productos de otras empresas, verifica si explotan el trabajo infantil o utilizan contratación ilícita de mano de obra. Así lo afirmó Francesco Pugliese, CEO de Conad que habló en la reunión: “Si cada uno de nosotros hace su parte, tanto en el comportamiento, como en brindar a la comunidad una parte de tu bienestar, esto puede contribuir a una mejora general de la sociedad”. Si queremos redefinir el progreso económico para el futuro, debemos involucrar sobre todo a los jóvenes que saben cómo hacerse preguntas, cómo dialogar y encontrar respuestas importantes. Y el Papa quería que fueran los creadores del evento La economía de Francesco. “Sabemos que san Francisco de Asís es fuente de inspiración para entender la economía y las finanzas. Esperamos que el evento de noviembre nos ayude a redescubrir esto”, dice la hermana Alessandra Smerilli, consejera de Estado de la Ciudad del Vaticano. “Y en Asís, los jóvenes intentarán hacer propuestas y trabajar en 12 ámbitos temáticos donde trataremos de cubrir todos los temas importantes para presentar una propuesta para cada ámbito, como un compromiso personal, pero también como un compromiso con las instituciones, las empresas y la política”, concluye la hermana Alessandra. Pero es necesario hacer redes, dialogar entre instituciones, empresas y universidades para encontrar soluciones que ayuden a los jóvenes a encontrar trabajo. El embajador Pietro Sebastiani lo ha recordado: “El mundo de hoy es más complejo de lo que era antes y muchas sociedades han experimentado el flagelo del desempleo juvenil durante mucho tiempo”. Pero existen oportunidades y todos deben perseguir su propio talento”.

Lorenzo Russo

Coronavirus: medidas preventivas en el Centro internacional de los Focolares

Debido a la emergencia sanitaria que involucra a varios países del mundo, el Centro internacional de los Focolares en Rocca di Papa, Italia, ha lanzado una serie de medidas para prevenir la propagación del coronavirus. De conformidad con las decisiones del Gobierno italiano y con las indicaciones de los obispos italianos, el Centro Internacional del Movimiento de los Focolares, con sede en Rocca di Papa (Roma – Italia), ya había adoptado ayer, 9 de marzo, algunas medidas preventivas para limitar y detener la propagación de la epidemia de coronavirus lo antes posible. Medidas en línea con lo que fue establecido por el primer ministro italiano que desde hoy, 10 de marzo y hasta el 3 de abril, ha declarado a toda Italia como “área protegida”. Por esto:

  1. Se posponen todas las iniciativas organizadas por el Centro Internacional en la sede de Rocca di Papa o en otros lugares del territorio italiano en los meses de marzo, abril y mayo de 2020. Esta medida se refiere a las iniciativas previstas para el centenario de Chiara Lubich (1920 -2020) y a otros tipos de iniciativas.
  2. Se suspenden las visitas grupales al Centro Internacional programadas hasta finales de mayo de 2020.
  3. Se cancelan los viajes (en Italia y al extranjero) de colaboradores del Centro Internacional programados hasta finales de mayo de 2020.
  4. Hasta el 3 de abril, se suspenden todas las celebraciones eucarísticas entre semana y festivas en el Centro.
  5. Se garantiza el funcionamiento del Centro para los servicios esenciales, mientras que el trabajo ordinario de los colaboradores será llevado a cabo de forma remota.

