“Lo más parecido a un cristiano”

 
Así definió un amigo a Horacio Pirotta, uno de los fundadores del Movimiento Políticos por la Unidad de Argentina, comprometido cabalmente con todas las personas y realidades que le tocó vivir.

Se incubaba una de las crisis sociopolíticas más agudas del país, cuando, en agosto de 2001, se depositaba en ese humus tormentoso, la primera semilla del Movimiento Políticos por la Unidad (MPPU) en la Argentina. Horacio Pirotta, en el corazón de esa patriada utópica, en uno de sus inefables mail a los compañeros de aventura recordaba como, “en un salón de propiedad del Estado, calle por medio de la emblemática plaza de Mayo, y en un día agitado por el sonido de un repiquetear de tambores y una gran marcha popular -reclamando participación y transformación en una nación que se desmembraba-, se paría esta realidad deseada por Chiara para generar más y más fraternidad, no sólo en la política, sino desde ella en toda la comunidad”. Se iniciaba una tarea no fácil. “Soplan vientos de cambio, frente a ellos algunos hacen muros y otros construyen molinos… esta alegoría la escuché en la misa del domingo… estaba agobiado y fue una caricia del Padre… estamos construyendo molinos… el viento lo pone OTRO..”.

Horacio (segundo de la izq.) con la Comisión del MPPU elegida a principios de 2013

Es una suerte que se conserven los frecuentes y alentadores mails de Horacio a sus compañeros de aventura, donde no sin humor y poesía, intercala comentarios que nos definen su compromiso y convicciones, como cuando más adelante, ya en marcha el proyecto, escribe: “la fraternidad no es que sea posible o que deba ser… somos hermanos o no creemos en Dios… es algo que hace a la naturaleza del hombre porque es la naturaleza de Dios… es tan real como ir a trabajar o dormir o vivir el matrimonio con el esfuerzo de todos los días”. No faltan momentos de incertidumbre: “Me cuesta entender ciertas cosas… ¿Adónde iremos Señor?, ¡solo tu tienes palabras de vida eterna! Con mis huesos desparramados, pero mi alma firme… trato de seguirlo a El”. Y finalmente, con el MPPU  ya en marcha, con él como co-presidente, otro mail lo muestra “poniendo el cuerpo y el alma”, en un compromiso que va mucho más allá de la política: “Esta semana, han sido días cargados de misericordia de Dios y, en ella, de recomenzar, en la familia, en los compromisos como voluntario, en lo social, en la relación con el Creador, en el redimensionamiento permanente del trabajo y de la comunión de bienes… pequeños rostros de Jesús abandonado y grandes caricias del Eterno Padre”. En efecto, su dedicación a la familia, sus distintas tareas en la docencia, la gerencia y dirección de organizaciones sociales, la promoción del cooperativismo y de la economía de comunión, sus distintos cargos en la función pública, lo tuvieron como un incansable gestor de relaciones en todos los niveles. No por nada, su último emprendimiento, junto a su esposa Blanca, NEXUSred, se definía como “generadora de Bienes Relacionales”.

Sorprendido por una afección incurable, Horacio llegó a la casa del Padre el 14 de septiembre de 2013 y hoy descansa en el cementerio de nuestra ciudadela. A acompañar a su numerosa familia acudieron una multitud heterogénea de amigos a los que se sumaron mensajes de distintas partes del mundo. “Es que –como se decía al entretejer sus recuerdos en la despedida- Horacio nos dejó amar a quienes amaba, a sentir nuestra su familia, su trabajo. Nos hizo querer profundamente la provincia de Buenos Aires, y este Oeste marginal, como él lo llamaba, porque compartía el dolor de su gente, la 4ª sección electoral, la cooperativa en 9 de Julio, la ciudad de Lincoln, y tantas otras a las que acudía a resolver situaciones y a construir relaciones sostenibles. El intendente de esta última, Jorge Fernández, del cual era estrecho colaborador en la Jefatura de Gabinete, resumía concluyendo: “Partió un amigo, un padre, un profeta de la fe, que uno aprende a conocer cuando aparecen sus pergaminos que son todos ustedes por el amor que les dejó a cada a uno”. Luego de un aplauso sin tiempo, entre los mensajes un joven de Colombia le aplicaba los versos de Galeano: “hay fuegos que arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca se enciende”. Su sueño de habitar en la Mariápolis, donde construyó su casa, hoy lo tiene como una de sus raíces en el Cielo.

 

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