El Niño Herido

 
Nuestros “modelos operativos internos”, elaborados durante la infancia, determinan nuestro estilo de apegos, incidiendo fuertemente sobre el comportamiento como adultos y sobre los vínculos con los demás, sobre todo con el partner.

Las parejas a menudo llegan con una carga de dolor que nace de lejos.

Dice Maria: «Yo me siento siempre invisible, trato de conquistar su amor como lo hacía de pequeña con mi padre que siempre estaba ausente”. Y Luigi agrega: “Yo me siento siempre criticado, jamás a la altura de lo esperado, así como me sentía con mi madre cuando regresaba de la escuela y ni la buena nota la satisfacía”.

Para esta pareja, como para todas, la relación sufre del vínculo de apego que cada uno ha tenido con sus padres. Lograr desde el “aquí y ahora” de su relación, regresar al “allá y entonces” del vínculo con sus padres, puede ser útil para desenredar la madeja de conflictos y dolores del presente.

Aunque se sabe que el apego es la base para la creación de un vínculo con el otro, caracterizado por la búsqueda de estabilidad, protección, acogida, seguridad y bienestar, también  nuestro modo de crear vínculos  adultos estará relacionado a la calidad de aquellos que hemos tenido desde pequeños  con nuestras  principales figuras de referencia.

Nuestra interpretación del comportamiento de los otros, se trate de amigos, partner o colegas está influída por las representaciones mentales que hemos construído desde la infancia, a partir de los vínculos de apego experimentados con nuestros padres y las figuras de referencia y de cuidado. Es entonces el resultado de nuestros vínculos de apego precedentes.

Estas experiencias construyen nuestros “modelos operativos internos”, es decir la mirada que tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás en las relaciones importantes; contiene la presunción sobre cómo se comportarán aquellos que nos rodean e incide en nuestro comportamiento, atribuyendo a los otros las emociones y conductas que están en la base del contenido y de la estructura de nuestros Modelos operativos internos. Como adultos entonces,  vemos el mundo y construimos nuestra realidad a través del filtro de estas representaciones mentales, que han tenido origen en los vínculos afectivos infantiles y están influídos por la calidad de los mismos.

La cuestión es que, en el caso que se hayan vivido relaciones de cuidado disfuncionales, carentes o abusivas, es probable que se hayan generado estilos de apego inseguros o desorganizados, que podrían tener repercusiones también en el modo en el que se construyen y se viven las relaciones importantes en la edad adulta.

¿Qué se puede hacer cuando como pareja pero también individualmente en la relación con los demás nos damos cuenta de ésto? Es necesario en primer lugar, comprender que cuando éramos niños dependíamos absolutamente de los demás para sobrevivir.  Esa condición de vulnerabilidad, ha sido frecuentemente la causa de sentirnos en peligro o no amados. Como consecuencia hemos vivido -unos más otros menos- experiencias traumáticas que han incidido en las heridas de la psiquis.
Traumas intensos y breves o pequeños traumas repetidos con frecuencia, han estructurado el interior de nuestra psiquis, lo que Jung llamaba un «complejo», hecho de emociones dolorosas, miradas negativas sobre uno mismo y modelos de comportamiento destructivos. Nosotros llamamos al conjunto de estos “complejos”: el Niño Interior Herido.

Como adultos el Niño Interior Herido, se encuentra generalmente eliminado y relegado al subconciente o al inconciente y desde estos ámbitos de la psiquis provoca confusión, problemas de concentración, ansiedad, sensación de depresión y otras numerosas dificultades individuales y de relación. Es necesario entonces dar el paso para reconocer nuestra herida interior vinculada a los errores (a menudo involuntarios o inconcientes) cometidos por la figura de cuidado, aquella que más que nadie habría debido protegernos, cuidarnos, acogernos y enseñarnos a ser seguros y fuertes.

Es difícil aceptar la idea que el dolor que llevamos dentro, las dificultades que vivimos en la relación con los demás -especialmente con el/la partner- surgen del modo en el que justamente nuestra madre nos ha tratado de niños (cuando ha sido la figura de cuidado principal).  El estilo de apego entonces no representa una patología en sí misma, pero es adecuado explorar si tal estilo de apego sucede en el hoy de nuestra vida como un obstáculo para un vínculo eficaz y gratificante con las personas importantes y, en el adulto, con el partner. De hecho los modelos de apego disfuncionales no elaborados ni corregidos pueden llevar a elecciones sentimentales equivocadas o a relaciones disfuncionales e inestables caracterizadas por la violenciadominación o sumisión.

Por lo tanto ha sido útil para Maria e Luigi trabajar una verdadera y profunda comprensión de cómo había sido la relación con sus respectivos padres, y los efectos emocionales que les habían producido. Este ha sido el camino principal para poder pasar de la comprensión a acoger el pasado por lo que ha sido, y al final, poder perdonar las heridas interiores recibidas en la niñez.  Como escribe Carlo Taglia: «Si no sanas lo que te ha herido, sangrarás en las personas que no te han herido”.

Es importante entonces tomar conciencia de ello, no sólo respecto al partner sino a todas las personas que por varios motivos me han hecho sentir a menudo no considerado y poco importante. Puedo seguir sintiéndome no estimado a pesar de todo lo que los otros hagan por mi bien, porque mi “modelo operativo interno” establece criterios respecto a la representación que tengo de mí mismo, del otro y de la relación, aún cuando la realidad se presenta distinta de lo que yo siento.

Por lo tanto, hacer las paces con las proprias heridas es indispensable, más aún ineludible para que la herida se cierre y deje de producir dolor.
En su lugar habrá una cicatriz, memoria del dolor vivido pero que, tocada, no provoca más dolor y no incide más en el hoy de la vida.
(FUENTE: Lucia Coco – CITTÀ NUOVA)