Oficina de Comunicación Focolares

Evangelio vivido: la Regla de oro

La invitación de Jesús “Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas” (Mateo 7,12) es la llamada “Regla de oro”, una enseñanza universal contenida en las distintas culturas, religiones y tradiciones . Es la base de todos los valores auténticamente humanos, que construyen una convivencia pacífica, con relaciones personales y sociales justas y solidarias. El céntuplo Vivo en una ciudad pequeña con pocos negocios, en donde no siempre se encuentra todo lo necesario. Una mañana golpea a mi puerta una vecina pobre y enferma. Con una gran sonrisa me pide un poco de aceite. En la cocina ha quedado muy poco, y lo necesitaría. Pero advierto un impulso a dárselo todo. A la hora de preparar la comida me doy cuenta de que tengo que arreglármelas sin aceite, pero me siento feliz de lo que he hecho. En el momento de tomar la olla, golpean a la puerta. Es una religiosa que no veo desde hace tiempo porque vive bastante lejos. Me invita: “Ven, en el coche tengo algo para ti”. Me entrega tres cajas con botellas de aceite: en total 54 litros. (G.V. – Burundi) Si uno da amor … No era fácil volverme a integrar tras 20 años de ausencia de nuestro país. Al comienzo mi esposa y yo nos sentíamos un poco raros: había que empezar en todo sentido. Pero en el Evangelio encontramos la fuerza para abrirnos a los demás, para reconstruir relaciones de hacía tiempo y establecer nuevas amistades. Como nos habíamos casado no muy jóvenes, habíamos decidido que si los hijos no llegaban, estaríamos dispuestos a ser una familia para el que no la tenía. Con esa idea iniciamos un recorrido de adopción. Cuando algunos meses atrás recibimos la noticia de la llegada de Verónica y Carlos, dos hermanitos brasileños, mostramos sus fotos a todos esos nuevos conocidos. Después fuimos a buscarlos a Rio de Janeiro. Cuando regresamos vimos un enorme cartel en la calle con un saludo de bienvenida a Verónica y Carlos y, en la reja de nuestra casa, muchos globos y mensajes. No podemos olvidar las ayudas concretas en ropa y otras cosas necesarias. Una comprobación para nosotros de que, si se da amor, se recibe amor. (M.S.F. – España) Conjura de amor Una vez que se quedó sola, mi suegra, a pesar de que tenía hijas que podían recibirla, vino a vivir con nosotros. Su presencia, muy aceptada por mis hijos, era para mí, sin embargo, una exigencia más, que se sumaba a la familia que atender. Además, ella, por una forma de arterioesclerosis, hablaba sola, sin darse cuenta de que la estaban escuchando; y sucedía que a menudo protestaba contra mí. Mis hijos se reían de esa situación, mientras que para mí era una doble herida. ¿Ése era el agradecimiento por lo que estaba haciendo por ella? Un día ella estaba en cama por una gripe y durante la comida salió el tema de la abuela que hablaba sin sentido. Mi esposo quedó muy apenado; pero luego todos juntos decidimos realizar una hermosa “conjura de amor” para amar más y mejor a la abuela. Pienso que fue uno de los momentos más educativos y fecundos de nuestra familia. Los parientes, que son muchos, cuando vienen a verla, se quedan sorprendidos por el bien que la abuela “produce” en nuestra familia. (C.S. – Italia)

Recogido por Stefania Tanesini (extraído de “El Evangelio del día”, Città Nuova, año VI, n.2, marzo-abril 2020)

