El camino de Liliana y Ricardo

 
Liliana y Ricardo, casados desde hace 49 años, comparten su experiencia de amor y apoyo mutuo. Descubramos juntos su camino y cómo cultivaron una relación basada en la comprensión y el respeto.

Ricardo:

Somos Liliana y Ricardo Galli, llevamos casados 49 años y tenemos cuatro hijos y cinco nietos. Somos argentinos y estuvimos viviendo en Loppiano casi dos años. Como se puede imaginar, no es fácil dejar a los hijos, y mucho menos a los nietos, organizar nuestra empresa de equipos médicos de modo que continuara funcionando bien; pero sentimos que nuestra forma de responder al amor de Dios, en ese momento, era ser piedras vivas en la construcción de la Ciudadela.

Liliana:

Conocimos el Ideal en 1979 en una Mariápolis (encuentro de 3/4 días), ya casados y con 2 hijos. Me fascinó personalmente descubrir que, a lo largo del día, podía vivir en relación con Dios a través del amor por mis hermanos y hermanas y, en mi caso, cada gesto de amor hacia mi marido e hijos adquiría un nuevo valor.

Ricardo:

Por mi parte, también descubrí la importancia de reavivar el amor entre nosotros y no darlo por descontado, pero también significaba decírselo con palabras a Liliana. Este amor va creciendo hasta que podemos dar la vida el uno por el otro, y en un matrimonio esto a veces significa, porque nos conocemos mucho, amar los defectos del otro como si fueran propios.

Liliana:

Recuerdo que en una ocasión tuvimos que llevar un coche a un taller mecánico que yo no conocía (una de mis características es la falta de ubicación geográfica). Ricardo iba delante en un coche y yo le seguía en otro para que pudiéramos volver juntos. En un semáforo me vi obligada a detenerme mientras Ricardo seguía adelante (en ese momento no había móviles ni mucho menos GPS). Pueden imaginar la angustia que tuve cuando me di cuenta de que estaba perdida.  Un poco más adelante vi que Ricardo se había detenido a esperarme, cubriendo amorosamente este defecto mío.

Ricardo:

Estos pequeños gestos, construidos sobre la vida cotidiana, en la simplicidad y con ternura, nos preparan para afrontar situaciones difíciles o dolorosas.

En una ocasión, debido a una hernia lumbar que no se descubrió por un estudio mal hecho, sufrí dolores muy intensos sin poder caminar y estuve hospitalizado durante diez días. En algún momento llegué a pensar que podría ser una enfermedad terminal, pero lo que me ayudó a ir adelante fue ver el delicado amor con el que Liliana me cuidaba, y también cómo ella se relacionaba con los médicos y enfermeras, con los hijos, que estaban preocupados (de hecho, uno desesperado), cómo gestionaba la casa, etc.

Una vez que todo se aclaró y me dieron el alta médica, me invadió una gran emoción y la certeza de haber sido amado tan profundamente, que, incluso si hubiera muerto, no habría faltado nada en nuestra relación como pareja y familia.

Liliana:

Sin embargo, siempre es importante empezar de nuevo.  En una ocasión, una fuerte discusión nos llevó a estar muy distantes sin hablarnos durante dos días. Por mi parte, sentí una tristeza infinita…

Ricardo:

Y yo llegué a entender lo que podía ser el infierno, es decir, la ausencia de amor. Cuando pudimos hablar, nos dimos cuenta de que no importaba quién tenía razón y que podíamos ir más allá de las ofensas que habíamos sufrido. La relación de amor mutuo es más valiosa que cualquier malentendido o posición personal.

Liliana:

Para construir este amor mutuo intentamos desapegarnos de nosotros mismos, significa morir a nuestras propias ideas, pero al mismo tiempo entregarnos totalmente comunicando nuestra alma y nuestra relación con Dios. Cuando queremos expresar algo y no es un momento oportuno, decimos: “Tengo algo que decirte” y buscamos una oportunidad para hablar de ello de modo que las exigencias de la vida diaria no nos impidan una comunicación fluida.