Silvana Veronesi, una de las primeras y más estrechas colaboradoras de la fundadora de los Focolares falleció a la edad de 86 años. La comunicación la dio la presidente María Voce a las comunidades del Movimiento presentes en los cinco continentes: «La acompañamos con la certeza de que habrá gran fiesta en el Cielo».
Se remonta a 1945 su primer encuentro con Chiara Lubich. Tenía sólo 16 años y estaba en búsqueda de algo grande por lo cual vivir. Desde entonces, fascinada por la espiritualidad de la unidad, entró a formar parte del grupo que dio vida a la experiencia del Movimiento de los Focolares.
En 1949 se transfirió a Florencia para frecuentar la facultad de Medicina. Con sencillez, dio testimonio de esta nueva vida a jóvenes y chicos, haciendo surgir la primera comunidad de los Focolares en Toscana. Después fue a Turín y a Milán.
Desde 1955 estuvo en Roma, junto a Chiara Lubich, con tareas particulares. En noviembre de 1960 hizo su primer viaje a Estados Unidos y Canadá, donde puso las bases para el desarrollo del Movimiento en Norteamérica. De 1961 a 1972 fue la responsable central de las focolarinas, un encargo que tuvo nuevamente de 1990 al 2002. En 1972 se le confiaron las jóvenes del Movimiento y estuvo en primera línea acompañando a las nuevas generaciones por casi dos décadas.
A ellas les recordaba la viva impresión de su primer encuentro con Chiara Lubich: «Entendimos que teníamos solo una vida. Si hubiésemos tenido 3 o 4 habríamos podido gastarlas en muchas formas, pero como teníamos una sola había que gastarla bien, por algo grande, que valiera la pena, por algo que permaneciera: Dios, y nosotros hicimos de Dios el Ideal de nuestra vida».
Tuvo oportunidad de visitar en reiteradas oportunidades los países del Cono Sur, para encontrarse con las y los jóvenes o para visitar a las focolarinas. Un momento importante fue cuando junto a Giorgio Marchetti visitaron en nombre de Chiara Lubich el convento franciscano con 50 hectáreas de tierras donde surgiría luego la Mariápolis permanente. También acompañó a Chiara en su última visita en marzo-abril de 1998. En abril de 2011 estuvo en la Mariápolis Lía y Buenos Aires.
La recordamos con su sonrisa, su atenta escucha, el trato directo y un estilo siempre juvenil que hacía espontánea la relación con ella.