La solidaridad en tiempos de coronavirus

La solidaridad en tiempos de coronavirus

En todo el mundo son muchos los gestos concretos de apoyo, comunión y compartición de historias de esperanza para difundir el “antivirus” de la fraternidad. “Ya no soy ‘yo que tengo miedo del contagio’ o bien ‘yo a quien nada importa del contagio’, sino que soy YO que preservo al OTRO. Yo me preocupo por ti. Yo mantengo una distancia por ti. Yo me lavo las manos por ti. Yo renuncio a ese viaje por ti. Yo no voy al concierto por ti. Yo no voy al shopping centre por ti. Ésta es una ocasión para transformar una emergencia en una competencia de solidaridad”. Con estas palabras un joven de los Focolares en un amplio post en facebook alienta a un cambio radical de mentalidad y de acción en estos días en los que su país, Italia, ha subido al segundo puesto en la clasificación mundial de las naciones afectadas por el Coronavirus. Una difusión que se está propagando en todo el mundo, produciendo una crisis cuyos efectos indirectos sobre la vida de los varios países afectados son múltiples: desde el sistema sanitario a la educación y la economía. “Aun comprendiendo las preocupaciones que hoy angustian a muchos actores económicos –escribe el economista Luigino Bruni, coordinador internacional de la Economía de Comunión–, consideramos que el rol de las “empresas civiles” no se tiene que agotar sólo en la contabilidad de los daños y en contribuir a difundir las alarmas. Éste es el momento de demostrar que el Estado somos nosotros. Y que la responsabilidad social de la empresa no es sólo un instrumento de marketing sino una práctica real que se activa sobre todo en el momento de la crisis. Ello, demostrando atención a los bienes comunes (la salud, el trabajo), practicando una comunicación correcta, formulando propuestas concretas y sustentables con una visión de conjunto, activando acciones concretas dirigidas a las personas más frágiles, valorizando un sistema hecho de empresas, familias, escuelas, universidades, organizaciones y entes que pasen a ser protagonistas de una nueva e indispensable solidaridad proactiva”. Bruni cita una historia de responsabilidad social de estos días, la de Mahmoud Ghuniem Loutfi, que trabaja como repartiendo en una empresa de delivery en Turín. Como reconocimiento hacia la ciudad que lo ha acogido, compró barbijos para la Cruz Roja local. No pensó en su compromiso económico sino que se preguntó qué podía hacer por su comunidad, y por lo tanto por él mismo. Como Mahmoud, en estos días se están realizando experiencias de cooperación, compartición y solidaridad. Gloria, una joven de los Focolares en China nos cuenta desde Hong Kong que la tecnología ayuda a mantener los contactos entre las varias personas: “tratamos de organizar encuentros en videoconferencia para estar cada vez más unidos en este período especial. Como ahora hay que estar más tiempo en casa, todos los momentos que transcurrimos con nuestros familiares es útil para comprender más sus problemas y sufrimientos”. Caritas Lee vive en Ulsan, Corea. Cuenta que hicieron una recolección de fondos en su universidad. “El objetivo era recoger 500,000 wons (380 euros). Como se trataba de pequeñas donaciones, pensé en participar recordando a las 1595 personas infectadas e identificadas hasta ese momento. Pero sucedió algo maravilloso: se recogieron algunos millones de wons (35.360 euros) donados al hospital diocesano y al distrito sanitario de Daegu, la región más afectada”. Después de este gesto otras universidades quisieron recolectar fondos para ayudar al sistema sanitario. Pero no fue sólo eso. “Muchos voluntarios, médicos y enfermeros –explica Caritas Lee– están yendo gratuitamente a ayudar al hospital. Algunos dueños de casas, por ejemplo, no quieren recibir el alquiler mensual, o bien otras personas llevan alimentos delante de las casas para los que no pueden salir”. Yopi vive jsutamente en Daegu. Su casa se encuentra cerca de un hospital, por lo tanto se oyen continuamente las sirenas de las ambulancias. “Al comienzo cuando las oía, rezaba por los pacientes. Luego empecé a preocuparme más. Al iniciar la Cueresma decidí rezar todos los días el Rosario. Poco a poco la ansiedad dejaba el lugar a la paz del corazón”. Micaela Mi Hye Jeong, en cambio, escribe desde Gumi, siempre en Corea. “Aquí estamos preparando 150 barbijos para repartir en los lugares de mayor urgencia. Hemos pensado que en lugar de usar barbijos descartables que contaminan el ambiente, podemos confeccionarlos nosotros mismos con algodón lavable. En este período de mucho frío y bloqueado por el miedo sentí que mi corazón se calentaba con esta posibilidad de vivir concretamente el Evangelio”. En Brasil, Armando, empresario EdC, tiene una empresa que trabaja en el sector sanitario. “En este período barbijos y desinfectantes subieron sus precios en un 500% –cuenta–. Me pregunté: como empresario de EdC ¿cómo puedo dar testimonio de aquello en lo que creo y de aquello por lo que vivo? Decidí entonces ir contra los precios del mercado vendiendo mis productos a la mitad de mi competencia, y es bueno contar con el apoyo de mis dependientes para sostener esta política”.

Voluntarios de la Defensa Civil participaron en los controles sanitarios del aeropuerto de «Milán Malpensa».

