Agustín y Patricia y sus dos hijos son una familia argentina. Tras un curso en Sophia ALC, la sede latinoamericana del Instituto Universitario con sede en la ciudadela internacional de Loppiano (Italia), fueron en busca de sus raíces entre los pueblos originarios y nació un fuerte compromiso por el diálogo intercultural.
Bahía Blanca es una ciudad ubicada junto al mar, justo donde comienza la Patagonia Argentina. Con 370.000 habitantes, es el centro económico, religioso y cultural de toda una vasta región. A pocos kilómetros, otras 80.000 personas, viven en la ciudad de Punta Alta. Juntas, cuentan con un Polo Petroquímico importantísimo, un grupo de 7 diferentes puertos (multipropósito, cerealero, de frutas, pesca, gas, petróleo y fertilizantes) y la principal Base de la Marina Argentina.
En esta región, la media de lluvias que se puede esperar que caiga en todo un año es de 650 mm., pero el viernes 7 marzo 2025, se precipitaron 400 mm en apenas 7 horas. Semejante cantidad de agua, en su recorrido hacia el mar, aumentó su velocidad y arrasó con todo lo que encontró a su paso. Puentes, canales, vías férreas, rutas, calles, automóviles, casas, comercios… y personas.
La población se encontró de repente con una escena dantesca de proporciones inimaginables, como si se hubiera tratado de un tsunami. Un corte abrupto del servicio de energía eléctrica, interrumpió también las comunicaciones telefónicas y de esta manera nadie tenía una idea de cómo estarían las otras personas, la familia, amistades y compañeros de trabajo.
Sin embargo, algo dentro de esta comunidad despertó y el conjunto de todas las leyes universales se comprimió en un sólo verbo: Servir.
A medida que el agua y el barro lo iban permitiendo, miles y miles de personas comenzaron a volcarse a las calles. Cada uno realizaba un primer chequeo de daños en su propia casa, pero inmediatamente la mirada se trasladaba al vecino, para ver si necesitaba ayuda. Quien lograba acomodarse un poco, se ponía a total disposición para ayudar a los demás. Todos fuimos testigos y protagonistas de un milagro gigantesco que se multiplicó, con una creatividad y una contundencia maravillosas.
Recuperando fotografias de una mujer ancianaJovenes preparando comidas para distribuir en las zonas inundadasDistribuyendo las donaciones
Sólo valía la entrega de tus proprias manos, ayudando a retirar el agua y el barro de las casas, limpiando, ordenando, buscando trapos, baldes con agua, desinfectante, llevando heridos a los centros de salud, atendiendo mascotas, alojando a otras personas que lo perdieron todo, empujando, alentando, abrazando, compartiendo cada dolor. Nadie se daba el permiso de quejarse demasiado: “Para mí fue muy difícil, pero al lado de lo que le tocó a otros…” se decían.
Mientras ayudaba a unos amigos, se acercó un matrimonio repartiendo empanadas gratuitamente. Otros, algo para beber. Quienes disponían de algún generador de energía lo ofrecían para recargar las baterías de los teléfonos. Otros ofrecían bombas para retirar el agua. Una óptica ofrecía lentes gratuitamente para quienes habían perdido los suyos. Una señora regalaba desinfectantes, un médico recorría los domicilios, un señor ofrecía sus servicios de albañilería y otro de mecánico automotor. Todo circulaba: Velas, alimentos, ropa, pañales, colchones, agua potable, escobas, manos, más manos y más manos.
Un bar ofrece chocolate caliente gratisLlegan donaciones de colchonesVoluntarios limpiando un jardin de infantes
Y luego llegó la solidaridad de todo el país y de personas del mundo entero. En camión, en tren, en bus, en camionetas… toneladas de donaciones, que necesitaban de más voluntarios para la carga, descarga, clasificación y entrega. Voluntarios que no dejaban de multiplicarse. Y también dinero, entregado con muchísima generosidad. Parroquias, clubes, escuelas, empresas, todas las organizaciones existentes dieron todo lo que pudieron. Y también otro tipo de organización: los grupos de amigos. Como una especie de patrullas, espontáneamente cada grupo de amigos se puso en sus hombros un pequeño sector de la ciudad en donde se veía que sería más difícil que la ayuda gubernamental pudiera llegar a tiempo. Recorren aún hoy casa por casa, puerta por puerta y anotan todo tipo de necesidades. Luego se encargan de cubrir puntualmente aquello que fuera necesario.
