Amoris Laetitia – Tercero episodio – El amor humano es dinámico.

 
Pasa por diferentes estaciones y se expresa de formas siempre nuevas.

El amor humano es dinámico.

Atraviesa diversas estaciones y se expresa de maneras siempre nuevas:

“El camino implica pasar por varias etapas que llaman a darse generosamente” (AL 220); “El amor que no crece comienza a correr riesgos” (AL 134) y es importante “… tomar el matrimonio como un camino de maduración, en el que cada uno de los cónyuges es un instrumento de Dios para hacer crecer al otro… Cada matrimonio es una “historia de salvación”, y esto presupone que partimos de una fragilidad que, gracias al don de Dios y a una respuesta creativa y generosa, poco a poco va dejando espacio a una realidad cada vez más sólida y preciosa. Tal vez la mayor misión de un hombre y una mujer enamorados es la siguiente: ayudarse recíprocamente a ser más hombre y más mujer. … El amor hace que uno espere al otro y ejerza la paciencia propia del artesano que ha sido heredada de Dios” (AL 221). También lo definitivo, que caracteriza el amor conyugal, requiere ser cultivado, especialmente confiando en la gracia del Espíritu Santo: “prometer un amor que es para siempre posible cuando descubrimos un designio más grande que los proyectos de uno, que nos sostiene y nos permite dar todo el futuro al ser querido” (AL 124); “… sólo podemos crecer correspondiendo a la gracia divina a través de más actos de amor, con actos de afecto más frecuentes, más intensos, más generosos, más tiernos, más alegres…” (AL 134).

Más noticias