En Italia algunos jóvenes de la zona de Castelli Romani se ofrecieron a ir a hacer las compras al supermercado con entrega gratuita a domicilio. “Si Ud tiene más de 70 años o tiene patologías o por precaución prefiere quedarse en casa, nos encargamos nosotros de su compra –se lee en el mensaje WhatsApp -. “No piensen en las compras. Superaremos Pronto Esta Realidad” . Y siempre en Italia, el padre Paolo, párroco de Gorgonzola, un pueblito de la provincia de Milán famoso en todo el mundo por el queso que lleva su nombre, junto con el Alcalde fueron a verse con los alcaldes de algunas comunas de la “zona roja”, entregando cuatro trozos de queso, “signo de la cercanía de nuestra gente a su población” –explica el padre Paolo-. Signo para mí que quieren donar un antivirus, el antivirus de la fraternidad. (….). La atención que debemos tener para no contagiar hay que vivirla no como sospecha, sino como un acto de amor recíproco que nos donamos mutuamente. Y entonces también las privaciones que se nos piden, creo que es importante vivirlas como un acto de amor para con los hermanos”. Ésta es la ocasión apropiada para transformar la emergencia en una competencia de solidaridad.

Lorenzo Russo

Italia, Roma: De viaje por el Carisma de la unidad

Continúa el viaje de Paolo Balduzzi a través de la historia di Chiara y de los Focolares. Esta vez la etapa es en Roma donde Chiara conoció a Igino Giordani, primer cofundador, abriendo con él el carisma al ecumenismo, a la política, a las mil realizaciones sociales y civiles que han nacido. https://vimeo.com/389530316

¿Un mundo unido antes del 2050?

¿Un mundo unido antes del 2050?

400 jóvenes, 56 países, 4 días: WeGENerate! (¡Nosotros generamos!) el relato de Conleth Burns de Irlanda del Norte. En enero, Luisa, una amiga brasileña, y yo, hablamos con los 400 Gen 2, los jóvenes del Movimiento de los Focolares, reunidos en Trento, en el Norte de Italia. Les hicimos una pregunta: ¿quieren ser la Generación del Mundo Unido? ¿La generación que hará posible un mundo más unido antes del 2050? Setenta y siete años antes, Chiara Lubich y sus amigos habían hecho de una frase del Evangelio: “Que todos sean una sola cosa” (Jn. 17, 21) – el fin y la misión de sus vidas. El mes pasado me encontré en el congreso internacional Gen 2 con el título “WeGENerate” (Nosotros generamos), con algunos cientos de jóvenes. De la misma edad que tenía Chiara cuando dijo este “Sí“ al Evangelio; por primera vez me sucedió que me puse a pensar en esta oración por el “Ut omes”, es decir por la unidad de la familia humana, es una petición y no una simple declaración en forma de oración. Una petición, porque esta oración requiere una respuesta. Una petición, porque no son sólo lindas palabras para rezar. Me desafía quien las lee y vive para buscar una respuesta. Una petición, porque el “Ut Omes” es un argumento sobre el cual hay que plantearse interrogantes, no se trata de un simple hecho. La pregunta que Luisa y yo les dirigimos el mes pasado a los chicos, es decir, si querían ser la generación del mundo unido, era sencillamente la pregunta –aunque formulada en forma distinta- a la que Chiara Lubich respondió en 1943. Al final de las preguntas pusimos una fecha para ver si nosotros, los Gen, queríamos realmente responder. En lugar de responder con palabras, decidimos organizarnos. Para ello durante una tarde todos nosotros, 400 Gen, chicos y chicas de 56 países, con traducción en 16 idiomas, planificamos acciones locales y globales para combatir la corrupción, reducir la desigualdad, detener el cambio climático, reactivar el diálogo y prevenir los conflictos. Hemos respondido a esta exigencia de unidad, del Ut Omes, planificando actividades de promoción, de formación global para proteger la democracia, prevenir los conflictos, combatir la corrupción y detener la desigualdad. Hemos respondido a esta exigencia decidiéndonos a promover las campañas #CleanPlate, #GreenDay #ClearPlasticJarChallenge y CarPooling para combatir los problemas ambientales. Imaginamos plataformas y aplicaciones para desbloquear el diálogo; terminar con la ignorancia y construir relaciones. Mark de Siria dijo que quería regresar a Siria para ayudar a reconstruir su país. Víctor respondió a esta pregunta desafiándose a sí mismo para ser la realización viva del carisma de la unidad en Venezuela. Joelle respondió a esta pregunta prometiendo llevar a Líbano este mensaje de unidad y de amor. Todos contextos que no son distintos al de Chiara, cuando respondió a la misma pregunta en 1943. Muchas personas, como Marco, Joelle y Víctor, irán este año a Trento para “encontrar” la ciudad de Chiara Lubich. Visitarán la exposición dedicada a ella y los lugares de la ciudad donde vivió, encontrarán una comunidad de personas que hoy viven para construir la unidad en Trento. Irán para entender las raíces de la historia de Chiara y de los Focolares. Después de este congreso entendí que para ir realmente al origen de esta historia, es necesario plantearse las preguntas a las que ella respondió en 1943: ¿la unidad es posible? Y también: ¿Tú, crees que todos podemos ser una cosa sola? Y si la respuesta es sí, ¿qué puedo hacer yo?