Todas las manos de esas personas, aún sin saberlo, sin creerlo o sin imaginarlo se han transformado en “manos divinas”. Porque es la manera más concreta que Dios utiliza para llegar a quién lo necesita. Personalmente viví momentos de mucha preocupación al no poder saber cómo se encontrarían mis hermanos, o mis amigos. Quería llegar a ellos, pero resultaba imposible. Entonces decidí brindar mi ayuda allí donde pudiera llegar. Figurativamente lo llamé mi “metro cuadrado”. Más tarde pude llegar hasta mis seres queridos y encontré en cada caso que muchísimas otras personas, desconocidas, habían estado ayudando allí, donde yo no había podido.
Luego de varios días, en algunos sectores de la ciudad el agua no termina de retirarse. El dolor y las dificultades persisten. Las pérdidas han sido enormes. Y aun así encontrarás por todos lados gente con grandes ojeras y muchos dolores musculares, por haber estado brindándose casi sin descanso. Pero con el corazón a flor de piel y la plenitud en la mirada, por haberlo dado todo por los demás.
El libro expone aspectos de la dimensión profética presente a lo largo de los cinco siglos de la Iglesia latinoamericana, una lectura extraordinariamente estimulante. La mirada hacia un período complejo del cristianismo está enriquecida con numerosas citas e interesantes testimonios. Muchas de tales acciones que se consideran proféticas se encontraron con resistencias y oposiciones de parte de la misma Iglesia. Esto resulta normal, porque el profeta no es principalmente el que anuncia cosas que sucederán en el futuro como las antiguas pitonisas, sino que es alguien que, hablando en nombre de Dios, dice verdades que a menudo nos duele escuchar. Todas esas visiones claramente tenían en común que el reino de Dios se encarna, se hace historia y debe cambiar las relaciones humanas en esta tierra. Es fiel a la visión de Jesús, que se apartó de la posición apocalíptica de Juan el Bautista y procuró crear en esa tierra una comunidad de hermanos… Discernir la verdadera profecía nunca ha sido fácil, como lo atestigua la historia de Israel. Esa dificultad se acrecienta en nuestro continente, donde se mezclan el heroísmo y el horror, el entrecruzamiento de culturas, las tradiciones de la Iglesia y nuevas formas, las ambiguas situaciones de la conquista, la santidad y el martirio, la explotación y la injusticia… Se usa la palabra utopía. Ignacio de Loyola nos enseñó a no ser pequeños en el soñar; él habló siempre del “magis”, el desear siempre más, tener “utopías”, pero conjugó esos sueños con un sentido político que nos obliga a buscar los medios adecuados y a no desanimarnos con el lento avance de la historia.
Datos del autor:
Esteban (Teo) Valenzuela Van Treek es Director del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Jesuita Alberto Hurtado, de Santiago (Chile). Doctor en Historia de la Universidad de Valencia, Master en Desarrollo de la Universidad Wisconsin-Madison, periodista y magister en Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue coordinador de la Pastoral Juvenil, dirigente estudiantil, alcalde y diputado por Rancagua. Se ha desempeñado como consultor en desarrollo y descentralización de la GIZ (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit) en República Dominicana, Colombia, Guatemala y Paraguay. Escritor y colaborador de las revistas Mensaje y El Mostrador. Entre sus publicaciones: Fragmentos de una Generación (1987), Cómo ganarle a la rabia (1988), Pichilemu Blues (1993), Alegato Histórico Regionalista (1999), El Fantasma Federal (2003), La Voz Terrible (2008), Nacionalismo fraterno y cosmopolita (2010), Gestión Municipal Moderna (2011), Política de la Fraternidad (2012) y Nahual Maya (2012).
