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Foto © Caris Mendes – Archivio CSC Audiovisivi

«Querría invitarles, esta tarde, a que soñemos juntos con un mundo diferente, aquél en el cual nos gustaría vivir». Así Maria Voce empieza su intervención, tras haber escuchado las historias y el compromiso de muchas familias que se han alternado en el escenario. Familias que han hecho propio el carisma de Chiara Lubich, orientando su vida. Una espiritualidad que «genera en nosotros el deseo de mirar el mundo y la historia desde una perspectiva distinta capaz de captar el vínculo que cada uno de nosotros tiene con la Humanidad entera, en una pertenencia no sólo personal, que involucra todo de nosotros: afectos, relaciones, fragilidad, emociones, sufrimientos, compromisos, sueños», continúa Maria Voce.

Y recuerda: «Chiara, fundando el Movimiento Familias Nuevas, el 19 de julio de 1967 afirmaba: “… Es necesario que (…) hagan de su vida familiar una experiencia para llevarla a los demás[1], siendo “otro Jesús, Jesús que mira al mundo, mira a las turbas y tiene compasión de ellas. Porque, de esta porción del mundo (…) yo les he puesto sobre sus hombros la más destrozada, la más semejante a Él Abandonado[2]. Hoy me parece que podemos decir que se renueva aquella invitación a la familia, a cada familia».

« ¿Pero qué tipo de familia puede generar un mundo impregnado de fraternidad?», se pregunta la presidente de los Focolares. «Sólo familias, aunque frágiles e imperfectas como es propio de nuestra condición humana, pero renovadas interiormente de este modo, pueden ofrecer al mundo esa luz y ese amor que lo sana, de tal manera que la sociedad encuentre en ellas el modelo en el cual reflejarse», se responde.

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Foto © Caris Mendes – Archivio CSC Audiovisivi

E invita a las familias a “hacer circular los bienes materiales y espirituales, gratuitamente”, a “acoger al otro tal como es, cuidándole, estando cerca de él, con alegría”, a “transmitir los valores de una generación a otra”, a realizar esa “corrección necesaria para el desarrollo humano” y el “perdón”, a “ir al encuentro de las verdaderas necesidades” de aquellos que viven a nuestro alrededor.

Precisa que «ya existen estructuras e instituciones competentes para cooperar al bien de la comunidad y de los individuos, pero -indicaba Chiara- “es necesario humanizarlas, darles un alma, de modo que el espíritu de servicio llegue a alcanzar esa intensidad, esa espontaneidad y ese impulso de amor por la persona, que se respira en la familia”»[3].

Y, después de haber puesto de relieve esta insustituible tarea de las familias, y el compromiso llevado adelante por “Familias Nuevas” en todo el mundo, a favor de los más débiles, cita algunos ejemplos concretos como éste: « En una pequeña ciudad cerca de Chicago, Carole, al darse cuenta de que varias familias tenían problemas similares a los suyos, para atender al hijo, David, portador  de una grave discapacidad, promovió toda una serie de actividades de socialización de los jóvenes diversamente hábiles y, a través de ellos, de las familias de todo el barrio y después de todo el municipio, que incluso ha recibido un premio por los desarrollos en el ámbito social».

Y concluye: «Podía parecer un sueño. Las experiencias nos dicen que ya es una realidad, a veces pequeñísima, recién nacida, pero que tiene en sí la fuerza arrolladora de la vida».

Lee el texto integral.

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[1] C. LUBICH, A la primera escuela de focolarinos/as casados/as, fundación del Movimiento Familias Nuevas, Rocca di Papa, 19.7.1967.

[2] Ibid.

[3] C. LUBICH, “Semillas de comunión para la Humanidad del tercer milenio”,  Mensaje al Familyfest 5 de junio de 1993.

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