La familia y su acción política y social: Del cuidado a la política

 
Les proponemos en tres momentos, la intervención de Lucia Fronza Crepaz en la reunión de los Secretariados de Famiglie Nuove en noviembre de 2020.

“Dare to care” (Atrévete a cuidar) me trajo a la mente mi experiencia política de los años ’90 en el Parlamento Italiano. Esa fue fruto de mi experiencia gen y luego de familia comprometida en el Movimiento Familias Nuevas.

Era médico desde hacía 7 años, luego, pediatra; estaba casada y, con mi esposo, estábamos inmersos en la espléndida y cautivadora experiencia de criar a 3 hijos. Con muchos otros jóvenes y con las familias de nuestro pequeño grupo estábamos comprometidos en la vida social de nuestra ciudad contra la marginación.

Por tanto, estábamos inmersos en el “cuidado” en términos sanitarios, culturales y sociales.

Con Paolo y luego también con los niños, siempre habíamos deseado construir una familia “abierta” a la vida, a los demás, al mundo, pero nunca imaginamos lo que pasaría con este compromiso.

De apertura en apertura, nos encontramos diciendo que sí a una propuesta de candidatura que me/nos llegó de repente. Sentíamos que era justamente así: atreverse para amar. Habíamos sido amados por Dios y por los hermanos de la Obra y teníamos que responder a este amor y teníamos que hacerlo juntos.

Me encontré en el Parlamento ocupándome del bien común de otra manera, dentro de las instituciones políticas.

Así que llegué allí con una gran cantidad de conocimientos que no eran estrictamente “políticos”.

Según muchos no estaba preparada, y era cierto, pero al mismo tiempo yo intuía que la experiencia que había hecho podía tener un potencial interesante para las “cuestiones” a las que un Estado debe responder.

La dimensión familiar, tan constantemente presente, me ayudó a no desvincularme nunca de la realidad del cuidado de las personas.

Hacer política no significaba tener súper-poderes, sino vivir una dimensión nunca separada de la realidad. Tener que contar cuentos a mis hijos era tan importante como hablar en el Aula y mi lenguaje debía ser siempre el mismo. Esta dimensión familiar y política al mismo tiempo me ayudó a no aceptar nunca el “código” de las “élites del Palacio” de la política.

La dimensión social, que siempre ha sido para nosotros una dimensión necesaria para realizarnos como familia, en mi compromiso político se transformó en la idea de un pacto.

Hice un pacto, que nunca abandoné, con un grupo de ciudadanos. Ellos me ayudaban, con su crítica puntual e informada, a ser la expresión de un pacto democrático, renovado para saber ocuparme de argumentos reales y realmente importantes.

Con las dos chicas con las que construimos la oficina parlamentaria nos pusimos a estudiar mucho para estar a la altura del encargo. Buscábamos experiencias varias en Italia y en el extranjero y descubrimos que el “cuidado” en la política podía comprometerse de mil formas y convertirse en decisiones políticas decisivas.

Annalisa Marinelli, urbanista, en su libro “La ciudad del cuidado” – escribe muy bien que la inteligencia doméstica (lo que se aprende cuidando todos los aspectos de la vida de la propia familia) es una “palabra política”.

En resumen, a fin de cuentas descubrí que hacer política significaba igualmente amar.

El amor había iluminado mi vida personal, familiar y social; ese mismo amor tenía también otra dimensión: actuar en política era también una cuestión de amor.

El amor político debe mantener también las mismas características que el amor personal.

Es necesario utilizar la mente y por tanto la inteligencia, el corazón con los sentimientos y  la fantasía, los músculos con toda la concreción necesaria. El amor político igualmente debe ser capaz de mantener juntas la dimensión de la atención a la persona y la construcción del Bien Común, porque el bien común está compuesto por los designios de cada uno. Todos y cada uno llevan en sí un designio y la grandeza de una vocación. Solo la reciprocidad entre la dimensión personal y la dimensión social da lugar a iniciativas políticas adecuadas.

El cuidado  se hace entonces inspirador de prioridades políticas.

¿Algunos ejemplos concretos?

  • Las políticas sociales ya no se tratan como gastos muy costosos y poco rentables, sino como inversiones, dinero que genera a todos los efectos, porque genera inclusión y felicidad social; cuidar a los que están en dificultad se convierte en la medida más adecuada para construir una sociedad inclusiva y fuente de bienestar para todos;
  • el urbanismo se convierte en una elección que pone de relieve lo que se puede reutilizar, poniendo en marcha lo ya construido, en vez de construir lo nuevo, utilizando territorio verde.
  • También la política exterior adquiere una dimensión muy diferente.

Por ejemplo, recuerdo cómo fue aquella vez en el ‘92: tuve que decidir si votar sí o no a la intervención de mi país en la guerra del Golfo Pérsico.
Cada noche con mis hijos rezábamos por la paz, y esto me ayudó a tratar de comprender bien cómo comportarme.
Estudié la situación durante mucho tiempo antes de votar y me di cuenta del enredo mediático que se estaba dando en esa circunstancia.
Voté sin ir en contra de las directrices del partido y todavía hoy me siento orgullosa de ello.
Lucia Fronza Crepaz