«¡Ven, Señor Jesús!«. Mirándote a ti, el amor, nuestra vocación, no tendrá temores. Mientras esperamos tu venida, construiremos bien esta vida y, en cuanto comience la otra, nos lanzaremos en la aventura sin fin. Tú venciste la muerte. Y por esta oración comprendemos que Tú, desde ahora, la has vencido también en nosotros, en nuestro corazón. «¡Ven, Señor Jesús!», siempre, a todos nosotros. Y la muerte no existirá; Tú existirás. El Resucitado existirá. Y esto ya es Pascua. Les deseamos a todos una Pascua gloriosa y sin interrupción, fecunda, fecundísima para nosotros, para la Iglesia y para el mundo.
De C. LUBICH, Buscando las cosas de arriba, Madrid 1993, pág.138. |

«¡Ven, Señor Jesús!«. Mirándote a ti, el amor, nuestra vocación, no tendrá temores. Mientras esperamos tu venida, construiremos bien esta vida y, en cuanto comience la otra, nos lanzaremos en la aventura sin fin. Tú venciste la muerte. Y por esta oración comprendemos que Tú, desde ahora, la has vencido también en nosotros, en nuestro corazón. «¡Ven, Señor Jesús!», siempre, a todos nosotros. Y la muerte no existirá; Tú existirás. El Resucitado existirá. Y esto ya es Pascua. Les deseamos a todos una Pascua gloriosa y sin interrupción, fecunda, fecundísima para nosotros, para la Iglesia y para el mundo.



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