Ya avanzada la primavera austral se reunieron en la pequeña ciudad de San Pedro de Colalao, conocida como “La Sucursal del Cielo”, personas de distintas provincias del norte argentino (Salta, Catamarca, La Rioja, Jujuy, Santiago del Estero y Tucumán), para experimentar por algunos días la belleza de la vida cuando se pone a la base la ley del amor que nos trajo Jesús: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Durante la Mariápolis las experiencias que se contaron, las reflexiones diarias, las distintas actividades, la comunión que se fue generando entre todos, adultos y niños, personas de distintas procedencias y con raíces culturales diversas, lograron que cada uno se sintiera “en familia”, “entre hermanos” como se oía decir repetidas veces.
Una idea que partió de los jóvenes que habían participado del Genfest 2012 en Budapest fue la de intercambiar videos con jóvenes de países distantes de Argentina, como Pakistan y Filipinas, que habían conocido en esa oportunidad.
Cuando compartieron los videos con los 500 participantes, el “mundo unido” se hizo palpable. De países tan distantes, con culturas, costumbres y rasgos tan distintos, lograron descubrirse iguales, cercanos, unidos a pesar de la distancia.
Reconforta saber que en las antípodas hay hermanos y hermanas que tratan de vivir la fraternidad universal y estimula a “arremangarse” para construir una sociedad más justa en el lugar que nos toca vivir. Con esta conciencia renovada cada uno emprendió el camino de regreso.
El domingo 27 de octubre se vota en toda Argentina y por primera vez son admitidos al voto los adolescentes a partir de los 16 años. Los Chicos por un mundo unido de la Ciudad de Buenos Aires quisieron prepararse para este paso fundamental en el ejercicio de ciudadanía. Para ello invitaron a candidatos de distintos partidos políticos. Respondieron tres: María Eugenia Estenssoro (UNEN), Laura Alonso (PRO) y Liliana Piani (Frente Progresista Cívico y Social). La cita fue el sábado 19 de octubre en un lugar emblemático de la ciudad: la “Manzana de Las Luces”, precisamente en la Sala de Representantes construida en 1821, cuando comenzaba a forjarse la Argentina.
El encuentro fue moderado por cuatro de los chicos que pidieron a las candidatas que contaran su historia personal y el por qué del compromiso político. En un clima de confianza e intimidad, las candidatas se animaron a compartir su trayectoria, algo poco común en encuentros políticos tradicionales.
En un segundo momento, las políticas, presentaron sus respectivos partidos políticos y explicaron por qué formaban parte de los mismos. Las tres coincidieron en la necesidad de que en la política argentina existiera una alternativa al bipartidismo que se afirmó en las últimas décadas del siglo pasado. Casualmente, los partidos que ellas representan surgieron luego del estallido social de diciembre del 2001.
Finalmente, los chicos plantearon a las candidatas su agenda de temas y las invitaron a exponer sus propuestas con respecto a los mismos. Los chicos habían trabajado previamente en la elección de temas y la generación de las preguntas. Los argumentos elegidos fueron Seguridad, Medio Ambiente y Educación. Las preguntas, planteadas desde la perspectiva de los jóvenes, de acuerdo a sus propias vivencias, y el diálogo que fue surgiendo, estuvo regido por el espíritu de fraternidad: escuchar sin prejuicios, estar dispuestos a aprender del otro y -la regla de oro- “hacer al otro lo que quisieras que te hagan a ti”. De ese modo las candidatas pudieron plantear sus diferencias de manera respetuosa y casi no hubo interrupciones durante las exposiciones.
A lo largo del encuentro, las candidatas resaltaron la importancia de que los jóvenes se involucraran en política y que se generaran espacios de diálogo como ese. Coincidieron en que si bien la política requiere sacrificio, también da muchas satisfacciones al constituirse como vehículo para construir un país más justo. “Mi deseo es que los jóvenes no nos acompañen, sino que nos reemplacen“, señaló Liliana Piani. María Eugenia Estenssoro les dijo que no debían acostumbrarse a la pobreza que hoy parece estructural, porque en el pasado no era así. Laura Alonso, por su parte, dijo que “la política ha sido generosa conmigo“.