El primer día de la semana dedicada a la unidad de los cristianos (18-25 de enero) tuvo lugar una jornada de estudio, que los Movimientos y Comunidades eclesiales quisieron dedicar al tema “Carisma e Instituciones”. La misma se realizó en el Palacio Renacentista Romano de la Cancillería, bajo la espléndida cúpula pintada con frescos por el célebre pintor Vasari en sólo cien días. Empezó con una invocación al Espíritu Santo. Fue promovida por el Movimiento de los Focolares, Nuovi Orizzonti, Fazenda da Esperança, la Comunidad Católica Shalom, la Comunidad Emmanuel y la Comunidad Juan XXIII, junto con el Centro de formación especializada “Evangelii Gaudium” del Instituto Universitario Sophia y bajo el patrocinio de la Asociación Canonista Italiana. La jornada representó una nueva etapa de la profunda “sintonía afectiva y efectiva” entre los Movimientos y realidades eclesiales, como subrayó en su intervención de apertura María Voce, quien fue la representante de todos los promotores. «Nos hemos comprometido a afrontar, día tras día, de acuerdo a los carismas que hemos recibido, los desafíos que conlleva el camino hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, tratando de acrecentar la comunión dentro de nuestros Movimientos y entre nosotros». La jornada también ofreció la posibilidad de profundizar un tema específico, el de la relación entre los carismas, dones del Espíritu, y las formas institucionales, a la luz del Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe “Iuvenescit Ecclesia” (mayo de 2016), que presenta los dones carismáticos y los dones jerárquicos como “coesenciales”, y afirma que «la presencia de los carismas garantiza que nunca faltará el anuncio del Evangelio – como manifestó el Card. Kevin Joseph Farrell, Presidente del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida-, la presencia de la institución es la garantía de que no faltará nunca quien los reciba con apertura de corazón». Después de su aparición en el seno de la Iglesia, «en medio de la sorpresa y del desbarajuste que su inesperado e inédito florecimiento provocó»; de su aprobación, a menudo fruto de un camino largo y difícil, ahora los Movimientos–dijo Mons. Piero Coda, Rector del IUS- «están a las puertas de una tercera fase, en donde la efervescencia carismática está trabajando para buscar los canales oportunos para una equilibraba institucionalización (…) con el objetivo de expresar de la mejor forma posible su aporte específico». Una cuestión que está todavía abierta se refiere a la naturaleza de los movimientos eclesiales, que en virtud de sus carismas fundantes no sólo tienen necesidad de una nueva forma jurídica de asociación (en el Código vigente de Derecho Canónico no existen los términos “movimientos ni comunidades eclesiales” y los mismos han sido colocados jurídicamente entre las “asociaciones de fieles”), pero tampoco existen categorías de naturaleza jurídica aptas para sostener de la mejor forma posible las riquezas y especificidades carismáticas de cada uno. De hecho, es necesario tener en cuenta de que son miembros de estas “asociaciones”, a todos los efectos, laicos, sacerdotes y religiosos, conformando la que Mons. Christoph Hegge, Obispo auxiliar de Muster, define como “unidad comunional”, refiriéndose al “testimonio comunitario” que ofrecen todos los miembros de los Movimientos, si bien con “elasticidad y flexibilidad según su pertenencia”. Un testimonio que ofrecen juntos, como pueblo de Dios, acogiendo y viviendo el anuncio de la Iglesia de nuestro tiempo. Sobre la necesidad de diferenciar los estatutos jurídicos en relación con la variedad y peculiaridad de los carismas se expresó también Mons. Luis Navarro, Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, para quien «no existe una solución jurídica unitaria. Es necesario hacer para cada uno un vestido a la medida». Pero, para hacerlo, es necesario «conocer e indagar cada carisma en su vida eclesial concreta». «En la historia de la Iglesia, los Movimientos han sido siempre la respuesta concreta a una necesidad» afirmó Laurent Landete, casado y padre de seis hijos, responsable en Francia de la Comunidad Emmanuel, quien estuvo entre los participantes en la mesa redonda de la tarde, dedicada a la presentación de los Movimientos y de las realidades eclesiales que trabajan en todas las latitudes. El porvenir de sus Estatutos fue el tema de fondo de la reflexión. La frescura, actualidad y variedad de formas con las que trabajan, movidos por el Espíritu, en las calles del mundo, suscitaron maravilla y sorpresa, así como cuando se está ante los colores y perfumes de un inmenso jardín en primavera. Lee el adjunto
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