Conleth Burns

Reino Unido: no solo Brexit

Hemos ido a Gran Bretaña pocos días antes del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Nos hemos encontrado con muchas personas, también de la comunidad de los Focolares, para comprender qué ha sucedido y cuáles son sus esperanzas. https://vimeo.com/389530059

“The Economy of Francesco” aplazado hasta el 21 de noviembre de 2020

“The Economy of Francesco” aplazado hasta el 21 de noviembre de 2020

El economista Luigino Bruni, director científico del evento: «Llegaremos más preparados. Los jóvenes del mundo están respondiendo con un gran sentido de responsabilidad y con el deseo de comprometerse aún más. De una herida podrá nacer una bendición”. De acuerdo con el Santo Padre, “La economía de Francisco” se pospone hasta el 21 de noviembre, pero el trabajo del comité científico y de los jóvenes involucrados en la organización no se detiene. Es más, procede con gran compromiso y entusiasmo, como leemos en la nota de prensa del 1 de marzo. La decisión se tomó – se lee – “dada la dificultad de trasladarse de los aproximadamente dos mil jóvenes de 115 países”, de los cuales se prevé la participación y también por el coronavirus. Sin embargo, la cita solo se pospuso y el papa Francisco estará en Asís en noviembre para reunirse con los jóvenes que, unos días antes, participarán en talleres, diálogos y momentos de estudio sobre diversos temas económicos. El enfoque temático está contenido en la carta que el 1 de mayo de 2019 el papa Francisco dirigió a los “jóvenes economistas, empresarios y empresarias de todo el mundo”, invitándolos volver a animar la economía, en el sentido literal, de devolverle un alma, a estar entre quienes responden al grito de los pobres de la tierra y no dan vuelta la espalda. “Por esta razón, deseo reunirme con ustedes en Asís – escribe el Santo Padre – para promover juntos, a través de un “pacto” común, un proceso de cambio global que vea en comunión de intención no solo a aquellos que tienen el don de la fe, sino a todos los hombres de buena voluntad, más allá de las diferencias de credos y nacionalidad, unidos por un ideal de fraternidad atento especialmente a los pobres y excluidos”. El profesor Luigino Bruni, director científico del evento, en una publicación en Facebook agradece al Papa por la nueva fecha. “Llegaremos más preparados», agrega. “Los jóvenes del mundo están respondiendo con un gran sentido de responsabilidad y el deseo de comprometerse aún más. De una herida nacerá una bendición. Debemos ser soñadores realistas y, por lo tanto, vivir las preocupaciones y crisis de nuestro tiempo, y luego hacer de todo para que ‘no one less’, no uno menos de los 2000 ya seleccionados y que ya se han inscripto y muchos que ya compraron los boletos de avión. Me sorprendió no leer quejas de los jóvenes por el aplazamiento, sino solo el deseo de continuar la carrera. Ya hemos realizado 230 eventos Towards Assisi, haremos otros trescientos más en estos ocho meses”.

Stefania Tanesini