San Oscar Romero y su gente

 
Miembros del Movimiento de los Focolares asistieron a la misa solemne en la vigilia por la canonización de mons. Romero en la Catedral de San Salvador.

Plaza del Divino Salvador del Mundo, lugar reconocido al nivel mundial, significativo para los salvadoreños. Aquí junto a los feligreses de todo el país, de todo Centroamérica, nos reunimos también nosotros: representantes del Movimiento de los Focolares para participar en este evento en honor a San Oscar Arnulfo Romero.
La emoción es grande, la alegría envuelve a todo el pueblo salvadoreño que canta y grita se ve, se siente, Romero está presente. Con 30 mil personas caminamos
en una peregrinación hacia la Catedral Metropolitana de San Salvador: jóvenes, adultos, niños… el pueblo de mons. Romero unido.
La misa en la víspera de la canonización fue presidida por padre José María Tojeira, director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (Idhuca).
“Mons. Romero nos pide -dice padre Tojeira en su homilía -desde la mirada del Evangelio que venzamos el individualismo consumista (…) nos pide que trabajemos por una sociedad en donde el espíritu cristiano esté por encima de lo banal.
Jesús nos dijo, yo soy la luz del mundo. Monseñor es un mártir luminoso en el que los pobres recuperan su dignidad -concluyó el predicador en su homilía interrumpida muchísimas veces por fuertes aplausos de los feligreses.
El domingo 14 de octubre participamos en la misa celebrada en la Capilla del Hospitalito la Divina Providencia donde fue martirizado Mons. Romero. El Nuncio Apostólico, Santo Rocco Gangemi, que preside la celebración en su homilía recuerda las palabras de Romero dichas justo el día 14 de octubre de 1979, pocos meses antes de su muerte. Al finalizar la celebración el Nuncio Apostólico expresa su profundo deseo que el Mons. Romero sea recordado no por la bandera sino por su enseñanza que es la enseñanza de Cristo.
(Magdalena Piskorz)

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